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Prólogo

domingo, mayo 01, 2011

One of these days - Chapter twenty-seven: I don't care if he does mind.


Jennifer y Billie se encontraban recostados en la cama del segundo, mirando en cualquier dirección, ignorando por completo el prendido televisor. Tenían muchas cosas en las cuales pensar como para preocuparse del televisor.
-Me pregunto que hará tu padre cuando se dé cuenta que no estás –musitó Billie Joe, repentinamente.
Jenny sonrió, amargamente. De todas las preguntas que tenía en la cabeza, esa había sido la primera que había logrado responder.
-Ya debe haberse dado cuenta. Si no lo ha hecho aún, lo hará en cualquier momento. De cualquier modo, ya no tengo padre, ya que debe odiarme más de lo que ya lo hacía. No me importa si le importa –se explicó- Soy una pobre chica, desgraciada y sin familia.
-No digas eso –musitó Billie.
-Pero es verdad –dijo ella-. Mi padre no me reconocerá, mi madre tampoco, no tengo ni hermanos, ni primos, ni tíos. Estoy totalmente sola en el mundo.
Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.
-Si algo me pasara, no le importaría a nadie. El mundo no cambiaría en lo absoluto y...
Quedó anonadada al sentir como el hombre la abrazaba y le besaba la frente.
-No digas esas cosas, porque no son verdad. No estás sola, me tienes a mí, a Mike y a Tré. Somos tu familia, por raro que suene. Y a los tres nos importaría mucho si algo te pasara. ¿Por qué? Porque eres importante en el mundo.
»Me salvaste del pozo en el que estaba metido y has estado para mí en todas, tanto buenas como en malas. Y yo estaré para ti también.
Sorprendida por todo lo que él le había dicho, lo abrazó, fuertemente, mientras que él le daba suaves besos en la frente.
Se quedaron en esa posición un buen rato, hasta que ella se durmió. Él se estiró un poco para alcanzar el control remoto y apagar la televisión. La abrazó más estrechamente aún y también se durmió...
***
Un Billie Joe de unos diecisiete años abrazaba a una joven de su edad. Estaban recostados en el prado del colegio, durante lo que suponía era un recreo, ya que se veían a los demás conversar y demás.
-¿Te he dicho que te amo? –le preguntó él, en un susurro.
-No mucho últimamente –contestó ella.
Era la primera vez que escuchaba la voz de la joven dentro de uno de sus sueños. Normalmente, eran mudos.
-Te amo –susurró él, mientras se acercaba a besarla.

Sentía como sus labios eran devorados en un beso desesperado, haciéndola abrir los ojos, para encontrarse con Billie, quien aún dormido. Estaba tan aturdida que no se dio cuenta de cómo respondía el beso.
¿Por qué dejaba que la besara? Se preguntó.
Jenny abrió los ojos, sorprendida. Seguía abrazada por Billie Joe y, pese a que en la realidad no estaba besándola, parecía estar apunto de hacerlo, ya que comenzaba a acercarse a ella, con los ojos cerrados.
-Billie, despierta –le dijo ella, en un volumen bajo de voz.
El hombre abrió sus verdes ojos, perezosamente, para encontrarse con los azules de la adolescente, quien seguía un tanto confundida.
-Buenos días, Jenny –saludó él, con la voz áspera.
-¿Qué hago aquí? –preguntó ella, aún sin entender nada.
-Te quedaste dormida y me dio mucha pena moverte –explicó-. Aunque no estabas abrazándome tanto cuando me dormí.
Jenny se sonrojó y se separó lentamente de él.
-¿Qué hora es? –inquirió, para romper el silencio.
-Eh... –el hombre se estiró y revisó el celular- Las once –Jenny abrió mucho los ojos, sorprendida-. Calma, que es domingo. Mike y Tré llegarán a las dos para almorzar. Mejor anda a levantarte.
La chica asintió y fue a su nueva pieza.
Se sentía tan extraña al estar en una pieza que no era la que había usado por quince años, desde antes que tuviese memoria. Sacó un par de toallas del clóset y fue al baño, donde tomó una ducha...
Mientras que Billie se maldecía una y otra vez en su habitación. De no ser porque ella lo había despertado, la habría besado. Sólo a él se le ocurría dejarla dormir abrazada a él, sabiendo que hacía varias semanas no dejaba de soñar con Jennifer Lovett o Adrienne.
-No pasará de nuevo –se aseguró a sí mismo-. No dejaré que pase de nuevo.

-¿Dónde está la pimienta? –se preguntaba Jenny, mientras cocinaba los huevos que haría para el desayuno, a la vez que Billie Joe se duchaba. La encontró en una despensa y comenzó a ponerle a los huevos. Era uno de los tantos desayunos que hacían entre todos sus amigos. Tostó unos panes, mientras la cafetera hacía el café y ella revolvía los huevos.
-Esto huele bien –murmuró Billie, entrando a la cocina.
-Gracias –respondió ella, con una sonrisa, mientras echaba los huevos en un recipiente-. Le debo la vida a Mark.
Billie rió y se sentó en la mesa.
Desayunaron conversando y demás. Luego pusieron música y fueron al living, donde se sentaron en el sofá a pensar qué hacer.
-¿Te interesa aprender a tocar guitarra? –sugirió él, después de un rato.
La adolescente asintió, entusiasmada, mientras que él hombre sonreía y se paraba. Volvió a los pocos minutos dos guitarras y un amplificador con dos conectores.
-Bueno, este es el La –dijo él, mostrándole en la que él tenía.
Así estuvieron hasta la una y media, hora en la que recordaron que debían hacer el almuerzo para todos. Cocinaron algo simple: Pastas y salsa boloñesa.
Poco después de las dos llegaron Mike y Tré. Almorzaron conversando y se fueron poco después de las seis. Debían pasar tiempo con sus respectivas familias después de todo.

Y así comenzaron a pasar los días. Ella iba donde el editor todos los días, quien estaba al tanto de lo ocurrido en su hogar, y Billie la iba a dejar y buscar. Estaban juntos la mayor parte del día (después de todo, vivían juntos) y no podían tener una amistad mejor.
Green Day había decidido volver a los estudios en septiembre, junto con la entrada al colegio de los niños... Y Jenny. Su padre ya había pagado un trimestre y con eso ella estaría bien. Esperaba que el libro estuviera publicado antes de eso.
Así que el viernes de la última semana de agosto iban a juntarse todos en la casa del baterista; Frankito y Claudia habían vuelto a su casa.
-Jenny, ¿estás lista? –le preguntaba Billie Joe, mientras que ella, en su habitación, terminaba de pegar una foto de Billie, Mike y Tré en uno de sus cuadernos, que había terminado convertido en diario de vida.
-Sí, ya voy –dijo ella, cerrándolo.
No tardaron mucho en llegar. Mike ya había llegado y con Tré ya habían comenzado a beber.
Y así siguieron, conversando y demás. Pero hubo un punto en el que Billie y Tré estaban tan borrachos que ella prefirió alejarse.
-¿Por qué te viniste para acá? –le preguntó Mike, entrando al living.
-Porque no me gusta estar cerca de esos dos borrachos. Tré empieza a malabarear con botellas y Billie empieza a hacer cualquier estupidez. Tú eres más de confianza.
Mike sonrió y se sentó a su lado.
-¿Cómo van las cosas en casa de Billie? –preguntó.
-Todo igual –contestó ella-. Nos la pasamos haciendo nada.
Mike rió levemente.

Billie y Tré se dirigieron al living en busca de sus amigos. Los encontraron sentados en un sofá, conversando. Tré se acercó a ellos, pero Billie no pudo hacerlo, no pudo debido a una extraña sensación en su estómago... Una sensación similar a mariposas revoloteando... ¿Por qué sentía eso al ver a Jenny?
-Billie, ¿estás bien? -le preguntó ella, extrañada al verlo parado sin hacer nada.
-Perfectamente –mintió, mientras se sentaba a su lado.
Ella lo miró, alzando una ceja. Obviamente no le creía.
-Billie, dime la verdad, ¿qué te pasa?
La miró fijamente a los ojos. Sucumbió al instante.
Antes de darse cuenta de lo que hacía, sorprendiendo a todos, la agarró de la cintura, la acercó hacia él y la besó.

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