Rest One of these days Simple Twist of Fate I'm not tere Suffocate Rotting Suffocate? Dearly beloved Hold On Wake me up when September ends Good Riddance (Ridding of you) Cigarettes and Valentines
Prólogo

domingo, mayo 01, 2011

One of these days - Chapter thirteen.


Jenny salió de su casa a la misma hora de siempre, aunque bastante más silenciosa, cuidando de no pisar los escalones que sonaban y de no chocar con nada en su camino a la puerta. No quería que su padre la viera salir. Después de todo, John no quería que su hija continuase con sus planes, sus sueños, sus metas... No, él quería que ella llevase la misma vida que él, que viviese día a día preguntándose que hubiera pasado si no hubiese tomado la decisión de continuar los estudios.
-Tienes la cara de alguien que ha sido amenazado a muerte –le dijo alguien, con una voz conocida, sobresaltándola.
-Billie, ¿qué haces aquí? –Inquirió, sorprendida.
-Lo mismo de todos los días: Te vine a buscar –respondió, con tono de obviedad-. ¿Qué te pasa que estás tan nerviosa?
Suspiró.
-Mi padre no quiere que deje la escuela después de sacar el maldito libro, si es que le va bien –explicó ella, molesta-. Dijo que, si todo salía bien, me arrepentiría.
Él le abrió la puerta del auto. Ella subió al asiento de copiloto, mientras que él daba la vuelta y subía a la del conductor.
-No le hagas caso. Mal que mal, eres su hija, ¿no? –dijo él, intentando calmarla.
-Créeme, eso no es un impedimento para él.
Billie la miró un tanto preocupado, pero no volvió a sacar el tema. El resto del trayecto, lo hicieron conversando de otros temas.
-Y Billie te va a buscar –dijo él, en tercera persona, mientras detenía el auto.
-Bueno –accedió Jenny, con falso tono de molestia-. Hasta luego.
Le dio un beso en la mejilla y bajó del vehículo, mientras que Billie iba a una cafetería. Mike y Tré le habían hecho prometer que no volvería a tocar por dinero, ni en plazas, ni en autobuses, ni en ningún lado, así que él no tenía nada que hacer en Berkeley. Pensó en visitar a sus hijos, quienes vivían ahí con su madre desde el divorcio, pero no podía. No aguantaría mirar a Addie a la cara y escuchar como ella lo trataba de imbécil, de idiota... Escuchar como ella le decía que no lo amaba...
Después de desayunar en una cafetería cercana al edificio del editor, Billie fue a la plaza de costumbre, sólo que ahora a componer... O intentarlo. Se distraía mucho con la disparatada teoría de que Jennifer Kiffmeyer pudiera ser la reencarnación de Jennifer Lovett. Era tan... Tan probable como que él fuese la reencarnación de Jimmy Hendrix.
Luego de lo que le parecieron cortos minutos, pese a ser eternas horas, su celular sonó. Era Jenny, diciéndole que estaba lista, así que volvió a buscarla.
-Paul dice que estará listo pronto –comentó ella, cerca de la entrada de Oakland-. Así que ya no tendrás que seguir yéndome a dejar... Aunque no hace falta, puedo tomar el autobús.
-No es ninguna molestia llevarte hasta allá, me da algo que hacer –se apresuró a decir él, honestamente-. En serio. Ahora, ¿quieres almorzar?
Ella sonrió.
-Gracias.
Fueron hasta el departamento de Billie, donde él preparó dos porciones de su sopa japonesa. Jenny la probó, con algo de escepticismo, pero terminó amando los fideos con picante, pollo, verduras raras y quién sabe que más.
-¿Cómo dijiste que se llamaba? –preguntó.
-Ramen –contestó él, divertido.
Estaba apunto de agregar algo más, cuando sonó el teléfono. Él fue a ver, apresurado. Mike y Tré siempre lo llamaban al celular, así que sólo podían ser Adrienne, Jakob o Joseph. Addie no lo llamaría y Jake estaba un tanto resentido con él, por lo que sólo le quedaba...
-¡Joey! –Saludó él, alegre, en respuesta al titubeante “aló” de parte de su hijo mayor.
-¡Papá! –Respondió el chico.- ¿Cómo has estado?
Conversaron un rato. Joey le contó acerca de su hermano, de su madre, como estaban las cosas, la escuela, mientras que Billie se limitó a inventar que estaban empezando el nuevo disco.
-Papá... ¿Por qué no vienes un día de estos? –Preguntó el niño, de pronto
Billie negó con la cabeza, pese a saber que su hijo no podía verlo.
-Veré que puedo hacer –mintió-. Cuídate.
-Tú igual –musitó.
Colgaron la llamada.
-Nunca te he preguntado por tus hijos –murmuró Jenny-. Ahora me doy cuenta que, viviendo tan cerca de ellos, nunca los veas. ¿Por qué es eso?
Billie la miró a los ojos, y sonrió, con tristeza.
-Con Addie –empezó- éramos la mejor pareja del universo entero. Nos contábamos todo, teníamos dos grandiosos chicos y nos amábamos con locura. Nada podía salir mal.
»Después de lo que pasó, Addie no quiere saber nada más de mí. Puso a Jake en mi contra y lo intentó con Joey. No le funcionó, pero no me deja acercarme a los chicos.
-Lo siento –farfulló Jenny.
-No hay cuidado –dijo él, quitándole importancia-. Eso no me duele tanto como el hecho de que –suspiró- aún la amo.
Jenny se acercó a él y lo abrazó, intentando darle un apoyo imposible de brindar.

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