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Prólogo

domingo, mayo 01, 2011

One of these days - Chapter nineteen: The forest calls my name!


-¿Qué quieres que te diga, Jenny? ¡Me encanta! –Exclamó Paul, haciéndola sonreír.- Sólo tengo una queja, y es respecto a la escena del bosque. 
Era miércoles por la mañana y la chica ya estaba con el editor en Bekerley. Ella le había pasado la historia el día anterior y su editor (quien no podía leer más rápido) ya la había terminado de leer, por segunda vez.
-¿Qué hay con esa escena? –Preguntó Jennifer, extrañada.
-Que describes todo en la historia, menos el bosque –contestó Paul, con tono de obviedad.
Ella negó con la cabeza.
-Hace tiempo que no voy al bosque –masculló-. ¿Me das el día libre mañana? –Añadió.
-Te doy la semana –respondió él, con una sonrisa-. Ahora, anda, que quiero tener algo seguro cuando publiquemos esto.
Agradecida, Jennifer se despidió y salió de la oficina. Caminó hacia el ascensor, bajó en él y salió del edificio, en dirección a una plaza cercana, plaza en la cual Billie acostumbraba a esperarla.
Lo encontró en la banca de siempre, leyendo una de las historias que le había pedido a Jenny. Sólo le costó una hora de ruegos y súplicas, pero, según él, había valido la pena.
-¿Cómo te fue? –Le preguntó Billie, al ver que se había sentado a su lado.
-Tengo que ir a un bosque –murmuró. Billie la miró extrañado-. Hay una parte en un bosque y describí todo lo que ocurría, menos el maldito bosque y no tengo idea de cómo hacerlo, así que tengo que ir a uno a describirlo.
El hombre asintió, pensativo, mas no dijo nada por varios minutos.
-Lo que no entiendo... Si ya terminaste la historia, si ya terminaste de editarla... ¿Por qué sigues yendo donde Paul?
Jenny suspiró.
-Por la portada, las citas de otros autores, la mini-biografía que va en la contraportada... En fin, aún quedan cosas por hacer y tengo que estar ahí con Paul supervisándolas todas.
Él sólo volvió a asentir.
-¿Quieres almorzar? –Inquirió, amablemente.
-He almorzado contigo casi todos los días desde hace un mes –respondió ella, con una sonrisa-. Por supuesto que almorzaré contigo hoy.
Se pararon y se dirigieron al auto de Billie, en el cual se dirigieron de vuelta a su departamento en Oakland.
-Creo que deberías ir mañana –soltó repentinamente Billie Joe. Ella lo miró sin entender-. Al bosque, deberías ir mañana temprano, así te aseguras que no haya nadie arruinando la escena de un bosque.
-¿Puedes decirme donde hay un bosque? –Preguntó ella, alzando una ceja.- Mi idea original era buscar imágenes e imaginar que estoy ahí.
Él negó con la cabeza.
-Yo conozco un lugar, puedo llevarte mañana –dijo, con una sonrisa.
-¿En serio? –Inquirió Jenny, incrédula. Él asintió.- ¿Por qué te tomas tantas molestias por mí? –Ahora su tono era de fingida desconfianza.
-Porque soy tu amigo, al contrario de John me preocupo por ti y... Digamos que el bosque llama mi nombre –dijo, riendo.
Así fue como el día siguiente los encontró dirigiéndose a un bosquecillo cercano. Billie había llevado su compilado de siempre, para tener algo que escuchar en el auto. Llegaron poco después de la media hora.
-Parece que va a llover –farfulló él, al ver el cielo.
-Excelente –dijo ella, con una sonrisa y sus ojos azules brillando levemente al ver las nubes. Billie la miró extrañado-. Amo mojarme en la lluvia, pero mi padre nunca me deja. Suele encerrarme cuando llueve, sin exagerar.
Billie abrió mucho los ojos, sorprendido.
-Si encuentras a tu padre amarrado bajo la lluvia algún día, yo no fui –masculló, en un fingido tono de inocencia, haciendo que ella se riera.
Caminaron varios minutos, adentrándose en el bosque, en aquel hostil ambiente al cual, obviamente, no pertenecían. Habían aves cantando, insectos varios y muchas hierbas en el suelo. Las copas de los árboles tapaban el cielo, impidiéndoles ver las nubes que cubrían el lugar.
Tal como Billie predijo, comenzó a llover poco después. A ninguno de los dos les importaba mucho, ya que no era mucha el agua que se filtraba.
-Voy a escribirlo, espera...
Jenny se apoyó en un árbol en el cual el agua no caía y describió todo lo del bosque que pudo. Terminó rápidamente.
-Hay algo que no entiendo –comenzó Billie, mientras ella guardaba su cuaderno. Ella lo miró, demostrándole que tenía su atención-. Describes todo lo que puedes describir y si no, vas al lugar o a lo más cercano para describirlo –se acercó un poco más a ella, ya que donde estaba parado caía toda la lluvia-. ¿Por qué nunca describes un beso?

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