Primero de noviembre: Día de todos los santos... Y de su boda con George. El día, finalmente, había llegado. Efectuarían la ceremonia en una especie de parque que estaba dedicado a las bodas, a eso de las tres de la tarde; aún le quedaban seis horas de soltera.
Tocaron a su puerta. Se paró del asiento que quedaba frente al tocador y fue a ver. De seguro era una de sus damas de honor. Sin embargo, en lugar de encontrarse con Cindy o Amy, se encontró con...
-¿Joey? –preguntó, extrañada. Se suponía que los niños se irían al departamento de Billie con George, quien tenía que pasar a buscar su traje, y se irían a la ceremonia junto a su ex esposo a eso de las dos y media.
Billie...
Había perdido todas las oportunidades con él. Nunca más volvería a estar entre sus brazos, nunca más probaría sus labios, nunca más podría decirle cuanto lo amaba; no se lo había dicho lo suficiente y ahora se arrepentía de ello. Lo extrañaba, lo necesitaba. Era su todo. Sin él, la vida no era vida para ella.
-Hola, mamá –murmuró el niño, entrando. Se sentó en uno de los escabeles-. ¿Cómo estás para la boda?
Addie sonrió.
-Bien, todo está listo –susurró-. Aunque estoy un poco nerviosa...
Él la miró a los ojos.
-Escucha... Sé que tú sabes que ni a Jake ni a mí nos parece bien todo esto, pero también queremos que seas feliz. Así que si eres feliz con éste imbécil, bien, no hay problema. Pero si lo haces sólo porque crees que necesitamos una figura paterna, estás mal. Y si lo haces porque crees que nadie te quiere y que te quedarás sola como un perro, estás peor aún. Siempre nos tendrás a mí, a Jake, a nuestra próxima hermana y a papá.
Conmovida y con lágrimas en los ojos, Addie lo abrazó.
-No sabes lo que significa eso para mí, Joey –le dio un beso en la frente-. Muchas gracias.
-De nada... Y ahora, tengo que volver al auto porque Jake debe estar buscando algo afilado ahora mismo para satisfacer sus instintos asesinos...
Joey salió, dejando a la mujer sola. Ella tomó su celular, para contemplar una foto de ella con Billie... Su Billie. Era la foto de ellos en alguna premiación.
-¿Por qué te quiero? –le preguntó a la pantalla.
Jenny y Billie habían despertado temprano ese día. La primera porque simplemente no pudo seguir durmiendo... Y él porque apenas sí había pegado un ojo en toda la noche. No podía creer que Addie realmente iba a casarse ese día.
El timbre sonó. Debían de ser Joey y Jake. Resignado, Billie fue a ver.
-Hola, niños –los saludó-. ¿Cómo se vinieron?
-George –dijo Jake, acentuando la “o” como de costumbre- nos vino a dejar.
-De algo que sirva ese imbécil –farfulló Joey.
Jenny estaba en la cocina, terminando de hacer el desayuno. Por poco no botó los huevos cuando escuchó la voz de Joseph desde el recibidor.
Durante la clase de lenguaje había estado tan nerviosa que no se había percatado de las similitudes de Joey con Billie Joe, pero ahora, al menos en su memoria, se le hacían obvias. Suspiró. Sería un largo y tenso día.
-Quiero que conozcan a alguien –musitó Billie, haciéndolos pasar, viendo cómo seguir-. No es una novia –aclaró, mientras se dirigían a la cocina-, es una amiga que vive aquí y es un poco mayor que ustedes dos.
Los niños asintieron, desconfiados, mientras entraban a la cocina.
-Joey, Jake, ella es Jenny –presentó.
Asombrados, Jenny y Joey intercambiaron una mirada.
-¿Tú? –preguntó el chico, sorprendido, mientras que ella asentía.
Billie los miró extrañado.
-¿Se conocen?
-Estaba en la clase que me tocó dar –murmuró la adolescente, aún sonrojada. No le gustaba la idea de que el niño que la había molestado fuera el hijo de su mejor amigo. Joey estaba en las mismas, mientras que Jake se reía.
-Hablamos un poco –murmuró Joey, dirigiéndose a su confundido padre-. Bueno, ¿qué hay de desayuno?
Sin volver a tocar el tema, se sentaron en la cocina. Conversaron sin problemas, pero los dos adolescentes evitaron a toda costa mirarse a los ojos. La mayor por lo incómoda que se había sentido y él porque se avergonzaba de lo que le había dicho y todas las estupideces que había dicho.
-¿Qué les parece si tocamos un poco antes de la boda? –sugirió Billie, intentando sonar entusiasmado. Aún así, todos sabían que estaba apunto de colapsar.
La gente comenzó a llegar a las dos. Addie no podía salir a recibirla, ya que estaba muy ocupada maquillándose y arreglándose el cabello. Ya se había puesto el vestido y tenía a Cindy y a Amy encargadas de recibir la gente. Faltaba sólo una hora para el compromiso.
Pese a que quería negarlo, lo único que quería era que Billie Joe apareciera y la detuviera, pero sabía que eso no ocurriría. Suspirando, terminó de aplicarse la base.
El lugar estaba lleno de gente que no conocían. Billie, sus hijos y Jenny tuvieron grandes dificultades para encontrar cuatro asientos que estuvieran juntos. Jenny quedó en el corredor que se formaba entre ambas hileras, seguida por Billie, Jake y Joey.
-Joey está enamorado –canturreaba Jake por lo bajo, para que sólo su hermano mayor lo escuchara.
-¡Claro que no! –exclamó él.
Jake alzó una ceja.
-Le preguntaste si tenía novio y admitiste que la encontraste linda –le recordó-. Además, cuando podías hacerlo, la mirabas todo el tiempo.
Joey lo miró molesto.
-Aún si me gustara, no pasaría nada entre nosotros... Digo, ella es famosa en lo que hace y es amiga de papá. Si alguien en esta familia tiene posibilidades con ella es él, ¿no? –dijo el mayor, con tono de obviedad.
Los minutos comenzaron a pasar. Y antes de que se dieran cuenta, ya eran las tres. Comenzó a sonar una música, durante la cual George se fue al altar. Luego lo siguieron las damas de honor con los padrinos. Apenas se posicionaron todos, comenzó la marcha nupcial. Todo estaba listo, todo estaba en su lugar...
A excepción de la novia.
-¿Por qué no sale? –preguntaba una señora en la fila delante de ellos.
Jenny miró a Billie a los ojos.
-¿Qué mierda estás esperando? –le dijo ella a él, asustándolo- ¡Anda a verla!
Sin dudarlo ni por un segundo, él se paró y se dirigió hacia el sitio en el que estaba Addie.
¿Por qué no podía hacerlo? George era perfecto para ella, él era el único, él era con quien debía estar... ¿Por qué no dejaba de pensar en Billie Joe? ¿Por qué no dejaba de derramar vanas lágrimas por su causa? ¿Por qué lo amaba tanto?
Tocaron la puerta. Debía ser su madre o su padre o su hermano. Todos ellos estaban decepcionados: Creían que ella se quedaría para siempre con Billie Joe. Se enjugó las lágrimas.
-Pase, está abierto –dijo.
La puerta se abrió.
Su corazón se rompió en mil pedazos al ver que era Billie Joe quien entraba por la puerta, que era el amor de su vida quien entraba ahí para llamarla a la boda.
-¿Estás bien? –Preguntó, delicadamente, cerrando la puerta tras de sí. Ella asintió.- Por supuesto que no estás bien. ¿Qué te pasa?
Ella sonrió, irónicamente, poniéndose de pié.
-¿Qué me pasa? ¿Qué me pasa? –murmuró, acercándose a él- ¡Tú eres lo que me pasa! ¡No puedo dejar de pensar en ti, maldito desgraciado! –gritó, acercándose a él- ¡Idiota! ¡Imbécil!
Billie la miró fijamente a los ojos, mientras ella le gritaba todas esas cosas. Lucía devastada... Pero eso no fue un impedimento para él, quien, sin pensar, se acercó a ella y la besó.
Addie le rodeó el cuello con los brazos, mientras se daban aquel largo, delicado y dulce beso, disfrutando cada segundo de él. Se habían extrañado mucho el uno al otro y el estar besándose era como estar en el paraíso.
-Estúpido, todo esto porque te amo –susurró ella, una vez que terminaron el beso, mientras apoyaba su frente contra la del hombre.
Él le limpió las lágrimas, mientras ponía su otra mano en el estómago de la mujer.
-Yo igual te amo, Addie... Y por eso debo dejarte ir, por el bien de la criatura que cargas en tu interior.
Ella negó, con una pequeña sonrisa. Le dio otro beso.
-Es tuyo –le susurró al oído.
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