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Prólogo

domingo, mayo 01, 2011

One of these days - Chapter thirty-five: I've been waiting a long time for this moment to come.


El martes, tanto Billie como Jenny, tuvieron que volver a sus respectivas obligaciones. Así que a las seis y media, ambos despertaron. Billie se duchó primero, mientras que Jenny hacía el desayuno. Luego fue su turno de usar el baño.
-Tengo que pasar donde Paul en la tarde –murmuró la adolescente, ya en la mesa de la cocina.
-Te llevaría, pero quiero ir a hablar con Addie –farfulló, un tanto avergonzado. Después de todo, se supone que estaba saliendo con ella-. Quiero ver qué pasa con los niños y... Bueno... Un intento más...
Se sorprendió mucho cuando vio que una radiante sonrisa aparecía en el rostro de Jenny. Él la miró, extrañado.
-¡Eso es lo que debiste haber hecho hace mucho tiempo! –exclamó ella- Que bueno que al fin lo hagas...
-¿No estás enfadada? –preguntó él, aún asombrado.
-¿Por qué habría de estarlo? –Él la señaló a ella y a él mismo con una mano.- Ah, eso. Fue algo interesante, pero tu lugar es con ella. Además, es un tanto raro estar con alguien de la misma edad que mi padre, ¿sabes? Prefiero dejarlo hasta aquí.
Él sonrió y le dio un beso en la frente.
-Muchas gracias –dijo él.
Siguieron desayunando, mientras conversaban.
-Casi lo olvido –murmuró él, mientras sacaba algo de su bolsillo.
Era una llave, al parecer del departamento. Jenny pensó que era para Mike o Tré, por lo que se sorprendió al ver que él le tomaba la mano y le ponía la llave en ella.
-En caso de que me vaya bien hoy, por lo que llegaría tarde o no llegaría... O en caso de que me vaya mal y no quiera abrirle a nadie. En todo caso, es bueno tener una llave de donde vives, ¿no?
Ella sonrió y lo abrazó.
-Gracias.
Luego ambos tomaron sus cosas, salieron del departamento, bajaron por el ascensor los siete pisos, salieron del edificio y comenzaron a caminar en direcciones diferentes.

-Mother fucker, ¿qué te pasó ayer? ¡Creí que también me ibas a abandonar! –exclamó Rose, en cuanto la vio.
-¿Por qué? ¿Qué pasó? –inquirió Jenny, entrando a la sala. Miró a su alrededor- ¿Dónde están todos? ¿No han llegado?
-Sí y salieron con sus mochilas –ironizó Rose-. ¡Nadie vino! Hay una epidemia de varicela y, al parecer, nadie del colegio la ha tenido. Lo que pasa es que es día de faltas, pero no me dejaron faltar y aquí estoy.
-¿Varicela? –preguntó Jenny, un tanto asustada. Rose asintió- Mierda, no me ha dado tampoco. Mejor nos vamos antes de que toque el timbre de entrada.
Su amiga asintió. Se cruzó el bolso y salieron de la escuela, evitando a los inspectores y auxiliares. Los profesores estaban muy ocupados en la sala de profesores, así que no tuvieron problemas al irse.
-¿Qué hacemos hasta las tres? –preguntó Jenny, sentándose en una banca de una plaza.
-Puedes partir explicándome el porqué no viniste ayer y el porqué tienes un moretón en tu cuello –sugirió Rose, con una sonrisa, mientras Jenny se cubría le cuello, tras maldecir-. ¿Te acostaste con Billie Joe?
-¡No! –exclamó ella- Es que...
De algún modo, comenzó a explicarle lo del noviazgo entre Jennifer Lovett y Billie en el pasado y el que eran idénticas.
-Así que encontramos la última dirección en la que habían vivido, en Oregon... Y fuimos allá el sábado y... Bueno, con Billie estábamos un tanto “tensos”. Se notaba una especie de química. Como sea, el sábado paramos en una cafetería y por poco no se me lanzó encima y ahí empezamos a estar juntos –Rose lanzó un chillido, haciéndola sonrojar-. El cuento es que hablamos con el padre de Jenny (quien murió el mismo día de mi nacimiento) y nos volvimos a Oakland el domingo y después Mike y Tré llegaron al departamento. Tré sugirió que me hipnotizaran para hablar con mi vida pasada.
»Y me hipnotizaron. Fue extraño y desperté con una sola cosa en mente: Lo que yo tenía en ese instante con Billie Joe.
»Pasé todo el lunes con él, besándonos, abrazados... Disfrutando el día. Pero un lado de mí sabía que eso estaba mal, y estaba segura de que él también lo sabía. Así que hoy día en la mañana él decidió arreglar las cosas con Addie y yo le dije que lo mejor era que “termináramos” y aquí estoy.
Rose asintió, conforme.
Pasaron a hablar de otras cosas y, antes de que se dieran cuenta, dieron las diez.
-Tengo que ir a Berkeley –musitó Jenny, no muy contenta.
-¿Te acompaño? No creo que quieras andar sola en autobús después de lo del choque –sugirió Rose.
-¿En serio? –su amiga asintió- Bueno, vamos. Pero no es mi culpa si tus padres saben que saliste de la ciudad sin permiso.
Las dos amigas caminaron al paradero más cercano. Una vez ahí, esperaron a que pasara un autobús que les sirviera, cosa que ocurrió a los minutos.
-Y... ¿a qué vienes? –preguntó Rose, a mitad del camino, tras un rato de silencio.
-Tengo que ir con el editor –respondió, con tono cansino-. Dijo que tenía algo que decirme. Sonaba serio, así que no creo que sea algo muy bueno.
Llegaron a la calle indicada a los diez minutos. Se bajaron y caminaron hacia el edificio.
-Disculpe, ¿está Paul Hayes? –preguntó Jenny a la secretaria.
-Hola, Jenny. Sí, está desocupado en este instante. Puedes pasar.
Jenny le indicó a Rose que la acompañara a la oficina del hombre, a quien encontraron leyendo un libro muy concentradamente.
-Hola, Paul –saludó Jenny, asustándolo.
-Te esperaba para más tarde –farfulló él. Luego reparó en Rose, a quien miró extrañado.
-Ella es Rose, una amiga –explicó la pelirroja-. Bueno, ¿para qué me llamaste?
Él sonrió. Tomó uno de los tantos libros que había en su escritorio y se lo pasó a Jennifer, quien lo miró sorprendida. Rose, sin entender, miró la portada. Vio el título del libro y, en letras más pequeñas, el nombre de su amiga. El dibujo de la portada era una pistola rodeada de pétalos de una rosa, sobre dos gemelas.
-Es todo tuyo. Mañana sale a la venta –explicó el editor.
Jenny sonrió.
-Gracias, Paul, gracias por todo –agradeció ella, embobada con el libro.
Lo volteó. En la parte de atrás estaba la reseña del libro. Rose le arrebató el libro de las manos y revisó la biografía que había en la contraportada, junto con una foto de la chica.
-Me prestarás esto, necesito material de lectura –dijo Rose, sonriendo.
Tras agradecerle a Paul y acordar con él todo lo de las ganancias, Jenny y Rose se fueron.
-Wow, soy amiga de una tipa que se hará famosa mundialmente con sus libros y fue novia de Billie Joe –dijo ella, riendo.
-No creo que llegue a ser famosa mundialmente; dudo que salga del estado –musitó Jenny.
-Entonces crees mal –dijo Rose, seguras de sus palabras.
Llegaron a Oakland y se bajaron en una plaza que les quedaba a mitad de camino de ambas casas. Se despidieron de un beso en la mejilla y cada una se fue a su hogar. Eran recién las doce del día, pero Rose podía decirles a sus padres que había faltado la profesora jefe (con quien les tocaba durante los siguientes dos bloques) y que por eso se había ido antes.

Jenny entró al departamento, dejó sus cosas en su habitación y se tiró al sofá a leer el libro, pese a sabérselo de memoria para entonces.
-Había estado mucho tiempo esperando por esto y al fin llegó –se dijo a sí misma, conforme.
Con algo de suerte, todo saldría de acuerdo a sus planes.

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