Rest One of these days Simple Twist of Fate I'm not tere Suffocate Rotting Suffocate? Dearly beloved Hold On Wake me up when September ends Good Riddance (Ridding of you) Cigarettes and Valentines
Prólogo

sábado, septiembre 01, 2012

Good Riddance (Ridding of you) - Chapter 25: I forgot to shower... again.



-¿Por qué tardaste tanto?
Acababa de llegar a la casa y, obviamente, Adrienne estaba bastante molesta por su demora, por lo que lo interrogaba de brazos cruzados en el vestíbulo.
-La profesora de Joey quiere hablar con nosotros en la tarde –fue todo lo que dijo, entrando, un tanto molesto; la verdad era que había pasado por fuera del edificio de Amelia y se había quedado ahí más de la cuenta, pensativo, esperando sentir algún indicio de la presencia de la joven. Obviamente, no sintió nada, ya que no estaba ahí, por lo que se fue, en un estado mental peor que cuando había llegado.
Adrienne lo miró confusa.
-¿Qué hizo Joey ahora? –inquirió.
Billie negó.
-Nada malo. La profesora sospecha que es superdotado, nada fuera de lo usual –espetó, irónicamente, sin controlar el volumen de su voz, al ver que su ex esposa quería más información, avanzando al interior de la casa.
Adrienne lo sujetó del brazo, impidiendo su avance.
-No tengo idea qué problemas tienes, pero eso no te da permiso para decirme así las cosas –lo regañó-. Así que te vas a calmar o te vas y llamamos al abogado otro día, porque no quiero lidiar contigo así.
Billie se limitó a asentir, sin voltearse, a la vez que Addie lo soltaba, lentamente.
-Lo siento –farfulló él, cruzado de brazos, arrepentido de haber reaccionado mal, mas sin lograr que su molestia desapareciera-. No estoy en mis días.
-Me di cuenta… La última vez que andabas así de volátil era cuando estabas a punto de entrar a un embarazo psicológico cuando esperaba Jakob –musitó, mirándolo severamente, mas con preocupación-. ¿Problemas con tu noviecita?
Billie apretó los puños.
-No es mi novia –susurró.

-Ah, así que ese es el problema –musitó ella.
Billie sonrió, levemente.
-El problema es que no ha vuelto –admitió, intentando mantenerse en tierra y no concentrarse en la nada que podía llegar a sentir si usaba toda su concentración-, y no sé cuándo lo hará.
Addie sonrió, levemente, comprendiendo.
-Vamos con el abogado y después me cuentas bien qué pasó con la profesora de Joey, ¿ok?
Sin decir nada, él asintió, y se dirigieron al living, donde Denny los esperaba.
Aquel día, el abogado se explayó detalladamente en la repartición de bienes. El cerebro de Billie no tardó mucho en desconectarse y desviarse a temas más triviales y fáciles de procesar.
¿Me duché hoy día? se preguntó, repentinamente, para recordar que la idea original era dejar a los niños, ducharse y luego irse a la casa de Addie. Ok, no, me olvidé… de nuevo.
Fue ahí que se percató que Adrienne lo miraba, como si le hubiera hablado hacía un buen rato y esperara una respuesta. Tardó un poco en comprender que Danny ya se había marchado y que, probablemente, ya se había despedido de él.
-Perdón, no escuché, ¿qué dijiste? –le preguntó a Addie, un tanto avergonzado.
La mujer revoleó los ojos.
-Que si querías almorzar, porque ya son las dos, y después tenemos que ir al colegio…. ¿En qué pensabas tan concentrado?
Él se encogió de hombros.
-Olvidé ducharme, eso es todo –respondió. Addie torció una mueca-. ¿Qué?
-Nada, sólo que estás perdiendo la poca sanidad mental que te queda –musitó ella, poniéndose de pie, en dirección a la cocina-. Vamos, hay pastas de sobra, Brad llamó recién que no viene a almorzar.
-¿Recién?
-Sí, después que el abogado se fue y te despediste. Francamente, Billie, cada vez estás más distraído –farfulló la mujer.
Sin hacer ningún comentario al respecto, Billie la siguió a la cocina, donde ambos se sirvieron y almorzaron, conversando cualquier tema ligero que se le ocurriera a Adrienne para distraerlo.
-Vuelvo enseguida –dijo ella, repentinamente, casi al final del almuerzo.
-¿Náuseas? –preguntó él, notando el tono verdoso de su piel.
Ella sólo asintió, corriendo en dirección al baño, dejándolo solo. Sin embargo, no alcanzó a sumirse en ningún estado de “meditación”, ya que un repentino ardor comenzó en su brazo derecho, más específicamente en el tatuaje que decía “Adrienne”. Extrañado, e ignorando el dolor lo más posible, se lo miró: Estaba ardiendo al rojo vivo. No pasó ni medio minuto y la última “e” ya no estaba, dejando ese pedazo de la piel de Billie como nueva.
-Qué mierda –susurró, tocándose con la mano izquierda. Se sorprendió más al notar que ese pedazo de piel estaba a la misma temperatura que el resto de su brazo. Si no fuera por el hecho de que la “e” no volvía, el mismo Billie habría dudado de lo que acababa de acontecer.
-Maldito segundo mes, espero que de aquí al próximo mejore –comentaba Adrienne, volviendo a la cocina, para encontrar a Billie observándose el brazo atentamente-. ¿Y a ti qué te pasó ahora?
Él negó, no muy seguro de cómo abordar el tema, si es que llegaba a abordarlo.
-Me preguntaba si me dejaba los tatuajes o no –respondió al fin-. ¿Qué opinas?
Ella sonrió, encogiéndose de hombros.
-Yo me dejaré los míos, porque fuiste una parte importante de mi vida –contestó-. Me da igual si te los dejas o no, es tu elección, no te sientas obligado a nada.
Él asintió.
-Gracias, supongo –murmuró, arreglándose la camisa para que le cubriera el brazo completamente-. Bueno, ¿vamos?
-Billie, les quedan como tres cuartos de hora de clases.
Él se encogió de hombros.
-Tengo que llenar el tanque del auto, ¿sabes?
Addie suspiró.
-Ok, vamos. Pero si vomito tu BMW, no es mi culpa.
Billie rió y se dirigió a la salida, aún preocupado por lo del tatuaje.

Mientras, en el colegio, Joey se debatía seriamente entre escapar de la biblioteca o golpear a un sujeto mayor que él: Una chica de unos catorce años había reconocido el parecido entre él y su padre, y había comenzado a gritar qué tan fanática era, y cuánto amaba al guitarrista. En la misma mesa, había un sujeto que lucía un poco menor, pero más aterrorizante, el cual había comenzado a despotricar al grupo. Al final se decidió por simplemente sonreír, irónicamente, y devolverse a la mesa de la biblioteca en la que se encontraba su curso, haciendo encuestas.
-¿Algún problema con los mayores, Joseph? –le preguntó la profesora, preocupada.
-No, nada. ¿En serio no podemos inventar los resultados?
La mujer lo analizó con la mirada. Joey se sintió, momentáneamente, vulnerable.
-No, lo siento. Ya hiciste bastante, dile a tus compañeros de grupo que lo hagan.
Eso era lo que quería oír. Asintiendo, se volvió a donde Mark y Samanta, sus dos mejores amigos, lo esperaban, junto a Charlie, otro amigo, quien no sabía nada de su padre, al contrario de los otros dos.
-Y les toca –fue lo único que dijo, pasándole el cuaderno con las preguntas a Mark, un niño de su edad, bajito y con el claro cabello castaño rizado.
-Yo ya hice parte de esto, le toca a Charlie –masculló, cruzado de brazos, señalando al niño pálido, pecoso y de cabello castaño que había a su lado.
Charlie lo miró molesto.
-¿Y por qué no Sam?
-Porque ella inventó todas las preguntas, dejémosla descansar –explicó Joey, con una pequeña sonrisa, la cual se acentuó al ver cómo su amiga, cuyo largo cabello castaño estaba tomado en un moño, se sonrosaba levemente.
-Está bien, puedo acompañarlo –dijo, acentuando la última palabra, para que comprendiera que él igual debería hacerlo.
-De acuerdo –accedió Charlie, un tanto menos molesto.
Ambos se fueron, dejando a Mark y a Joey a solas. Aliviado, Joey se dejó caer en una de las sillas.
-¿Te reconocieron? –Joey asintió.- Aún no entiendo cómo lo hacen.
Joey señaló con la cabeza a la niña que había gritado.
-Es una fanática maníaca, no me sorprendería si sabe donde vivo –murmuró-. Y eso que ellos no sacan disco hace como cuatro años, cuando al fin lo hagan será terrible.
El niño solía referirse a su padre, Mike y Tré como “ellos” ante Mark y Samanta, más que nada para evitar que alguien escuchara. No le gustaba divulgar el hecho de que su padre era famoso internacionalmente.
Se quedaron conversando de cualquier cosa hasta diez minutos antes del toque de timbre, momento en el que volvieron a su sala. Guardaron sus cosas y, apenas el timbre sonó, salieron, listos para disfrutar el fin de semana…
No obstante, Joey no fue uno de ellos. La profesora le había indicado, camino a la sala, que debía hablar con sus padres. Debido a ello, tenía que dejar sus cosas en la sala e ir a buscar a Jake, para luego encontrar a sus padres y llevarlos donde la profesora. Molesto, el niño se despidió de sus amigos e inició el trayecto a la entrada del colegio, que era donde estaban tanto sus padres como su hermano, quien ya había salido de clases.
-Hola, Joey –lo saludó Billie, con una sonrisa-. ¿Cómo estuvo el día?
El niño hizo una mueca.
-Thank god is Friday –citó, encogiéndose de hombros, causando que Billie y Addie rieran, levemente-. La profe los quiere en la sala de clases.
Ambos adultos asintieron. A Joey no se le escapó que Addie miraba al hombre con preocupación, pero, como de costumbre en esos casos, prefirió fingir no haber notado nada y caminar junto a su hermano.
No tardaron nada en llegar a la sala, donde la maestra ya los esperaba, sentada en su escritorio. Se paró y se acercó a ellos, a saludar. Tras decirles a los niños que se quedaran en la sala, la señorita Evans los llevó a su oficina.
-Me gustaría hacerle a la señora Armstrong unas preguntas en privado primero –dijo la profesora, antes de entrar.
-Claro, yo espero por acá –musitó Billie, señalando la pared en la que se veían varias fotos de los equipos deportivos, bandas del colegio y demás actividades extra programáticas. Sonrió, tristemente, al ver que su hijo no estaba en ninguna de las actividades para los niños menores.
-¿Señor Armstrong? –lo llamó la profesora, repentinamente. Él se volteó- Ahora puede pasar.
El hombre obedeció e ingresó a la pequeña oficina, en la cual Adrienne seguía sentada. Se sentó a su lado y esperó a que la profesora se sentara frente a ellos, intentando no distraerse en sus pensamientos nuevamente.
-Ambos saben sobre nuestras “sospechas” de la inteligencia de Joseph, y el próximo año se van a comenzar algunas actividades especiales en el colegio para estimular esto, ¿ok? –Billie y Addie asintieron.- Ahora, lo otro de lo que quería hablarles… Ambos me informaron que estaban en proceso de divorcio, así que iba a actualizar los datos que almacenamos de los padres… Pero me di cuenta que su registro está prácticamente vacío. Así que me gustaría saber en qué trabajan, porque su hijo se las ha arreglado para no decírmelo.
Tanto Billie como Adrienne intercambiaron una mirada de ansiedad, tras lo que Billie volvió a fijar su vista hacia la de la profesora, suspirando.
-Soy músico –respondió al fin-. ¿Le suena Green Day?
La profesora abrió mucho los ojos.
-No me puede estar hablando en serio –murmuró, mirándolo de pies a cabeza. El hombre alzó una ceja-. Vi a Green Day en el Bridge School Benefit el ‘99, usted no se parece en nada a ninguno de los tres.
Addie rió, levemente, causando que Billie la mirara molesto.
-No eran mis mejores días –murmuró, en referencia a cuanto peso había perdido desde entonces-. Y creo que tenía otro color de pelo, ¿no?
-Sí, parece que lo tenías rubio –comentó Addie, haciendo memoria-. Y más corto, ya que estamos.
Billie asintió.
-En fin, el vocalista soy yo y Joey prefiere no divulgarlo –se explicó.
La profesora lo miró, aún extrañada.
-Pero si de verdad no se parece en nada –murmuró-. En fin, respecto al divorcio, ¿cómo va?
Ésta vez, fue Addie quien suspiró, probablemente recordando lo distraído que había estado su (pronto) ex esposo.
-Los niños se lo están tomando bastante bien, supongo que en un comienzo estaban tristes, como es lo normal.
-Exacto –concordó Billie, sin saber qué decir.
-Oh, ya veo –musitó la profesora-. Bueno, creo que ustedes eran los únicos padres del curso que no se habían separado aún, ¿saben?
Billie rió.
-Nos abdujeron al club entonces… En fin, ¿es eso todo? Porque creo que Joey y Jake están aburridos.
La señorita Evans sonrió.
-Sí, eso es todo. Gracias por explicarme bien la situación de su familia, ya que estaba comenzando a sospechar que eran mafiosos o algo así.
Billie y Addie rieron.
-En todo caso, preferimos que no comente nada –murmuró Billie, ante lo que ella asintió, al mismo tiempo que se ponían de pie y se dirigían a la salida de la oficina.
-Bueno, hasta luego –se despidió Adrienne.
-Adiós –fue lo único que Billie dijo, en dirección a la sala, donde sus hijos los esperaban, impacientes.
Tras salir del edificio, se despidieron de Adrienne y se subieron al auto, para devolverse al departamento, no sin antes tomar un innecesario desvío para pasar frente al edificio de Amy y, una vez más, no sentir absolutamente nada.

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