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Prólogo

domingo, mayo 01, 2011

One of these days - Chapter twenty-one: I didn't know you but I think I loved you.


El viaje de vuelta al apartamento de Billie Joe transcurrió en silencio. Lo único que se escuchaba era el repiqueteo de las gotas de lluvia contra el techo del viejo auto. Jenny parecía estar demasiado confusa como para mirar a Billie Joe a los ojos, mientras que él estaba demasiado... avergonzado. ¿Cómo se le ocurría besarla? No había estado nada mal, debía admitirlo, pero no sentía nada por ella. ¿Qué pasaría si ella comenzaba a hacerse falsas ilusiones con él?
-¿Billie? –susurró ella, rompiendo el silencio. Él hizo algo similar a un gruñido, para demostrar que prestaba atención- ¿Estamos bien?
Él sonrió al percatarse de que ella tenía las mismas preocupaciones que él en la cabeza.
-Por supuesto que sí –contestó él. A continuación, le revolvió el mojado cabello con una mano-. Creo que debemos secarnos un poco, ¿no?
-Opino lo mismo que tú.
Tras haber aclarado eso, el ambiente recuperó la calidez habitual entre ellos, pese a que el silencio perduró un poco más. Billie seguía un tanto incómodo.
-¿Tienes frío? –preguntó al notar que la pelirroja estaba tiritando. Ella sólo asintió, con poco entusiasmo- Falta poco para llegar. Te pasaré una toalla y ropa, te secarás y te cambiarás y comeremos ramen, ¿ok?
-¿A qué se debe el ramen? –inquirió. El ramen lo reservaban sólo para ocasiones especiales.
-Hace mucho frío y estamos empapados. Merecemos un gusto, ¿no?
Llegaron a la calle. Billie estacionó el auto, apagó el motor y bajaron. Más que caminar, corrieron los pocos metros que los separaban de la entrada. Ambos tiritaban tanto que, apenas llegaron, Billie prendió la estufa del apartamento.
El guitarrista puso a hervir el agua y preparó las dos porciones, mientras que Jenny comenzaba a secarse en el baño. Tuvo que ponerse ropa de Billie Joe, la cual, extrañamente, le quedaba buena. Un poco grande, pero no mucho. Se arregló el cabello y volvió a la cocina, donde Billie la esperaba, ya seco y cambiado.
-Billie, ¿entiendes que si soy la reencarnación de Jennifer Lovett es porque ella está muerta, cierto?
Él sonrió, amargamente,
-Por supuesto –respondió, tras tragar los fideos que se había echado a la boca-. Pero he de admitir que son exactamente iguales.
Jenny lo miró.
-¿Cómo era ella?
Él sonrió, ahora nostálgico. No eran pocos los recuerdos de ella, así que no tuvo ningún problema en describirla.
-La única diferencia contigo, físicamente, es que ella tenía el cabello más liso, y lo odiaba. Psicológicamente, ella era un poco más aprensiva, pero no tanto. Al igual que tú, siempre estaba ahí para ayudar. También escribía, pero nunca me dejó leer más de tres líneas seguidas. Esa era mi Jenny...
Sus ojos verdes brillaban, y mucho. Ella sonrió al notarlo.
-¿Qué le pasó? ¿Por qué terminaron?
Él negó con la cabeza.
-Un día ella llegó y me dijo que todo terminaba. No volví a saber nada de ella, fue como si se la tragara la tierra. ¿Alguna otra pregunta?
-¿La amabas? –preguntó, tras pensarlo unos momentos.
-Más de lo que jamás había amado. Claro que después conocí a Addie, aunque... ¿Quién sabe cómo habrían sido las cosas si no hubiese acabado? –rió, levemente- Técnicamente, es como si te hubiera amado a ti y ahora volvemos a ser amigos.
Cambiaron el tema y continuaron su almuerzo. Como de costumbre, Jenny se quedó ahí hasta poco después del anochecer.
-Tengo algo que proponerte –dijo ella, desde el baño, mientras volvía a ponerse su ropa, ahora seca.
-¿Qué cosa? –inquirió él, con curiosidad.
Jenny abrió la puerta y salió, completamente vestida.
-¿Qué te parece que averigüemos lo que le pasó a Jennifer Lovett?

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