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Prólogo

domingo, mayo 01, 2011

One of these days: Chapter twenty-two: Is there anybody at home?


El viernes amaneció tan frío como el día anterior. La lluvia no había aminorado en lo más mínimo, incluso podía decirse que llovía más fuerte que el día anterior. Pero a Jenny no le importaba. Después de todo, estaba durmiendo profundamente. Y al dormir, a uno no le interesa lo que sucede en la realidad, ¿no?
Y, nuevamente, sus sueños eran los supuestos recuerdos de su vida anterior. Esta vez, además de ver a sus padres, veía a un niño de unos siete años... Debía ser su hermano. ¿O algún vecino o pariente lejano? No había forma de saberlo; nadie explicaba lo que ocurría en un sueño.
Cuando logró salir de aquel irreal y maravilloso mundo, mundo al que estaba encadenada mientras dormía, ya eran las diez de la mañana. Ya a esa hora, se escuchaba el ruido de la aspiradora en la pieza contigua Su madre ya estaba despierta. Jenny, aún con sueño, fue al baño a ducharse.
-Buenos días, Jenny –la saludó su madre (quien ahora pasaba la aspiradora por el living), al verla bajando la escalera. .
-Hola, mamá –saludó, evitando demostrar que temía un ataque de bipolaridad de parte de su madre-. ¿Cómo estás?
-Bien, igual que siempre –respondió la mujer, inexpresivamente-. He notado que estás en casa muy poco tiempo a lo largo del día. ¿Algo que quieras contarme?
-¿Cómo qué? –inquirió Jenny, haciéndose la desentendida.
-No sé, algún nuevo amigo o amiga... O algún novio, sería interesante que tuvieras uno –se explicó Diana, despreocupadamente.
Jenny tragó saliva.
-Nope, nadie. Sólo sigo con lo del libro –mintió Jenny. Bueno, en parte era verdad.
Tanto ella como Billie Joe, estaban cien por ciento seguros de que no era buena idea que su amistad se diera a conocer. John era capaz de encerrar a Jenny el resto de sus días... Y ni hablar de lo que le haría a Billie.
-¿También los fines de semana? –El tono de Diana era suspicaz.
-Es que me inspiro más en el parque. Además, me junto con mis amigos de la escuela –se excusó.
Diana alzó una ceja.
-¿A dónde vas a esta hora? Es viernes, pero ya son las once, es muy tarde para el editor.
-A lo de Ally –inventó-. Bueno, me voy o ella va a matarme. Adiós.
Sin esperar respuesta de la mayor, salió corriendo de la casa, sin importarle le lluvia que seguía cayendo, ahora empapándola.
-¿Tú no conoces los paraguas? –preguntó Billie, irónicamente, al abrirle la puerta del departamento y verla mojada por completo- Son prácticos, un excelente invento.
-Salí un tanto apurada hoy –Billie la miró, inquisidoramente.- Mi madre recordó que existo y me preguntó por amigos nuevos o novios. No creo que se haya tragado lo que le inventé.
Billie hizo una mueca y la dejó pasar a su departamento. Fueron al living, cuya mesa de centro estaba  llena de cuadernos viejos, agendas y papeles arrugados, desgastados y doblados.
-¿Qué es esto? –inquirió Jenny.
-Mi adolescencia –respondió Billie Joe, lanzándole un cuaderno a la adolescente-. En algún lado debe haber un número de Jenny o algún familiar.
Jenny alzó una ceja al ver la cantidad de cosas esparcidas sobre la mesa.
-¿Tú no conoces los basureros? –preguntó ella, haciendo que Billie sonriera- Ahí botas las cosas viejas.
-Ayúdame a buscar y verás el porqué no puedo botarlas.
Jenny accedió y, tras sentarse en un sofá, comenzó a revisar uno de los cuadernos.
En la parte donde iba el nombre de Billie, había una acotación, hecha con otra letra. Decía “It’s a guy, I swear it”, seguida de un “Fuck you, Mike”, con la letra del guitarrista. Luego, comenzaba la materia de lenguaje, la cual quedaba camuflada entre los dibujos en los márgenes, las canciones, las conversaciones con Mike y, ocasionalmente, con John. Había notas de guitarra y más canciones, desde The Beatles hasta The Ramones, pasando por The Clash, The Rolling Stones y más.
-¿Tú escuchando “Just like a woman”? –Jenny sonaba sorprendida.- No te imagino.
-She takes, just like a woman. Yes, she does. She makes love, just like a woman. Yes, she does. And she aches, just like a woman. But she breaks just like a little girl –cantó él, sonriendo y mirando disimuladamente a Jenny, ya que, supuestamente, seguía buscando en su cuaderno de historia-. Todo músico debe escuchar a Bobby, ¿no?
Jenny sonrió.
-Por mi culpa, un amigo le dice God Dylan (en broma) –confesó Jennifer, riendo.
Terminó con ese cuaderno y continuó con otro, ahora de matemáticas. Esta vez, la acotación de Mike decía “Dude, called like a lady”, mientras que la respuesta era “Mother fucker asshole, stop with that shit!”.
Pero lo interesante no era eso, sino lo que había en la segunda hoja: Una conversación en la que ambos se quejaban de que el profesor los iba a cambiar de puesto. “Who’s Lovett?” preguntaba Billie. Mike le había contestado con un “The red-haired one”. Luego, no había conversación, sólo un trozo de only of you, el que decía “The first time I caught a glimpse of you, then my thoughts were only of you”.
-¿La conociste sentándote con ella en matemáticas? –Preguntó la pelirroja, extrañada.
-Sí. Más adelante ella empieza a apropiarse de mi cuaderno.
Y así era. Pocas hojas después, decía “Now there’s a look in your eyes, like black coals in the night”, con la letra de Billie, y, abajo, en una letra idéntica a la suya propia (quizás un poco más ordenada) decía “It’s ‘like black holes in the sky’”. Luego se iniciaba una conversación.
Y esa conversación llevaba a otra... Y a otra... Y ahora en los márgenes habían canciones desconocidas para la adolescente, las cuales hablaban de una de una chica que escribía historias en matemáticas, historias que no le dejaba ver; y otra que hablaba de una chica que no dejaba de corregirle los cuadernos. Jenny sonrió.
Pasaron lo que quedaba de la mañana buscando algún número, alguna dirección. Al final, Billie encontró el número de Jenny y Jenny el de los tíos.
El encontrado por Billie Joe no funcionaba, eso era obvio, ya que él había intentado llamarla ahí antes. Pero nunca había encontrado el de los tíos en Oregon (el cual su novia le dio cuando iba a pasar ahí un fin de semana).
-¿Ahora qué? –inquirió la Jenny actual.
Billie tomó el teléfono.
-¿Hay alguien en casa? -preguntó, mientras marcaba el número.
Y el aparato comenzó a llamar.
-El número que usted marca no existe. Agradecemos verificar su información –dijo la grabación de una voz femenina por el auricular.
Billie maldijo y colgó. Jenny lo rodeó con un brazo.
-Ya la encontraremos –musitó ella.
Billie asintió, mientras, sin darse cuenta, le tomaba la mano.
-Eso espero –murmuró.

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