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Prólogo

domingo, mayo 01, 2011

One of these days - Chapter thirty-four: I'm just trying to be in love.


-Al fin llegamos –musitó Jennifer, bajando del auto.
-Mañana no haremos nada, ¿ok? –Farfulló él, imitándola.- Mierda, ¡hace frío! –Exclamó, a la vez que cerraba el auto con llave.
Ella asintió, tiritando.
Ya eran las nueve de la noche y ambos iban sólo con poleras sin mangas y jeans, ya que el viaje había sido más que caluroso en aquel estrecho auto. Mas en Oakland el otoño ya estaba llegando, por lo que el frío también.
Billie la abrazó por la cintura y, sin soltarse, entraron al edificio y luego al ascensor.
-¡¿Dónde mierda estaban?! –inquirieron Mike y Tré, apenas los vieron bajarse del ascensor y dirigirse al departamento- Los llamamos a sus celulares, que al parecer no prendieron ni cargaron, luego vinimos y nos encontramos con que no hay nadie –se quejó Mike.
-¿Por qué andan abrazados? –preguntó Tré, quien no lucía enojado, sino alegre.
Billie y Jenny intercambiaron una mirada.
-Fuimos a la casa de los Lovett, en Portland. Jennifer Lovett y su madre tenían una enfermedad hereditaria, neurofibromatosis, que les creó un tumor en el cerebro, debido a lo que ambas murieron.
Mike asintió, entristecido y sorprendido, mientras que Tré seguía mirándolos.
-¿Por qué andan abrazados? –Volvió a preguntar. Los miró bien.- ¿Por qué Jenny tiene un pequeño moretón en su cuello?
La adolescente se tapó el cuello, sonrojándose, al igual que Billie Joe. Ésta vez fueron Mike y Tré quienes intercambiaron una mirada, de asombro.
-¿Cuándo empezó esto? –inquirió Mike, sorprendido.
-Ayer, en una cafetería –contestaron.
-¿Cafetería? –Mike sonaba extrañado.- ¿Y su vergüenza dónde quedó?
Jenny se sonrojó más aún.
-Había una pared, así que sólo la gente que iba al baño podría habernos visto...
-¿A quién le importa eso? ¡Dense un beso! –pidió Tré, como un niño pequeño pidiendo un extraño capricho.
Billie revoleó los ojos, le tomó el rostro a la joven y la besó. Fue bastante corto, pero les bastó para comprobarle a Mike y a Tré (quienes aplaudían) que en algo andaban.
-¿Saben? Podríamos entrar al departamento para que nos digan lo que querían decirnos, ¿no? –sugirió sarcásticamente el guitarrista.
Conversando, los cuatro amigos entraron al departamento. Jenny, Mike y Tré se acomodaron en el living, mientras que Billie iba por café y galletas. Volvió con todas las cosas en una bandeja a los pocos minutos y las dejó sobre la mesita de centro.
-¿Y bien? –preguntó Billie.
Mike suspiró, viendo cómo comenzar.
-¿Qué opinan de la hipnosis? –inquirió, tentativamente.
-¿Cómo? –preguntó Jenny.
-Hace muchos años –interrumpió Tré- había un programa de radio en la que el anfitrión hipnotizaba a la gente. Uno debía hacerle caso a todas las indicaciones y él te ordenaba cosas o te llevaba a tus vidas pasadas. En mi casa lo sintonizaban y así aprendí el “arte”. Descubrimos que mi padre había sido un fraile y mi madre un escarabajo –se dirigió a Jenny-. Creo que podría hipnotizarte y hacerte volver a tu vida pasada, para que nos contestes lo que se nos dé la gana.
¿Hipnosis? Sonaba tan disparatado... Aunque la situación en sí lo era, si quería ser sincera consigo misma. ¿Qué respondía?
-¿Funciona, verdad? –Tré asintió-. ¿Recordaré todo?
El baterista volvió a asentir.
-¿Es seguro? –preguntó Billie, preocupado.
-Por supuesto que es seguro, tan imbécil no soy.
Silencio.
-¿Qué tengo que hacer? –preguntó Jenny.
Tré le indicó que se recostara a lo largo del sofá y que respirara profundamente, varias veces, buscando relajarse. Billie y Mike miraban expectantes.
-Cuando cuente hasta tres –continuó, luego de darle una serie de instrucciones-, volverás a tu vida pasada y recordarás todo de lo que hablemos. Uno... Dos... Tres... –una pausa- ¿Cuál es tu nombre?
-Mi nombre es Jennifer Katherine Lovett –dijo Jenny, quien parecía dormida.
-Bien... ¿Cuál fue el nombre de tu último novio? –preguntó Tré.
-Billie Joe –contestó.
Tré intercambió una mirada con sus amigos, quienes lo instaron a continuar.
-¿Por qué terminaron?
Ella se removió un poco.
-No quería verlo sufrir –susurró ella, apenada-. No quería que sufriera por mi enfermedad.
-¿Qué enfermedad? –preguntó Tré.
Ella hizo una mueca, aún con los ojos cerrados.
-Un tumor cerebral, debido a mi neurofibromatosis –respondió.
Tré miró a sus amigos, cómo si les pidiese más preguntas.
-Pregúntale cuándo lo descubrió –sugirió Mike, rato después. Tré repitió la pregunta, ahora dirigiéndose a la chica.
-A los diez años descubrieron que mi madre padecía esa enfermedad y que era hereditaria. A los trece me dijeron que la heredçe, pero, al parecer, no era tan grave. Sin embargo, me prometí no enamorarme, porque sabía que terminaría haciendo sufrir a todos... Eso hasta que conocí a Billie y cambió todo mi mundo... –respondió. Suspiró- Luego descubrieron el tumor de mi cerebro, el letal... Y yo estaba embarazada; no podía traer a ese niño al mundo, ya que padecería de la enfermedad, y no quería que Billie cargara con un niño enfermo... Tuve que abortar.
Silencio de parte de todos. Nadie parecía ser capaz de creer lo que ella les contaba.
-¿Por qué no me lo dijiste? –susurró Billie, triste- Lo habría entendido, te habría apoyado.
-¿Por qué no se lo dijiste, siendo que él estaba más que dispuesto a estar ahí contigo? –preguntó Tré, recuperando el habla.
-No quería que sufriera... Se iba a enojar mucho si se enteraba de que había abortado sin consultárselo. Su odio era lo único a lo que no era capaz de enfrentar –contestó-. Por eso nunca lo miré a la cara cuando le dije que terminábamos, por eso con mi familia nos fuimos de Rodeo: Para empezar de nuevo.
Tré miró a Billie (quien lloraba) y a Mike (quien estaba atónito)
-Sácala de ese trance –farfulló Billie, mientras iba al baño a lavarse la cara y a calmarse.
-Espera –susurró Mike-. Tengo dos preguntas –Tré lo instó a seguir con un gesto de su mano-. ¿Tuve alguna vez una mísera posibilidad con ella?
Tré hizo la pregunta.
-¿Mike? No lo sé... Lo vi siempre como un hermano, un amigo... Nada más –contestó Jenny-. Aunque estoy segura de que hubiera sido un buen novio.
Mike asintió.
-Dile que vuelva a su vida actual, pero sin despertarla –pidió.
-Ok, Jennifer Katherine Lovett, vuelve a ser Jennifer Claire Kiffmeyer, por favor –no hubo ninguna respuesta-. ¿Cuál es tu nombre? –preguntó nuevamente.
-Jennifer Claire Kiffmeyer.
El bajista la miró fijamente.
-Pregúntale qué opina de su relación con Billie Joe, pero que quede fuera del registro –pidió-. Necesito saber qué mierda pasa por su cabeza. Digo... ¿Por qué quiere estar con un hombre quince años mayor que ella?
Tré movió la cabeza, indicando que no sabía si estaba de acuerdo o no con él.
-Jenny, desde ayer que estás con Billie Joe. ¿Qué piensas de esto? ¿Tiene algún futuro?
Jenny apretó los ojos, en señal de confusión.
-No lo sé –comenzó-. Parte de mí sabe que su lugar es con Adrienne. Son el uno para el otro, él la ama a ella, eso es obvio. Pero otra parte quiere estar con él, a otra le gusta estar enamorándose de él, o intentándolo. No lo sé. Ya no tengo idea de lo que siento... Sólo sé que algún día va a terminar, y espero que sea más pronto que tarde, por su bien... Si no, no podrá recuperar a Adrienne.
Mike y Tré asintieron, conformes.
Pese a que ambos se alegraron de que Billie y Jenny estuvieran juntos, encontraban esa relación un tanto... enfermiza. Además, sabían que lo mejor para él era volver con Addie y para ella era encontrarse a alguien de su edad.
-Empiezas a sentir a tus ojos más livianos –comenzó Tré-, te empiezas a sentir más despierta. Cuando cuente hasta tres, despertarás, recordando todo menos las últimas dos preguntas, ¿ok? –ella asintió- Uno, dos, tres.
Jenny abrió los ojos, para encontrarse con Mike y Tré mirándola, ansiosos.
-Mierda que tuve una vida mala –masculló, reincorporándose.

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