El camino de vuelta al hotel lo hicieron en silencio. Ambos tenían demasiadas cosas en las que pensar. Realmente había una posibilidad para salvarse... pero era casi imposible...
-Lo lograremos –murmuró Billie, rompiendo el silencio, ya estacionando el vehículo en el subterráneo-. Viviremos...
Miró a la pelirroja a los ojos, quien le devolvió la mirada, sin ocultar su desesperanza. Él suspiró y acercó su mano derecha al rostro de ella, para acariciárselo.
-Te amo, y no dejaré que nada te pase –susurró él, con un tono honesto de voz.
-No es de mí de quien me preocupo –musitó ella, poniendo su mano sobre la mano del hombre-. No quiero que te pase nada...
-Y nada me pasará. Estaremos bien –le aseguró-. Sólo tenemos que hacer todo lo que Jim nos dijo que hiciéramos.
Ella suspiró.
-Espero que tengas razón.
Billie sonrió, tristemente, tras lo que acortó la distancia y la besó, dulcemente.
Le dio otro beso, después del cual ambos se bajaron del vehículo. Debían volver a la suite para luego dirigirse a sus respectivas obligaciones.
-¿Dormirás en tu suite o en la nuestra? –le preguntaba Billie, ya bajándose del ascensor en el piso de ambas suites.
Ella fingió pensárselo.
-¿Puedo dormir contigo? –susurró.
Billie sonrió.
-Eso no se pregunta –murmuró él-. ¿Llegas tú primero o yo?
Jenny negó.
-No tengo idea. ¿Nos encontramos en tu cuarto? –respondió y preguntó.
-Sí, será lo mejor –musitó él, pensativo-. Bueno, suerte en tu conferencia de prensa.
-Y suerte en tu entrevista.
Se dieron un largo beso y luego cada uno se dirigió a su suite.
Jenny volvió al hotel a eso de las once de la noche. La conferencia se había alargado bastante. Se preguntaba cuánto les faltaría a los chicos para llegar, ya que encontró la suite de ellos totalmente a oscuras. Suspirando, se dirigió al cuarto del guitarrista…
Se sorprendió al no sólo encontrarlo vacío, sino que lleno de velas. Anonadada, se dirigió a la cama, en cuyo borde se sentó.
-¿Billie? –preguntó ella, intentando que la voz le saliera firme. La emoción era mucha.
-Cierra los ojos –pidió la voz del guitarrista, desde el baño.
-De acuerdo –accedió ella.
Cerró los ojos y esperó a que algún sonido delatara la presencia de Billie.
Sin embargo, o él era muy silencioso, o ella era muy sorda, porque, sin haber sentido cómo llegaba antes, sintió un par de labios apegados a los suyos, labios que reconocería en cualquier parte. Le devolvió el beso, intensamente, tras lo que él se separó un poco de ella.
-Ahora los puedes abrir –susurró.
La pelirroja obedeció. Sonrió al notar que el guitarrista no sólo andaba con la ropa de siempre, sino que también andaba con al capa y la corona de sus conciertos.
-¿Cómo…? –comenzó ella.
-Brian me dijo que tenías una cara bastante pervertida cuando tocamos King for a day –se explicó, divertido-. Me debes una fantasía a cambio, ¿ok?
Ella sólo sonrió, tras lo que lo besó. También sonriendo, Billie comenzó a recostarla sobre la cama, poniéndose sobre ella rápidamente, ampliando su sonrisa al sentir como la pelirroja se deshacía de su camisa casi al instante.
-No entiendo que le ves a esta capa –comentó él, con algo de risa, sacándole la polera.
-Yo no entiendo que le veías a mi uni… Mierda… –Billie había comenzado a acariciarle los pechos.- Bueno, tú entiendes…
Él sonrió maliciosamente, tirando el sostén lejos, mientras ella le desabrochaba el jean.
-Te queda demasiado b… ¡Santa mierda! –A modo de venganza, Jenny había deslizado su mano al interior del pantalón.- Ok, ok, es malo excitarme con un uniforme, para de hacer esto…
Sonriendo maliciosamente, ella retiró su mano, para bajarle los pantalones, a la vez que él le besaba el cuello, para luego quitarle las bragas.
-Te amo –susurró ella, cuando él mismo se quitaba los boxers.
-Yo a ti –susurró él, acomodándose.
Todos saben lo que ocurre después. Lo importante es que terminaron varias horas más tarde, agotados. Se dieron un último beso y cayeron dormidos, envueltos en la capa, dejando la corona tirada lejos entre las velas.
-Billie, Jenny, Rob viene para acá.
Fueron esas palabras pronunciadas por Mike lo que los despertó. Se extrañaron al notar que el sol ya estaba bien alto, pero no les importó mayormente: Tenían, a lo más, cinco minutos para vestirse, ordenar todo y fingir que Jenny acababa de llegar a la suite. Se salieron de la cama de un salto, tras lo que comenzaron a buscar sus ropas. Se vistieron, se “peinaron” y salieron al cuarto principal de la suite, donde se sentaron y comenzaron una improvisada conversación con los demás.
-Buenos días, chicos y Jenny –saludaba Rob, entrando a la suite.
-Hola, Rob –saludaron todos al unísono.
El hombre se dirigió al único sofá disponible y se sentó.
-Bien… Hablé con Paul ayer, y los dos estábamos de acuerdo en que ya han pasado demasiado tiempo sin sus familias, por lo que hoy día mismo partimos a Oakland –explicó el productor.
Tanto Billie como Jenny empalidecieron, rápidamente. Volver a Oakland significaba ver a sus familias… Y ver a sus familias significaba que no podrían estar juntos.
-Wow, eso es genial –farfulló Jenny, para disimular ante Rob-. Volvemos a casa…
-Sí, me imagino que ya extrañas a Jack y Jess –comentó el productor-. ¿Qué opinan ustedes, chicos?
-Ya era hora, le debo una disculpa a Ramona –murmuró Tré. Todos lo miraron extrañados-. Le prometí que, si me casaba con Brian, ella iba a tirar las flores. Y… bueno, me casé y la prensa lo sabe.
Mike negó con la cabeza.
-Es por eso que no puedes ir a Las Vegas con tus novios, Tré –murmuró, haciendo que los demás rieran, casi auténticamente en el caso de Billie y Jenny-. Bueno, podré ver si el nuevo novio de Estelle vale la pena o no.
-Addie estará contenta –musitó Billie, mirando a Jenny de reojo.
¿Con qué cara la miraré ahora? se preguntó.
Y, al igual que cada vez que se preguntaba eso, llegó a la conclusión de que la respuesta no existía.-
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