Rest One of these days Simple Twist of Fate I'm not tere Suffocate Rotting Suffocate? Dearly beloved Hold On Wake me up when September ends Good Riddance (Ridding of you) Cigarettes and Valentines
Prólogo

domingo, mayo 01, 2011

One of these days - Chapter ten.


-¿Estás loca? –Inquirió Billie, ya en la tintorería, una vez que ella acabó de explicarle su “plan”.- ¿Realmente crees que vayan?
-¿Por qué no habrían de ir? –Preguntó Jenny, a modo de respuesta.- Son tus mejores amigos, seguro que irán...
-No lo sé –musitó Billie-. Es obvio que ya no quieren estar conmigo... Normalmente, su orgullo desaparece a los pocos días, no a las casi cinco semanas...
Jenny negó, echando otro canasto de ropa sucia a una de las lavadoras.
Llevaban ahí un buen rato, lavando toda la ropa de Billie Joe. Había desde paños de limpieza a sábanas, pasando por camisas, poleras, boxers, corbatas, calcetines y jeans. Lo increíble, era que aún le quedara ropa limpia en su casa.
-¿No hay otra forma? –Preguntó, suplicante.
-Eso o finges homicidio o secuestro o alguna otra estupidez –dijo ella, por enésima vez-. Da igual lo que hagas, tu “orgullo” –simuló comillas- queda dañado.
Billie Joe maldijo. Realmente quería recuperar a sus amigos, pero quería saltarse la parte de pedirles disculpas por ser un imbécil fracasado, que no sabe ni lo que hace ni dice... Y también quería saltarse la parte que venía justo después de ejecutar el plan de Jenny.
Terminaron de lavar la ropa y la pusieron a la secadora. Mientras se secaba, siguieron hablando de cómo harían que el plan funcionase. Era bastante simple, pero Billie Joe seguía diciendo que no iba a funcionar.
-Tan difícil no es –lo regañaba Jenny, subiendo una de las bolsas de ropa al auto-. Yo estaré ahí en caso de que algo vaya mal, ¿ok?
Billie suspiró, mientras echaba a andar el auto. Billie la dejó en frente de su casa.
-Te paso a buscar mañana –dijo él, antes de que ella se bajase.
-No hace falta, Billie –se apresuró a contestar ella.
-No era una pregunta, sino una afirmación –aseguró él-. En serio, no es ninguna molestia.
Jenny sonrió.
-Muchas gracias.
La adolescente tomó su bolso, se despidió del hombre con un beso en la mejilla y salió del auto, para entrar a su casa. Sus padres no estaban en el living. Seguramente estaban ocupados en su habitación, o habían salido. No le interesaba en lo absoluto.

-No quiero hacer esto –decía Billie Joe, por enésima vez.
-Vamos, es simple, llamas a Mike y le dejas el mensaje y luego haces lo mismo con Tré...
Billie suspiró y miró a Jenny.
-No tengo opción, ¿verdad? –Ella negó.- ¿Cómo explicas que estás tú aquí?
-Lo tengo todo cubierto –lo tranquilizó la pelirroja-. Ahora, ¿vas a hacer esas llamadas?
Él tomó el teléfono y marcó el número del bajista. Eran las dos, hora en la que Mike y Brittany almorzaban... Y ambos tenían la costumbre de no contestar el teléfono durante las comidas.
-Mike, sé que pasamos por muchas cosas juntos y... Bueno... –Billie no sabía que más decir. ¿Qué se decía antes de suicidarse? Las veces que lo había intentado, se había limitado a intentar tirarse por el balcón, sin decirle nada a nadie.- Quería decir adiós. Así que... Te veo en otra vida, hermano.
Sin saber que decir, colgó la llamada.
-Ok, ahora a Tré –murmuró Billie-. ¿Qué hago si me contesta?
-Improvisas. Le dices que no te interrumpa, le dices que planeas matarte y luego cortas la llamada –respondió Jennifer, sin dudar. Él la miró inquisidoramente-. ¿Qué?
-¿Cómo inventaste eso tan rápido? –Preguntó.
-Es una buena pregunta, cuya respuesta no existe –contestó, sonriendo-. Ya, ¡llámalo!
Billie revoleó los ojos y llamó a Tré, quien no contestó el teléfono.
-Tré, sé que estás ahí, dudando si contestar o no –comenzó Billie, seguro de lo que decía. De algún modo, sabía que Tré estaba acercándose más al teléfono, esperando una disculpa o algo-. Menos mal no contestaste, sino no sabría como decirte esto.
-Billie, ¿qué pasa? –preguntó Tré, contestando y preocupado.
El guitarrista se contuvo de maldecir.
-Adiós –fue todo lo que dijo.
Cortó el teléfono. Jenny le aplaudió enseguida.
-Eso estuvo bueno –dijo, sonriente.
-Gracias... ¿Ahora qué?
Jenny metió una mano en su bolso y sacó un frasco vacío de antidepresivos. Se lo pasó a Billie, quien miró sin entender.
-Vas a estar en tu pieza, con esto en tu mano –explicó ella, armándose de paciencia-. Cuando te dé la señal (que será un mensaje de texto que no contestarás), te harás el muerto.
Billie supuso que ella diría más, pero no fue así.
-¿Eso en que me ayuda? –preguntó él.
Ella sonrió, misteriosamente.
-Deben estar por llegar, voy a esperarlos en el pasillo, escondida –fue todo lo que ella dijo.
Jennifer salió del departamento, dejándolo solo. Buscó un sitio donde esconderse y esperó a que Mike y Tré llegaran, cosa que no tardó mucho en pasar. Primero llegó Tré, que fue corriendo hacia la puerta, quien empezó a tocar frenéticamente.
-Maldición –masculló el hombre, bajo, robusto y de cabello castaño. Sus ojos, de un color azul grisáceo, demostraban su preocupación-. ¡Billie Joe, abre la puerta!
Justo ahí, apareció Mike, quien era alto, de cabello rubio, ojos azules, y muy delgado. Era totalmente opuesto al baterista, pese a que también llevaba aquel semblante de preocupación.
-¿No contesta? –Preguntó apenas lo vio. Tré negó.- Mierda... ¡BILLIE JOE, ABRE LA JODIDA PUERTA!
Jenny decidió que era momento de actuar. Salió de su escondrijo y se dirigió hacia allá, tras mandar el mensaje a Billie.
-¿Hay algún problema? –preguntó ella, acercándose.
-Nuestro amigo está ahí dentro y creemos que se su... –Tré calló.
-Creemos que puede estar en problemas o algo peor –completó Mike, con un poco más de tacto. Jenny los miró, con falsa preocupación.
-Soy hija del encargado de este piso, tengo las llaves de aquí –dijo, luego de fingir pensarlo unos segundos-. Con gusto les abro.
Fingió rebuscar en su bolso por las llaves del departamento, pese a que las tenía en su llavero; las había puesto ahí apenas se escondió, para disimularlas con sus propias llaves.
-Esta es –susurró.
Abrió la puerta y Mike y Tré entraron, casi corriendo.
-Ok, algo anda mal –musitó Mike-. ¿Por qué está ordenado y no huele a cerveza?
Jenny casi soltó un improperio, pero logró contenerse.
-El señor Armstrong me pidió que le ordenara aquí hace un par de días –improvisó ella.
Mike y Tré comenzaron a buscar, habitación por habitación. El cuarto de Billie era el último del pasillo. Apenas llegaron, Mike y Tré entraron casi corriendo.
Mike soltó una tanda de improperios al ver el “cadáver” de Billie Joe, mientras que Tré se limitaba a mirar aturdido. Ambos se acercaron un poco más.
-Billie, deja de fingir –dijo Jenny, desde la puerta.
Mike y Tré la miraron extrañados, mientras que Billie se sentaba.
-¿Qué?
Sin contestar, la joven cerró la puerta por fuera.
-¿Qué mierda fue eso? –Preguntó Mike, molesto.- Billie, realmente creímos que habías muerto. Yo me voy de aquí.
Pese a que lo giró, el pomo no cedió.
-Lo siento, chicos, pero de ahí no salen hasta que se traguen su orgullo y se arreglen –decía Jenny, desde el exterior.
-¿Nosotros tragarnos el orgullo? ¡Él empezó! –exclamó Tré.
-Te dije que no funcionaría –canturreó Billie-. Ahora, Jenny, ¿nos dejas salir?
Mike lo miró sorprendido, pero no hizo ningún comentario.
-Arréglense primero.
Pese a que le insistieron por un buen rato, ella no les contestó nada más. Los tres maldijeron a la vez.
-¿Qué ocurre aquí? –preguntó Tré, al cabo de unos minutos de silencio.
-Oh, nada, sólo estamos teniendo una fiesta de té –ironizó Billie. Luego calló. Sabía que la única forma de salir de ahí, era diciéndose todo lo que tenía que decirse con Mike y Tré-. Bueno, a ella se le ocurrió que esta sería la única forma de que ustedes viniesen, y parece que así era y...
-¿Para qué querías que viniéramos? –preguntó Mike, dolido. Claramente, seguía enojado porque Billie se había “acostado con Anastasia”.
-¿No terminaste de decirnos todos los insultos que nos merecíamos? –añadió Tré, socarronamente. También seguía dolido porque le hubiese dicho idiota.
-Quería que vinieran... Para poder disculparme –dijo Billie.
Tanto Mike como Tré lo miraron sorprendidos.
-Es decir... Todo esto es mi culpa. Yo fui el imbécil que los trató mal y que les mintió. Mike, nunca me acosté con Anastasia, lo dije para que me dejaras en paz con mis malditos intentos suicidas –Mike asintió, mientras que él se volteaba hacia Tré- y Tré, no creo que seas un imbécil. La verdad, chicos, es que ustedes son los dos mejores amigos que cualquier idiota como yo podría llegar a tener.
Mike y Tré se miraron.
-Te equivocas, si no fuera un imbécil, habría sido un buen amigo y habría estado aquí, acompañándote –dijo Tré, abrazándolo.
-Sabía que nunca me harías algo así –le decía Mike, suspirando, uniéndose al abrazo.
Jenny abrió la puerta.
-Jennifer se va –dijo ella, hablando en tercera persona-. Parece que los tres tipos de la pieza de su amigo necesitan estar un rato a solas.
Sin más, se fue.

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