Rest One of these days Simple Twist of Fate I'm not tere Suffocate Rotting Suffocate? Dearly beloved Hold On Wake me up when September ends Good Riddance (Ridding of you) Cigarettes and Valentines
Prólogo

lunes, mayo 02, 2011

One of these days - Chapter fourty-five: You can start to call this your home.


Habían pasado ya dos semanas desde la boda entre él y Addie. Y Billie no las había pasado en familia que digamos. Al día siguiente le informaron que debía irse de gira por el disco el lunes. Y no era el único, ya que Jenny debía iniciar una gira por el país para promocionar el libro y ser entrevistada por varias revistas. Pero al fin, la locura había terminado.

Jenny bajó de su avión. Ya eran las siete de la tarde y estaba agotada. Esperaba llegar al departamento que había compartido con Billie Joe por lo que se le hacían años y tomar un largo baño, para luego irse a dormir.
Obviamente, después de la boda, él había vuelto a su casa. Así que ella se vio obligada a vivir sola. No le molestaba, después de todo, él tenía su familia, pero se sentía un tanto... abandonada.
Fue por eso que se sorprendió al encontrar a Billie Joe ahí, sentado en uno de los sofás.
-¡Jenny! –exclamó él, incorporándose y acercándose a ella.
-¡Billie! –exclamó ella de vuelta, dándole un abrazo al hombre- ¿Cuándo llegaste?
-Hace unas horas –contestó él, con una sonrisa-. Te tengo una sorpresa, pero primero tienes que vendarte los ojos.
Ella lo miró extrañada, mientras que él sacaba una venda de su bolsillo.
-¿Y Addie? –inquirió Jenny.
-Está en casa con los niños. Ahora, ¿te puedes vendar los ojos? –pidió él.
Suspirando, ella se puso la venda que él le tendía. Pese a que no podía verlo, ella estaba segura de que su amigo sonreía.
-Bien, ahora toma una maleta, yo tomo la otra y te guío.
-¿Me guías? ¿Hacia dónde? –preguntó ella, sin entender.
-Confía en mí, ¿sí?
Ella obedeció, más extrañada aún.
Billie la sacó del departamento y se la llevó al ascensor. Jenny sintió cómo descendían. Las puertas se abrieron en lo que ella supuso sería el primer piso y él la guió hacia el exterior, donde la hizo subirse a un auto, cuyo motor encendió enseguida. Sin más, partieron.
-¿Cuándo me dirás hacia dónde vamos? –preguntó ella, tras varios minutos de viaje.
-En... Dos vueltas más –respondió él.
Dos vueltas después, detuvo el auto. Supuso que habían llegado a su destino. Él se bajó y luego le abrió la puerta a ella. Le quitó la venda.
-Eh... Billie, esta es tu casa –musitó ella, con tono de obviedad.
-Corrección: Nuestra casa –ella lo miró sin entender-. Ahora tú puedes empezar a llamar esto tu hogar, ya que aquí vivirás.
Jenny abrió mucho los ojos.
-¿Qué? ¿Estás loco? ¿Qué opinan Adrienne y los niños? –inquirió ella, sorprendida.
-Addie fue la de la idea –dijo él, con honestidad, sorprendiéndola más aún-. Y en cuanto a los niños, están de acuerdo –la miró a los ojos-. Vamos, ¿qué puedes perder? Te tenemos una habitación lista, todas tus cosas están en el auto...
-Espera, ¿cómo que todas mis cosas están en el auto? –él se sonrojó levemente, avergonzado- Billie, ¿qué hiciste?
Suspiró.
-Me tomé la “molestia” de empaquetar todas tus cosas –susurró, simulando comillas-. Por favor, quédate aquí. Así sabré que estás bien.
Ella sonrió.
-Esto será incómodo –murmuró, asintiendo.
Él le dio un beso en la frente.
-Te aseguro que te encantará.

Y así fue. Los días pasaron y Jenny sentía que siempre había vivido ahí. Addie era muy simpática con ella, podría decirse que eran amigas. Se llevaba bien con los chicos y ayudaba en la casa. Y como siempre, con Billie se contaban todo.
Con los días, pasaron las semanas y los meses. Jenny debía irse de “gira” de tanto en tanto, al igual que Billie. Sin embargo, él era quien menos tiempo pasaba en la casa. Durante los dos años siguientes, esporádicamente tenía unas “vacaciones”, de entre dos y seis días seguidos, las cuales aprovechaba con sus hijos, esposa y Jenny. Pero al final, todo eso había acabado y volvía a su casa para estar con su familia en paz.

-Maldito Slash –murmuraba Jenny, en el estudio de la casa, intentando tocar una canción.
-Vamos, es cosa de concentrarse –le decía Joey, con una sonrisa. Comenzó a tocar la canción, lentamente, para que ella viera como era-. ¿Ves?
-Lo único que veo es que si tuvieras un afro gigantesco y un sombrero de copa, podrías actuar en ese video –dijo ella, riendo.
Joseph se estaba acercando a ella, cuando vieron que la puerta se abría. Se detuvo al instante.
-¡Hola! –saludó Billie, entrando.
-¡Billie! –exclamó Jenny, descolgándose la guitarra y corriendo a abrazarlo.
-¡Papá! –gritó Joey, acercándose.
Billie rió.
-Veo que me extrañaron –comentó, con aires de grandeza-. Bueno, ¿dónde está Jakob?
-Creo que en su habitación –se apresuró a contestar Joey.
-Voy a saludarlo y vuelvo, tengo muchas guitarras que guardar –dijo.
Apenas salió, ambos adolescentes suspiraron.
-Estuvo cerca –murmuró ella.
-Sí –respondió él, acercándose a ella, acariciándole levemente la mejilla-. ¿Cuánto rato tenemos?
-Unos tres minutos –musitó ella, con una pequeña sonrisa.
Él estrechó la distancia y la besó en los labios, dulce e intensamente, rodeándole la cintura, mientras ella le rodeaba el cuello con sus brazos.
-¿Sabes que tendremos que decírselo en algún momento? –susurró Joey, apoyando su frente en la de ella.
-Sí... Billie va a odiarme –masculló Jenny.
-¡Claro que no! ¡Él te ama, por decirlo así! –dijo él, con obviedad. Ella lo miró molesta- Perdón, se me olvida...
Habían empezado a salir en el verano anterior. Él sabía todo de ella y viceversa, o sea que él sabía de la corta relación que había sostenido con Billie Joe.
-Además, ¿cómo quieres que le expliquemos que hace más de un mes que no uso mi cuarto porque...? Bueno, se entiende –añadió ella.
Él negó.
-Ya veremos cómo decírselo –dijo él, decidido.
Justo entonces, la puerta se abrió. Ellos se separaron, asustados.
-Jake, ¡casi nos das un infarto! –exclamó Joey, agitado.
-Perdón, pero vine a avisarles que es hora de cenar y que mamá no le ha dicho nada –les dijo el menor.
Ambos suspiraron.
Adrienne estaba al tanto de la relación, ya que había sido ella quien había descubierto que se gustaban mutuamente. Así que un día salió con Jake y Ángela, dejándolos solos en casa. Cuando volvió, los encontró abrazados en el sofá.
-¿Vienen? –preguntó él, devolviéndolos a la realidad.
Los dos subieron al primer piso y se dirigieron al comedor, donde había una gran cena, en honor a la vuelta de Billie, quien en ese momento jugaba con Ángela Elizabeth, de casi dos años.
La cena estuvo muy entretenida. Conversaron de todas las cosas que habían pasado desde la última vez que se habían visto, evitando a toda costa mencionar el noviazgo.
-Y... Joey, ¿qué hay de tu vida amorosa? –preguntó Billie, como si nada, al final de la cena, haciendo que todos en la mesa se pusieran tenso. El hombre no lo notó.
-No... No hay nada –respondió Joey, titubeante, intentando sonar honesto. Eso si fue notado por Billie Joe.
-Dime la verdad, ¿hay algo o no?
Joey y Jenny intercambiaron una mirada desesperada. Finalmente, la adolescente suspiró.
-Billie, Joey y yo... –comenzó.
-Jenny y yo somos novios, papá –soltó Joseph.
Billie se atragantó con el vino que estaba bebiendo en ese instante. Estuvo un buen rato tosiendo, hasta que logró tragar bien.
-¿USTEDES QUÉ? –exclamó, sorprendido, poniéndose de pie.
-No te enojes, no fue algo que planeamos ni nada, simplemente pasó –dijo Jenny, muy rápidamente.
-¿Bromean? –preguntó, en un hilo de voz. Los dos negaron.
-Mejor los dejamos solos –murmuró Addie, tomando a Angie en brazos e indicándole a Jake que los siguiera.
-Si te sirve de consuelo, ella no empezó –susurró Joey, intentando enmendar la situación.
Billie volvió a sentarse, negando con la cabeza. Jenny se acercó a él.
-¿Estás enojado? –preguntó, delicadamente. Él negó- Entonces, ¿qué?
Suspiró.
-Es que nunca me imaginé que ustedes dos estarían juntos –susurró. Joey y Jenny intercambiaron una mirada-. Digo, tú eres dos años mayor que él.
-Te recuerdo que mamá es tres años mayor que tú –dijo Joey.
Billie asintió.
-Creo que es cosa de costumbre nada más –murmuró. Se dirigió a la salida del comedor, pero antes de salir se volteó-. Jenny, ¿puedes venir?
La pelirroja lo siguió hacia la cocina.
-¿Es algo serio? –preguntó, en un susurro, sorprendiéndola por la seriedad.
-Llevamos más de un año –respondió.
Él la miró a los ojos.
-¿Ustedes han...? –dejó el resto de la pregunta en el aire, mientras ella se sonrojaba y se cubría el rostro con ambas manos, a la vez que asentía- ¿Cómo empezó?
-Él era el chico de la clase que di y que me preguntó si tenía novio. Y un día nos quedamos flotando en la piscina y lo miré... Y me di cuenta que sentía algo por él –contestó.
-Durante ese año, yo he estado aquí… ¿Por qué no me lo dijiste?
Jenny negó.
-No lo sé, no tuvimos el valor. Nos daba miedo tu reacción. Además, no queríamos arruinar las pocas veces que estabas en casa –farfulló ella. Lo miró a los ojos-. ¿Estás enojado conmigo?
Billie sonrió levemente.
-Por supuesto que no, yo no puedo enojarme contigo –dijo él, abrazándola y dándole un beso en la frente-. Sólo prométeme que no lo harás sufrir.
Ella también sonrió.
-¿Cómo haré sufrir a alguien que amo? –preguntó ella, sonrosándose nuevamente.
Él le dio otro beso en la frente.
-¿Es por eso que tu pieza está tan ordenada? –preguntó Billie. Ella lo miró extrañada- La puerta estaba abierta.
-Sí, hace como un mes y medio que comparto el cuarto con Joey –confesó.
Billie asintió.
-Bueno... Todo lo que puedo hacer es desearte buena suerte.
Sin más, salió de la cocina, dejando a Jenny con una gran sonrisa en su rostro.

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