Era el cinco de septiembre de 2009: Primer sábado del año escolar. Y Joey ya quería vacaciones. Le habían dado tareas y demás, por lo que estaba más que harto.
-Piensa que te falta menos –lo consolaba Jenny, mientras él le contaba todo lo que tenía que hacer para el lunes, abrazándola en el sofá del estudio.
-Es que no sabes quién es mi profesora de química. –Jenny lo miró, horrorizada.- Correcto, Susan Miller.
Jennifer quedó atónita.
-Debes estar bromeando –musitó.
-Ojalá –masculló él-. Y ya no tengo a Vilma en lenguaje.
Jenny lo abrazó, más estrechamente.
-Todo se arreglará –le susurró.
Él sonrió levemente y la besó, de un modo bastante tierno.
-No me dejes nunca –pidió, logrando que ella se sonrojara.
-No lo haré –susurró, abrazándolo estrechamente.
Él volvió a besarla, cuando la puerta del estudio se abrió, rápidamente.
-Joey, Jenny, ¡papá llegó! –exclamó Jake, entrando.
Ambos se separaron y se pararon del sofá, rápidamente.
Llevaban juntos más de un mes, mes durante el cual Billie había aparecido una sola vez en la casa, vez durante la cual fingieron que nada pasaba entre ellos. Fue doloroso para ambos, mas sabían que era lo mejor: Billie era bastante celoso en cuanto Jenny se refería, y no sabían cuál sería la reacción del hombre al ver que era su hijo con quien ella salía.
-¿No venía a final de mes? –preguntó ella, extrañada y nerviosa.
-Sí, pero luego supo que a final de mes tiene gira por Latinoamérica. Como sea, está aquí –explicó el menor-. ¿Le digo a mamá que pretenda que no ocurre nada “turbio” aquí?
-Por favor –pidió Joey-. Y dile a papá que subimos enseguida, que… que intentamos sacar una canción.
Jake asintió y salió del estudio.
Jenny miró a su novio.
-¿Qué haremos? –preguntó.
-Lo mismo que la otra vez. –Joey suspiró.- Extrañaré el poder besarte todos los días, sin importar donde nos encontremos, ¿sabes?
Ella sonrió, pícaramente.
-¿Quién dijo que no podrías besarme? –Él la miró, intrigado.- Sólo tenemos que ser cuidadosos.
Él asintió, acercándose a ella y acariciándole la mejilla con el dorso de su mano.
-No puede ser tan difícil –susurró, intentando convencerse a sí mismo.
Le rodeó la cintura y la besó, intensamente, mas sin perder la ternura. Se sonrieron, se dieron otro beso, bastante más corto, y salieron, cuidando de no tomarse de la mano.
-¡Billie! –exclamó Jenny, al verlo.
-¡Papá! –gritó Joey.
El hombre, de treinta y siete años, se volteó, con una gran sonrisa al ver su hijo y a su mejor amiga. Aún sonriente, los abrazó.
-¿Cómo están? –preguntó, sin soltarlos.
-Bien –respondió Jenny.
-Yo un tanto asfixiado en este instante, pero, sin contar el colegio, estoy bien –bromeó Joey, sacándole una risa a su padre, quien los soltó y miró sorprendidos-. ¿Qué?
-Mierda, qué grandes están –masculló-. Me siento enano y viejo.
-¡No digas eso! –se quejó Jenny- Sigo siendo más baja que tú, y eso no va a cambiar. –Billie y Joey revolearon los ojos.- ¡Es verdad!
-Lo que digas –ironizó Joey.
En su interior, el adolescente se contenía de besarla a modo de disculpas. Pero algo en su mirada hizo que Jenny entendiera que esa era su intención y le sacara una sonrisa.
Luego de esa “escena”, Billie Joe comenzó a desempacar. Con ayuda de Joey y Jake bajó sus instrumentos, mientras que Addie hacía la cena y Jenny jugaba con Angie en el living.
A las siete, estaban los seis afuera, cenando. Comieron, bebieron y conversaron, sin interrupciones (a excepción de aquellos diez minutos en los cuales Addie tuvo que ir a acostar a Angie) hasta las diez, hora en la que Addie y Billie decidieron que era hora para “dormir”.
Apenas subieron, los tres menores suspiraron.
-Más les vale contarle todo a papá luego –masculló Jake. Se estiró-. Me voy al estudio, ustedes aprovechen de que estarán ocupados por un par de horas.
Sin más, Jakob bajó al sótano, dejando a los dos adolescentes en el patio.
-¿Vamos al living, tu cuarto, mi cuarto o el árbol? –preguntó Joey.
-El árbol estaría bien –dijo ella, con una sonrisa.
Tomados de la mano, se dirigieron al árbol, donde, abrazados y besándose de tanto en tanto, comenzaron a conversar de diversos temas.
-Cuando nos casemos, viviremos en una casa como esta… Quizás con un cuarto más, no lo sé –dijo él, repentinamente.
-¿Ya pensaste en eso? –preguntó ella, sorprendida.
-Por supuesto –respondió él.
Se acercó a ella y la besó, dulcemente.
-Te amo –susurró.
El corazón de Jenny comenzó a latir con fuerza. Era la primera vez que se lo decía.
-Yo a ti –respondió, con una sonrisa.
Volvieron a besarse, con mayor intensidad.
-¿Sabes? Tenía que habértelo dicho hacía un buen tiempo –musitó él, sonrojándola.
-Si no lo hacías luego, lo haría yo primero –masculló ella, sacándole una sonrisa.
Se quedaron ahí un buen rato, besándose de tanto en tanto, hasta que consideraron que era muy probable que Addie y Billie hubieran terminado lo suyo, por lo cual era mejor volver al interior de la casa. Subieron tomados de la mano y se despidieron de un largo beso en la puerta de la habitación de ella, beso tras el cual él se retiró a su habitación, con una imborrable sonrisa en su rostro.
Sin embargo, nunca llegó a cruzar la puerta, ya que la puerta del cuarto matrimonial se abrió al mismo tiempo que él abría la suya. Se volteó, sorprendido.
-¿Papá? –inquirió, extrañado.
-Creí que tú eras el que dormía y Jake y Jenny los que sufrían de insomnio –comentó-. En todo caso, ¿te unes a una noche mirando las estrellas?
Joey sonrió.
-Me debes una de esas desde que tengo siete años y te vi bajar, ¿sabes? –dijo, causando una sonrisa de su padre.
Bajaron y se sentaron bajo el mismo árbol que él y Jenny habían compartido un rato atrás. Ahí comenzaron a conversar, como hacía mucho tiempo que no lo hacían. Hablaron de sus vidas, de la infancia de su padre, de muchas cosas de Joey (cuidando de no mencionar la vida amorosa) y…
-¿Cómo va el colegio? –preguntó.
Joey se mordió el labio inferior.
-Papá, ¿qué pasaría si dejara el colegio?
Billie lo miró sorprendido.
-Joseph, ¿por qué quieres dejar el colegio? –inquirió, extrañado- Te va bien y te sirve para tu futuro…
-Papá, a Jake le va bien –lo corrigió-. A mí… me puede ir peor, pero no me va bien. En todo caso, tú lo dejaste y mírate ahora.
Billie rió.
-Yo ya tenía claro lo que quería hacer. Tú cambias de carrera todos los años –dijo Billie, honestamente-. Pero aún no me respondes el porqué quieres dejar el colegio.
Joey suspiró.
-No aguanto más el estar todos los días encerrado con mis compañeros, acatando órdenes de los imbéciles de mis profesores… No puedo soportarlo más…
Eso y quiero estar más con Jenny pensó.
Billie suspiró.
-Joey, no te voy a decir que sería malo, porque sería hipócrita de mi parte. Pero piénsalo bien. Decide lo que quieres hacer primero. Si quieres estudiar una carrera difícil y sólo tienes exámenes libres, no quedarás en ninguna universidad –dijo el hombre, honestamente.
-Es que… yo ya sé qué es lo que quiero hacer. Ya encontré mi pasión –dijo, honestamente.
-¿Qué es, Joey? –preguntó, intrigado.
Suspiró.
-Quiero ser músico –soltó, rápidamente.
Billie sonrió, amargamente.
-Y la historia vuelve a empezar –musitó, encendiendo un cigarrillo-. Te aconsejo que termines este año y luego ves tus opciones… Porque si no tienes ni banda ni canciones, no te sirve de mucho querer ser músico…
Joey sonrió.
-Tengo canciones –confesó, sorprendiendo a su padre-. También banda, aunque nos falta baterista. Tengo todo planeado.
Billie sonrió.
-En ese caso –se puso de pié-, serás excelente.
Apagó el recién encendido cigarrillo y se dirigió al interior de la casa, dejando a Joey con una sonrisa en su rostro: Jenny lo amaba y contaba con el apoyo de su padre. ¿Qué más podía pedir en ese instante?
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