Rest One of these days Simple Twist of Fate I'm not tere Suffocate Rotting Suffocate? Dearly beloved Hold On Wake me up when September ends Good Riddance (Ridding of you) Cigarettes and Valentines
Prólogo

lunes, mayo 02, 2011

One of these days - Chapter fourty-one: Goodbye and good riddance to bad luck.


Jenny tocó el timbre de la casa de su amiga, Allison, quien abrió a los pocos segundos, como si hubiera estado esperando su llegada. Era el miércoles del lanzamiento del disco y ambas amigas habían quedado de ir a la disquería más grande de Oakland, donde sería el evento. Lau no había conseguido el permiso de sus padres.
-¿Lista? –preguntó Jenny.
-Lista –contestó su amiga.
Se fueron a pie a la disquería que no quedaba a muchas cuadras. Llegaron a los diez minutos y el lugar ya estaba lleno. Un guardia las hizo hacer una fila para poder conseguir un autógrafo. A lo lejos se veían Billie, Mike y Tré, con sus mejores sonrisas y bromeando y demás.
-¿Nombre? –preguntó Billie, sin levantar la vista.
-Jenny está bien –dijo la pelirroja, haciendo que él levantara la vista con una sonrisa-. Ella es mi amiga Ally. Ally... Bueno, ya sabes quienes son ellos.
Se saludaron con un beso en la mejilla y luego ellos les autografiaron unos discos. El plan de Ally era comprarlo, pero Tré insistió en regalárselo, ya que si era amiga de Jenny, debía ser simpática como ellos.
-¿Te vas? –le preguntó Billie a su amiga, al entregarle el disco.
-Eso creo, tengo colegio mañana –musitó.
-Suerte entonces –dijo él, con una sonrisa de compasión.
Las dos salieron de la fila y estaban llegando a la salida, cuando pasaron frente a los libros.
-Oh, aquí estás tú –exclamó Ally, señalando un libro-. Wow, es el más vendido.
-¿Qué? –inquirió Jenny, sorprendida.
Un hombre se acercó a ellas.
-¿Jennifer Kiffmeyer? –preguntó él, mientras la adolescente asentía- ¿Me darías un autógrafo?
El resto de la multitud escuchó aquellas palabras. Gran parte de ella iba de la fila de Green Day a la nueva fila de Jenny, quien estaba asombrada, mas firmaba sin problemas.
-Yo en tu lugar me voy –le dijo a Ally, firmando uno para una mujer de mediana edad, quien se fue con una sonrisa de oreja a oreja.
-¿No te molesta? –preguntó, bostezando.
-No, estaré bien.
Ally se despidió de un beso en la mejilla y se fue para dejar a Jenny abandonada entre todos los “fans”. Aún así, pese a estar rodeada, podía ver como una sonrisa se formaba en el rostro de Billie Joe.

El despertador sonó a la mañana siguiente, sacándola de sus sueños. Jenny maldijo por lo bajo, aún muy dormida para estirar el brazo y apagar la alarma, cosa que logró luego de varios minutos. Aún molesta y somnolienta, fue al baño, donde tuvo que darse una ducha de agua helada para despertar. Tras eso, envuelta en una toalla, volvió a su pieza. Se secó y vistió con el uniforme de siempre. Se peinó un poco y fue a desayunar una leche fría y un trozo de pan. Recién ahí se percató de lo atrasada que estaba. En circunstancias normales, no habría asistido, pero como tenía la prueba de ciencias sociales a primera hora (seguida de dos horas de biología) debía asistir. Dejó las cosas ahí y volvió a su pieza. Tomó su mochila y la dejó en la pared del pasillo. A continuación, se dirigió al baño, donde se cepilló y los dientes y salió.
-Despidámonos de Billie –se susurró.
Entró a la pieza del hombre, quien dormía profundamente bocabajo, totalmente destapado. Se acercó y lo tapó cuidadosamente, haciendo que se removiera entre sueños. Sin poder contenerse, le dio un suave beso en la frente, como los que él le daba cuando creía que ella dormía profundamente.
-Que te vaya bien, Addie –farfulló él, dormido, sonsacándole una sonrisa a la joven.
Jenny salió de la pieza, se colgó la mochila, tomó sus llaves de la mesa de la entrada y salió, corriendo. Sacó el MP4 en el ascensor y, apenas se abrieron las puertas, comenzó a caminar muy rápidamente, casi corriendo. Llegó a la sala al mismo tiempo que sonaba el timbre de entradas.
-Creímos que no vendrías –la regañó Jess.
-¿Por qué tú y Ally tienen ojeras gigantescas? –preguntó Rose, con risa.
-Ella porque me acompañó al lanzamiento del disco de Green Day y yo porque además me tuve que quedar dando autógrafos...
Todas sus amigas comenzaron a aplaudir, haciendo que la chica se sonrojara a más no poder.
-Y tú le decías rara –le dijo Fran a Val.
-Igual sabía que se haría famosa –se “defendió”.
-¿Quién se haría famosa y por qué? –preguntó una voz femenina, entrando a la sala. A Jenny se le cayó el alma a los pies-. Tomen asiento, no hace falta saludarnos hoy.
Era bien sabido que Patti Johnson (la profesora de ciencias sociales) y Susan Miller (la malvada profesora jefe y de química) eran amigas. También era sabido que Patti solía salir a terreno y cuando esto ocurría, Susan se hacía cargo de cuidar la clase abandonada. Aún así, saber todo eso no consolaba a Jenny en lo absoluto.
-Vine a cuidarlos durante la prueba, ya que la profesora Patti no pudo venir –dijo Millar, con su tono usual, mientras pasaba las pruebas a los primeros de cada fila, para que ellos la pasasen para atrás-. ¡Comiencen a responder!
Jenny escribió su lápiz y revisó la primera pregunta, ansiosa. Estuvo un buen rato mirando la pregunta, releyéndola una y otra vez. Al final se rindió y continuó con la segunda. Así pasó como por cinco preguntas, hasta que encontró una que sí pudo responder, aunque no estaba segura de que la respuesta estaba correcta. Y como guinda de la torta, la profesora se puso a hablar.
-Necesito tres voluntarios para un trabajo de química –dijo para todos. Antes de que alguien llegase a procesar lo que había dicho, sacó una lista de su bolsillo-. Mis voluntarios son Vallery Nottingham, Matthew Palmer y Jennifer Kiffmeyer.
Jenny la miró, incrédula, al igual que sus amigos.
-¡Pero eso no es lo que la palabra voluntario significa! –soltó Jenny, sin poder contenerse.
-¿Qué dijo, señorita Kiffmeyer? –preguntó la profesora, ácidamente.
-Que usted está empleando mal una palabra y nos fuerza hacer un trabajo que debería ser voluntario. Quizás sí haya alguien interesado inscribirse en uno de sus estúpidos trabajos que usted inventa para distraernos a mitad de una prueba –dijo, sin titubear y con una calma increíble... Una calma que desesperó a Susan.
-¡Insolente! –se acercó a ella y le quitó la prueba, marcándola- ¡Reprobado! Ahora, ¡fuera de mi sala!
-¿Su sala? No veo su nombre en ningún lado –farfulló la chica, molesta.
-¡FUERA!
Sin decir nada más, Jenny salió de la sala, bajo la mirada de todos sus compañeros. Ella nunca había desafiado a un profesor y era de quien menos se lo esperaban. No le importó. Salió de la sala y se sentó en el suelo, molesta.
-¿Jennifer? –preguntó una voz, mucho más tranquila, mas extrañada- ¿Qué haces aquí?
Jenny levantó la vista y se encontró con Vilma Ford, su profesora de lenguaje, la que la había recomendado a Paul.
-La profesora Miller comenzó a hablar idioteces, le discutí y me echó de la prueba –respondió, lo más calmadamente posible, mientras se paraba-. ¿Cómo está usted?
La mujer la miró extrañada.
-Wow, la mejor escritora de todos los tiempos en su categoría está fuera de su sala –Jenny se sonrojó-. Aún no termino tu libro, pero hasta donde voy, me encanta.
-Gracias, profesora –susurró, avergonzada.
-¿Me das un autógrafo? –Jenny la miró sorprendida- Vamos, ¿por qué no? Además, te conviene tenerme de tu lado, tengo todos tus reprobados –añadió, riendo.
También riendo, la adolescente le firmó el ejemplar que le pasaba la profesora. Lo cerró para pasárselo y, justo antes de devolverlo, la puerta de la sala se abrió.
-¿Qué ocurre aquí? –preguntó Susan, extrañada, sin reparar en Vilma- ¿Qué tienes ahí? –le quitó el libro.
-Tiene un libro muy bueno que me estaba autografiando –intervino Vilma-. Francamente, Susan, deberías preocuparte de las actividades de tus alumnos, ¿no?
Miller la miró con odio.
-Ella estaba castigada aquí afuera, tú no deberías hablarle –musitó, devolviéndole el libro a la profesora-. Así que por eso andabas tan creída y segura de ti misma, porque habías sacado un librito. ¿Qué se siente?
Jenny sintió como la ira brotaba en su interior. Ella no andaba creyéndose por la vida ni nada por el estilo. Sin embargo, logró contenerse de gritar.
-Me siento mucho mejor que una vieja frustrada por lo que le tocó –susurró, mordazmente, mirándola directo a los ojos.
Tanto Vilma como Susan la miraron sorprendidos. La primera por el valor que había tenido y la segunda por la insolencia en sí. La profesora jefe abrió la puerta, invitándola a pasar.
-Vaya a buscar su libreta para citar a su apoderado –dijo la profesora, molesta.
Jenny la miró y, para sorpresa de todo el curso (que estaba más pendiente de la pelea que de la imposible prueba), sonrió.
-¿Qué apoderado? –preguntó, mientras entraba a la sala y se dirigía a su puesto.
Todo el curso creía que se dirigía a su puesto a buscar la libreta, pero se sorprendieron al verla guardando todas sus cosas en la mochila, que se colgó al hombro.
-¿Qué está haciendo? –preguntó la profesora, hirviendo en rabia.
-Me pongo a llorar en un rincón como la imbécil que soy –ironizó-. Me aburrí de esta mierda, ¡me voy!
Se dirigió a la salida, pero se vio flanqueada por la profesora.
-¿Cómo que se va? ¡Se ha ganado una suspensión, señorita!
Jenny volvió a reír, más realistamente.
-¿Qué no lo entiende? ¡Me voy del colegio! –el curso jadeó, sorprendido- No más clases, no más materias estúpidas e inútiles en mi vida. Ya sé lo que me gusta y me dedicaré a ello –la corrió de un empujón-. En palabras de AC/DC: Goodbye, and good riddance to bad luck.
Sin decir nada más, salió del salón, con una sonrisa de oreja a oreja, sin detenerse ante ninguna de las quejas de la inspectora o de la profesora.
-¡Jenny! –exclamó la profesora de lenguaje, alcanzándola- Iba a proponerte que vinieras a ayudarme a fomentar la lectura y escritura en los cursos más pequeños, pero no creía que tu profesora me diera el permiso. Como sea, ¿me darías tu número para ponernos de acuerdo para un día?
La adolescente la miró extrañada, pero le entregó el número de todas formas.
-Adiós, profesora. Un placer ser su alumna –dijo, con una sonrisa.
-Dime Vilma, ya no soy tu profesora. Bueno, con permiso, tengo que volver a mi clase, me preguntarán donde andaba.
Jenny se despidió y siguió caminando a la salida del colegio. Pasó por otro pasillo, en el cual había un niño un par de años menor, tarareando algo, con cara de aburrimiento.
-¿Te vas? –preguntó, con un dejo de envidia en su voz.
-Y para no volver –contestó a aquel desconocido.
El chico sonrió y ella continuó su camino.
-Buena suerte, ejemplo a seguir –musitó él cuando ella se perdió de vista.

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