Rest One of these days Simple Twist of Fate I'm not tere Suffocate Rotting Suffocate? Dearly beloved Hold On Wake me up when September ends Good Riddance (Ridding of you) Cigarettes and Valentines
Prólogo

domingo, mayo 01, 2011

One of these days - Chapter twenty-nine: You can't control the wind, bt now it's time to set the sails.


Billie pasó lo que quedaba del fin de semana un tanto depresivo. Sin embargo, para la noche del domingo, ya se podía hablar con él sin ser ignorada por completo, por lo que Jennifer se le acercó.
-¿Seguro que estás bien? –le preguntó, delicadamente.
Él asintió.
-Sabía que terminaría por pasar. Ella ya no me ama, tiene todo el derecho a continuar su vida –murmuró él, con la voz muy áspera-. Era algo de esperarse, no puedo seguir engañándome con que aún me ama...
-Pero si ella lo hace. Lo sé, tengo el presentimiento –dijo ella-. Si sólo hablaras con ella...
Billie descartó esa posibilidad con un gesto de su mano.
-No serviría de nada...
-Pero no perderías nada tampoco –lo cortó ella, tajantemente-, y lo sabes.
Billie sólo la miró, con la melancolía reflejada en sus ojos.
-Mañana empezaremos a trabajar en el disco. Prefiero dejar de pensar en Addie –murmuró-. Además, tú tienes que volver a la escuela.
Jenny hizo una mueca.
-Sólo será por un tiempo –le aseguró él-. Ya tienes todo listo, sólo falta que promocionen el libro y todo lo demás y podrás dejar la escuela para dedicarte a lo que te gusta...
-Eres todo un ejemplo –comentó ella, riendo.
-De algo sirvo –masculló él.
Ella lo abrazó.
-Entiende que tú sí aportas en el mundo, deja de dudarlo cada dos segundos, sólo porque tuviste un poco de mala suerte. Todo terminará arreglándose y serás feliz como una lombriz –dijo ella, confiadamente.
Se quedaron un rato más en el living y luego cada uno se fue a su respectiva habitación a dormir. Tenían que levantarse temprano al día siguiente, a eso de las seis y media. Ella para llegar al colegio antes de las ocho y él para llegar a Reprise a la misma hora.

El despertador de Billie fue el primero en sonar. Lo apagó, entró al baño y se duchó. Luego volvió a su pieza, donde se secó y vistió. Luego se dirigió a la pieza de Jenny, quien aún dormía. Al parecer, había apagado el despertador entre sueños.
-Jenny, despierta –le susurraba él.
-¿Cómo que nos toca Miller? ¡No! –farfullaba ella, aún durmiendo.
-No tengo idea quién es Miller, así que despierta –dijo él, a un volumen más alto.
Jenny abrió los ojos, aturdida.
-¿Qué cosa con Miller? –inquirió, extrañada.
-Estabas soñando con que un Miller te tocaba en algo –dijo él. Ella maldijo-. ¿Qué ocurre?
-Una profesora de química –respondió-. ¿Ya es hora?
-Hace diez minutos, así que mejor te apuras...
La adolescente volvió a maldecir y salió de la cama, a la vez que Billie se iba a la cocina a preparar el desayuno, que comieron conversando, no muy animados debido al sueño. Normalmente, despertaban a las diez, por lo menos.
-¿Te voy a dejar? –preguntó él.
-Billie, ya te dije, sé caminar –respondió ella, por enésima vez.
-Quería asegurarme de que no hubieras cambiado de opinión –musitó él-. Bueno, en ese caso, ¿me acompañas hasta abajo?
-Por supuesto –contestó ella. Luego notó que Billie no le quitaba la mirada de encima-. ¿Qué?
-No me acostumbro a verte con falda, blusa, sweater y zapatos –dijo él, con una sonrisa. Ella lo miró con molestia-. Pero sí es verdad, siempre andas con jeans, poleras, chalecos y zapatillas.
Ella suspiró.
-Odio el uniforme –fue todo lo que dijo, mientras tomaba su mochila y sacaba el MP4-. Bueno, al menos no uso jumper.
Sin decir nada más, salieron del departamento y entraron al ascensor. Bajaron los siete pisos y luego cada uno siguió por su lado.

-¡La desaparecida! –exclamó Rose, en cuanto la vio.
-¿Dónde mierda anduviste todo el verano? –inquirió Carol.
-Maldita mother-fucker, ¿te sacaron la Internet o te secuestró un alien? –exclamó Ally, molesta- Pudiste haber avisado...
-Déjenla respirar –dijo Val, riendo.
-Primero que conteste todo –exclamó Lau-. Jenny, ¿qué te pasó? Llamé a tu casa y dijeron que no vivías ahí...
Jenny dejó su mochila en el puesto de siempre, al lado de Ally y luego las miró a todas, pensando en cómo responder.
-Me fui de la casa –respondió. Todas la miraron sorprendidas-. Me harté de todo y me fui... Eso fue hace unas semanas. El resto del verano estuve con el editor que me consiguió la profesora de lenguaje...
-¿EDITOR? –inquirieron todas.
-Un editor es con quien uno arregla algo para publicarlo como libro –dijo ella, con tono de obviedad.
-Sabemos lo que es un editor... Increíble –dijo Jess, acercándose.
-Yo sabía que te harías famosa –dijo Ally-. Ahora te olvidas de todas nosotras, te casas con Billie Joe y te iré a cobrar los cien dólares en unos veinte años.
Jenny se sonrojó levemente al oír como su amiga nombraba a Billie Joe.
-¿Qué pasa que tienen a Jenny acorralada? –inquirió Matt, también entrando.
-¿Por qué se sonrojó cuando dijiste “Billie Joe”? –musitó Carol, extrañada.
“Hora de la verdad” pensó Jenny.
-¿Dónde te estás quedando? –preguntó Rose, extrañada- ¿Donde Fran?
-No, conmigo no se está quedando nadie –respondió Fran, entrando también.
Jennifer suspiró.
-Me estoy quedando con Billie Joe –susurró. Todos abrieron mucho los ojos-. No es lo que piensan, sólo somos amigos...
-¡Por eso huiste de tu casa! ¡Tú papá los vio! –exclamó Jess.
Todos los presentes sabían que el padre de Jenny era el mismo John que estaba en Green Day en el pasado.
-Sí, algo así... El imbécil me tenía encerrada con una alarma en la ventana y Billie, Mike y Tré me ayudaron a escapar –explicó.
-Ja, sabía que era un estúpido –musitó Ally.
-Debo admitir que te apoyo –concordó Matt.
Jenny asintió. A nadie le agradaba su padre.
-Bueno, mucho de mí, ¿qué ha sido de sus veranos?
Así cambiaron el tema, aunque todos le lanzaban “discretas” miradas de vez en cuando. Todo siguió así hasta que tocó el timbre, momento en el que todos volvieron a sus lugares.
-Tuve un sueño raro –confesó Jenny, cuando esperaban que su nuevo profesor o profesora jefe entrara-. En el que Miller nos tocaba.
-Por favor, no –rogaron todos.
-¿Qué tienen con ella? Tan pesada no es –dijo Val.
Todos la miraron con cara de escepticismo.
-Está loca, y lo sabes.
No alcanzaron a decir nada, ya que vieron que era Susan Miller quien entraba, como profesora jefe.
Fue un bloque interminable. Luego vino una clase de historia, en la que la profesora los llevó a la biblioteca a buscar todo lo que pudieran de la economía mundial, en grupo. En el grupo de Jenny, la mandaron a ella a buscar los libros, diarios y revistas necesarias.
Ya tenía varios libros y luego fue a buscar los periódicos... Encontró uno de su día de nacimiento.
Guiada por un impulso, empezó a leer los obituarios. Sorprendida, sacó esa hoja, la dobló y la guardó en el pequeño bolsillo de su blusa; cabía justo.

-¿Cómo te fue? –le preguntó Billie, mientras le abría la puerta del departamento; tenía cara de estar ahí hacía un buen rato.
-No creerás lo que encontré –dijo, mientras sacaba el pedazo de diario de su mochila. Lo desdobló y lo leyó:- Lamentamos informar la muerte de Jennifer Katherine Lovett. Sus restos serán velados en su hogar, el número 486 de la calle 20 Este de Oregon –Billie la miró sorprendido-. El diario es del día en que nací.
Él la miró sorprendido.
-¿Crees que sigan viviendo ahí? –preguntó, casi en un susurro.
-No lo sé, pero... No pudiste controlar el viento que se la llevó... Pero ahora es tiempo de acomodar las velas para encontrarla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario