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Prólogo

domingo, mayo 01, 2011

One of these days - Chapter twelve.


-¿Reencarnaciones? –Preguntó Mike, extrañado, mientras Billie asentía.- ¿Por qué quieres saber de eso?
-Dime lo que sabes y te digo mi teoría –lo calló Billie, mirándolo fijamente con sus ojos verdes-. Por favor –añadió.
Mike negó con la cabeza.
-Sólo sé que es cuando alguien muere y el alma se va a otro cuerpo o algo así –musitó Mike, no muy seguro de sus palabras.
Si había algo que los dos hombres sabían, era que ninguno de los dos tenía idea de esas cosas. Serían unos genios en cuanto a música, pero no sabían nada de religiones, ni de cosas que tuviesen que ver con espíritus, fantasmas, almas, muerte y creencias populares varias.
-Bueno, ¿cuál es tu teoría? –inquirió Mike, impaciente.
Billie negó.
-De que esta Jenny sea la reencarnación de la otra... Pero eso significaría que la otra murió, ¿no? –Mike asintió.- Me niego a aceptar eso. Creo que esto requerirá algo de investigación...
El bajista cabeceó, dudoso.
-Billie, aún si fuera así... Eso no te traería a Jenny de vuelta. Esta chica... Bueno, estamos seguros de que no siente nada por ti, es tu amiga, nada más, y así deben ser las cosas, ya que si no, estás mal –dijo Mike, seriamente.
-Lo sé –murmuró Billie-, pero no me resigno a dejarla ir sin saber el porqué.
Jenny había sido una novia de Billie durante la adolescencia. Y, hasta el momento en que conoció a Addie, él estaba seguro de que ella era la única. Siempre lo hacía sentir bien consigo mismo, lo ayudaba en cuanto pudiese... Era una chica fantástica y nunca le había fallado... Hasta el día que decidió terminar con él, aquel verano de 1989. No supo nada más de ella, ya que dejó la escuela y, al parecer, el pueblo.
¿Por qué habían terminado? No lo sabía. Él nunca la había engañado, rara vez peleaban y, cuando lo hacían, se arreglaban enseguida. Y, lo más importante, ambos se amaban.
-Billie –musitó Mike, sacándolo de su ensimismamiento-, tengo que irme, Britt debe estar preocupada. Después de todo, escuchó el mensaje conmigo.
El guitarrista asintió. Se despidió de su amigo y se tiró en el sofá.
-Y todo vuelve a estar en orden.
Mientras, Jenny estaba en su habitación, muy ocupada mirando al techo como para prestarle atención a la conversación que llevaban a cabo su madre y su padre en la habitación contigua. En realidad, no era el mirar el techo lo que la tenía ocupada, sino sus pensamientos.
-No creerás que lo dice en serio... –Se filtró la voz de su padre. No le prestó atención.
¿A qué se debía la mirada que le lanzó Mike en cuanto la vio? Fue... Fue una mirada de reconocimiento, como si la hubiese visto antes en algún lado. Pero ¿dónde? Ella no lo conocía ni a él ni a ningún otro integrante de la banda. Y eso habría seguido así, de no ser por el choque del autobús.
Tampoco entendía el porqué con Billie Joe se llevaba tan bien. Era como si lo conociera de toda la vida...
-¡No, ella no puede hacer eso! –Exclamó John Kiffmeyer.
Pero Jenny no escuchaba más, ya que se había quedado dormida.
Soñaba con una escuela, para ella desconocida. Y veía a una pelirroja abrazada por un chico de ojos verdes y cabello castaño rojizo.
¿Acaso eran ella y Billie Joe?
No, no lo eran. La chica que había ahí era y no era ella misma. Se parecían bastante, pero se veía más... Más feliz. Como si no le faltase nada en el mundo. Como si no le faltasen ni amor, ni amistad, ni una familia agradable...
-Jennifer, ¡contéstame cuando te hablo! –Le gritaba alguien, un hombre, despertándola de un modo para nada agradable.- ¡Jennifer!
-Perdón, padre, me es un tanto difícil hablarte mientras duermo. –Ironizó la adolescente.- ¿Qué pasa?
-Tu madre me dijo que planeas dejar la escuela –murmuró John.
-Si le va bien al libro, por supuesto –contestó Jenny, sin dudar.
El hombre a quien estaba obligada llamar “padre” empalideció.
-No dejarás la escuela –susurró, amenazante-. ¿Oíste? No la dejarás...
-¿Por qué no? No aprendo nada ahí –se quejó ella-. Luego puedo hacer exámenes libres y sacar una carrera de todos modos...
John le echó una mirada fulminante.
-Ruega, por tu bien, que ese libro no se venda –masculló-, porque si sigues con tus planes –salió de la habitación- puede ser lo peor que te pase en tu vida.
Sin decir nada más, Jenny cerró con un portazo, un tanto asustada. Sabía que su padre era capaz de cumplir todas las amenazas insinuadas y más.
Sólo le quedaba esperar.

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