Rest One of these days Simple Twist of Fate I'm not tere Suffocate Rotting Suffocate? Dearly beloved Hold On Wake me up when September ends Good Riddance (Ridding of you) Cigarettes and Valentines
Prólogo

domingo, agosto 12, 2012

Good Riddance (Ridding of you) - Chapter 5: I don't love you anymore.



Billie no pudo ni escribir ni tocar la guitarra esa noche. Estaba en el cuarto de invitados recordando la última media hora.
Con muchas pausas e interrupciones, le había explicado a Jake lo que ocurría entre él y Adrienne, quien se había quedado parada en la habitación del menor, sin hablar, mirándolo con tristeza, como si ella fuese la víctima. El niño se había quedado mudo, para mirar de inmediato a Joey, quien se encontraba en un estado similar de confusión. Pese a saber todo lo que pasaba, Joey había tenido la esperanza de que el asunto se arreglase milagrosamente de la noche a la tarde siguiente, y el ver que esto no había pasado le generaba incertidumbre respecto a su futuro. Comprendía más de lo que sus padres creían, pero aún era un niño que quería que su familia siguiese estando completa y unida.
-Bien, hijo… –le había dicho finalmente Adrienne a Jake, cuando Billie terminó de explicarle todo- Ahora nos gustaría saber con quién quisieras vivir tú.
Jake enmudeció más aún. Ya le habían dicho que Joey se iría con Billie. Jakob quería quedarse con Joey, quien era su hermano y amigo, y siempre lo había ayudado y apoyado cuando estaba en problemas. Sin embargo, no quería quedarse con Billie, ya que él siempre salía con sus amigos, llegaba tarde y andaba de gira... Sabía que no debía ser así, pero prefería a su madre, quien, para él, sólo había cometido un error.
-Mira... Si quieres quedarte con tu madre, lo entenderé –le había dicho Billie, al ver cómo su hijo pensaba-. Pero piénsalo bien. Si te quedas conmigo, cada vez que yo vaya de gira te irás con tu madre. Y si alguna vez te arrepientes de tu decisión, sea cual sea, sólo tendrás que decirlo, ¿de acuerdo?
-Sí, papá –musitó Jake, mirando a sus padres. Tras unos minutos, miró a Joey, quien no hizo ningún gesto, buscando no influenciarlo. Al final, Jake miró a su madre-. Me voy contigo. Sé que lo que hiciste está mal, pero me voy contigo.
Billie sintió un retorcijón en el estómago, el cuál sólo creció al ver cómo Joey suspiraba y se acercaba a ellos.
-Yo también –masculló Joey.

-¿Y qué pasó con lo de que yo era una puta? –le preguntó su madre, en un susurro, para que Jake no la oyese.
-Sigues siéndolo –le respondió Joey, mirándola directamente a los ojos, sin molestarse en bajar el volumen de voz-, pero no pienso dejar a Jake contigo y tu amante.
-¡Joey! –exclamó Jakob, abrazando a su hermano, quien sólo tenía ojos para su padre.
-Perdón papá, pero... –comenzó a disculparse.
-Lo entiendo –musitó Billie, aparentando calma, intentando ignorar la tormenta de dolor que sentía en su interior-. Bueno... Esta semana veremos lo de los abogados y todo eso... Los dejo, buenas noches.
Y ahí se había quedado, por eternos minutos, hasta que alguien golpeó la puerta.
-¿Quién es? –preguntó Billie, intentando disimular su malhumor.
-Soy yo, amor –le contestó Adrienne desde el otro lado-. ¿Puedo pasar?
-No me digas así, que no soy tu amor –dijo Billie, parándose. Abrió la puerta, para encontrarse con Addie, quien estaba algo sonrosada. Se dio cuenta que el “amor” se le había escapado como reflejo-. ¿Qué quieres?
-Pensé que quizás deberíamos hablar –susurró Adrienne, nuevamente sintiendo la culpa con toda su fuerza.
-Bueno, sólo quiero que me respondas un par de cosas... –Billie bajó la mirada, y se mordió el labio inferior, pensando, para luego mirar a la mujer directamente a los ojos- Primero que nada, ¿por qué?
-¿Por qué que?
-¿Por qué me engañaste? –El tono empleado por el guitarrista intentaba demostrar desprecio, incluso asco, pero el dolor y la tristeza eran mucho para ello.- ¿No fui un buen esposo? ¿No te demostré cuánto te amaba? ¿No fui suficiente para ti?
Tenía más cosas que decir, pero las palabras le fallaron, y prefirió quedarse callado antes de decir cosas sin sentido. Ella simplemente se sentó a los pies de la cama.
-No entiendes lo que es ser la esposa de un famoso ¿verdad? –inquirió ella, dejando que unas cuantas lágrimas se le escapasen- En especial uno como tú. Eres músico, reconocido mundialmente. La gente te reconoce en la calle. Sé que no eres adicto, pero también sé que últimamente has estado consumiendo. Nunca estás en casa, eres único pero...
-¿Pero qué? –preguntó Billie, desesperado por saber.
-¡Pero es demasiado para mí, Billie! –concluyó Addie, dejando que las lágrimas saliesen- ¡Siento que apenas te conozco! Gran parte de lo que sé de ti lo saben millones de personas, siento que ni siquiera merezco un trato especial de tu parte... Ni siquiera sé si a quien amé una vez fue sólo una imagen o fue al verdadero tú.
-Eso quiere decir… ¿Eso quiere decir que ya no me amas?
-Así es, Billie –respondió Adrienne-: Ya no te amo
Y mientras el guitarrista sentía cómo el mundo tal como lo conocía se derrumbaba a su alrededor, Adrienne salió de la habitación, dejándolo solo. Se sentía fatal. Adrienne le había dicho lo más terrible que le había dicho: Que sólo era una imagen, que su vida no era real y que no lo amaba. Pateó la pared lo más fuerte que pudo, ocasionando un dolor en su pie, apenas era comparable al que sentía en su interior
-Soy Jimmy –masculló, tirándose bocabajo en la cama.
Al instante se dio cuenta que esa frase no tenía sentido alguno. Pero no le importó. Ya nada le importaba. Adrienne ya no lo amaba e iba a quedarse con los niños, así que se limitó a quedarse ahí, recostado, incapaz de dormir, hasta que, nuevamente, alguien golpeó a su puerta, varias horas después.
-Papá... Quería decirte que lo siento –musitó Joey, desde el otro lado, al tiempo que Billie se paraba de la cama.
Antes de llegar a la puerta, Billie escuchó como los pasos de su hijo se alejaban. Suspiró. Iba a volver a tirarse a la cama, cuando vio una hoja de papel en el suelo, hoja que su hijo había pasado por debajo de la puerta
Joey era muy bueno para el dibujo, siempre lo había sido, pese a que en la escritura le iba fatal. Ahí estaba un dibujo de un joven punk, con un cigarro en la mano parado afuera de un baño público. Debajo de él decía...
-Jesus del Suburbio –leyó en un susurro Billie.
Joey había leído la historia.
Anonadado de que un niño de ocho años leyera ese tipo de cosas, Billie abrió la puerta y se dirigió al cuarto de su hijo.
-¿Joey? –preguntó Billie, tocando la puerta suavemente con sus nudillos.
-Perdón por leer tu historia, pero quería ver qué tanto escribías en ese cuaderno –farfulló el niño desde el interior de la pieza, intentando no sonar demasiado avergonzado.
-Creí que sería algo fuerte –musitó Billie, asombrado de que Joey fuera más curioso que él mismo.
-Lo es, pero quería verlo –respondió Joey, abriendo la puerta-. Escribes muy lento, ¿sabes?
Billie no pudo contener una risa, y lo abrazó.
-Quiero que sepas que me parece bien lo que haces por tu hermano –susurró, sintiendo ganas de llorar por enésima vez en el día.
-Te prometo que te iré a ver cuantas veces pueda –sollozó Joey. Esto bastó para quebrar al guitarrista.
-Y yo te prometo que pasaré contigo todo el tiempo que pueda, ¿de acuerdo?
Hubieran seguido llorando y abrazados por un buen rato, de no ser que un ruido proveniente del primer piso los sobresaltó. Impulsado por una curiosidad superior a él, Billie se separó de su hijo y, tras hacerle un gesto para indicarle que se mantuviera en silencio, se dirigió a la escalera, la cual bajó hasta el descanso. Hizo una mueca al distinguir lo que ocurría en el primer piso.
Adrienne se encontraba recibiendo con un gran abrazo y un beso a un hombre, al que Billie reconoció como el mismo hombre con quien la había visto hacía un mes.
-¿Y tú esposo? –le preguntaba el hombre.
-No importa, Brad –susurró ella-. Deja buscar mi abrigo y nos podemos ir.
El guitarrista suspiró, entristecido. Sin decir nada, volvió a subir las escaleras, igual de silencioso que cuando bajó.
-¿Qué era? –le preguntó Joey, apenas lo vio, extrañado de verlo más alicaído aún.
-Brad –fue la respuesta de Billie-. Gracias por el dibujo, hijo.
Le dio un beso en la frente y se fue a su habitación, para volver a tirarse en la cama, esta vez mirando al techo. Seguía sin sentirse capaz de tocar guitarra, pero se sentía bastante capaz de seguir con Jesus.
Fue a su bolso a buscar el cuaderno y se dio cuenta de que había otra hoja que no era suya. Extrañado, comenzó a leerla... O a intentarlo, ya que estaba en un idioma que no entendía.
-Debe ser de Amelia.
Con este planteamiento logró distraer su mente, y volvió a preguntarse el por qué se le hacía tan conocida. Tras un buen rato pensando en el asunto, llegó a la conclusión de que nunca lo había visto. Decidió entonces que debía parecerse a alguien, y que el martes debería intentar descubrir algún parentesco con algún conocido.
Volvió a fijarse en la hoja. En un comienzo, tenía la letra bastante prolija, pero con el pasar de las líneas estaba ilegible. Con la idea de intentar traducir el papel con algún diccionario o traductor de Internet, dejó el asunto de lado, sacó su cuaderno y su lápiz, se acomodó en la cama y comenzó a escribir, mientras que, en otra parte de la ciudad, una quinceañera intentaba ignorar la tristeza que le causaba carta de su medio hermano, Jimmy.

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