Rest One of these days Simple Twist of Fate I'm not tere Suffocate Rotting Suffocate? Dearly beloved Hold On Wake me up when September ends Good Riddance (Ridding of you) Cigarettes and Valentines
Prólogo

lunes, mayo 02, 2011

One of these days - Chapter fourty-two: Still nobody home.


Escuchaba como los vecinos movían sus muebles de un lado a otro. Maldijo por lo bajo. No le gustaba despertar por los ruidos que hacían desconocidos al mudarse. Volvió a apoyar su cabeza contra la almohada, intentando dormirse nuevamente, a la vez que recordaba el beso en la frente que había sentido...
Imaginando que había provenido de Addie, en lugar de Jenny, comenzó a quedarse dormido...
Escuchó cómo la puerta principal se abría. ¿Quién sería a esa hora? Extrañado, fue a ver.
-¿Jenny? –inquirió, sorprendido, con la voz pastosa- ¿Qué haces aquí?
Ella tiró la mochila en un sofá, mientras se sacaba el sweater del colegio y se aflojaba la corbata, con una sonrisa.
-No más colegio –dijo, con una amplia sonrisa. Billie la miró, sin entender-. La profesora de química empezó a hablar mierdas varias, le reclamé, me gritó, le grité, me echó de la sala, le grité de nuevo, entré a la sala, tomé mis cosas y me fui.
Se sacó los zapatos y, descalza como estaba, entró a su pieza, cuya puerta no cerró, permitiendo que el hombre la siguiera. Ella estaba buscando algo que ponerse, cuando sintió cómo Billie la abrazaba.
-Felicidades –dijo él, conteniendo un bostezo.
Ella sonrió.
-Gracias... Ahora, no sé tú, pero necesito dormir.
Billie sonrió.
-Te pones algo más cómodo y te vienes a mi pieza, porque hace un frío de mierda –dijo, bostezando. Ella volvió a reír-. ¿Qué?
-Primero que nada, sólo estás con los boxers puestos, obviamente tienes frío. Y segundo... ¿Qué fue lo que me prometiste?
-Nunca volver a besarte, tratar de no excitarme con tu uniforme e impedir la boda entre George y Addie. No te he vuelto a besar, me contengo cada vez que te veo en uniforme y lo de la boda está pendiente –dijo, con una sonrisa. Jenny alzó una ceja-. Por favor, ¡hace frío! ¡Si ya hemos dormido juntos!
Ella revoleó los ojos.
-Ok, voy enseguida –musitó, mientras sacaba un pantalón de buzo y una polera vieja, los cuales usaba de pijama.
Billie sonrió y volvió a su habitación. Jenny llegó a los pocos minutos. Se metió a la cama al lado de su amigo y, mirando en direcciones opuestas, se durmieron al instante.

Los días pasaron. Jenny no había vuelto a poner un pie en el colegio, pero sabía que debería hacerlo tarde o temprano, debido al encargo que debía cumplirle a Vilma.
Durante esos días, ella y Billie se habían convertido en uña y mugre... Más aún. Iban juntos a todos lados y se contaban más detalles aún, si es que quedaba algo que el otro no supiera.
Cierto día, a fines de octubre, Jenny recibió el llamado de la profesora, quien le pidió que fuera a ayudarla con una clase. Debía llegar allá a las diez y media. La clase sería para un octavo año.
Ese día, Billie la fue a dejar en auto, ya que él debía ir a comprar cosas para la casa. Se despidieron de un beso en la mejilla y ella entró al colegio. Todos estaban en clases a esa hora, por lo que no se encontraría con nadie... Para su suerte, ya que no tenía idea qué le diría a sus compañeros si se los encontraba. Obviamente, ya había hablado con sus amigas, pero no tenía ninguna intención de hacerlo con el resto de su curso.
Llegó a la sala. Coincidentemente, era la misma en la que se había encontrado con el niño que le había preguntado si se iba con una gran envidia. Y ese niño volvía a estar sentado afuera.
-¿Tú aquí otra vez? –dijo ella, con una sonrisa.
-¿No te habías ido? –inquirió él, incorporándose.
-Vine a pagar un favor –musitó ella-. ¿Están en lenguaje?
Él asintió, comprendiendo.
-Te vi en una revista –dijo él, como intentando entablar una conversación mientras ella tocaba la puerta-. La Rolling Stones. Estás en el top diez de libros.
Ella lo miró sorprendida.
-¿En serio? –preguntó, incrédula.
-No, le digo eso a toda chica linda que veo –ironizó él. Se sonrojó al notar lo que había dicho, al igual que ella-. Perdón. Pero sí, salías ahí.
Jenny sonrió levemente.
El chico parecía estar apunto de añadir algo más, pero justo en ese instante se abrió la puerta.
-Hola, Jenny. Llegaste a tiempo –dijo la profesora, con una sonrisa. Luego se dirigió al niño-. Joseph, puedes volver a la clase, pero te mantienes callado, ¿ok?
El niño asintió, mientras volvía a su puesto. La profesora hizo a pasar a Jenny, quien estaba bastante nerviosa.
-Bien, como les iba diciendo, ella es Jennifer Kiffmeyer; acaba de sacar un libro que se está convirtiendo en best-seller y la invité a que me ayudara con este clase. ¿Alguna pregunta?
Joseph levantó la mano.
-¿Sí? –preguntó la profesora.
-¿Tienes novio? –preguntó él, sin una pizca de vergüenza, haciendo que la adolescente se sonrojara, mientras toda la clase se reía de él.
-Una pregunta que tenga que ver con el tema –dijo la profesora, sin inmutarse en lo más mínimo. Una niña de la tercera fila levantó la mano-. ¿Sí?
-¿Cómo empezaste a escribir?
Jenny pensó la respuesta un poco antes de contestar:
-Un día tenía una idea y la escribí, eso fue todo. Esa idea fue por “accidente”, pero luego empecé a hacerlo de un modo más intencional y empecé a crear historias. Eso fue todo –contestó.
La chica asintió, mientras un par de manos se levantaban. Vilma la miró, como indicándole que siguiera ella la clase. Nerviosa, señaló a un alumno de la última fila.
-¿Qué edad tienes? –preguntó él.
-Quince –contestó ella, con honestidad.
Las preguntas continuaron durante varios minutos, hasta que la profesora los hizo callar.
-Bueno, ahora vamos a escribir un cuento –todos se quejaron-. Jennifer les explicara cómo se hace, que planteamientos deben realizar, cosas así.
Sin otra opción, la adolescente tomó el plumón que le tendía la profesora y escribió en letras grandes “Historia” en la pizarra.
-Bueno, ¿qué tiene que tener una historia del género narrativo para que sea una historia? –preguntó. Unos cuantos alzaron las manos. Así escribió “narrador, trama, personajes, tiempo, lugar, inicio, desarrollo, final” debajo- Bien, ¿qué podríamos poner en trama?
Casi todos levantaron sus manos. Jenny partió desde la fila de la puerta hacia la ventana, anotando cada idea que le daban en la pizarra. Así llegó al último miembro de la fila de la ventana... que era Joseph.
-La historia de un adolescente que quería triunfar en la vida, pero que sus padres no se lo permitían –dijo, con tono cansino de voz. Se notaba que no era eso lo que quería decir, pero que lo hacía por obligación.
Así fue explicándoles toda la materia. Al final, ellos comenzaron a trabajar y ella los atendía en sus consultas. Tenía la esperanza de que Joseph no la llamara; le ponía nerviosa el cómo le hablaba. Sin embargo, esa esperanza era vana, ya que él la llamó a los pocos minutos.
-¿Está bien esto? –le preguntó, mostrándole las dos hojas que había utilizado, lado y lado.
-¿Terminaste? –Jenny alzó una ceja, incrédula.
-Por supuesto que sí. Ahora, ¿me lo revisas? Quiero ver si me dejan escuchar música.
Con una sonrisa, Jenny tomó el cuaderno y comenzó a leerlo. En comparación con los demás, estaba muy bien escrito. Había varias faltas de ortografía y la letra era casi ilegible en varias partes, pero la idea estaba buena: Era un relato en primera persona acerca de cómo las cosas en casa se iban poniendo complicadas.
-¿Escribes en tu tiempo libre? –le preguntó, al terminar.
-¿Historias? No –ella volvió a alzar una ceja-. Bueno, a veces compongo canciones, pero rara vez –admitió, un tanto avergonzado de sí mismo.
-¿Jenny? –la llamó una chica, en la primera fila- ¿Éste está bien?
-Permiso –le dijo la adolescente a Joseph, quien quedó un tanto decepcionado.

-Estuviste muy bien –la felicitó Vilma, quince minutos antes del recreo. Ambas estaban fuera de la sala; la idea era que Jenny se fuera antes de que salieran todos-. ¿Te molesta que te llame de nuevo?
-Para nada, la verdad es que no tengo mucho que hacer –la profesora le echó una mirada de reproche-. ¿Qué?
-Sí tienes algo que hacer, y es escribir. Así que sigue con lo tuyo –le dijo.
Jenny sonrió, se despidió y se fue. Vilma entró a la sala y vio que Joseph se estaba dirigiendo a la puerta. Ella le lanzó una mirada.
-Armstrong, ¿qué querías? –él no contestó- ¿Joseph?
-Nada, nada importante –farfulló, avergonzado.
Sin decir nada más, volvió a su puesto, mientras pensaba en una sola cosa: No la volvería a ver.

Al mismo tiempo, Jenny caminaba hacia la salida... Pero no alcanzó a salir por ella, ya que alguien la sujetó de la muñeca. Extrañada, se volteó.
-Hola –saludó el hombre.
Era su padre.
John lucía más demacrado y cansado que nunca.
-¿Qué haces aquí? –inquirió ella, molesta, zafándose.
-Me llamaron de la escuela porque tú no venías desde hace varios días y le habías dicho a tu profesora que te ibas –murmuró él. La miró a los ojos-. Leí tu libro.
Ella no dijo nada. Se sentía muy incómoda al hablar con su padre.
-Vuelve a casa –le pidió él. Ella lo miró extrañada-. Tu madre y yo te extrañamos. Desde que te fuiste, la casa no es la misma. No importa que esté yo o que esté tu madre, da igual, es como si no hubiera nadie en casa.
Jenny sonrió amargamente.
-Debiste haber pensado en eso antes de golpearme y encerrarme. Lo siento, pero no. Y ya que estás aquí, cancélame la matrícula, ya que no pienso volver.
John la miró suplicante
-Por favor... –rogó. Ella se volteó, para irse- ¡Diana ni siquiera me habla!
Ella lo miró a los ojos.
-Eso también te lo ganaste tú solo.
Volvió a voltearse...
-Cuando pequeña siempre me preguntabas el porqué te pusimos Jennifer. ¿Quieres saber por qué? –el corazón de la joven se agitó, mientras ella dejaba de caminar, sin voltearse- Para ahora ya debes saber que ella era la novia de tu querido Billie Joe... Dudo que sepas que lo engañó una vez... Y conmigo.
-¡Mientes! –exclamó ella, volteándose.
No podía ser verdad; no podía serlo. ¿Quién podía engañar a Billie Joe con su padre?
-Sí, estaba bastante pasada de copas esa noche, mientras que el trío de imbéciles que tienes por amigos tocaba –murmuró él, recordando.
-¡Te aprovechaste de ella! –exclamó, segura de sus palabras.
Él cabeceó, sin negar ni confirmar nada.
-Fue un buen polvo; no te imaginas lo bien que se sintió escuchar cómo gemía mi nombre y no el de tu “amigo” –fue todo lo que él dijo.
Ella lo miró fijamente.
-Te odio –susurró, acentuando cada sílaba.
Sin decir nada más, salió corriendo de la escuela. Antes de llegar abajo, chocó con alguien.
-¿Jenny? –preguntó el hombre.
Era Billie.
-Jenny, ¿qué te pasa? –le preguntó, asustado.
-Mi... Mi padre está ahí –Billie intentó avanzar, pero ella no se lo permitió, ya que lo sujetó con todas sus fuerzas-. Él... Él me dijo el porqué me llamo así –Billie la instó a continuar con la mirada-. Es porque él tuvo un polvo con Jenny una vez que ella estaba en el Gilman, se aprovechó de ella mientras tú, Mike y Tré tocaban.
Billie la miró sorprendido. Sin más la abrazó.
-Lo odio, lo odio, lo odio, lo odio –murmuraba ella, con rabia.
-Ya no lo volverás a ver –susurró él-. Y si lo haces... No permitiré que estés sola para que intente dañarte.
-¿Me lo prometes? –susurró ella, con su cabeza apoyada en el pecho del hombre.
-Por supuesto.
Caminaron hacia el auto y se alejaron del colegio, justo antes de que tocara el timbre de recreo.
-A todo esto, ¿cómo te fue? –preguntó él.
-Bien, expliqué toda la materia a un curso, no hubo problemas... Sin contar un niño que no dejaba de “coquetearme” –se sonrojó, mientras que Billie reía-. ¿Cómo te fue a ti?
-Compré todo lo que faltaba... Y una guitarra nueva para Jake –dijo, con una sonrisa-. Es por su cumpleaños... Y Addie me llamó, diciéndome que... diciendo que... –negó con la cabeza-. Diciendo que la boda será el primero de noviembre.
-Eso es...
-El sábado de la semana siguiente.

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