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-¿Cuándo mierda escribiste todo esto?
Había pasado menos de una semana desde aquel
extraño y perturbador sueño, y, decidido a terminar lo empezado (es decir,
expresarme de una vez), había convocado a Mike y a Tré al estudio, lugar en el
que ambos habían comenzado a revisar las letras.
-La semana pasada, andaba inspirado.
Mike pasó todas las hojas, rápidamente.
-¡Deben haber como cuarenta canciones aquí!
-Cuarenta y dos, la verdad. Están los títulos
de dos instrumentales por ahí, pero ni idea cómo escribirlos.
Tré maldijo, emocionado.
-¡Esto es más hiperventilante que cuando
descubrí que sí pueden ordeñarse los perros! –exclamó, en un tono de voz más
alto de lo usual.
Mike rió.
-Sí, creo que es una buena aproximación.
Bueno, asumo que tienes ideas para todas las canciones, ¿no?
Asentí, y, sorprendiéndome de mi propio
entusiasmo, tomé una guitarra y le indiqué a Mike que fuera leyéndome los
títulos, para tocarle la canción, cantando y todo. Me equivoqué un par de veces
(después de todo, eran canciones nuevas), pero daba igual: Mike y Tré las
amaron de todas formas.
Así fue que no tardamos en llamar a Rob, para
luego pasar a refugiarnos en el estudio, a arreglar las letras y cada
instrumento por separado. Habíamos optado por algo más experimental esta vez.
Algunos lo considerarían demasiado, pero me daba igual, estaba sonando bien.
Pero había un problema:
-Si sacamos dos discos, será muy caro
–comentaba Rob, un día.
Mike torció una mueca, negando.
-Propongo no grabar todas las canciones, si
no que las mejores, sacar un solo disco, y, eventualmente, sacamos las otras
canciones grabadas como B-sides –sugirió, no muy convencido.
-Es lo único que se me ocurre también
–concordé.
Tré se limitó a asentir, para luego correr a
la cabina.
-¿Con qué canción parto? –inquirió.
Fueron las sesiones más divertidas que
habíamos tenido hasta entonces en ese estudio. Como habíamos decidido
experimentar, teníamos una serie de nuevos instrumentos para… Bueno, digamos
las cosas como son: Para jugar.
-¡¡¡¡¡AMO LOS ACORDEONES!!!!! –gritaba Tré,
mientras tocaba uno rápidamente.
Mike y yo no podíamos dejar de reír. De
hecho, Mike tuvo que sentarse y respirar profundamente, para poder exclamar:
-¡Tengo buenas noticias! –Tré dejó de tocar y
yo lo miré, curioso; había andado diferente ese día, como si hubiese estado
todo el día esperando el momento adecuado para decirlo- ¡Anastasia está
embarazada!
Al instante, me tiré encima de él en el sofá,
para felicitarlo, al tiempo que Tré dejaba el acordeón y corría a tirarse
encima de los dos.
-Ah, y vamos a casarnos –añadió el bajista,
apenas nos separamos de él.
-¡¿QUÉ?!
Volvimos a tirarnos encima de nuestro amigo.
No grabamos ni ensayamos nada más ese día, si
no que nos fuimos a un bar a celebrar. Con Mike quedamos levemente más pasados
que Tré, por lo que fue éste último el responsable de llevarnos a casa.
-¡Adiós! –me despedí, al bajar del auto.
-¡Adiós, padrino! –me gritó Mike.
-¡¿SOY TU PADRINO?!
Mi amigo rió.
-¿Quién más si no?
Supuse que Tré acotó algo en el interior del
auto antes de partir, pero yo no lo escuché, ya que estaba entrando a mi casa,
cuyas luces ya estaban apagadas, a excepción de la luz de la cocina, por lo
que, apenas puse llave, me dirigí hacia allá.
-¿Addie? –pregunté, al entrar.
-¡Llegaste! –Se paró y me abrazó.- ¡Me tenías
preocupada!
-Perdón, es que fuimos a celebrar… ¡Mike y
Ann se van a casar! ¡Y Ann está embarazada! ¡Y soy padrino!
Bueno, no vale la pena contar el resto… En
especial porque no lo recuerdo, ya que el alcohol en mi cuerpo era bastante. Lo
siguiente que recuerdo es estar solo en la pieza, intentando recordar el porqué
de mi alegría. Me sonreí al darme cuenta que era la primera vez en mucho tiempo
que despertaba con esa sensación y, aún feliz, tras lograr recordar lo
ocurrido, me volví a dormir.
-
1997 -
La boda de Mike y
Anastasia fue bastante simple, y, a mediados de abril, Estelle nació. Mike
estaba más que feliz, y, finalmente, no se sentía excluido por ser el único
idiota responsable de los tres que sí sabía cuidarse y no tenía hijos. Sin
embargo, pese a que las cosas iban de maravillas para Mike (las cosas iban bien
para mí también, ya que estamos), Tré y Lissea no estaban para nada bien. O
sea, sí, seguían juntos y todo, pero todos sabíamos que las cosas ya no eran iguales.
Creo que fue por esto que Tré (quien operaba como si todo anduviera de
maravillas) comenzó a refugiarse más en el estudio que antes, así que, sin otra
opción, Mike y yo también.
Fue en octubre que
nuestro nuevo disco, “Nimrod”, finalmente salió a la luz. Tal como le había
prometido a Rob y los chicos, la canción del mierda que había compuesto para
olvidar a Ella estaba en el disco, como la penúltima
canción… Y, para mi horror, había tenido mucha mejor recepción de lo que me
había imaginado que tendría. Y eso que tenía violines, era la canción de Green
Day, el grupo “punk”, con violines. Creo que con esto era más que seguro que no
volvería a entrar al Gilman Street nunca más en mi vida, el cual ahora tendría
más mensajes de odio hacia mi persona. Si hasta los de mi otro grupo (ese que
tengo con Jason White y otros dos amigos, y nunca me molesté en mencionar) no
podían ocultar su descontento con la canción. “C’est la vie” era la única
expresión que se me ocurría.
En fin, tras la
salida del disco, comenzaron las giras… Pero, esta vez, íbamos con familia, lo
cual era un gran cambio para nosotros. Imagínense, había días que las fans me
invitaban a beber, ante lo cual me negaba, explicando que mi esposa y mi hijo
estaban dentro. No faltaba la loca que me gritaba idiota, y que me jodiera,
causando que Addie, en el interior del bus, intentara salir a golpearle,
mientras que Joey caminaba desnudo por el lugar, diciendo “¡Papi!”. Era
bastante esquizofrénico.
Así llegó fin de
año, el cual vino con otra pequeña sorpresita:
-Amor…
-¿Sí? –Addie no me
dijo nada, por lo que levanté la mirada de este cuaderno, en el que escribo
ahora.- ¿Estás bien?
Me abrazó por la
espalda y me tomó ambas manos.
-Estoy embarazada.
Y, al igual que
cuando supe que Joey venía en camino, me asusté… Pero la alegría que siguió fue
mucho mejor que la primera vez. Al menos, esta vez, sabía que podía hacer todo
bien, y sabía que mi amor por Addie era real.
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