Rest One of these days Simple Twist of Fate I'm not tere Suffocate Rotting Suffocate? Dearly beloved Hold On Wake me up when September ends Good Riddance (Ridding of you) Cigarettes and Valentines
Prólogo

sábado, septiembre 01, 2012

Good Riddance (Ridding of you) - Chapter 17: I wanna kiss you.



Un mes había pasado… Y yo seguía esperando. Esperando a que algo cambiase, esperando a que, cuando nos encontráramos, fuera capaz de hablarle, de sacarle una sonrisa, de saludarla. Pero el problema era que yo, Jesus, era un maldito estúpido que no era capaz de hablar con una desconocida. De hecho, la única razón por la que tenía amigos ahora, era porque ellos me habían saludado… Eso y que estaba demasiado drogado como para importarme mi vergüenza…
Drogas…
No, la chica desconocida ya me había visto muy drogado una vez sin conocerme. Si iba a hablarle, estaría limpio… Al menos la primera vez, para que no pensara que era un estúpido drogadicto. Créanlo o no, lo tengo bajo control…
O eso es lo que me hago creer, si quiero ser un tanto más honesto.
-Jesus, deja de pensar en ella –masculló Tim, sacándome de mi ensimismamiento.
-No puedo hacerlo –susurré, enojado conmigo mismo-. No puedo. Soy demasiado tímido y tarado como para hablarle…
Y lo que más miedo me daba era que alguien más hablara con ella antes. O peor aún: Que alguien ya le hubiese hablado. Qué terrible sería verla un día caminando de la mano con alguien que no fuera yo.
Aunque…
Yo no podía hablar con ella.
Yo, Jesus no podía hablar con ella.
-¿Qué se te ocurrió ahora? –me preguntó mi amigo, cansinamente.
Suspiré.
-¿Cuánto te opondrás a promocionar mi alter ego? –pregunté.
Me miró extrañando y sin comprender.
-¿A qué te refieres? –inquirió, con un renovado entusiasmo en sus ojos. Eso era un sinónimo a “punto a favor de Jesus”.
-Bueno… YO no soy capaz de hablar con ella –comencé, explicando mi punto de vista-. ¿Y si desarrollo una personalidad alternativa, por decirlo así? ¿Alguien que sí será capaz de vivir en las calles sin necesidad de la ayuda de todos sus contactos? ¿Alguien que sea capaz de hablar con ella?

Él negó.
-Técnicamente es lo mismo. Sigues siendo tú en esencia –rebatió.
Negué, entusiasmado. La idea era demasiado buena, sólo tenía que convencerle.
-No, porque me daría igual quedar en ridículo. ¡No sería yo! Y si me aburro del alter ego, finjo que se va y vuelvo a ser yo. ¡Es sencillo! –exclamé.
Tim volvió a negar y yo volví a suspirar. Mi amigo era demasiado terco.
-¿Qué podría salir mal? –inquirí.
-Nada, sólo que es una… locura –murmuró-. ¿Cómo quieres que no te reconozcan las personas que ya te han visto en la ciudad? Has estado aquí más de un mes.
-Bueno, no me veo muy entusiasmado, ¿o sí? –Él negó, dándome algo de razón al fin.- Podemos fingir que me fui. Sólo tú y yo sabríamos la verdad y… No sé, me arreglaré el cabello de otra forma y…
-Ok, ok, me convenciste –me cortó él-. He de admitir que esto se ve entretenido –sonreí-. Sólo quiero que entiendas que, si planeas adueñarte de una callejuela o algo, deberás andar con cuidado.
Sonreí. Mi amigo había visto mis otros planes. Realmente me agradaba éste sujeto.
-No te preocupes, todo estará bien.
Silencio.
-¿Y cómo te llamarás? Y no me digas que John, porque necesitas un “nombre artístico” –añadió, rápidamente, al ver que yo pronunciaba una “J”.
-Iba a decirte “Jimmy”. Pero si quieres un nombre artístico… -Una maliciosa sonrisa surcó mi rostro.- ¿Qué te parece “Saint Jimmy”?

Le tomó media hora recuperarse de la sorpresa y la extrañeza de haber estado a punto de besarse con Billie Joe. Media hora que dedicó a plantearse el por qué se habían conectado en primer lugar y porqué ninguno de los dos era capaz de resistirse a probar qué pasaría si se tocaban por más tiempo. La vibración era tan fuerte al apenas rozarse y ella sabía que no era la única en preguntarse cuánto más allá eran capaz de llevarla.
Tras esa media hora, Amelia decidió ordenar todo para aparentar que había pasado la tarde sola. Ignoró la alegría ajena y notó que él también hacía lo posible por reprimirla, al igual que algo más.
Concéntrate en lo tangible se obligó a pensar ella, concentrándose por completo en la simple tarea de guardar los ya lavados platos.
-¿Amelia? –preguntó una voz desde la puerta, sobresaltándola.
-Hola, papá –saludó ella en español, con una fingida sonrisa-. ¿Cómo te fue hoy?
Él la miró, extrañado de que anduviera tan amable con él. Ella supuso que se lo atribuyó al hecho de que estuvo sola todo el día, ya que le contestó con una voz calmada.
-Bien, como siempre. ¿Estuviste sola? –respondió y preguntó en la misma lengua.
-Sí, tal como lo ordenaste –musitó ella-. Tuve que salir a comprar comida, pero el resto del día estuve aquí.
Rafael asintió, conforme.
-Si no te molesta, me voy a acostar. Te aconsejo que hagas lo mismo –masculló él, en dirección a su cuarto.
Ella asintió y se fue a su habitación, por dos únicas razones: El día que se le venía encima… Y analizar atentamente las poses de su amigo en los pósters de él que tenía.
Al mismo tiempo, en su habitación, Billie releía lo que había escrito. No tenía la menor idea del porqué le había puesto Jimmy a la nueva personalidad de Jesus, pero no le importaba. Sólo tenía cabeza para dos cosas: La llegada de sus hijos al departamento… Y el casi beso con la adolescente.
Es dieciséis años menor que tú, es menor de edad… se repetía en su mente.
¿Había querido besarla por la atracción que ejercía la conexión entre ambos o por algo más? ¿Acaso estaba sintiendo algo más por ella?
No, eso sí que no. Fue la conexión. Ambos queríamos saber cómo se sentiría besarnos se aseguró.
Era verdad.
Es como la gente que prueba droga por primera vez: Más de la mitad lo hace por simple curiosidad.
Eso también era verdad. No le causaba gracia comparar el roce entre ambos con una droga, pero era la experiencia más cercana con la que lo podía comparar. Sólo tenía que asegurarse de no hacerse adicto.
¿Adicto a Amy? Imposible.
Eso era lo más verdadero de todo…
Al menos eso era lo que quería creer.


El día estaba bastante fresco. Pero, en el interior de aquel edificio, esto no era percibido por el bajista, quien se preguntaba hasta dónde era capaz de llegar por culpa de su mejor amigo. Tendrían que hablar seriamente acerca de los límites de una amistad un día de esos.
Pero eso no importaba en ese instante. Nerviosamente, se acomodó las gafas y tocó el timbre que había junto a la puerta del departamento 391, rogando que abriera la adolescente…
Pero, para desgracia de Mike, quien abrió no fue otro que el padre de la chica.
-¿Qué necesita? –preguntó el hombre, hoscamente. Mike fingió una rápida sonrisa.
-Buenos días, señor, represento una organización de vegetarianos que se reúne una vez al mes en el edificio que queda a un par de cuadras de aquí. Supimos que son nuevos en el edificio, así que mi trabajo es averiguar si hay alguien interesado por la causa en éste hogar…
-No, lo lamento, no hay…
-¡Papá! –lo interrumpió una voz femenina- ¡Yo soy vegetariana!
Mike tuvo que disimular la sonrisa que se le formó al darse cuenta que Amelia estaba más que lista para salir.
-¿De verdad quieres ir? –le preguntó su padre a la adolescente, alzando una ceja.
-¡Claro que sí! –exclamó ella- ¡Tan antisocial no salí!
Rafael fingió una risa.
-De acuerdo, puedes ir –farfulló, disimulando la molestia que le causaba que la adolescente pudiera salir de la casa. Después de todo, su restricción se limitaba únicamente a Billie Joe-. No vuelvas muy tarde.
-No te preocupes –dijo ella, con una sonrisa auténtica.
Mike esperó a que pasara, antes de inclinar la cabeza levemente ante Rafael, en señal de despedida, tras lo que caminó junto a Amelia en silencio hasta estar en el interior del ascensor, donde comenzaron a reír, entre nerviosa y alegremente.
-¿Cómo has estado, Amy? –preguntó él, presionando el botón del subterráneo.
-Bien, ¿y tú? –respondió y preguntó ella.
-Bien, todo igual, ya sabes como es mi vida… Grabando, fingiendo ser un recolector de jóvenes vegetarianos… -ironizó Mike.
Amelia sonrió.
-Gracias por esto… No sabía que eras tan buen actor.
-Eh… sí, hay cosas que prefiero que no se sepan –farfulló el bajista, cruzando las ya abiertas puertas del ascensor-. Tu padre es un maleducado de mierda, ¿sabes?
-Sí, además de ser un estúpido tarado.
Mike no emitió ningún comentario al respecto.
El viaje en el jeep del hombre no fue incómodo como ella temía que fuera. Al contrario, se rieron bastante durante la amena conversación que sostuvieron hasta llegar al estudio, lugar donde los nervios volvieron repentinamente: Vería a Billie Joe.
-A todo esto… Billie no se dignó a decirme porqué tuve que irte a buscar y porqué era tan urgente que vinieras al estudio… -comentó Mike, entrando al ascensor de Reprise y presionando el botón correspondiente al quinto piso.
Ella sonrió, levemente.
-Resulta que tengo el lado de Billie que piensa las melodías de las canciones, así que mi trabajo aquí es mostrarle el ritmo que pensé… Bueno, pensó, cómo sea –explicó ella.
Mike suspiró.
-Esto de que se lean la mente es enredado, ¿sabes?
Y eso que no te ha pasado pensó ella, asintiendo.
¿Eso que no me ha pasado qué? escuchó en su cabeza. Amelia volvió a sonreír. ¿Ahora escucho a larga distancia o estás en Reprise?
Estoy con Mike en el ascensor, llegaremos en un minuto pensó ella.
-Billie ya sabe que estamos aquí –informó ella.
-Maldición, yo quería saltarle encima por sorpresa –musitó Mike, con fingida tristeza. Ella rió.
En menos de un minuto, las puertas del ascensor se abrieron, para dejarlos en el quinto piso del estudio, piso en el que Billie y Tré los esperaban, apoyados en la pared contraria. Al parecer, el guitarrista le había avisado a Tré que ya estaban por llegar. Se saludaron y pasaron a la misma sala en la que habían estado la última vez con Amelia. Mike y Tré se sentaron en un sofá y Billie y Amy en otro, procurando el no quedar muy cerca el uno del otro.
-Ya, ahora que estamos todos reunidos –comenzó Tré-, ¿piensas explicarnos el por qué nos juntamos?
A modo de respuesta, Billie tomó la réplica de Blue que descansaba en uno de los sofás, guitarra que le pasó a la adolescente.
-Por algún motivo, ella tiene lo que crea las melodías en mi mente –explicó él-. Anteanoche pensé una letra, pero no se me ocurría la melodía… Y a ella se le ocurrió por accidente, así que ahora nos la va a mostrar y veremos si podemos trabajar con ella o no.
La adolescente se sonrojó al ver como los tres adultos fijaban su mirada en ella.
-Eh… Bueno… Éste… ¿Alguien tiene una uñeta? –farfulló Amelia, nerviosamente.
Billie le tendió una al instante. Ella la aceptó, más sonrojada aún.
-Sería algo así… -murmuró.
Comenzó a tocar algo lento, tras lo que se ponía más rápido. Billie comenzó a imaginarse el solo que podría tener esa canción de inmediato, a la vez que sentía la vergüenza de la castaña.
Relájate, lo estás haciendo excelente pensó él, con una pequeña sonrisa en su rostro, sonrisa que se amplió levemente al notar cómo la adolescente se sonrojaba más aún.
Luego de lo que sería el ritmo del último coro, la melodía volvió a la lentitud del principio, tras lo que terminó.
-Y eso sería –musitó ella, entregándole la guitarra a Billie, sin atreverse a mirar a los demás a los ojos.
-¿Qué opinan? –inquirió el guitarrista, recibiendo la guitarra y comenzando a probar punteos para el solo.
-¡Que quiero ver la letra! –exclamó Tré, riendo, mientras tocaba el apoyabrazos del asiento con las baquetas.
-No es mala idea –concordó Mike, con una sonrisa-. ¡Pásanos tu cuaderno!
Aún sonriendo, Billie dejó la guitarra de lado y le pasó el cuaderno al bajista, ya en la página indicada.
Te dije que era una buena melodía pensó él, burlonamente.
Lo dices porque técnicamente fue tu idea le rebatió ella, con una sonrisa. Tú pensaste la melodía, sólo que fui yo quien la “escuchó”.
-No, la melodía la hiciste tú –musitó él, sin darse cuenta que estaba hablando-. Quizás se te ocurrió porque estamos “conectados”, pero es tu idea…
-Da igual, prefiero que el mundo piense que es tuya –musitó ella.
-¿Por qué? –inquirió él, dejando la guitarra más lejos y acercándose más a ella- Es una buena melodía para una letra que es una basura, así que deberías sentirte orgullosa…
-Eres compositor, y te conozco lo suficiente como para decirte que la letra no es una mierda –lo contradijo, acercándose igualmente.
-Ni siquiera la has leído –musitó él, acortando más la distancia.
-Yo sí, y opino que no es una basura –los interrumpió Mike, logrando que recordaran que había más gente y que se percataran que estaban casi tan cerca como lo estaban la tarde anterior-. ¿Es para Adrienne?
Billie se separó de la adolescente, sonrojado y avergonzado.
Perdón de nuevo… se disculpó, mentalmente.
¿Cuántas veces tendré que decirte que soy lo suficientemente responsable de mis actos como para evitar estas cosas? Y aún así, no lo evito pensó ella, molesta consigo misma.
Da igual, yo soy el que moralmente está obligado para que estas cosas no pasen…
-Supongo que estás dando una interesantísima respuesta mental, pero yo no puedo leerte la mente, ¿recuerdas? –ironizó Mike, con una leve sonrisa. Debía admitir que la situación le causaba algo de gracia, pese a que un lado de él encontraba bastante preocupante el hecho de que su amigo fuera tan cercano a una menor de edad.
-Perdón –se apresuró a responder el guitarrista-. ¿Cuál era la pregunta?
Mike suspiró.
-Te preguntó si era para Adrienne –le contestó Tré, dejando el cuaderno de lado.
-Ah, eso… Eh… No, no es para ella. Ni siquiera la dedico yo –respondió Billie, nerviosamente.
Contrólate, contrólate… se repetía en su cabeza.
-¿En quién te basaste entonces? –preguntó Mike, extrañado.
Amy ató cabos.
-¿Tan importante es la chica misteriosa para Jesus? –inquirió.
No has leído lo último, está dispuesto a sacrificar todo por ella pensó él, con una triste sonrisa en el rostro.
-¿Cuánto nos perdimos? –preguntó Tré, más extrañado que su amigo.
-No mucho, como tres páginas nada más –respondió Billie, encogiéndose de hombros.
-Pásame tu cuaderno para entender algo –pidió Mike, cansinamente-. Y anda a aprenderte la canción para que nos las enseñes a nosotros, ¿ya?
-Sí, papi –musitó Billie, irónicamente.
Vamos a la parte a prueba de sonido, gracias pensó él, dirigiéndose a la cabina.
Ella lo siguió.                                                                         
-En serio, no deberías culparte por todo –comenzó ella, apenas él cerró la puerta-. Soy lo suficientemente grandecita como para alejarme cada vez que esto pasa.
Billie suspiró.
-Lo sé. De verdad lo sé –susurró-. Es que… Me siento mal porque un lado de mí quiere besarte, quiere ver que tan fuerte sería la vibración que tenemos cada vez que nos tocamos si lo hacemos…
-Te entiendo –musitó ella-. Un lado de mí piensa que eso es hasta lo correcto.
Se miraron a los ojos, intentando ignorar lo sonrojados que estaban por sus respectivas confesiones.
-Pero no lo es –susurró él.
-No…
-Y aún así –continuó Billie-, un lado de mí es demasiado curioso…
Sin saber muy bien lo que hacía, llevó su temblorosa mano a la de la joven, causando una fuerte vibración entre ellos. Entrelazó los dedos de ambos, causando que ella se mordiera el labio inferior. Sonrió levemente al notar que él estaba en una situación similar. Tomó la mano de la joven más firmemente, intentando ignorar el calor que sentía en las mejillas.
Debo estar más rojo que las pokebolas que le compramos a Jake la semana pasada pensó en su mente, irónicamente.
-Sí, lo estás –susurró ella, con una sonrisa casi imperceptible en su rostro-. Algo me dice que yo igual…
Él le sonrió del mismo modo.
-En ti se ve bien –murmuró.

Pese a que ninguno de los dos se daba por enterado, Mike y Tré le prestaban más atención a la escena que veían a través del vidrio que separaba la cabina de la salita que al cuaderno que tenían frente a ellos.
-¿Qué pasa por su cabeza? –se preguntó el bajista en voz baja, refiriéndose a Billie Joe quien, en ese instante, le tomaba la otra mano a la muchacha y cerraba los ojos, como si lo estuviera disfrutando con todo su ser.
-Es una buena pregunta –concordó Tré, más pendiente en la cara de la adolescente que en la de su amigo: Su expresión podía interpretarse tanto como de vergüenza como de disfrute-. No se conocen ni hace una semana y ya se están tomando de la mano, ¿qué ocurre aquí?
-Tenemos que preguntarle a Billie –dijo Mike, decidido-. ¿Deberíamos interrumpir antes de que hagan algo más? Que yo sepa, es ilegal que alguien de treinta y uno bese a alguien de quince.
-Sí, es lo mejor –murmuró Tré-. Párate tú primero y estírate, para que se den cuenta que vamos y tengan tiempo de separarse y todo.
Mike asintió y se paró, estirándose.
Cosa que Amelia vio por el rabillo de su ojo.
-Mike y Tré ya vienen –susurró ella, volviendo a fijar su mirada en los hipnóticos ojos de Billie Joe, sin soltarse.
-Deberíamos separarnos… -musitó él.
Tampoco se soltó.
Guiado por un impulso, le soltó una mano a la adolescente, para acercar la otra a su rostro y darle un suave beso, el cual consiguió que un escalofrío le recorriera la espalda a ambos.
-Lo siento –susurró él, soltándola, señalando el estremecimiento de la joven.
-No, no… Fue un estremecimiento “bueno” –musitó ella, sonrojadísima.
Ambos retrocedieron un paso…
-Ok, no terminamos, pero entendemos la idea –dijo Tré, entrando y dirigiéndose de inmediato a la batería, pasando entre sus dos amigos, logrando romper el trance que se apoderaba de ellos.
-¿Listo para terminar la canción? –preguntó el bajista, disimulando su preocupación.
-Sí –musitó Billie, consiguiendo despegar la mirada de la chica al fin-, sí, continuemos.
Pese a no haber ensayado la canción ni una sola vez, Billie ya se la sabía a la perfección, cosa que se la atribuyó inmediatamente a la conexión. Debido a ello, no le fue difícil simular que sí habían estado ensayando.
Les tomó cerca de una hora conseguir arreglar todos los sonidos de la canción. Según Mike, era un tiempo récord para ellos, ya que el guitarrista andaba cada disco más perfeccionista.
-Ok… Amy, tú serás mi segunda guitarra –musitó él, pasándole la guitarra que se encontraba abandonada al otro lado de la cabina-. Y no quiero oír ningún “pero”, por muy mental que sea…
-Está bien –masculló ella, recibiendo la guitarra, cuidando de no tocar la mano del hombre por ningún motivo.
Billie salió de la cabina por unos momentos, para apretar el botón que iniciaba la grabación. Volvió corriendo al micrófono.
-Esta es la grabación del veintinueve de enero del 2004 –farfulló Billie, rápidamente-. Esta canción es “Whatsername”.
Tré marcó el pulso con las baquetas y comenzaron a tocar.
-Creí que me encontré contigo calle abajo, luego resultó ser sólo un sueño. Hice un punto para quemar todas las fotografías. Ella se fue y yo tomé otro camino. Recuerdo la cara, pero no puedo recordar el nombre. Ahora me pregunto cómo ha estado Whatsername –cantó Billie, en un tono bajo de voz-. Parece que desapareció sin rastro alguno. ¿Se habrá casado con el viejo Whatshisface? Hice un punto para quemar todas las fotografías. Ella se fue y yo tomé otro camino. Recuerdo la cara, pero no puedo recordar el nombre. Ahora me pregunto cómo ha estado Whatsername...
Billie le dirigió una mirada a Amy, para indicarle que ahí hacían el cambio de ritmo, pese a saber que bastaría con pensarlo. Algo en él hacía que quisiera mirar a su amiga.
-Recuerdos, los que sean, pareciesen ser de hace mucho tiempo. Recuerdos, los que sean, pareciesen ser de hace mucho tiempo –se apresuró a cantar; se había distraído más de lo necesario-. Los pesares son inútiles en mi mente, ella está en mis pensamientos y lo debo confesar. Los pesares son inútiles en mi mente, ella está en mis pensamientos desde hace mucho tiempo…
La verdad es que no hace tanto, sino que desde el sábado pensó Billie, con una pequeña sonrisa, mientras que Mike alargaba la última sílaba y él tocaba el puente.
-Y en la más oscura de las noches, si mi memoria no me falla, nunca volveré en el tiempo. Olvidándote, pero no al tiempo.
Fue ahí, mirando a Amy de reojo, que se dio cuenta: Su amor hacia Addie había desaparecido… Y parecía estar a punto de ser remplazado por algo más preocupante.

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