Rest One of these days Simple Twist of Fate I'm not tere Suffocate Rotting Suffocate? Dearly beloved Hold On Wake me up when September ends Good Riddance (Ridding of you) Cigarettes and Valentines
Prólogo

sábado, mayo 07, 2011

Simple Twist of Fate - Chapter sixty: Paranoid.


Jenny despertó para encontrarse apoyada en el pecho del guitarrista, quien dormía profundamente. Sonrió y le dio un suave beso en los labios, despertándolo.
-¿Qué hora es? –preguntó él, extrañado.
-Las seis –susurró ella-. Nos quedan tres horas para volver a nuestras casas a una hora razonable.
Él asintió, tras lo que comenzó a acariciar la mejilla de la mujer distraídamente, a la vez que ella lo abrazaba más estrechamente, pensando.
-No tiene sentido –susurró, repentinamente, varios minutos después. Billie la miró, sin comprender-. No tiene sentido que Hal no hubiera aparecido. ¿No te habrá dejado una pista o algo que no analizaste?
Billie suspiró.
-No quiero pensar en eso ahora –murmuró él-. ¿Por qué no lo pensamos la próxima semana y ahora intentamos analizar todos los papeles que nos dejó Jim?
Jenny negó.
-Si no tenemos claro el porqué no fue, los papeles no sirven de nada. Digo... Tré dejó un detector de mierdas aquí hace un tiempo y revisé que no hubiera ni cámaras ni micrófonos, pero aún puede ser una trampa... –comenzó ella.
-Ok, ok, te digo todo lo que hice y vi, y luego me lo interpretas, ¿ya? –masculló él, cansinamente. Ella asintió-. Primero me fui a Rodeo, a pasar el rato, y me senté en una banca a pensar y... Bueno, me bajó la nostalgia, me puse a recordar mi adolescencia. Mis amigos, mis novias... Jenny Lovett... Y me di cuenta que podía recordarlos sin dolor ni nada, al contrario de cuando los recordaba desde aquí. Fue bastante... Raro.
Ella sonrió y le dio un suave beso en los labios, logrando que él dejara de darle vueltas al asunto de los indoloros recuerdos.
-¿Qué hiciste después? –preguntó ella.
Él suspiró.
-Subí al auto y me fui a Christie Road, donde me bajé y me puse a pensar fumando. Pasaron muchas personas, sonó un timbre y llegó...
Súbitamente, se separó de Jennifer, con el pulso repentinamente agitado.
-Mierda –susurró el guitarrista-. Mierda, mierda, mierda, mierda...
-¿Qué pasa? –inquirió ella.
-Charlotte y Jakob –murmuró él, entrando en histeria-. Dios, están involucrados. Quizás son peones o sirvientes o algo, pero están en esto y...
-¡Billie! ¡Cálmate! –exclamó ella- ¡Es tu hijo! ¡Y no hay nada que indique que él esté metido en esto! Además pasó más gente, tú lo dijiste. ¿Alguien que te haya llamado la atención?
Él negó.
-Nada tiene sentido –murmuró.
Jenny suspiró.
-Quizás era una metáfora de “aférrate a tus recuerdos” –murmuró. Billie rió-. ¿Qué?
-¿Y cómo sabían que iba a recordar nostálgicamente? –inquirió él.
-No sé, supongo que supusieron que la mayoría de la gente se pone así cuando cree que va a morir –se explicó ella-. O quizás sólo querían probar que eras capaz de hacer lo que te dijeran por curiosidad o algo así. Ya, cálmate.
Silencio.
-Mejor vamos a revisar esos papeles. Debe haber algo ahí –farfulló él.
Ella se limitó a asentir, ya que no se le ocurría qué decir. Nunca había visto al guitarrista con un ataque de paranoia o pánico. Algo de sus pensamientos debieron reflejarse en su rostro, ya que el hombre la miró, extrañado.
-¿Qué? –preguntó.
-Nada, sólo que… Nunca te había visto con un ataque de paranoia –respondió ella, con una pequeña sonrisa-. ¿Así te daban antes?
Billie sonrió levemente.
-No, antes eran peores. Mike y Tré tenían que arrastrarme al escenario, sin exagerar –contestó-. Eran terribles. Creo que ahora me empezarán de nuevo…
Ella lo abrazó y lo besó, dulcemente.
-Calma… Piensa que esa era la idea de ellos, que estés asustado todo el tiempo… -lo tranquilizó ella.
Billie volvió a sonreír y, tras darle un último beso, se separó de ella y se salió de la cama. Suspirando, ella lo imitó.
Una vez vestidos y decentes, salieron de la habitación, en dirección al living, donde la pelirroja había dejado intactas todas las cajas. Sin más, comenzaron a revisar.
Tal como Jim les había dicho, todos los papeles estaban encriptadas de alguna u otra forma. Les tomó una hora descifrar el primero, que era una especie de orden transmitida por Hal a Jim, la cual le decía que fuera a Londres. Tuvieron que descifrar un par de anagramas y encontrar el orden verdadero de las palabras que había en el papel, pero lo lograron.
-Ok, en todo este rato sólo hemos averiguado que Jim fue enviado a Londres a seguirnos en marzo porque Hal quería asustarnos. –Jenny suspiró.- Esto tomará tiempo.
Billie asintió, pensativo.
-Debe haber un plano… -murmuró para sí.
-¿Plano? –inquirió ella, sin comprender.
Él la ignoró.
Comenzó a buscar entre todos los papeles de la caja que tenía más cerca, revisándolos rápidamente. Finalmente, tomó uno y maldijo.
-Billie, ¡explícate! –demandó ella.
A modo de respuesta, le mostró el papel a la mujer.
-Está en blanco y de título tiene un anagrama que, si no me equivoco, dice plano –se explicó-. Y fíjate, hay varios papeles en blanco…
Un destello cruzó por los azules ojos de la escritora. Billie la miró sin comprender.
-En uno de mis libros el protagonista escribía con tinta invisible… -comenzó Jenny.
De algún modo, las neuronas del guitarrista hicieron sinapsis inmediata, logrando que sacara el encendedor que llevaba en su bolsillo. Tomó el papel y, por debajo de él, comenzó a pasar el prendido encendedor, cuidando de no quemar la hoja.
-Ok, no es de las normales –musitó.
La mujer suspiró, restregándose los ojos.
-Hay unas que requieren de luz ultravioleta o químicos raros –musitó-. Aunque… Billie, ¿tienes una plancha para la ropa?
El hombre la miró extrañado, mas no emitió ningún comentario.
-Sí, hay una en una de las piezas que no uso. Tiene unos treinta años, la tengo de recuerdo… -contestó.
-Tráela, y una hoja en blanco también –pidió ella, poniéndose de pié y dirigiéndose a la cocina-. ¡Rápido!
Extrañado, Billie acató las órdenes y comenzó a buscar entre las cajas que nunca había desempacado. Sabía que no había nada útil, pero los recuerdos eran muchos como para botarlos.
Recuerdos…
Mantente en tierra, Armstrong se regañó a sí mismo.
La encontró en el interior de la tercera caja que revisó. La tomó y, tras sacar una hoja de una vieja bitácora, se fue a la cocina. Le tendió los “materiales” a la pelirroja y se sentó en una de las sillas que rodeaban la mesa, a observar.
Se extrañó al ver que la mujer tomaba la hoja y con ella cubría la hoja de la caja, y se extrañó más al ver que enchufaba la plancha y esperaba pacientemente a que el hierro se calentara.
-¿Qué haces? –inquirió Billie, tras no lograr comprender.
-Ya verás –murmuró ella.
Pasados unos tres minutos, tomó la plancha y comenzó a pasarla por sobre el papel que había puesto sobre el otro. Una sonrisa afloró en su rostro. Extrañado por ello, Billie se dirigió a su lado. Se sorprendió.
-Esta tinta está hecha de cebolla, leche o algo por el estilo –explicó ella, mostrándole el papel que había encima de la hoja, el cual ya no estaba en blanco, sino que tenía un detallado plano de una casa dibujado: La casa de Billie.
-Increíble –susurró él.
Tomó el mapa y comenzó a revisarlo atentamente. Estaban tanto el sótano, como la primera y la segunda planta, con bastante detalle. No sólo estaban las puertas y los cuartos de cada piso, sino que también estaban todos los muebles, cuadros y alfombra. Y al lado de ciertos muebles, cuadros y alfombra…
-¿“C” de cámara? –preguntó Jenny, viendo como los verdes ojos del guitarrista se habían detenido en un sofá del living. Él asintió- Mierda…
-Sí… Pero no puedo sacarlas, porque van a darse cuenta que tenemos el plano –musitó él.
-No, pero puedes taparlas “accidentalmente”… Puedes acomodar tus amplificadores en el estudio y taparías esa cámara –se la indicó-. Y con más acomodos, tendrías el estudio sólo para ti.
Él asintió, con una pequeña sonrisa en su rostro. Finalmente, algo de privacidad para sus pensamientos…
Finalmente algo de privacidad para liberar su paranoia de la única forma que conocía: La música.

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