Rest One of these days Simple Twist of Fate I'm not tere Suffocate Rotting Suffocate? Dearly beloved Hold On Wake me up when September ends Good Riddance (Ridding of you) Cigarettes and Valentines
Prólogo

domingo, junio 19, 2011

Dearly Beloved - Capítulo 4: Volvió.

Noviembre - 2007
            Me levanté, aún con sueño. No había dormido mucho la noche anterior. Comencé a recorrer mi casa, la cual ahora estaba tan sola como yo me sentía. Fui a la pieza de invitados, para ver a mi ex novia y me di cuenta de que Britanny ya no estaba. Suspiré, con total melancolía.
            Había logrado convencerme a mí mismo de que la amaba, tal como hice con todas mis novias desde que ella me dejó y se fue. No podía resignarme a estar solo el resto de mi vida, pese a haberlo intentando más de una vez. Siempre aparecía alguien, por quien yo sentía algo muy similar al amor y me dejaba llevar.
            Bajé a tomar mi desayuno. Un café y un pan, ¿qué más quería, aparte de amor? Desayuné en silencio. Después de todo, no había nada de que hablar ni nadie con quien hacerlo... hacía tiempo que no lo había. No desde que ella volvió a mi memoria, afectando mi relación con Britanny. Aún no entendía el porque había reaparecido. Hubo una época durante la cual ella no apareció en ningún instante por mis divagaciones. Durante esa época, fui más que feliz. No tenía preocupaciones, no había nada que pudiese arruinar mi felicidad. Estaba junto a Britanny, ella ya no me atormentaba. Pero un día, en una gira de Washington, me pareció verla en la calle. No me lo creí y lo dejé pasar, pero así volvió de inmediato a mi memoria.
            Fui al cuarto de baño, donde tomé una ducha. Envuelto en una toalla fui a mi habitación, donde me vestí. Nada elegante, sólo un pantalón negro con franjas rojas y una polera sin mangas, igualmente negra. Para ser famosos, yo y mis amigos nos vestíamos de un modo bastante sencillo.
            Volví a bajar, intentando buscar algo interesante que hacer. Nada venía a mi mente. Billie quería pasar el día con su familia y Tré debía estar durmiendo, eran sólo las doce del día. Prendí el televisor y empecé a recorrer todos los canales. Nada llamaba mi atención. Era todo tan aburrido... mi vida lo era, junto al mundo entero, por lo que no había nada que llamase realmente mi atención.

            A eso de la una y media, me paré y me preparé algo rápido para almorzar. Lo comí y me dispuse a ir a tocar el bajo. Sin embargo, me vi interrumpido por el sonar del teléfono. Miré extrañado al aparato... ¿Quién querría llamarme? De acuerdo, tenía amigos, pero si quería ser sincero, las cosas no andaban del todo bien. Estaba mintiéndole a mi mejor amigo, después de todo... él no sabía nada de lo ocurrido entre Denisse Petrelli y yo. Fue parte de nuestro pacto, mantener todo en secreto, al menos para Billie Joe. Tré sabía la verdad y realmente no comprendía lo que yo sentía. Suspiré y finalmente tomé el teléfono y contesté.
-Mike, al fin -me dijo una voz que reconocí como la de Billie.
-¿Billie? ¿Ocurrió algo? -pregunté extrañado. De algún modo sabía que mi amigo estaba emocionado... y por alguna razón, tenía ganas de cortar y tirar el teléfono lejos lo más pronto posible.
-No, no, nada malo al menos -dijo él-. ¿Recuerdas a Denisse?
            Mi corazón se detuvo y por mi mente pasaron cientos de recuerdos a la vez. Todos recuerdos de momentos vividos con ella... todos recuerdos de nosotros escondiéndonos de Billie Joe, John y los demás... por supuesto que la recordaba. Su nombre era algo que nada ni nadie podrían borrar. No recordaba su rostro, no recordaba su voz, pero aún recordaba su esencia, una esencia que me perseguiría toda la vida.
-Sí -dije en un tono de voz muy bajo. Pese a todos mis simultáneos pensamientos, ni siquiera había pasado un segundo.
-Volvió a Oakland, Mike. Está aquí -dijo él, realmente feliz.
-¿En serio? Wow... es... increíble -dije fingiendo alegría y emoción... aunque tenía que admitir que cierta parte de mí realmente estaba emocionada, más de lo que debería... ¿qué me pasaba ahora?
-Sí, tengo su número y podemos arreglar algo, ¿qué te parece?
            “Es el momento perfecto para confesar todo, Mike”, dijo una voz en mi mente. La ahuyenté. Sería demasiado sospechoso. Ni idea el porque respetaba un pacto hecho hace más de quince años, pero aún así lo hacía.
-Está bien -dije luego del corto silencio, sorprendiéndome a mí mismo.
-Excelente... la llamaré mañana y veremos cuando y donde lo haremos -dijo.
            Yo no le presté mucha atención. Nos despedimos y me dejé caer en un sofá. Tomé mi celular y marqué rápidamente un número. Ya eran casi las dos... debía estar despierto.
-¿Tré? Realmente tengo que hablar contigo -dije apenas me contestó.
-¿Pasó algo? -preguntó mi amigo.
-Sí... volvió.

            Quince minutos después me encontraba en la casa de Tré. Me miraba expectante, así que procedí a contarle todo lo que sabía. Quedó asombrado.
-¿Y estás seguro de que aún sientes algo por ella? -me preguntó una vez más, luego de que le hubiese contado la corta llamada que había tenido con Billie Joe y mis puntos de vista.
-No lo sé, Tré. Una parte de mí no quiere verla jamás. Otra se siente muy avergonzado para hacerlo y otra... y otra todo lo que quiere es volverla a ver.
            Tré negó.
-Sigo sin entender como es que terminaron -murmuró.
-Ya te lo dije, fue una estupidez y lo admito, pero no me arrepentí en el momento -farfullé. Le había contado esa historia más de una vez, ya que él seguía sin comprenderlo del todo... y yo lo entendía a él.
-Insisto, tienen que hablar para que se den cuenta de que todo es un maldito malentendido -dijo Tré, por enésima vez. Ya había perdido la cuenta de cuantas veces me había dicho eso durante los últimos años.
            Se encogió de hombros, volviendo a su cigarrillo. Saqué uno de mi bolsillo, lo prendí y comencé a inhalar el humo, buscando en éste la solución total de mis problemas. Sabía que era imposible, pero aún así lo hacía.
-En todo caso, ¿cuándo se “reencontraran”? -dijo Tré, intentando mantenerse serio mientras hacía las comillas.
-Cuando a Billie se le ocurra -dije yo, molesto.
            Comencé a recordar esos tiempos de antaño, en los cuales yo era el que tenía que mantener a Denisse y Billie quietos.

Octubre - 1987
            El mismo día en el que nos encontramos con John, Denisse fue presentada por mí a Billie Joe. Parecieron agradarse, aunque se notaba que no era del todo cierto. Ambos se miraban de soslayo, asombrados de cuanto se parecían a nivel físico, pero cuanto diferían en lo emocional e intelectual. Eran como el ying y el yang... y yo era la línea que tenía que mantenerlos unidos.
            Con el pasar de los días, Den y yo nos volvíamos más amigos. Sin embargo, la relación de amistad entre Billie y Denisse parecía imposible a la vista de cualquiera, incluyéndome a mí y a ellos mismos. Se contestaban con naturalidad, pero ella no ponía todo de sí y él tampoco se esforzaba mucho. Me las arreglaba para pasar tiempo con ambos y, en lo posible, al mismo tiempo. Normalmente, con Denisse me juntaba dentro de la escuela, pero con Billie pasaba gran parte del resto del día. Tengo que admitir que en cuanto hablé con ella el día del baile, no creía que nuestra relación llegara a amigos, pero al verla sola el lunes me invadió una extraña sensación de hablar con ella, de acompañarla. De inmediato me di cuenta de que hablar con ella era tan simple como hacerlo con Billie o cualquier otro de mis amigos. Podíamos contarnos de todo y nos entendíamos a la perfección.
-En serio, háblale -me decía Denisse, el día que consiguió que le confesase que me gustaba una compañera de curso, por ahí en enero.
-No gracias, yo paso -dije un tanto avergonzado-. No soy capaz de hablar con ella.
-Vamos, si no es tan difícil... vas, le hablas, se conocen más y listo -dijo ella, como si fuese lo más fácil del mundo-. Así lo había hecho Liam al menos...
            Liam era su ex novio, eso yo lo tenía bien claro. Era un buen sujeto según supe, nunca me había especificado el por qué habían terminado y yo sabía bien que no había ningún motivo para abrir esa herida.
-No sé... -dije. Realmente no me sentía capaz, pero... ¿qué podía perder?
            Así fue como al día siguiente me decidí a hablar con Juliet, mientras mis dos amigos me apoyaban.

-¿Y no estás celosa? -le preguntó Billie a Denisse, incrédulo, mientras ambos veían desde lejos como Mike besaba a Juliet. Parecía que había salido bien la conversación.
-¿Por qué habría de estarlo? Sólo somos amigos -contestó ella, extrañada.
-Por nada...
            Billie no creía en sus palabras... y Denisse tuvo que esforzarse bastante para ocultar que ella tampoco estaba segura de éstas.

Noviembre - 2007
            Llegué a la casa de mis padres a eso de la una y media, justo a tiempo para almorzar. No presté mucha atención a la comida, estaba bastante distraída... después de todo, acababa de encontrarme con uno de mis mejores amigos.
-¿Te pasa algo, Denisse? -me preguntó mi padre desde un extremo de la mesa. Yo estaba al centro- Te ves distante.
-Estoy bien -mentí, como siempre.
Siempre era así con ellos y con todos: Nunca me pasaba nada, nunca sentía nada... nunca sentía que algo perforaba mi corazón... ese era el precio que tenía que pagar por ese estúpido pacto que aún no me atrevía a romper por miedo a... ¿a qué? ¿Al rechazo de mis padres? Pero si yo era una adolescente, claramente no sabía lo que hacía. ¿Al rechazo de él? Para nada, después de todo, ya no éramos nada... Y lo más probable es que nunca lo hubiésemos sido... nada serio al menos... Al menos no para él.
El resto de la tarde me la pasé haciendo... bueno, nada. Era sábado, por lo que no tenía nada que hacer. Me dediqué a leer un poco. Sin embargo, a eso de las seis, me vi interrumpida por el sonido de mi celular. Miré extrañada... ¿quién me llamaría? Tomé el teléfono, para encontrarme con la voz de Billie Joe. No hablé casi nada, sólo contesté con monosílabos cuando el me dijo que nos juntaríamos al día siguiente en su casa a las cinco. Me dejó la dirección y, para mi sorpresa, accedí a la invitación. Cuando corté, le pegué fuertemente al colchón de mi habitación. Lo volvería a ver en menos de veinticuatro horas. Me contuve de gritar y maldecir, mientras que una parte de mí recordaba como empezó todo ese gran error

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