Rest One of these days Simple Twist of Fate I'm not tere Suffocate Rotting Suffocate? Dearly beloved Hold On Wake me up when September ends Good Riddance (Ridding of you) Cigarettes and Valentines
Prólogo

domingo, mayo 01, 2011

One of these days - Chapter fourteen.


Últimamente, sus sueños eran visiones de una adolescencia que le era ajena y le causaba una verdadera envidia. La pelirroja de sus sueños tenía un novio, tenía amigos, había visto que su familia era agradable. Todo le iba de maravillas. Nada le faltaba y, si algo llegaba a faltarle, lo conseguiría de inmediato. No había nada que ella pudiese anhelar con tanta desesperación como Jenny, que vivía aferrada a objetivos imposibles de cumplir. No lo demostraba, pero necesitaba cariño, afecto... Algo, aparte de la amistad de Billie, que le demostrase que estaba viva, que tenía sentimientos. Nunca había tenido novios y los amigos no eran algo que le sobrasen. Su madre no era afectiva ni nada, ni hablar de su padre. ¿Cuándo había sido la última vez que había recibido un abrazo? ¿Un “te quiero”? ¿Cuándo había sido la última vez que se había sentido querida, aceptada? ¿Cuándo había sido la última vez que alguien le había dado un beso en la frente, deseándole las buenas noches?
No lo recordaba.
Habían pasado dos semanas desde aquella conversación con Billie Joe, respecto a lo que pasaba entre él y Adrienne. Durante esas semanas, ella había seguido yendo donde Paul por lo del libro y se había juntado con Billie, prácticamente todos los días. A veces, se juntaban con Mike y Tré en la casa del guitarrista y conversaban, comían y ella veía como ensayaban y demás, para las sesiones de grabación, programadas para el mes siguiente, una vez que los hijos de todos entraran a clases.
Un débil rayo de sol entró a la habitación. Finalmente, amanecía. Estaba despierta hacía varias horas, pero no había logrado conciliar el sueño aquel sábado, segundo día de agosto. Y la razón no le era desconocida, la tenía más que clara. Después de todo, no era algo que ella iba a hacer todos los días.
Se vistió en silencio; no quería despertar a nadie. Ya se ducharía en la tarde, después de hacer lo que se había propuesto para el día.
Terminó de vestirse y bajó, saltándose varios escalones y procurando que su bolso no hiciese ningún sonido. Luego, tras dejar una nota en la mesa de centro del living (la cual indicaba que no sabía a que hora volvería), salió de la casa.
Respiró a grandes bocanadas el aire fresco. A esa hora, aún no pasaban autobuses, por lo que decidió avanzar a pie hasta hallar con uno.
Estaba llegando al límite con Bekerley. Aún le quedaba un buen trecho, pero ya tenía la mayor parte del recorrido hecha. Recién ahí pudo subirse a un autobús. No subía mucha gente a esa hora y nadie los chocó, lo que no dejó de ser un alivio para la joven.
Bajó del vehículo en cuanto vio que ya estaba en la calle indicada.
¿Qué estaba haciendo? ¿Cómo se le ocurría hacerlo? Era una locura, no podía hacerlo... ¿Cómo se le ocurría siquiera planteárselo en la cabeza? No, no, no podía hacerlo... Estaba volteándose en la calle, para volver a su casa.
¡No! Debía hacerlo, era por el bien de todos. No sabía cómo, pero estaba segura de que todo podía arreglarse. Sólo debía hablarle...
Suspiró y se dirigió a una casa grande, color lúcuma. Quizás era muy temprano... Pero daba igual, después de todo, no despertaría a los niños, ya que ellos estaban en casa de amigos. Y, por lo que sabía, Adrienne era más madrugadora que su madre cuando tenía que hacer “el aseo semanal”, los domingos.
Tocó el timbre.
-¿Aló? –Preguntó una voz femenina.
-Disculpa que te moleste, pero... –No había vuelta atrás, y lo sabía- Addie, tengo que hablar contigo, en serio.
-¿Quién eres? –Inquirió, preocupada.
-Una amiga de Billie...

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