-¿Qué…?
Mike no pudo completar su pregunta… Y no sabía qué decirle. ¿Habría visto a Adrienne? ¿O su expresión de horror se debía a que me creía loco? Rápidamente, busqué alguna frase que sirviera para cualquiera de los escenarios:
-Puedo explicarlo.
Abrió mucho los ojos.
-¿Ah, sí? ¿Por qué mierda abrazabas el aire? ¿Con quién hablabas? –Me miró fijamente a los ojos.- ¿Estás llorando?
Me sentía como si me hubieran tirado un balde de agua fría: Un escalofrío recorrió mi espalda rápidamente, al tiempo que Mike simplemente me miraba asustado. No había visto a Addie. Temía por mi cordura…. Y en serio… Demasiado en serio. Supe de inmediato lo que pensaba. Lo conocía lo suficiente para ello.
-No estoy loco –afirmé, anticipándome a la pregunta que me haría.
-¿Entonces por qué abrazabas el aire?
Negué.
-No vas a entenderlo.
-Pruébame.
La expresión de su rostro era más que clara: “Di lo que sea, porque nada puede ser peor que lo que creo que ocurre aquí”.
-¿Y por qué abrazabas el aire?
-Yo…
Me sentía como cuando tenía quince años y mi mamá me pilló fumando un porro. Sólo que esto llegaba a ser peor, porque no era mi madre, sino que mi mejor amigo… Y lo peor que podían hacerme no era dejarme encerrado en mi casa por dos semanas, sino que dejarme encerrado en un manicomio para siempre.
-¡Billie Joe, explícate, mierda!
Y sin otra opción, admití:
-Abrazaba a Addie.
Mike apoyó sus manos en su nuca, pensativo, intentando ocultar su desesperación.
-¿Y no crees que alucinas?
-No es una alucinación –me expliqué-. Realmente se aparece, como un fantasma… Es sólida, fría y, si se pone al lado de alguien, a ese alguien le da frío…
Había comenzado en un volumen de voz bastante alto, para terminar hablando muy despacio, al percatarme de cómo la preocupación de mi amigo seguía aumentando. Me quedé cabizbajo, esperando a que reaccionara. Al notar que no iba a hacerlo, susurré, una vez más:
-No estoy loco. De verdad.
-¡BILLIE, ESTABAS HABLANDO CON EL AIRE, ABRAZANDO AL AIRE Y LLORANDO SIN MOTIVO APARENTE! –No dije nada.- ¿CÓMO MIERDA QUIERES QUE CREA QUE NO ESTÁS LOCO?
-Bueno, si estuviera loco, no encontraría anormal que se me aparezca mi difunta esposa, ¿no?
-¿Y lo encuentras anormal?
-¡Sí! ¡Desde que se aparece que estoy diciéndole que es una alucinación…!
-¡¿SE TE HA APARECIDO ANTES?!
Había metido la pata.
-Mira… Hoy día va a venir la novia de Joey, y preferiría no tenerte analizando todos mis movimientos, ¿ya?
Mike asintió.
-Pero me quedaré. Tu madre me llamó para que viniera a echarte un ojo mientras que ella y los demás salían a recorrer la ciudad por su cuenta. Dijeron algo de una exposición de no sé qué…
Suspiré.
-De acuerdo –mascullé.
Mike continuaba mirándome. Decidiendo que lo mejor era ignorarlo, me fui de la pieza, al primer piso, a ver televisión. Estuvimos los dos viendo un reality cualquiera, por un buen rato. En un desesperado intento de distraerlo, comencé a comentarle todo lo que pudo. Pese a que me respondía normalmente, se notaba que seguía preocupado. Harto de esto, cuando faltaban veinte minutos para las tres, me paré, de un salto. Mike me miró extrañado.
-Tengo que ir a buscar a Joey, su novia y Jake –me expliqué.
-Te acompaño…
-No hace falta.
-Sí, sí hace. ¿Qué pasa si alucinas con un verde cuando hay un rojo? –inquirió mi amigo.
-Por última vez, no alucino, Addie se me aparece, como un fantasma, ángel, lo que creas o quieras creer –murmuré, dirigiéndome al exterior, seguido de cerca por mi amigo.
-¿Y por qué no la veo?
-Porque no está aquí, se fue cuando te vio –mascullé, molesto. Era obvio que Mike no me creía… O, mejor dicho, Mike sabía que yo creía que decía la verdad, pero él creía que no era así. En su lugar, habría hecho lo mismo-. Y, al parecer, sólo se muestra ante mí por alguna regla estúpida que tiene que cumplir…
Sabía que mientras más hablaba, peor quedaba, pero sentía la urgencia de explicarme más apropiadamente, sentía la necesidad de que Mike supiese todo y me entendiera… Sabía que no lo haría, pero quedaba con la calma de que, al menos, yo había puesto todo de mi parte para que lo hiciera. Suspirando, me subí al auto y encendí el motor. Consideré acelerar, causando que Mike se cayera y apresurarme a la escuela para estar solo en el auto y ver si Addie se me aparecía entonces para terminar lo que había empezado, pero aquello requeriría de muchas explicaciones a Mike y causaría que mi amigo me considerara totalmente esquizofrénico. En fin, Mike se subió sin problemas, tras lo que abrí el portón con el remoto, para salir de la casa, cerrar el portón y dirigirme a la escuela. La campana aún no había sonado cuando llegamos, por lo que nos bajamos del auto a esperar apoyados en éste.
-Así que… ¿La novia de Joey?
Asentí, contento de que intentara cambiar el tema
-Es hora de que conozca la familia… El problema es que le gusta nuestro trabajo, así que Joey está más nervioso aún –me expliqué.
Mike se sonrió, levemente.
-Tengo una idea para hacer que Joey quede muy bien parado… -La campana sonó.- Y te mantendrá concentrado en cosas reales.
Iba a decir que Addie era real, pero me contuve. En lugar de decirle nada, empecé a buscar a mis hijos con la mirada. No tardé en localizar a Joey y a una niña más baja que él, de cabello castaño y ondulado. Me sonreí; se veían lindos juntos, y Mike parecía pensar lo mismo, ya que también se sonreía, de un modo más amplio que hace un rato. Al parecer, estaba usando toda su voluntad para pensar en cualquier cosa que no fueran mis “alucinaciones”, y me agradaba. Volví a fijarme en mi hijo, que nos hizo a mí y a Mike una seña, que le devolvimos.
-Papá, Mike, ella es Jane –presentó, cuando ya nos tuvo cerca.
-Hola –saludó ella, tímidamente.
Con Mike la saludamos de un estrechón de mano y con una sonrisa, causando que se sonrosara levemente. No obstante, logró controlarse lo suficiente como para que mi hijo no se sintiera mal, aunque eso no le impidió rodearla por la cintura de un modo protector. Tuve que contenerme de hacerle algún comentario al respecto a Mike, quien, al parecer, tenía pensamientos similares en mente.
-Ok, cuando Jake se decida a llegar, nos vamos –bromeé-. Suban al auto por mientras.
Los dos asintieron y se acomodaron en el asiento trasero, al mismo tiempo que, finalmente, localizaba a Jake, recién atravesando la puerta principal.
-¿Sabes? Se parece a ti –comentó Mike, mientras esperábamos que Jake llegara hasta nosotros.
-¿Eh?
-Joey. Se parece a ti. Hacías lo mismo con Addie cuando recién empezaban salir, como si tuvieses miedo que alguien te la quitase –musitó.
Una melancólica sonrisa curvaba sus labios, y supe que yo tenía una expresión similar. Claro que tenía miedo que alguien me la quitase; vivía al otro lado del país y la veía una vez a las mil. ¿Qué sabía yo lo que podía pasar cuando no estaba con ella?
-Y yo que simplemente me iba a reír de que estuviera poniéndose celoso de dos viejos –ironicé.
Mike rió.
-Joey tiene novia… ¿Tanto tiempo ha pasado desde que caminaba desnudo por tu bus en las giras? –comentó, aún riendo.
También reí.
Fue ahí que Jake llegó hasta nosotros. Lo saludamos y se subió al asiento trasero, al lado de su hermano. No vi cómo se saludaban, simplemente le di la vuelta al auto para subirme al asiento del piloto, mientras que Mike se subía al del acompañante.
No tardamos nada en llegar a la casa, donde serví el almuerzo que mi madre había dejado listo antes de salir a dónde fuera que hubiesen ido todos. Con Mike nos las arreglamos para comer bastante rápido y excusarnos con que teníamos que bajar al sótano a ensayar.
-Si quieren, bajen a ver… -dijo él.
Me extrañó ver cómo le guiñaba el ojo a mi hijo, quien, al parecer, quedó igual de confundido que yo. No hice ningún comentario al respecto hasta encontrarme en el sótano con Mike, quien tomaba uno de los tantos bajos, mientras que yo sacaba una guitarra cualquiera.
-¿Qué fue eso? –le pregunté.
-Como Tré no está, y la niña es fan, podemos hacer que Joey toque algunas canciones y se luzca con ella –se explicó, como si fuese obvio.
Asentí, comprendiendo y sonriendo. Luego, Mike sacó su iPod, lo conectó a un equipo que tenía por ahí y puso en aleatorio una lista de reproducción que consistía en canciones que nos gustaba tocar. Era obligación tocar lo que saliera, quisiéramos o no.
-¡No me sé la letra de esto, Mike! –comenté, riendo, al oír una canción muy rara que, obviamente, había sido incluida ahí por Tré.
-¡Invéntala! –respondió él.
La canción era bastante graciosa, por lo que tanto Mike como yo terminamos riéndonos en el suelo por los intentos de letras de parte de ambos, hasta que escuchamos a alguien carraspear, momento en que levantamos la vista, para encontrarme con Joey y su novia, riéndose.
-¿Está bueno el ensayo? –bromeó mi hijo, con una sonrisa.
-Bueno, como no hay baterista, nos dimos la libertad de hacer cualquier cosa –respondí, intentando controlar mi risa-. Ahora, si nos hicieras el favor de venir tú a tocar lo que se te ocurra, nos ahorrarías un buen dolor de estómago…
-Tarde para mí –comentó Mike, con unas cuantas lágrimas de risa en los ojos, aún riendo-. ¿Te acuerdas cuando Tré estaba ebrio y le inventó una coreografía a esta canción?
Volví a reírme, causando que Jane mirara intrigada a Joey, quien también se rió, levemente.
-No recuerdo esa coreografía, pero he visto varias, así que tengo una idea –se explicó. Le dio un corto beso-. A trabajar.
El plan de Mike fue de maravillas. Jane quedó más que maravillada con el desempeño de mi hijo después de abrir con Longview, para luego pedirle a ella que nos dijera canciones. Tras una hora, el celular de Mike sonó, dando el ensayo por terminado. Apenas Joey se acercó a ella, Jane lo abrazó, estrechamente, para besarlo, causando que él se sonriera. Se fueron de vuelta al primer piso, dejándonos a mí y a Mike solos.
-Realmente debe quererlo, porque, el olor a sudor de baterista, apesta –comenté, dejándome caer en un sofá, un tanto extrañado; hacía mucho tiempo que no me cansaba en un ensayo. Definitivamente debía dedicarme más a ensayar.
Mi amigo asintió, quedamente, guardando su teléfono, sentándose a mi lado. Lo miré, preocupado.
-¿Quién era?
Frunció la nariz.
-Nada importante, una pequeña discusión con Britt.
Me mentía. Lo sabía. Y también sabía que la verdad iba a molestarme más. Fue por eso que me limité a fingir comprensión y a asentir, siendo que la verdad era que me dedicaba a pensar la verdadera identidad de quien hubiera llamado.
El resto de la tarde pasó bastante rápido. Con Mike nos aburrimos de ensayar (o fingir hacerlo), por lo que nos fuimos a ver televisión en el living.
-Jack Black está loco –comentó Mike, al ver cómo peleaba con un diablo gigante.
-Me cae bien.
-A ti todo el mundo te cae bien.
-Bueno, de no ser por eso, no seríamos amigos, ya que, al menos antes, a ti todos te caían mal –me defendí.
-Sí, en eso tienes razón.
Fue ahí que escuchamos como el timbre sonaba. Miré a Mike.
-Yo no vivo aquí –se excusó.
-¡Y yo no pienso abrir! –gritó Jake, desde el segundo piso.
Maldiciendo, me dirigí al citófono.
-¿Aló?
-Hola, soy la madre de Jane, la vengo a buscar –saludó la otra persona.
-Ah, claro, pase…
-No, no, no hace falta. Sólo traiga a Jane.
Me extrañó el hecho de que no quisiera conocer la casa en la que su hija había estado toda la tarde con su novio, pero realmente no quería interactuar con una desconocida…
-No salgas –susurró una voz femenina en mi oído izquierdo.
Me sobresalté, volteándome hacia la izquierda, para encontrarme con Addie, quien lucía más que pálida, y me miraba fijamente, como si me rogase que no fuese para allá. Solté el botón que me hacía que lo que dijese se escuchase en el exterior.
-¿Por q…?
Recién ahí recordé que Mike estaba en el living. Me callé.
-No puedo decirte, simplemente no lo hagas. Haz que ella venga a buscar a su hija –se explicó.
La miré, más que dudoso. Sabía que, no importara lo que fuera, no lo hacía para hacerme daño… Pero me extrañaba que no me diera ninguna explicación. Decidiendo que lo mejor era obedecerle, volví a dirigirme hacia el citófono.
-No, insisto. Me gustaría conocer bien a la madre de la novia de mi hijo. –Addie lucía más que aliviada, mientras que la otra mujer parecía considerar la idea, seriamente.
-No, la verdad es que estoy apurada.
-Ahora puedes salir –susurró Addie.
Volví a mirarla extrañado, tras lo que me volví a dirigir al citófono.
-De acuerdo, se la llevo enseguida… -Solté el botón y grité, al segundo piso.- ¡JOEY, VIENEN A BUSCAR A JANE!
-¡YA VAMOS! –gritó él.
Tras asegurarme que Mike estuviera pendiente de la televisión (se rió de algo, así que supuse que estaba atento a eso y no a lo que yo hacía), miré a Addie.
-¿Qué fue eso? –susurré, en un tono de voz tan bajo que a ella le costó entender.
-No puedo explicarlo ahora, tendrás que esperar…
Asentí, frustrado, al mismo tiempo que Joey y Jane bajaban. La adolescente se despidió de Mike (supuse que ya se había despedido de Jake) y, acompañada de Joey, atravesó la puerta principal que yo les había abierto, para luego abrir el portón con el botón del interior y seguirlos hacia la salida, donde, para mi sorpresa, me encontré con que el portón de los autos era abierto. Fue ahí que divisé el auto de Alan, en cuyo interior (supuse) se encontraba todo el clan. Con Joey y Jane les hicimos una seña y continuamos nuestro camino, en dirección al otro auto que se encontraba estacionado en la acera.
-Gracias por recibirla –agradeció la mujer, sonriendo, cuando ya nos encontrábamos junto al vehículo.
-No se preocupe, no fue ningún problema.
Joey y Jane se despidieron de un corto beso en los labios, tras lo que yo me despedí de ella con otro estrechón de manos, esta vez haciendo alguna mueca ridícula, para que luego Jane se subiera al asiento de copiloto del auto.
-Algún otro día puedo pasar a que… Eh… Nos conozcamos mejor, ¿de acuerdo?
Me dedicó una sonrisa que no puedo describir con otra palabra que no sea “coqueta”, causando que me sintiera levemente avergonzado. Simplemente asentí y esperé, junto a mi hijo, a que el auto saliera. Luego, nos devolvimos al interior.
-¿Sabes? Es divorciada –comentó Joey.
-No me interesa, sólo le dije que entrara para darles más tiempo a ti y a Jane… –murmuré, mientras me aseguraba que el portón quedara bien cerrado. Miré bien a mi hijo.- ¿Eso es un moretón?
Rápidamente, Joey se cubrió el cuello, sonrojado. Sólo me sonreí y continué caminando hacia la entrada de la casa. A mi hijo le costó su tanto seguirme.
Me extrañó bastante ver que mi madre me esperaba en la misma puerta.
-No me voy a perder en mi propio patio, ¿sabes? –bromeé.
No se rió. De hecho, no reaccionó de ninguna manera.
-¿Estás bien? –le pregunté, ya dentro, cuando Joey ya se había perdido escaleras arriba y yo ya me había asegurado que Addie no siguiera por ahí.
-Tenemos que hablar.
La miré, más extrañado aún.
-¿De qué? –le pregunté, siguiéndola hasta el comedor, donde, para mi sorpresa, me encontré con que Hollie también estaba ahí, junto a Tré, Mike y el resto del clan, todos y cada uno de ellos con una expresión seria en su rostro- Wow, ni que fuera Kurt Cobain siendo convencido por todos de entrar a rehabilitación.
Mike bajó la mirada, al igual que Tré, mientras que mi madre simplemente me miró ansiosa. Fue ahí que comprendí: Era como el caso de Cobain. Todos estaban ahí para convencerme… El problema, es que no sabía de qué… Pero estaba a punto de averiguarlo.
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