Rest One of these days Simple Twist of Fate I'm not tere Suffocate Rotting Suffocate? Dearly beloved Hold On Wake me up when September ends Good Riddance (Ridding of you) Cigarettes and Valentines
Prólogo

sábado, mayo 07, 2011

Simple Twist of Fate - Chapter fifty-nine: Remember, whatever.


Hal miraba una de las tantas pantallas, complacido. Armstrong realmente lucía asustado en su estudio. Sus labios se curvaron en una cruel sonrisa.
La puerta de la sala se abrió, dándole paso a Wright, quien lucía cansada.
-Hablé con mi hermanito, creo que ya lo viste –murmuró ella, señalando la pantalla que mostraba la cocina de Tré.
-Sí, ya lo vi –murmuró-. Un obstáculo menos. Pero ahora que van a vender el departamento… -Hizo una mueca.- Esperemos que lo del lunes funcione... –Wright rió.- ¿Qué?
-Armstrong es un idiota, funcionará –susurró-. Dudo que se dé cuenta que le estamos dando una pieza del rompecabezas en bandeja, pero en su momento se dará cuenta de todo.
Hal asintió.
-Más te vale tener razón –murmuró.


El lunes encontró a Billie Joe levantándose más temprano de lo que se levantaba en años. A las cinco de la mañana ya estaba completamente vestido y, tras asegurarse de que Addie aún dormía profundamente, salió al patio, en cuyo pasto se sentó, a pensar.
Al mismo tiempo, Jennifer (también levantada) se servía un tazón de café. Apenas había logrado dormir esa noche, y sabía que no volvería a dormir hasta saber que Billie estaba a salvo. Con el tazón en su mano, salió al patio y, al igual que el guitarrista en su hogar, se sentó ahí a observar el amanecer.
Apenas se dio cuenta cuando se le acabó el café y le costó mucho entender que la alarma de su celular le indicaba que era hora de entrar a levantar a sus hijos. Aturdida, entró a su hogar.
Vistió a Jess y a Jack por inercia, preguntándose a qué hora Billie decidiría salir de su hogar al encuentro del psicópata, tras lo que preparó el desayuno sin saber muy bien qué hacía. A eso de las ocho ya estaba en el auto con sus hijos y, tras haberle dejado a Joey una nota que decía que iba a ir a ordenar el departamento de inmediato y que fuera él a buscar a los niños en la tarde, se dirigió a la escuela de Jack y a la sala de cuna de Jess. Sin más, se dirigió al edificio.
Se sorprendió al entrar al departamento y ver un conjunto de cajas amontonadas en el living. Extrañada, se dirigió a ellas, para encontrarse con un papel sobre la caja más grande.
Hal sacó todas las cámaras anoche. Suerte. Jim.
Jenny iba a suspirar, aliviada, cuando se le ocurrió la idea de que podía ser una trampa.
-¿Cómo saber si es verdad o no? –se preguntó, en voz alta. Suspiró- Estoy demasiado nerviosa para pensar en eso.
Cerró los ojos y dejó que las lágrimas ganaran la batalla interna que había comenzado el día en que Billie recibió la llamada.

Y mientras ella comenzaba un llanto desconsolado, Billie se dirigía al lejano Rodeo. Planeaba quedarse ahí hasta eso de las dos y cuarto y luego dirigirse al cercano Christie Road. Debía admitir que le asustaba el cómo iba a estar el lugar. Habían pasado sus buenos veintitantos años desde la última vez que había estado ahí y le preocupaba que hubieran matado la esencia del lugar.
Claro que la mataron, Armstrong. Aún si está igual, no podrás mirar con los mismos ojos al lugar donde un asesino te espera se regañó mentalmente.
Suspirando, estacionó el auto en una pequeña del pueblo, pequeña plaza en la que solía pasar su tiempo libre durante su adolescencia, junto a sus demás amigos
Qué buenos tiempos… pensó, bajándose del vehículo y dirigiéndose a una banca en la que se sentó a pensar.
Sin ser plenamente consciente de ello, comenzó a recordar varios momentos vividos ahí. Los momentos pasados con sus amigos, las drogas consumidas ahí, los momentos con sus novias… Los momentos con Jennifer Lovett…
Se sorprendió al darse cuenta que aquella vieja herida ya no le dolía. Se sorprendió al darse cuenta que ya no sufría al recordar a quien creyó el amor de su vida. Y se sorprendió más aún al darse cuenta de que disfrutaba recordando todo lo que compartieron. Sonrió y cerró los ojos, sumergiéndose más profundamente en sus recuerdos. Tenía que aferrarse a ellos, tenía que aferrarse a todos y cada uno de los buenos recuerdos que tenía. Sólo así podría enfrentarse a lo que se le venía.
Su celular sonó a las dos y cuarto, sacándolo de sus cavilaciones. Suspirando, se puso de pié y entró a su auto, cuyo motor encendió. Tras tomar aire unas cuantas veces, puso la primera y se dirigió a Christie Road.
Llegó allá a los quince minutos. El viaje tomaba sólo cinco, pero decidió dar varias vueltas antes de detener el vehículo, estacionarlo y bajar. Sacó un cigarrillo y se dejó caer en el suelo, sintiendo el aire que soplaba hacia él y analizando lo cambiado del lugar.
En su adolescencia, ese lugar era un camino de tierra con una línea ferroviaria paralela a éste, mas ahora era un camino de asfalto con varios edificios a sus lados y un pequeño espacio vacío, donde Billie se había estacionado. La gente iba y venía a cada instante, por lo que sería bastante difícil identificar al hombre.
Y los minutos comenzaron a pasar. Dos cuarenta… Dos cuarenta y cinco… Dos cincuenta…
Y, antes de que lo esperado, las tres.
Se extrañó al sentir un timbre retumbando en el lugar, al mismo tiempo que llegaba un auto que él reconoció al instante.
-¿Papá? –le preguntó su hijo menor, acercándose, extrañado- ¿Qué haces aquí?
Inventa algo, inventa algo.
-Un amigo de la adolescencia se contactó conmigo para que nos juntáramos –mintió-. Dijo que nos juntáramos en Christie Road, por los viejos tiempos. –Jake rió, levemente.- ¿Qué?
-Lo siento, siempre creí que Christie Road era algo más metafórico –se explicó-. A lo mejor quería que recordaras cosas de tu pasado para “tenerlo cerca” o “encontrarte a ti mismo”, ¿no?
Billie se encogió de hombros, intentando ocultar el alivio que le causaba que Hal no se hubiera aparecido.
-En fin, ¿qué hacías tú por aquí? –le preguntó a su hijo.
Jake señaló el edificio que Billie tenía a sus espaldas.
-Vine a buscar a Chuck; esta es la escuela en que trabaja –contestó, logrando que el timbre cobrara sentido-. ¿Vas a quedarte un rato más o te vas ahora?
Billie lo pensó unos cuantos segundos antes de contestar.
-Mejor me voy. Tengo que ordenar todo lo que vamos a vender del departamento con Jenny por el resto del día –murmuró él-. Saludos a Charlotte.
-Saludos a Jenny –contestó Jakob.
 El guitarrista sonrió y se dirigió a su auto, el cual dirigió de vuelta a Oakland.
Al contrario del viaje de ida, el de vuelta no se le pudo haber hecho más largo. Lo único que quería era llegar luego al departamento a mostrarle a Jenny que estaba bien, para que dejara de sufrir. Pensó en llamarla, pero luego recordó que sus llamadas eran registradas. Suspiró.
Sonrió al llegar a la calle del edificio. Dejó el auto en el subterráneo y subió al departamento por el ascensor, el que también encontró lento.
En cuanto las puertas de acero se abrieron, él corrió al exterior y atravesó el pasillo, llegando al departamento a los pocos segundos. Abrió la puerta y entró, para encontrarse con Jenny dando vueltas de un lado a otro en el living.
-¡Gracias a Dios que estás bien! –exclamó la pelirroja, apenas lo vio, corriendo hacia él a abrazarlo- ¡Me tenías preocupada! ¿Qué te dijo? ¿No te amenazó? ¿No…?
Billie la interrumpió con un beso.
-No se presentó –murmuró, apoyando su frente a la de ella-. Mejor así, estoy vivo y en una pieza y…
Ella no lo dejó terminar, ya que volvió a besarlo, con más intensidad.
-No hay ni cámaras ni micrófonos –susurró ella, con una sonrisa en su rostro. Él la miró, sorprendido-. Jim ya dejó las cosas, llamo por teléfono hace un rato… Mierda, ¡te amo!
Billie sonrió y volvió a besarla.
-Yo más –murmuró.
Aún besándose se dirigieron a la pieza del guitarrista, felices de no ser vistos ni escuchados y felices de estar ambos vivos y juntos…
De momento.

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