Rest One of these days Simple Twist of Fate I'm not tere Suffocate Rotting Suffocate? Dearly beloved Hold On Wake me up when September ends Good Riddance (Ridding of you) Cigarettes and Valentines
Prólogo

sábado, mayo 07, 2011

Simple Twist of Fate - Chapter sixty-nine: Last kiss.


Las horas comenzaron a pasar…
No se dieron cuenta cómo, rápidamente, a Billie ya no le quedaban doce horas, sino que ocho. Y, para sorpresa de todos menos Jenny, Mike y Tré (y, secretamente, Jake), los médicos no encontraban absolutamente ningún veneno. Hacía bastante rato que habían llegado los doctores que habían ido a revisar las botellas que Billie había botado a la basura, mas aún no encontraban nada.
Cuando ya sólo quedaban seis horas, el médico de cabecera hizo aparición en la sala de espera en la que se encontraban todos.
-¿Todos aquí están con el señor Armstrong? –preguntó él, mirando al gran grupo de siete personas, quienes asintieron- Les tengo malas noticias.
Jenny sintió cómo un escalofrío recorría su espina dorsal y cómo Joey le apretaba la mano firmemente. Addie, que estaba siendo consolada por Jake en ese instante, levantó la mirada de inmediato.
-¿Qué ocurre? –preguntó Tré, el único capaz de articular una frase coherente.
El doctor suspiró.
-Al señor Armstrong le hemos dado todos los antídotos que conocemos, además de darle, por si las dudas, antibióticos de alto espectro y varios medicamentos anti-parásitos, cuidando, obviamente, de no darle una sobredosis. Lo único que logramos fue que uno de sus riñones comenzara a fallar, pero fue una falsa alarma –explicó él-. Para evitar que la sangre circulara demasiado rápido, enfriamos bastante la habitación, para que su metabolismo baje. Fue lo único que se nos ocurrió, ya que nadie del hospital sabe qué hacer y ya consultamos con otros hospitales…
-Entonces… ¿ya no hay absolutamente nada qué hacer? –preguntó Jake, en un susurro, intentando ignorar lo mal que se sentía en ese instante por causar el sufrimiento de toda su familia, de todos sus seres queridos.
El médico negó, cabizbajo.
-Les aconsejo que empiecen a pasar a despedirse. Tienen una media hora para cada uno, quizás más –musitó.
Tanto Addie como Angie volvieron a su desesperado llanto, mientras que Jenny intentaba contenerse de imitarlas, sin lograrlo completamente. Agradeció bastante que ni Joey ni Addie la estuvieran observando atentamente, ya que bastaba para ver su llanto para saber los sentimientos de ella hacia el guitarrista. El único que tenía ojos para su llanto en ese instante era Jake, quien comenzó a sentirse más culpable aún. Debido a ello, se incorporó de un salto.
-Angie, ¿todavía quieres entrar primera? –le preguntó.
La niña negó.
-Entra tú primero –pidió, sollozando.
Jake asintió.

Estuvo con su padre una media hora, tras lo que salió, con unas cuantas lágrimas en sus ojos; finalmente, se había quebrado ante la situación.
-¿Cómo está? –preguntó Adrienne, al verlo volver.
El chico hizo una mueca.
-Inconsciente y blanco –susurró-. ¿Quién quiere ir ahora?
Joey soltó la mano de su esposa y entró, sin decir ni una palabra. Salió pasada la media hora, también con unas cuantas lágrimas en su rostro.
-Es como si estuviera durmiendo –murmuró, sin que nadie le preguntara, como hablando consigo mismo-. Tiene una expresión de paz… Es como si estuviera más que consciente de que el fin está cerca, y quiere estar relajado antes…
Silencio.
-¿Puedo ir ahora? –preguntó la menor, poniéndose de pié, lentamente.
El doctor, que seguía de pié fuera del cuarto, asintió, invitándola a pasar. Estuvo dentro un cuarto de hora y luego salió, sin llorar. Lucía tranquila.
-Al menos pude decirle adiós –susurró para sí, siendo Jenny la única que la escuchó. Sintió como su corazón se encogía. Luego añadió, a un volumen audible:- ¿Puedo ir con Chuck, Jack y Jess?
Jakob asintió, parándose.
-Te voy a dejar… -susurró, tomándole la mano a su hermana menor, dejando a todos en la sala de espera en silencio; quedaba poco más de cuatro horas.
-Haremos un chequeo general y luego podrá entrar alguien más –musitó el doctor, adentrándose a la sala del guitarrista, seguido de un par más de médicos.
Joey soltó la mano de Jenny suavemente y, tras farfullar algo de un café, se fue. Las miradas de la pelirroja, Mike y Tré se dirigieron a Adrienne, quien se encontraba mirando fijamente la puerta donde su esposo se encontraba moribundo.
-Creo que lo mejor sería que entraras tú primero –susurró Jenny, repentinamente-. Nosotros tres podemos esperar.
Addie los miró, con lágrimas en sus ojos.
-¿Saben que estaré ahí, por lo menos, una hora? –inquirió ella, con la voz áspera.
Mike y Tré asintieron.
-Nosotros estaremos ahí el rato que quede, así no lo ves en sus peores momentos y te quedas con que estuvo relajado hasta el final de sus días –murmuró Tré, escogiendo bien sus palabras.
Addie suspiró.
-Sí, tienen razón –susurró-. Entraré cuando el doctor salga.
Se arrepintió de inmediato de aquellas palabras, ya que el médico salió apenas terminó de pronunciarlas. Tragó saliva y se puso de pié.
-J… Jenny, ¿me acompañas? Sólo hasta allá, no creo que pueda con la primera impresión sola –farfulló la mayor, haciendo que la pelirroja sintiera como su corazón daba un vuelco: Lo vería.
-Claro –dijo, con un intento de sonrisa, poniéndose de pié.
Juntas caminaron hasta el cuarto de Billie Joe y entraron.
Ver al amor de su vida con varios tubos en sus brazos consiguió que Jenny casi volviera a vomitar, mas se contuvo. El ver a Addie acercándose a él y tomándole la mano firmemente no le ayudó en lo más mínimo a su propósito, pero lo logró.
-Los dejo a solas –susurró Jenny.
-Ok –musitó la mayor, intentando no preguntarse el porqué el pulso de Billie había aumentado levemente al oír la voz de la pelirroja.
Jennifer salió…
Y dejó que las lágrimas se le escapasen, nuevamente. Tré y Mike se pararon de inmediato a ayudarla a caminar hacia los asientos de la sala de espera. Después de todo, sus rodillas volvían a fallarle.
-Creo que tendremos que entrar los tres juntos o tú te desmayarás apenas quedes sola –sugirió Tré.
Silencio.
-¿Cómo está? –preguntó Mike- Honestamente.
Ella cerró los ojos, intentando borrar la imagen de su mente.
-Lleno de tubos, inconsciente, pálido y con su mano tomada por Addie –respondió, intentando espantar los celos que sentía en ese instante.
Otro silencio, en el que Joey llegó, se sentó al lado de su esposa y, repentinamente, la abrazó, como un niño pequeño buscando consuelo. Sin saber muy bien qué hacer, Jenny comenzó a acariciarle el cabello, en un intento de consolarlo. Mike y Tré los miraron apenados. Al contrario de lo que muchos pensaban, Joey y Billie eran bastante apegados. No se juntarían todos los días ni nada, pero, cuando lo hacían, hablaban bastante.
Así pasó una lenta hora, lenta hora en la que nadie dijo nada y tras la cual Jake volvió. Y los minutos seguían pasando…
Cuando al guitarrista sólo le quedaban dos horas y media, Adrienne volvió. Jake se apresuró a sujetarla y la llevó a su asiento, para consolarla. Joey seguía abrazado a Jenny y sólo la soltó porque era el turno de la pelirroja, Mike y Tré para ver a Billie. Los tres avanzaron lentamente hasta el cuarto y, tras cerrar la puerta, corrieron hacia el guitarrista. Jenny se sentó en el lugar en el que Addie había estado, también tomándole la mano al hombre, mientras que Mike y Tré se sentaron frente a ella.
-Se le aceleró el pulso cuando Jenny le tomó la mano –indicó Tré, señalando el monitor cardíaco-. La nada misma, pero es algo…
Mike suspiró.
-¿Qué mierda se le dice a tu “hermano” cuando está muriendo? –le preguntó al aire.
Tré negó, sin saber que decir.
-Billie, si estás escuchando, quiero que sepas que fuiste el mejor sexo de mi vida –le dijo el baterista, causando que tanto Jenny como Mike lo mirasen sorprendidos-. Tenía que decirlo… ¡Que Brian no lo sepa!
Sus dos amigos amagaron una sonrisa.
-Te amo –susurró Jenny, acariciándole la mano, intentando que su voz no le temblara-. Te amo, te amo, te amo…
Mike suspiró.                        
-Billie, fuiste como un hermano para mí, siempre estuviste ahí, siempre me apoyaste y…. Ah, la mierda, te amo. No del mismo modo que Jenny, pero tú entiendes. Espero que vayas a un lugar mejor…
-Y que nos cuides, porque Mike entrará en depresión y no podrá cuidarme solo –agregó Tré, en un intento de bromear, intentando contener las lágrimas que tenía agolpadas en sus ojos-. También te amo, pero de la forma en la que Mike te ama, no la forma de Jenny.
Silencio.
Recién cuando a Billie le quedaban alrededor de cuarenta y cinco minutos de vida, Mike y Tré se incorporaron.
-Los dejamos a solas –susurró Mike, tras darle un abrazo al guitarrista.
El bajista salió, seguido por Tré, dejando a Jenny sola con Billie…
La escritora se sorprendió bastante al sentir como Billie le devolvía el apretón de manos, fuertemente. Ella abrió mucho los ojos.
-¿Billie? Billie, ¿me escuchas? –preguntó ella, urgida, acariciándole la mejilla.
-Por supuesto –susurró él, abriendo los ojos, disimulando una mueca de dolor lo más posible, también acariciándole la mano.
Jenny lo miró sorprendida.
-Tengo que llamar al doctor –susurró, poniéndose de pié.
-¡No! –rogó él, en un tono áspero de voz- No vale la pena, no ha cambiado nada…
Ella lo miró, con una clara molestia.
-¡Claro que algo cambió! ¡Estás consciente! –exclamó ella, mas no lo suficientemente fuerte como para que la escucharan fuera.
-Al igual que lo he estado todo el tiempo –murmuró él, haciendo que el asombro y la molestia en los ojos de la mujer aumentaran-. No quería hablar con nadie, porque hacerlo me duele como la mierda. Pero quería hablar contigo. Supuse que entrarías al final.
Jenny asintió, volviendo a sentarse.
-¿Por qué lo hiciste? –susurró ella, con nuevas lágrimas brotando de sus ojos.
Él sonrió, amargamente.
-Porque te quería a salvo. Te amo demasiado como para dejar que algo te pase –murmuró él, levantando su mano libre y acariciando la mejilla de la mujer a duras penas; los brazos le pesaban demasiado.
Ella negó.
-No hacía falta que te sacrificaras…
-Sí, sí la hacía –susurró él-. Era esto o que tú murieras, y ellos me quieren a mí…
Jenny volvió a negar.
-Billie, por favor, déjame decírselos… ¡Hazlo por tu hija! –suplicó ella.
El hombre negó, aún sonriendo levemente.
-Angie está lo suficientemente grande como para seguir con su vida –susurró.
-No estoy hablando de ella –murmuró Jenny.
Billie empalideció más aún, si eso era posible, mirando a Jenny fijamente con sus ojos verdes, los cuales se encontraban opacos.
-¿Qué? –inquirió él, mientras ella ponía una mano del hombre en su estómago.
-Estoy embarazada –murmuró-. No me hecho la prueba, pero sé que lo estoy. Y también sé que es tuyo y, por tu lado, es más probable que sea niña a que sea niño.
Billie le acarició el estómago, delicadamente, aguantando el dolor que le causaba mover cualquier parte de su cuerpo.
-Prométeme que no le dirás a nadie que estaba consciente –pidió él, ahora acariciándole la mejilla a la mujer-. Por favor.
Jenny asintió, poniendo una mano en la mano con la que el hombre le tocaba la mejilla.
-¿Puedes decirme, exactamente, qué trato hiciste con Hal? –preguntó ella, conteniendo las lágrimas.
Él suspiró.
-Dejo que me maten a cambio de que saquen todas las cámaras que nos vigilaban –murmuró-. Eso y que no persigan ni a Mike, ni a Tré, ni a Joey, ni, obviamente, a ti.
Jenny soltó varias lágrimas y lo abrazó, apoyando su cabeza en el pecho del hombre, intentando ignorar cómo el lector de ritmo cardíaco indicaba que el pulso comenzaba a disminuir.
-Te amo, te amo, te amo, te amo, te amo –susurraba él, entre cada beso que le daba en la cabeza a la mujer.
-Yo más –susurró ella, separándose de él, mirándolo apenada.
-Quiero Blitzkreig Bop en mi funeral –murmuró él-. Luego In my life y, cuando no quede nadie, la versión de God que grabé. Está en mi estudio y saqué a Yoko y a los Beatles de la letra.
Ella asintió, levemente, consciente de que el pulso del hombre había disminuido bastante en los últimos minutos.
-Dalo por hecho.
Silencio.
-Yo fui tu primer beso –susurró él, haciendo un acopio de todas sus fuerzas-. ¿Podrías ser tú mi último?
Jenny volvió a asentir, con más lágrimas en sus ojos.
Lentamente, se acercó a él y encontró sus labios con los suyos, besándolo por última vez en su vida, intentando ignorar el qué tan frío estaba el guitarrista. Se separó de él, para verlo cerrando los ojos.
-Te amo –susurró él.
Y el monitor marcó que no había más pulso.
Los siguientes minutos fueron bastante confusos. Lo único que quedó claro en la mente de la pelirroja fue que los médicos la sacaron de inmediato del lugar donde el amor de su vida yacía inerte... Para siempre.

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