La vida de Billie Joe era perfecta: Tenía una familia y el mejor trabajo del mundo, con los dos mejores amigos que cualquiera podría tener. Nada podía salir mal.
O eso pensaba él, hasta que todo comenzó irse al vacío, todo por una traición, a quien había jurado nunca traicionar.
Ocurrió en Reprise: Una de las mujeres que trabajaba ahí comenzó a coquetear a Billie Joe, quien había peleado con su esposa. Esto lo hizo un tanto más vulnerable a los encantos de la mujer y sucumbió. No quería hacerlo, pero no era consciente de lo que hacía; después de todo, estaba borracho y drogado.
Por supuesto que Addie se enteró, ya que la otra mujer se encargó de grabarse a sí misma con Billie Joe y se lo mostró a la mujer. Lo que más le había dolido a Adrienne, era que Billie Joe había jurado nunca, pero nunca engañarla. Y se metía con la primera que se le cruzaba.
Eso fue lo que inició el divorcio, creando un Billie Joe melancólico y deprimido. Addie se quedó con todo el dinero, la casa y toda la custodia, dejándolo a él con nada más que sus instrumentos, discos, un poco de dinero y el auto más viejo de todos, el cual planeaban vender.
-Billie, vamos, podemos salir de aquí –le sugería Tré, alentadoramente-. Podemos ir tú, yo y Mike a algún lado, a no hacer nada.
-No –musitó Billie, sin cambiar su hosca expresión, con la cual miraba hacia la pared contraria, en busca de alguna respuesta mágica a todos sus problemas.
-No está TODO acabado...
-Para mí sí –masculló, cortante-. Déjame solo...
-¿Por favor? –rogó, de rodillas.
-Te dije que me dejaras solo –susurró, ahora ácidamente.
Tré revoleó los ojos, poniéndose de pie.
-Ok, vamos, quieras o no....
Lo tomó de los brazos y lo intentó parar, pero Billie se tiró hacia atrás con todas sus fuerzas, haciendo que Tré cayese sobre él.
-No tienes ganas de salir y tienes ganas de esto –dijo, riendo.
Billie no rió. Ni siquiera había cambiado su expresión de molestia.
-No sé qué piensas, imbécil –soltó, sin pensar-. Pero por lo que más quieras, déjame solo, no necesito compañía de nadie.
Tré lo miró, dolido. Billie bromearía mucho, pero nunca lo llamaba imbécil... No en serio, al menos. Se limitó a suspirar.
-Cuanto has cambiado, amigo.
No dijo nada más y salió de ahí.
Apenas lo hizo, Billie maldijo. Estaba perdiendo a uno de sus mejores amigos, sólo por su idiotez. Y no le importaba. Todo lo que le importaba, era el que ya no le quedaba absolutamente nada en la vida.
En menos tiempo de lo que se demora una bombilla de luz en prenderse, Billie se puso de pie. No podía hacer nada mejor que drogarse un buen rato, con cocaína, marihuana y alguna otra porquería más. Sacó unos cuantos dólares de la billetera, tomó un chaleco con capucha y salió. No quería que nadie lo viera; Reprise se había encargado de que nadie supiese nada del divorcio ni de la pobreza que se le venía encima. Después de todo, Addie tenía todo y los cigarrillos, drogas y alcohol gastaban lo poco que le quedaba.
Compró varios gramos de cocaína y muchos, muchos porros. Normalmente, con eso tenía como para un par de semanas, pero no estaba seguro de cuanto le duraría eso en las situaciones actuales.
Después de eso, los recuerdos se le volvieron borrosos. Recordaba haber llegado al departamento y estar drogándose a más no poder, durante varias horas. Esas horas, quedaron borradas, sólo lo notó cuando, durante un atisbo de conciencia, vio la hora. Ya era el día siguiente.
No tenía nada por lo que vivir. No tenía nada que hacer, no tenía nada que le importase. No tenía nada. Todo lo que le quedaban, eran sus recuerdos. ¿Y de qué le servían? No, ya no le quedaba nada en ese mundo.
Se dirigió a la cocina, en busca de un cuchillo afilado. Veía borroso, por lo que no lo podía encontrar. Al final, decidió volver al living, tomar una botella, romperla contra el suelo y acercar el vidrio hacia sus muñecas.
-Good bye, cruel World, I’m leaving you today –cantó, en un tono de voz muy bajo, apenas audible-. Good bye, good bye, good bye...
Estaba apunto de hacerse el maldito corte, cuando la puerta se abrió, rápidamente. Se detuvo, por reflejo, al instante.
-¿QUÉ MIERDA ESTÁS HACIENDO? –exclamó Mike, entrando corriendo, quitándole la botella y lanzándosela lejos- ¿EN QUÉ PIENSAS, BILLIE?
Billie sonrió, amargamente, disfrutando el sufrimiento que le causaba la situación.
-Pensaba en acabar mi maldita y carente de sentido vida. Te agradecería que te fueras, Mike. Gracias –el tono de falsa amabilidad que usó era frío y cortante.
-¿Cómo que nada por vivir? ¡Me tienes a mí y a Tré! Quizás él esté un tanto enojado contigo ahora, pero se le pasará...
-No, no se le pasará –replicó Billie-. Lo sé. Y tampoco te tengo a ti –miró con sus ojos verdes a los azules de su amigo-. Mírame –se señaló a sí mismo-. Soy un pobre imbécil que viene achacándote todos sus problemas desde que te conoció. Partió con la muerte de su padre y ahora con su fallido intento de suicidio. Mientras más estés conmigo, más te acercas a la perdición...
-Eso no es verdad, todo tiene solución –alegó Mike.
-No, Mike. Esto no –le dio unas palmaditas en la espalda-. Por favor, déjame solo.
-¡No! Billie, no quiero perderte, eres mi mejor amigo, eres como mi hermano –Billie bajó la mirada-. Sé que no quieres matarte, sólo estás pasando por un mal momento...
Billie rió, con una risa irónica, muy irónica.
-¿Momento? Esto no se detendrá. Seguirá hasta el día de mi muerte, que iba a ser hoy. Así que te aconsejo que te vayas o tendrás que aguantarme el resto de tus días.
-No me molestas, soy capaz de aguantarte eso y más.
Billie volvió a mirarlo y alzó una ceja.
-¿Qué tan idiota eres como para seguir aquí? No tengo futuro...
-Si lo tienes...
-Soy un imbécil...
-Sólo un poco...
-Me acosté con Anastasia una vez...
-Podemos... ¿QUÉ?
Mike lo miró, dolido. Sabía que Anastasia lo había engañado una vez, pero nunca creyó que había sido con Billie Joe, su mejor amigo, su hermano. Miró a Billie, incrédulo, buscando algo que desmintiese sus palabras. Mas sus ojos verdes demostraban que decía la verdad. Lucía seguro de sí mismo.
-En ese caso... Hasta aquí llega todo, ¿no?
El guitarrista asintió.
-Nos vemos en otra vida –farfulló Mike, a un bajo tono de voz.
Tomó la botella y los restos de vidrio y salió del departamento. Billie sabía que con eso había acabado todo. No más Green Day, no más amigos... No más nada.
Ahora sí que no había nada ni nadie por quien valiera la pena vivir, así que caminó hacia el balcón, que daba a la parte trasera del edificio: Un callejón muy feo, donde muy poca gente pasaba. Tardarían varios días en encontrarlo. Sonrió.
Estaba subiéndose a la baranda, cuando su teléfono comenzó a sonar. No contestó, por lo que pasó a la contestadora.
-Hola... Papá, soy yo, Joey –decía su hijo, desde el teléfono. Billie se detuvo de inmediato-. Yo... No sé que decir. Jake y yo te extrañamos... Espero que estés bien. Te quiero...
Y ahí se cortaba la llamada.
Riendo, el hombre se bajó del barandal. No podía matarse, sólo por sus hijos. No quería darles un sufrimiento aún mayor que el que sufrió él cuando murió su padre.
Sacó una hoja de papel y escribió una nota con lo sucedido, una nota que decía “para Joey, cuando me muera”.
-Joey sabrá que me salvó la vida una vez –susurró.
No más intentos suicidas, pensó. Se fue a su habitación y se tiró a dormir.
Y así habían sido todos los días luego de eso. A veces salía a tocar guitarra en autobuses o esquinas o plazas, pero la mayoría de los días se quedaba en la casa.
Todo había sido igual, hasta aquel choque de autobús, un mes después.
awww me gustaa..
ResponderEliminarah .. hola! soy paola .. y supongo
que me estoy comenzando a obsecionar
con tu nove xD jaja
Bienvenida, Paola xD trata de viciarte mucho, puede tener efectos secundarios (?)
ResponderEliminar