Me encontraba más que deprimido
en la nueva okupa. Era la mañana del primer lunes de septiembre y Mike ya se
encontraba en la universidad. Todos los demás se habían ido a hacer otra cosa o
dormían y yo… Yo estaba en la cocina, solo como un perro, pensando que Al
Sobrante estaba, probablemente, estudiando alguna basura en la universidad de
San Francisco… Y lo que más me dolía, no era que se hubiera ido… Era que no nos
hubiera dicho absolutamente nada. Éramos un equipo, podía decirse que éramos una
especie de familia… Y él llegaba y se iba sin avisar, dejándonos sin baterista
ni nada. Estábamos acabados. Green Day no podía existir así. Es decir, una
banda debe quedarse con sus miembros originales hasta el final, ¿no? Así lo
hicieron The Beatles, y ellos fueron los más grandes…
Aunque sí reemplazaron a Pete
Best por Ringo Starr…
Fue ahí que la puerta de la casa
fue golpeada, fuertemente, sacándome de mis pensamientos. Estirándome, dejé la
cerveza (sí, no era ni mediodía y ya estaba bebiendo) sobre la mesa y me dirigí
a abrir.
-¿Alguien tuvo una mala noche?
Era John… Roecker. El que me caía
bien, no el tarado que nos abandonaba sin darnos ninguna explicación ni nada y
que aún no se contactaba con nosotros.
-Mejor dicho una mala mañana
–murmuré-. Mike se fue a la universidad, recordándome que no tengo
absolutamente nada que hacer en mi vida y que debería comenzar a buscar un
empleo como reparador de cable.
Me miró, sorprendido.
-¿Cómo que no tienes nada que
hacer con tu vida? ¿Qué hay de tu grupo? –Lo miré, extrañado.- Tim y Larry
hablaron maravillas de ustedes anoche, se juntaron a pasar el rato. Terminé por
escucharlos… Wow.
Me sonreí, tristemente.
-Eso se acabó. Nuestro baterista
se fue a la universidad y nos dejó botados.
-¿Y qué tiene? ¡Consíganse otro,
nuevo y mejor!
Negué.
-No va a ser lo mismo.
-¿Ah, no? ¿Acaso él siempre
estuvo con ustedes?
Enmudecí. Tenía razón.
-No, pero nos empezó a ir bien
cuando llegó, en especial porque él era el que nos conseguía nuestros primeros
shows…
John suspiró, como si estuviese
armándose con toda la paciencia del mundo.
-¿Cuánto tiempo estuvo con
ustedes? –preguntó.
Saqué la cuenta.
-Unos dos años…
-¿Y en esos dos años no
aprendieron ustedes mismos a conseguirse shows?
Me sonreí.
-Claro que aprendimos, pero…
-¡Sin peros! –me interrumpió- Son
muy buenos para que una idiotez así los acabe. Es más, estoy seguro que les irá
mucho mejor sin ese John… -No dije nada.- Billie, dime la verdad, ¿qué eres?
Sin comprender a qué venía esa
pregunta, contesté:
-Bisexual, pero ¿qué….?
Me miró, sorprendido.
-¿En serio? Bueno, pero no me
refería a eso, si no que…. ¿Cuál es tu profesión?
-Ah, eso. Fácil, soy un… -Me
detuve. ¿Qué era? Es decir, sabía lo que era, pero ¿por qué me costaba tanto
decirlo en voz alta?- Soy un músico.
-¡Exacto! Pero, hasta que no lo
sientas a un cien por ciento, nunca podrás llegar a ningún lado. Es hora de que
te des cuenta que esto es lo que eres, y de que empieces a hacer lo que haga
falta para serlo.
Negué, con una pequeña sonrisa.
-¿Qué no he hecho, John? Viajé
por todo el maldito país en una van sin dinero. ¿Y para qué? Para que Kiffmeyer
usara su parte de ganancias para pagar su matrícula en la universidad y
dejarnos botados…
-Bueno, es hora de que hagas algo
más. Encuentra un jodido baterista, Billie. Y que sea tan bueno que le dé un
millón de patadas en el trasero a ese otro John.
Sonreí.
-Gracias.
-Cuando quieras… Ahora… Me
acompañarás a la okupa, a buscar alcohol de verdad, porque esto que estás
tomando… -Negó.
-¿Qué tiene de malo?
-Que esa cerveza que estás
bebiendo es la peor. ¿Mikey’s? Por dios, ven, te enseñaré a alcoholizarte de
verdad –musitó.
Sin más, salió de la cocina y se
dirigió a la salida. Tras ordenar un poco mi alborotada mente, lo seguí.
Lo que se vino fue el día más
raro de mi vida hasta entonces. De verdad.
Me llevó a una licorería. Resultó
ser la misma tienda con la vendedora que le tenía ganas a Jimmy… Y me
reconoció. Casi se puso a llorar cuando le dije que él se había ido a New
Jersey, y prácticamente nos regaló todo lo que John compró. Luego, él me llevó
a la otra okupa.
-Esto es…
No recuerdo el nombre del licor
que me pasó, pero… Mierda, mejor que la cerveza que estaba tomando. Mucho
mejor.
Los siguientes recuerdos se
volvieron confusos… Bastantes. O quizás los tengo claros, y realmente fueron
así de raros. Todo lo que sé es que hubo un punto que terminamos hablando de
cómo Charles Manson podía representar el cómo la gente seguía al resto
ciegamente, de qué ropa de mujer es más cómoda y… No, no hablamos de eso… ¿O
sí?
En fin, el primer recuerdo claro
que se me viene a la mente es estar en la cocina tomando un tazón de leche.
Creo que ya era el día siguiente… ¿O era de noche? El punto es que John se reía
de mí en ese momento.
-Soy una pésima influencia para
ti.
-No importa, fue buen alcohol
–musité-. Pero necesito limpiarme…
Terminé el tazón y me serví más,
al mismo tiempo que alguien entraba a la cocina…
-John, está bien que tú te vistas
de mujer, pero… ¿Billie?
Tardé su poco en identificarlo
como Larry, quien parecía estar muy divertido por la situación. Me miré. Sí,
andaba con un vestido… bastante cómodo, ya que estamos.
-Así nos vestimos los reyes –fue
todo lo que logré inventar.
Él y John se rieron.
-¿Así que somos reyes por un día?
–Asentí.- Me parece.
Larry volvió a reír y se dirigió
al refrigerador, buscando algo… que no encontró.
-¿Estás tomando leche? –Asentí.-
Mira tú, alguien debería documentarlo.
-Sí, alguien debería escribir una
historia en la que nunca bebo alcohol, sino que es leche camuflada –bromeé,
tras lo que comencé a reír.
Larry negó.
-Creo que lo mejor será que pases
aquí la noche.
Así que no era el día siguiente…
-No, no, estoy bien, tomo un café
y estoy listo.
-¿Seguro?
-Bueno, también tengo que
cambiarme de ropa antes…
Larry rió.
-En fin, que bueno que te
encontré por aquí. Quería pedirte un favor… -Lo miré, instándolo a continuar.-
Con Tré y Kain queremos sacar un último disco… Y necesitamos un guitarrista
decente. ¿Quieres tocar?
Abrí mucho los ojos.
-¿Yo? ¿De verdad?
Larry asintió.
-Decidí que eras lo que necesitábamos.
Sonreí.
-De acuerdo. ¿Cuándo y dónde?
-Mañana, donde siempre graban
ustedes, a la una y media. Trae tu guitarra.
-Oki doki –bromeé.
En fin, me quedé ahí un rato más
y, tras un café, vomitar en el baño y cambiarme de ropa, John me acompañó de
vuelta a la okupa. Él seguía bastante ebrio, pero podía caminar normalmente y
yo lo notaba únicamente porque me daba cuenta que hablaba más atropelladamente
de lo usual en él. Como sea, llegamos a la okupa, nos despedimos de un
estrechón de manos y me fui a la pieza en la que todos dormíamos. Al parecer,
era bastante tarde, porque el único que estaba despierto ahí era Mike, quien
leía un grueso libro en su colchón, ayudado por una linterna.
-¡AL FIN LLEGASTE! –exclamó, mas
susurrando, al verme, al tiempo que yo me acercaba al colchón contiguo, es
decir, el mío- Me tenías preocupado, creí que te habías escapado a Ecuador…
Lo miré extrañado.
-¿Qué hay en Ecuador?
Mike negó, al tiempo que yo
recordaba que Sarah estaba ahí ahora.
-No importa, lo importante es que
volviste. ¿Dónde estabas?
-En la otra okupa, con John… No,
no Kiffmeyer, Roecker. El que sí me cae bien.
Me miró, extrañado.
-¿Qué hicieron durante todo el
día?
Me encogí de hombros.
-Me enseñó a beber de verdad. Y
no me importa que se llame como tú, vamos a dejar esa imitación a cerveza que
estábamos tomando, aunque tenga que gastar todo mi dinero para ello –murmuré-.
Eso y conversamos de la vida, terminamos vestidos de mujer y mañana iré a
grabar con The Lookouts.
Mike asintió, cambiando la
preocupación de su rostro por una expresión que no conseguí descifrar, hasta
que preguntó:
-¿Acaso estás pensando en acabar
con Green Day?
Me sonreí, levemente.
-Lo consideré, hay que admitirlo…
Es decir, tú estás en la universidad y ya no tenemos baterista… Pero Roecker me
ayudó a ordenar mis ideas. –Tomé aire, para poder decir:- Soy un jodido músico.
Eso es lo que soy. Así que voy a conseguir un baterista, cueste lo que cueste,
porque no pienso dejar de ser yo por una estupidez fuera de mi control.
-Me parece bien. –Bostezó.- Y me
duelen los ojos de tanto leer esto y no entender, así que me dormiré.
Miré la portada del libro.
Filosofía.
-¿No que eras bueno en eso?
Mike rió.
-Ese era Jesus. Con él lograba entender la materia, sin él para
estudiar estoy jodido –se explicó.
Lo miré, extrañado.
-¿Ustedes estudiaban?
-Sí, cuando tú y Jimmy estaban
ocupados vendiendo o cuando tú estabas con Sarah y Jimmy con Iris o Stephanie,
dependiendo la fecha. En fin, buenas noches.
-Buenas noches.
Dejó el libro a un lado, apagó la
linterna y se acomodó en la cama, quedándose dormido. Yo me saqué todo, menos
la ropa interior y, consciente de que debería haberme tomado una aspirina para
no tener una jaqueca tremenda al día siguiente, me metí a la cama y me dormí.
Sin embargo, cuando desperté, ya
pasado mediodía, mi cabeza no dolía. Aparentemente, John elegía muy bien sus
licores… O yo, finalmente, me había hecho inmune a las resacas… O mi umbral
había subido… En fin, el punto es que me sentía bien. Tan bien que no me demoré
nada en ir al baño, ducharme y cambiarme de ropa ahí mismo, para luego comer
una tostada que alguien había dejado ahí con un café, correr a mi habitación,
tomar a Blue y dirigirme rápidamente a la salida, tomando mis llaves antes de
salir (había adquirido el hábito después de una tarde entera afuera de la okupa
porque andaba solo y no había nadie dentro), para poder llegar a tiempo a
Lookout! Records sin tener que correr…
Y lo logré. Larry, Kain y Tré ya
se encontraban ahí. Reí al ver que Tré tenía el pelo verde. No lo veía hacía un
buen tiempo. Saludé a todos y Tré se dirigió a la cabina de grabación de
inmediato, para sentarse rápidamente en la batería. Les faltaba terminar una
sola canción, y luego pasarían al bajo, que, según Larry, solía ser bastante
rápido y esperaban empezar hoy mismo con la guitarra.
Y entonces ocurrió: Una epifanía.
Larry lo había dicho varias
veces: The Lookouts! iba a separarse en cualquier momento. Y Tré se había
quejado varias veces al respecto, que se quedaría sin grupo, que no tendría
nada qué hacer. Y yo siempre le había dicho que no faltaría quien se peleara
por él, porque tocaba muy bien… Demasiado bien…
Diez minutos después, Tré salió,
tras haber tocado la canción y haber tocado cualquier cosa para calentar y
hacernos reír. Bueno, hacer reír a Larry y Kain… Porque yo estaba sumido en mis
pensamientos.
Y, apenas Kain entró a la cabina
y Larry se concentró en los paneles, me acerqué a Tré y lo aparté.
-Tré, acabo de tener la idea más
genial que he tenido en años –murmuré.
-¿Vas a aprender a andar en
monociclo? –inquirió, un tanto hiperventilado. No pude evitar reírme.- ¿No?
-No… Pero… ¿Te gustaría tocar con
Mike y conmigo?
Obviamente, mi amigo dijo que sí.
Así que, tras terminar de grabar
la guitarra del disco (terminamos como a las cuatro de la mañana, las voces las
grabarían otro día), me despedí de todos y me fui a la okupa, no sin antes
haber concretado un ensayo con Tré. Estaba más que feliz. De hecho, mi alegría
era tanta que ni siquiera tenía sueño cuando entré a la casa y dejé las llaves
en la mesita. Y sin importarme la hora que era, tomé unas monedas que había por
ahí, volví a tomar las llaves y salí de la casa, en dirección a la cabina
telefónica que había por ahí, para marcar el número que ya tenía más que
memorizado para entonces.
-¿Aló? –me preguntó la voz
femenina que esperaba. Allá ya debían ser pasadas las seis de la mañana.
-¡Eighty! –saludé, como de
costumbre.
Mi pulso se aceleró al escuchar
una especie de suave risita.
-¡Billie! ¿Qué haces despierto
tan temprano?
-Estoy muy feliz para dormir… Y
podría hablar de eso por un rato, pero quiero decirte algo.
-¿Qué pasa?
Y, sin pensar, dije:
-Quiero verte. Estoy… Estoy
enamorado de ti.
No sólo era un músico. Era un
impulsivo de mierda.
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