Rest One of these days Simple Twist of Fate I'm not tere Suffocate Rotting Suffocate? Dearly beloved Hold On Wake me up when September ends Good Riddance (Ridding of you) Cigarettes and Valentines
Prólogo

sábado, mayo 07, 2011

Simple Twist of Fate - Chapter sixty-six: Not the perfect son.


Kurt lo miró sin entender.
-¿Eres retardado o qué? ¿Acaso no lo entenderás nunca? ¡No dejaré que Dave muera en mi lugar! –exclamó, molesto.
Hal suspiró.
-No hablaba de que Dave muriera, sino de que tú y él vivieran tranquilamente. Él adquiriendo fama y tú siendo nadie, como Jim –se explicó.
El rubio lo miró sorprendido.
-¿Jim? ¿Jim Morrison? ¿Está vivo? –Hal asintió.- ¿Ahora vas a decirme que Paul McCartney está muerto y que a Hendrix lo mataron en la ambulancia? ¿Me dirás que Lennon fue mandado a matar por el FBI?
Hal rió, levemente.
-¡Claro que Paul no está muerto! ¡Hicimos un trato con él y no lo matamos! Claro que él no sabe que por ese trato contratamos a Chapman para que matar a Lennon, pero bueno…
Kurt abrió mucho los ojos.
-¡Mierda! ¡No, no viviré! ¡No me uniré a ustedes! –exclamó él- ¡No pienso vivir escondido el resto de mi vida!
Hal suspiró.
-Supuse que te pondrías así. Vamos, ¡no es algo malo! Al contrario, vivirás, podrás ver a Frances crecer, verás a Courtney seguir con su vida…
-¡No me interesa! ¡Yo me voy de este mundo hoy! –masculló.
En un rápido movimiento, se incorporó y sacó una escopeta de debajo del sillón que quedaba desocupado. Antes de que Hal llegara a reaccionar, Kurt ya tenía el arma bajo el maxilar.
-¿Qué más puedo escribir? No tengo el derecho –canturreó por lo bajo.
Y jaló el gatillo…
El menor se quedó mirándolo atónito varios minutos antes de lograr despabilarse y soltar una maldición.
-Mierda, mierda, mierda –murmuraba, abriendo su maletín, de donde sacó una inyección, la cual era un conjunto de drogas varias; tenía que parecer que Cobain estaba drogado antes de morir.
Tras ponerse un par de guantes quirúrgicos, inyectó todo en una vena del fallecido, tras lo que comenzó los masajes cardíacos. Sabía que no volvería al guitarrista a la vida, pero, al menos, lograría que las drogas circularan por su sistema, logrando que diera positivo a los tests. Luego de varios minutos de eso, se separó del cadáver y montó todo para que pareciera que nada había pasado.
-Definitivamente no soy el hijo perfecto –susurró para sí-. Mi padre me va a matar…
Para su desgracia, estuvo bastante cerca de la realidad. No lo mató… Simplemente le dio un disparo en la espalda, el cual lo dejó en coma por varios días, para luego despertar sin movilidad en las piernas.



No sabía para qué seguía ayudando a Jenny a buscar algo que los salvara en esos papeles. Después de todo, él ya había tomado una decisión que acabaría con todo de una buena vez.
-Billie, ¿estás ahí? –le preguntó Jennifer, por enésima vez aquel día; el guitarrista se estaba perdiendo en sus pensamientos más de lo usual en él, lo cual ya era bastante.
-Sí, sí, lo siento –murmuró-. ¿Qué decías?
-Te preguntaba qué te pasaba, que andas raro hace días –se explicó ella.
-Ah, eso… No, nada –mintió él-. Es que quiero volver a las giras luego.
Jenny suspiró.
-Si vas a mentirme, hazlo bien al menos –musitó, mirándolo entristecida-. ¿Qué pasa? ¿Hal te amenazó de nuevo? ¿Amenazó a Addie?
La primera opción está más cercana a la realidad, amor pensó él, lacónicamente.
Sin decirle nada, se acercó y la besó, dulcemente.
-Ok, lo que pasa es que me muero por estar contigo –susurró Billie.
Técnicamente, acabo de decir la verdad ironizó en su mente.
Ella suspiró.
-Sabes que, de momento, es imposible. Quizás después de que todo el revuelo del disco y del libro terminen, o, al menos, después de que solucionemos esta mierda –musitó ella.
Billie sonrió y le quitó el papel que ella tenía en sus manos, dejándolo sobre la mesa de centro del living del departamento, tras lo que se arrodilló frente a ella, quedando a su altura. Aún sonriendo, comenzó a acariciarle la mejilla.
-Te amo –susurró él, acercándose más a ella.
-Yo a ti –respondió ella, con una pequeña sonrisa.
Lentamente, Billie acortó la distancia y la besó, dulcemente, cuidando de poner todos y cada uno de sus sentimientos en aquel beso. La mujer se percató de ello y lo besó con más intensidad, mas sin pasar a aumentar la temperatura…
Al menos no de un modo muy obvio, ya que no tardaron muchos minutos en dirigirse a la habitación del guitarrista.

-¿Soy yo o es la primera vez que lo hacemos “tiernamente”? –inquirió ella, apoyada en el pecho del hombre, quien respiraba profundamente, disfrutando el contacto entre sus pieles. La iba a extrañar demasiado, y lo sabía.- Digo… Siempre es más carnal que esto.
Billie sonrió y le dio un suave beso.
-Contigo lo preferiría así siempre –susurró, apoyando su cabeza en la almohada y cerrando los ojos-. Lástima que no podamos quedarnos a dormir.
Jenny suspiró.
-Si queremos llegar a nuestras entrevistas a tiempo y dejar medianamente ordenado el desastre que tenemos con los papeles en el living, tenemos que levantarnos ahora –murmuró.
Billie asintió y se sentó, a la vez que Jenny se separaba de él. Se estiraron y comenzaron a buscar sus ropas.
-¿Te he dicho que eres hermosa? –Soltó él, repentinamente. Ella se sonrojó.- Bueno, si no lo he dicho, lo digo ahora.
-Gracias, supongo.
Terminaron de vestirse y salieron al living, donde ordenaron todo en las tantas cajas que tenían con información. Se dieron otro beso, salieron del departamento, bajaron al estacionamiento subterráneo y, tras despedirse de un último beso, se dirigieron en sus respectivos autos a sus respectivas obligaciones, las cuales eran ir a unas entrevistas en el centro de Oakland; el público se había aburrido de las vacaciones que se estaban tomando, pero habían logrado que todos los shows y demás fueran dentro del Estado. En fin, el punto es que Billie se fue a una disquería de la ciudad, donde Mike y Tré ya lo esperaban.
-¡Al fin llegaste! –exclamó Mike, viéndolo entrar por la puerta trasera del local- Ok, recuerden, no importa lo mucho que insistan…
-No hemos empezado un disco nuevo –murmuró Billie, revoleando los ojos-. Me lo dijiste unas mil veces, Michael querido, ya lo sé.
-Lo siento, pero quiero asegurarme –farfulló el bajista.
-Da igual, salgamos de una puta vez, el público nos espera –los interrumpió Tré, acomodándose el sombrero y tomando su “bastón”-. ¿Puedo tener un ataque hiperactivo hoy?
Tanto Billie como Mike sonrieron. Hacía bastante tiempo que Tré no hacía sus rarezas rutinarias en las entrevistas, y se extrañaba. Obviamente no se habían percatado de ello (y, si lo habían hecho, lo ignoraban lo más posible), pero cada vez estaban más adultos que la anterior, cosa que se notaba en sus entrevistas.
-Por supuesto, Frank –bromeó Mike.
-¡Gracias! –exclamó el baterista, dando un saltito, haciendo que Billie y Mike rieran.


El guitarrista sonreía en su hogar, viendo el diario del día siguiente. Había sido la mejor entrevista que habían hecho en años. Por primera vez, ni Billie ni Mike se interrumpieron mutuamente, a la vez que Tré hacía sus estupideces que casi habían caído al olvido.
-Por algo bueno me recordarán –musitó, doblando el periódico y dejándolo en el asiento contiguo del sofá.
Y los días comenzaron a avanzar, más rápidamente de lo que él quería. Pese a que se mostraba feliz y normal ante todos, en su interior sentía como todo se desmoronaba ante él. El mes ya estaba por acabar, y con él su vida.
Así fue como dos semanas pasaron, dándole paso al veinticinco de octubre.
Aquella tarde, el guitarrista se encontraba, como de costumbre, en su estudio. Tenía, al igual que todos los días, su celular bastante cerca, con la intención de que, si Hal llegaba a llamarlo, pudiera contestarle de inmediato.
Sintió un fuerte retorcijón en su estómago al ver como el celular comenzaba a vibrar. Con la mano temblorosa, lo tomó y contestó.
-Nos vemos en el estacionamiento de tu departamento, en media hora –le dijo la distorsionada voz, aún antes que él lograse decir algo.
-Ok –susurró.
Cortó la comunicación, guardó el celular en su bolsillo y salió del estudio, intentando controlar su cuerpo. Todavía le quedaban unos cuantos días, lo llamaban simplemente para ver cómo proceder. Todavía le quedaba tiempo…
¿Y si es una trampa?
Sacudió la cabeza.
No es un buen momento para un ataque de paranoia pensó, molesto consigo mismo, mientras salía de la casa, agradecido de que Addie y Angie hubieran ido de compras. Se habrían dado cuenta enseguida de que algo andaba mal con él, especialmente porque ya no podía controlar el temblor de sus extremidades. Respiró profundamente y, recién cuando podía caminar normalmente, se subió al auto, el cual dirigió rápidamente hacia el edificio. Lo estacionó y bajó, para sentarse en el suelo, apoyado en la parte delantera de vehículo, esperando.
Unos cinco minutos después, la silueta de una silla de ruedas avanzando se hizo visible. Ansioso, el guitarrista se puso de pié.
Se extrañó bastante al ver que quien iba en la silla no era Hal, sino que su “asistente”, y que se conducía por sí mismo.
-¿Qué mierda? –inquirió Billie, en un hilo de voz, cuando la silla estuvo a unos cuantos pasos de él. Seguía sin distinguir ningún rasgo del sujeto.
-Hal no pudo venir –murmuró él, con esa voz falsamente ronca, poniéndose de pié y acercándose al guitarrista, mostrando que tenía una contextura bastante similar a la suya-. Por algún motivo me mandó en la silla de ruedas.
Billie asintió, examinándolo. ¿Por qué se le erizaban los vellos de la nuca al ver a aquel desconocido?
-¿Cuándo será? –susurró, al no encontrar ninguna respuesta a este hecho.
El sujeto suspiró.
-El domingo tienen un pequeño show. La idea es darte el veneno durante el ensayo. Obviamente, no sabrás cuándo, pero créenos que lo recibirás –musitó.
El guitarrista volvió a asentir.
-¿Nada más? –El desconocido negó.- Entonces me voy…
Se volteó…
-Papá, ¡espera! –exclamó el menor, usando su voz normal.
Billie no se volteó. Simplemente hizo puños con sus manos, enterrándose las uñas fuertemente en su palma, intentando ignorar el escalofrío que recorría su espalda. Todo adquiría un repentino y cruel sentido. Por eso había estado tan distante ese último año, por eso habían tantas cámaras en la casa, por eso Hal sabía tanto de ellos. Por lo que él sabía, cuando él y Tré estaban de giras, su hijo era el siguiente confesionario de la pelirroja.
-Jakob, ¿cómo mierda entraste a esto? –inquirió, sin voltearse. Sentía que, si lo hacía, las piernas volverían a temblarle y caería al suelo.
-Eso no importa ahora, no hace falta que mueras, puedes vivir y… -comenzó a decir el menor, atropelladamente.
-Prefiero morir yo a que mates a Jenny –susurró.
Jake suspiró, abatidamente.
-Si hacemos lo que dices, no sólo mueres tú, sino que yo también, o, en el mejor de los casos, quedo igual que Hal. Después de todo, su padre le hizo eso al fallar su primera misión –musitó-. Al parecer la amas más a ella que a tus hijos…
Billie logró voltearse, demostrando todo su enojo en sus ojos verdes.
-¡Al menos esto fue tu elección!
-Mierda, papá, ¿qué otra opción tenía? ¡Me fui metiendo en esto sin darme cuenta! Al principio sólo vigilaba un edificio y después me di cuenta que era el de ustedes y… -Se interrumpió.- Papá, no tiene que terminar así…
-¡No voy a unirme a ustedes! ¡Antes muerto! –gritó él, intentando controlar el miedo.
Jakob… Su hijo Jakob era el encargado de acabar con la vida de Jenny… Y, si no acababa con ella, moría él…
Sin más, se dejó caer al suelo, de rodillas, totalmente abatido.

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