-¿Por qué tú? Esa es fácil, ¿sabes? –murmuró Hal.
Kurt sonrió, irónicamente.
-Soy tonto, quiero que te expliques –masculló-. ¿Por qué yo entre todos los músicos? Es decir… ¿Conoces a Eddie Vedder?
Hal también sonrió.
-Sí, sé quién es. Pero no, no es lo suficientemente importante, no vale la pena –musitó.
-Ok… Eh… ¿Cómo se llama el de ese grupito punk? Esos de Berkeley… Ya sabes, el de Green Day…
-¿Armstrong? No, aún no. Quizás más adelante –musitó Hal. Kurt abrió mucho los ojos-. ¿Qué?
-¿Hablas en serio? –Hal lo miró sin comprender.- ¿No quieres terminar toda esta estupidez de matar músicos?
-No, no realmente. La sensación de poder vale la pena –contestó.
Silencio.
-Ya, en serio, ¿por qué yo? Mejor dicho, ¿por qué todo esto? Porque el poder no es una excusa lo suficientemente buena como para matar a todos los músicos decentes que hay…
-Soy inglés –murmuró-. Y, honestamente, opino que los norteamericanos están demasiado pagados de sí mismos. Hay que darles una lección y, si para dar esa lección hay que matar a su voz, lo haremos. Y tú, Kurt, eres demasiado conocido y tienes demasiada influencia actualmente. Más de la que quieres…
Kurt hizo una mueca.
-¿Qué quieres que te diga? Extraño ser el estúpido que se viste de granjero y usa un gorro ridículo y gafas en invierno –musitó-. Y mi sueño era ser un padre más para mi Frances, no el tarado que se la pasaba en conciertos, drogas y demás. En realidad, yo siempre quise ser nadie.
Otro silencio.
-¿Qué dirías si te dijera que hay una forma de que seas “nadie”? –preguntó Hal, seriamente, borrando el dejo de sonrisa que tenía en su rostro.
-Te diría que es imposible. Tú mismo lo dijiste: Soy demasiado conocido –respondió Kurt, sin comprender hacia donde se dirigía el menor, quien suspiró.
-¿Qué dirías si te dijera que no tienes porqué estar muerto?
Tré tardó varios minutos en reaccionar.
-¡¿QUÉ?! –Jenny lo chitó, por lo que el baterista prosiguió en un susurro:- ¿Cómo que quieres que te hipnotice para ver si amas más a Billie?
-Es que… ¡No estoy segura! –Pese a ser un susurro, su entonación demostraba que era una exclamación. Se cubrió el rostro con ambas manos.
Tré abrió sus ojos más aún.
-¿Te lo estás preguntando seriamente? –inquirió él.
Aún con el rostro cubierto, la pelirroja asintió. Tré maldijo.
-Sabía que algo así podía ocurrir. ¡Sabía que no podía dejar que te casaras con Joey! Esto está mal…
-¡Espera! –lo cortó ella- ¿Cómo que sabías que no debía casarme con Joey? ¿Realmente lo consideraste?
Como cada vez que la situación se descontrolaba demasiado, el baterista se puso de pié y comenzó a caminar de un lado a otro de la habitación.
-Eras tan joven… -susurró él, más para sí mismo que para él- Todavía lo eres…
-¿Qué quieres decir? –inquirió Jenny.
-Jenny, ¡me he casado tres veces! La primera vez falló porque éramos muy jóvenes y apresurados… ¡Y eso que éramos mayores que tú cuando te casaste! –farfulló él, nerviosamente.
-No entiendo tu punto…
-Segundo matrimonio –la interrumpió él-: No éramos tan jóvenes, pero nos apresuramos demasiado… No llevábamos ni un año de casados y ya teníamos a Frankito… -Miró a Jenny.- ¿No lo ves?
-Sólo veo que estás diciéndome que temías que repitiera tus errores…
-¡Exacto! ¡Y los repetiste! ¡Todos y cada uno de ellos! ¡Te casaste joven, te embarazaste antes y, sin que te dieras cuenta, la infatuación se fue y lo que sentías por Joey con ella y…!
-¿Estás diciéndome que siempre creíste que lo mío con Joey era temporal? –preguntó la pelirroja.
-¿Creer? ¡No! ¡Lo sabía! –exclamó él- ¿Por qué mierda crees que te pregunté tanto si estabas segura de lo que hacías? Jenny… No necesito hipnotizarte para estar cien por ciento seguro de que la respuesta será que no amas a Joey tanto como creías.
Ella negó.
-Quiero que lo hagas. Quiero estar segura…
-Jenny… -susurró, deteniendo su frenético caminar.
-Por favor –rogó ella.
-Jenny, no cambiará nada…
-¡Mierda, Tré, sí cambiará algo! –gritó ella. Tré la miró, sin comprender, por lo que continuó en un susurro- Billie está dispuesto a dejar a Addie.
El baterista la miró más sorprendido aún, tras lo que se sentó a su lado, intentando mantener la calma y la compostura.
No lo logró.
-¡¿QUE ÉL QUÉ?! –exclamó. Jenny volvió a chitar- Perdón, pero… ¿En serio dijo eso?
Jennifer asintió, bajando la mirada.
-Por eso tengo que saberlo. Necesito saber si yo estoy dispuesta a sacrificar todo por él o si sólo estoy hiriéndolo y haciéndolo sufrir.
Tré suspiró.
-No importa la respuesta, alguien saldrá herido, y lo sabes –murmuró.
-Técnicamente, no. O sea, sí sufrirá alguien en su momento, pero después… Joey podrá ser libre y buscar a alguien que sí lo corresponda por completo o Billie podrá serle completamente fiel a su matrimonio, y todos serán felices.
El baterista negó.
-Por favor –volvió a rogar la pelirroja.
-Sólo para ver qué mierda tienes que hacer de una puta vez –murmuró él-. Recuéstate.
-Gracias –musitó ella, haciéndole caso.
Silencio.
-¿Sabes que, si no te relajas, mi disposición no sirve de nada? –le preguntó él, en referencia a lo rápida que estaba la respiración de la mujer.
-Lo siento –se disculpó ella, tras lo que acompasó su respiración a una más normal-. ¿Ahí?
-Sí, ahí está mejor –murmuró él-. Ok, ahora cierra los ojos, respira profundamente y relájate por completo.
Tras eso, procedió a darle varias instrucciones, las cuales ella acató al instante. Así fue entrando poco a poco en el estado de inconciencia al que la hipnosis la metía.
-Bien, Jennifer… Voy a hacerte varias preguntas y tú las contestarás con sinceridad y lo más rápido posible, ¿ok? –susurró. Ella asintió, con los ojos cerrados- No olvides que al despertar recordarás todo… En fin… ¿Mayor o menor?
-Mayor…
-¿Verde o castaño?
-Verde…
Tré suspiró.
-¿Billie Joe o Joseph?
Y, en un doloroso susurro, la pelirroja contestó:
-Billie.
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