Mi piel ardía como si hubiese pasado toda una tarde tomando sol, y todas mis articulaciones dolían, como si me hubiera dado un golpe muy fuerte. La verdad, todo me indicaba que había caído desde una gran altura, no quería abrir los ojos, ya que eso significaría ver qué tan herido estaba y demás. Y aún no me creía capaz de ver sangre…
-Vamos, Billie, abre los ojos –susurraba Addie en mi oído.
¿Addie estaba ahí? Entonces no podía ser tan terrible. Y si colapsaba ante la presencia de tanta sangre, al menos la tendría a ella para a ayudarme. Haciendo un gran esfuerzo, abrí los ojos.
Para mi sorpresa, bastó con abrir los ojos para que todos mis dolores desaparecieran. De hecho, en vez de encontrarme con un charco de sangre, me encontré con un oscuro piso de cemento. Aliviado por esto, levanté la mirada, para encontrar a Addie mirándome, fijamente, con cierto alivio.
-Creí que había hecho algo mal –musitó, acariciándome el rostro.
Nuevamente, su piel no se sentía fría, sino cálida… No, no se sentía cálida. Se sentía normal. Como si estuviéramos a la misma temperatura.
De inmediato, me di cuenta que algo no andaba bien. Sí, sentía mi cuerpo, pero faltaba algo. Extrañado, me llevé dos dedos al cuello. No sentí nada.
-¿No tengo pulso?
-Técnicamente, eres poco más que yo. Todo el mundo puede verte, pero tampoco tienes pulso y, obviamente, tu sangre no circula. Aún así, si alguien te hiere, sangrarás y, si llegas a morir, tu “yo de verdad” también morirá.
Asentí, asimilando la información, al tiempo que me ponía de pié y me contemplaba: Iba con un par de jeans oscuros, una camisa negra y una chaqueta de cuero encima. Me extrañé al notar que tenía un reloj en mi muñeca.
-¿Tanto riesgo corro de morir que me lo dices? –pregunté, al tiempo que analizaba el reloj: Eran las tres de la mañana.
Addie se sonrió, levemente.
-No lo sé. Pero quiero que lo sepas y que no andes haciendo estupideces porque te crees inmortal –me explicó.
Un silencio comenzó, por lo que decidí que estaba bien seguir haciendo preguntas.
-¿Qué le pasará a mi cuerpo real en todo este rato?
Ella hizo una mueca.
-Estás en coma. Lo que me recuerda que tienes que volver a tu cuerpo en veinticuatro horas, o será muy tarde y no podrás volver –se explicó.
La miré, extrañado.
-¿Y cómo se supone que vuelva?
-Simple: Entras al hospital y tocas tu cuerpo.
Alcé una ceja.
-¿Simple? ¿No crees que sería raro para la gente que haya visto a mi cuerpo verme en otro lugar al mismo tiempo que estoy en coma? –inquirí.
Acentuó su mueca.
-Touché –musitó-. Esa es una complicación…
-¿Cuál es la otra?
-Que no encuentres ni a Dean Bleeker ni la evidencia.
Revisando mis bolsillos, encontré un par de gafas. Sonriendo, me las puse.
-Bueno, entonces tengo que ir a encontrarlo –musité, acomodándomelas. Addie empezó a reír a fuertes carcajadas. La miré-. ¿Qué?
-Me recordaste mucho a CSI –se explicó, aún riendo.
También comencé a reír con ella, tras lo que se me acercó.
-En teoría, puedo acompañarte… Pero no aún. Necesito un par de respuestas primero, ¿de acuerdo?
Me sentí más que entristecido. La necesitaba. ¿De qué otra forma conseguiría encontrar a este tipo? Aunque… Bueno, a Addie no le gustaba mi lado obsesivo, así que, técnicamente, era mejor así…
-Cierto, ahora leo tu mente –murmuró.
Abrí mucho los ojos.
-¿De verdad?
-Sí, me tienes mareada. Lo que quiero saber es porqué, por eso te dejaré solo por un rato, ¿ok? Por mientras, anda a un bar y busca algo de comer, porque lo normal es que tengas hambre.
Apenas dijo estas palabras, me di cuenta lo hambriento que estaba. Asentí.
-Sólo una pregunta más –murmuré. Me miró-. ¿Por qué son las tres de la mañana, si cuando me sacaste de la pieza, hace como una hora, no eran más de las diez?
Se sonrió.
-Se supone que Jesús murió a las tres de la tarde y que esta es la hora maldita. A alguien le pareció chistoso que volvieras a esta hora –fue todo lo que me dijo, con una sonrisa-. Ahora… ¿Están claras tus “instrucciones”?
Asentí, tras lo que dije:
-Ir a lo que encuentre abierto, comer algo y buscar y encontrar a Dean Bleeker antes de las tres de la mañana de mañana –musité.
Y sin más, Addie desapareció.
No hay comentarios:
Publicar un comentario