Rest One of these days Simple Twist of Fate I'm not tere Suffocate Rotting Suffocate? Dearly beloved Hold On Wake me up when September ends Good Riddance (Ridding of you) Cigarettes and Valentines
Prólogo

sábado, mayo 07, 2011

Simple Twist of Fate - Chapter fifty-four: We must try.


-Es un placer poder encontrarnos al fin –los saludaba Jim, acercándose a ellos-. ¡Tenemos tanto de qué hablar!
Billie y Jenny seguían intentando recuperarse de la sorpresa. La pelirroja fue la primera en lograrlo, o al menos lo suficiente como para mirar a Morrison a la cara.
-N… ¿No vas a revisar que no traigamos micrófonos? –fue lo único que logró decir, mientras veía, por el rabillo de su ojo, como Pam sonreía tristemente.
-No, porque aquí no funcionan –respondió Jim-. El trato que hice con ellos convierte a Australia en el único lugar donde no pueden poner ni un pie, ni una cámara, ni un micrófono. En especial porque la señal no llega. Con Pam lo probamos: No se pueden rastrear nuestras llamadas ni nada desde el exterior.
Jennifer asintió, aún aturdida.
-En ese caso… Un gusto conocerlos –susurró, aún incapaz de decir nada coherente.
Sin saber muy bien qué hacer, saludó a Pam con un beso en la mejilla, tras lo que saludó a Jim, aún sorprendida de tenerlo vivo frente a ella. Con eso, Billie logró salir de su propio aturdimiento y saludó a la mujer con un beso en la mejilla y a Jim con un apretón de manos.
-Tomen asiento, siéntanse cómodos –les dijo Jim-. Eh… Cariño, ¿podrías traer algo para picar y beber?
-Por supuesto –contestó la mujer, con una sonrisa-. Vamos, los sofás no los comerán…
Nerviosamente, Billie y Jenny se dejaron caer en uno de los sofás que había en el living. Jim sonrió y se sentó frente a ellos en otro sofá, dejando la mesita de centro como distancia entre ellos.
-Se ven peor que yo al saber que podía fingir mi muerte y quedarme con Pam, ¿saben? Y esa cara es difícil de igualar –comentó el hombre.
-Lo siento, pero llevo toda mi vida creyendo que estabas muerto –murmuró Billie Joe, hablando por primera vez en todo ese rato, mirando a Jim como si fuera a desvanecerse en cualquier momento.
-Te comprendo –dijo Jim, honestamente-. Pero tendrás que dejar tu sorpresa de lado si quieren que los ayude…
-O sea que realmente planeas ayudarnos –lo interrumpió Jenny-. ¿No es un plan de ese psicópata que nos sigue?
-Ese psicópata se llama Hal y no, no es un plan de él. De hecho, la idea de él es matar a uno de ustedes –miró a Billie-, preferentemente a ti. Yo soy el único al que él y su padre han dejado vivo.
Billie asintió, con un retorcijón en su estómago. Lo querían a él. El hecho de que fuera considerado el mejor compositor del mundo actual le daba sentido a ello, pero no lo suficiente como para “calmarlo”.
-¿A qué te refieres con “él y su padre”? –preguntó Jenny, cabizbaja, sin atreverse a mirar a Morrison por mucho rato.
Jim rió, brevemente.
-Bueno, a mí no me “mató” Hal, sino que su padre, Jules –explicó él-. Cuando estaba muy viejo como para seguir él, le enseñó todo a su hijo.
-Así que va de generación en generación, ¿no? –murmuró Billie, preocupado por la siguiente generación de músicos.
-Sí, se supone. Pero Hal no ha tenido hijos; no puede amar, ni sentir, ni nada, por lo que no comprende lo complejo de una relación como la que ustedes dos tienen. Gasté varios meses de mi tiempo intentando explicarle el porqué no podían estar juntos –masculló Jim-. En fin, tengo muchas cosas que contarles, pero esperemos a que Pam vuelva con las bebidas, algo me dice que las necesitan.
Ambos asintieron.
Un par de minutos después, la mujer volvía con una bandeja llena de cosas para picar y cuatro vasos con algún licor, licor cuyo nombre no le importaba ni al guitarrista ni a la escritora, quienes tomaron un vaso cada uno y bebieron un largo sorbo de él.
-Calma, queremos que salgan lo suficientemente sobrios como para que lleguen al hotel esta noche –dijo Jim, con algo de risa-. Ya, ¿listos para escuchar lo que tienen que saber?
Ansiosos, volvieron a asentir, por enésima vez aquel día.
-Hal tiene cámaras en, básicamente, todos los lugares que frecuentan. Pero, si deciden vender el departamento…
-¿Qué? –inquirieron Billie y Jenny, sorprendidos. No podían vender el departamento. Les traía demasiados recuerdos a ambos. Todos los buenos momentos que habían vivido juntos, desde sus primeros almuerzos hasta la primera vez que habían tenido relaciones… Eran demasiadas cosas, demasiadas experiencias que no podían botar así como así.
-No, no, no lo venderán de verdad. Díganles a todos que lo van a vender y júntense a ordenarlo, para que parezca real, y después dejen de ir por un tiempo. De ese modo, Hal quitará las cámaras y micrófonos de ahí –explicó.
Jenny sonrió, irónicamente.
-¿Cómo sabremos cuando no hayan ni micrófonos ni cámaras? –preguntó, explicándose.
-Fácil: Yo se los haré saber –dijo, con tono de obviedad-. Otra cosa: Las cámaras de sus ropas salen con el agua. Hal se las pone en la tintorería a la que mandan a lavar todo. Mi consejo es que vayan a esas tintorerías donde ustedes mismos lavan las cosas.
Billie le dedicó una mirada cómplice a Jenny, recordando el lejano día en que ella le había dado un plan para recuperar la, entonces, perdida amistad con Mike y Tré. Los pensamientos de la pelirroja parecían ir en la misma dirección, ya que también se sonrió.
-Ahora, se preguntarán cómo y cuándo planea matar a alguno de ustedes de una buena vez, ¿no? –prosiguió Jim- No sé cuándo, pero sé que su plan es darles una droga indetectable que les induciría a un infarto o algo así. También sé que perfecciona una droga que es capaz de disminuir el ritmo cardíaco casi por completo, creo que la guarda para torturas o algo así, no lo sé…
Jenny casi da vuelta el vaso que tenía en su mano. ¿Drogas indetectables? ¿Torturas?
-Éste sujeto es imposible de vencer –susurró, dejando el vaso en la mesa. Billie notó cuanto le temblaban las manos, por lo que se las tomó-. Tiene drogas, tiene cámaras, nos conoce más que nosotros mismos… No podemos ir a la policía porque tiene gente en cárceles, así que podría escapar o nos matará a los dos en lugar de sólo a uno y…
-Calma. No todo está perdido –la interrumpió Jim-. Tienen algo que ninguno de los anteriores tenía: Mi ayuda. He estado con él el suficiente tiempo como para saber que aún les queda una salida…
-¿Cuál? –preguntó ella, ansiosamente.
Él sonrió levemente y se puso de pié, intentando buscar una forma no tan brusca para decir lo que seguía:
-¿Cómo crees que seguimos con vida?
Billie logró atar los cabos sueltos.
-¿Hiciste un trato para que los dejara vivos a cambio de unirse? –inquirió, sorprendido de que alguien fuera capaz de unirse a esos asesinos con tal de seguir con vida.
-No exactamente… –murmuró Jim, mirando a Pamela.
Fue el turno de Jenny de hacer sinapsis.
-¿Para salvarla o para estar con ella sin problemas? –preguntó.
Pam suspiró.
-Jim y yo nos amábamos, pero el hecho de que estuvieran a punto de matarlo y que era parte del único grupo que lograba sobrevivir a la invasión británica nos mantenían alejados –comenzó a explicar-. Y luego estaba el hecho de que Jules comenzó a amenazarme a mí también. Jim decidió hablar con ellos e hizo un trato. Fingió su muerte y, durante tres años, yo lo di por muerto. Recién ahí pudo volver a verme… Me pidió que siguiera con mi vida, pero…
Pese a que no terminó la oración, tanto Billie como Jenny comprendieron perfectamente lo que Pam quiso decir: Lo amaba demasiado para dejarlo ir.
-De los cuatro primeros, fui el último en desaparecer –susurró Jim, ahora con la voz cargada de melancolía-. El primero sigue siendo ignorado por todos, pero para Jules fue el decisivo. ¿Nunca se preguntaron quién fue la primera víctima?
-Yo votaba por Jones –murmuró Billie.
-¿Acaso alguien más murió antes que él a los veintisiete? –inquirió Jenny.
Jim negó.
-Brian Jones fue el primero en morir… Pero él sólo le sirvió de inspiración a Jules. La primera víctima fue Alan Wilson. Murió a los veintisiete el tres de septiembre…
Jenny abrió mucho los ojos.
-Tres del nueve –susurró.
Morrison sonrió, asintiendo.
-¿Qué me perdí? –inquirió Billie, extrañado.
-Número Nueve… -musitó ella, recordando las últimas palabras de Chapman- Tres por nueve…
-Veintisiete –susurró el guitarrista, comprendiendo lo que la mujer quería decir-. ¿Así que por él sacó el patrón de a qué edad matar?
-Correcto –musitó Jim-. Claro que a Hal no le gustó esa muerte. La encuentra totalmente innecesaria, por lo que suele no mencionarla en sus amenazas –volvió a sentarse-. En fin, el punto es que él sigue los pasos de su padre y que pueden escapar de la muerte si hacen un trato…
-Nunca haría un trato con ese bastardo –dijeron los nombrados a la vez, decididos. Preferían morir antes de terminar como sirviente de Hal…
Pero no volver a verse nunca más…
Billie volvió a sentir ese retorcijón en el estómago, similar a las náuseas. No se imaginaba una existencia sin poder ver a Jenny…
Y ahí fue cuando se dio cuenta...
El amor que sentía por Addie no era ni una décima parte del sentimiento que tenía hacia la pelirroja. El amor que sentía por Addie era tan pequeño en comparación… No se sentía capaz de morir por Addie, pero sí por Jenny…
-Debe haber una forma –susurró, intentando despejar sus pensamientos. No podía permitirse “perderse” en sus pensamientos, no aún.
-De hecho, creo que la hay –dijo Jim, con una sonrisa en su rostro. Al parecer, esa no era más que la introducción-. Sé que Hal tiene archivos de TODO y TODOS. Yo no puedo revisarlos, porque, aunque encuentre algo, no puedo hacer nada. No puedo avisarle a nadie, porque nadie me creería… Digo… Supuestamente estoy muerto. Y no les podría avisar a ustedes, porque sería demasiada información a transmitir…
-¿Cómo llegamos a esos archivos? –lo cortó Jenny, impaciente. La ansiedad era mucha.
-Yo se los dejaría en el departamento cuando no hubieran más cámaras y ahí ustedes podrían buscar toda la información que pudiera servir contra Hal en un juicio y…
-¿No basta con mostrarle a un Juez que hay alguien con información de mucha gente? –preguntó Billie, con tono de obviedad.
-Si no estuviera encriptada, claro que sí –susurró Jim, con una irónica sonrisa-. Todo está o en acertijos o en anagramas…
Jenny maldijo por lo bajo.
-Tenemos que intentarlo –susurró Billie, mirando con sus ojos verdes a los azules de la mujer-. Debemos intentarlo.
Porque si no, seré yo quien haga el trato, Jenny... Y por ti.

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