Intenté que fuera coherente, aún no estoy segura de haberlo conseguido. En fin, el regalo de cumpleaños pendiente de la Ale, la Yess, la Fran y probablemente se me olvida alguien xD
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Sentía frío,
bastante frío. El calor, finalmente, se había decidido a ceder ante el otoño, y
yo me encontraba tiritando. Tenía el estómago revuelto, la cabeza daba vueltas
y sentía la garganta bastante seca. No podía abrir los ojos. Pero nada de eso
importaba, claro: Estaba vivo. Y había estado tan cerca del fin…
-¿Aló? Sí, ya
lo encontré, lo llevo a tu casa ahora…
El silencio
del vehículo permitió que se escuchara claramente la respuesta desde la otra
línea:
-¿Y por qué no
lo traes aquí ahora? Adrienne está
preocupadísima…
-Porque no
está bien, Mike. No está nada bien.
No, no estaba
bien, eso era cierto. No podía abrir los ojos. Pero mi malestar no estaba ni
cerca de matarme, lo sabía. Cuánto desearía que no fuera así…
-¿Por qué
mierda lo hizo?
-No, nada. Ha
estado raro estos últimos días, pero no nos ha querido decir el porqué… Mierda,
¿qué le digo a Addie?
Que no la amo,
que no quiero seguir, que me deje morir, que me deje desaparecer de una puta
vez…
-No lo sé,
pero no puede verlo ahora. Y tampoco puedes decirle algo que haga que no quiera
verlo cuando él esté bien…
Breve
silencio, durante el cual comencé a sentir que el adormecimiento de mis
músculos se intensificaba, y me sentía caer, caer y caer, en medio de un
torbellino de emociones, que no lograba sentir del todo, o al menos no de una
forma clara y comprensible, pero mareaba, y todo daba vueltas, y yo seguía
cayendo, y creí que seguiría haciéndolo indefinidamente… Hasta que sentí el
frío de las baldosas contra mis rodillas, y nuevas arcadas. Esta vez, intenté
resistirme, pero no funcionó. Lo siguiente que supe fue que estaba de espaldas
en el frío piso de baldosas ya mencionado, y que alguien echaba a correr el
agua de un retrete a mi lado, al mismo tiempo que alguien frotaba un paño en mi
mentón. Probablemente algo de vómito se me había resbalado por la barbilla.
-Muchas
gracias, Vincent, de verdad.
Era la voz de
Mike. Pero no sonaba como siempre. Había algo diferente en su entonación: Era
temerosa, como si estuviese viendo algo que lo asustara mucho. Recordé que nos
dirigíamos a su casa, así que asumí que ahí estábamos en ese momento.
-Mejor
agradécele a John. Si no lo hubiera hecho vomitar antes, habría sido demasiado
tarde para un lavado de estómago.
Eso explicaba
el sabor de mi boca, pero no quién era mi acompañante en el auto camino a casa
de Mike, ya que, desgraciadamente, John era un nombre común, y mi cerebro andaba demasiado lento como para
pensar en qué John podía ser éste. Ni siquiera era capaz de pensar sobre éste
tal Vincent, que también había colaborado en aquella estúpida e infructífera
misión de salvar mi patética vida, cuyo valor disminuía con cada segundo que
pasaba vivo.
-Tantos amigos
suicidas que sirvan de algo –masculló el mencionado, y con eso lo reconocí como
John Roecker-. ¿Por qué mierda aún no despierta, Vincent?
Y antes de que
se tal Vincent contestara, yo lo hice:
-Porque aún
albergo la esperanza de morirme de una vez.
Recién
entonces abrí los ojos. Tuve que cerrarlos de nuevo, ya que me encontré mirando
fijamente las luces del baño. A través de los párpados, noté que la cantidad de
luz disminuyó, así que volví a abrirlos, para encontrarme con un hombre rubio y
desconocido, con una linternita en su mano.
-Sigue la
luz….
De mala gana,
hice lo que me pedía, ya que sabía que eso retrasaría el momento en que tendría
que hablar con Mike y John, retrasaría el momento de las explicaciones que no
quería dar. Pero, por desgracia, Vincent no tardó mucho.
-Está bien, en
perfectas condiciones… Lo cual es increíble, qué quieren que les diga.
Genial. Era un
maldito milagro médico. Si esto no es irónico, no sé que lo es.
-¿Puede
pararse? –preguntó Mike, en dirección a Vincent.
-Sí, pero no
quiero –mascullé, consciente de mis piernas por primera vez en mucho rato.
Estaba claro que ya no quedaba ni un mísero rastro de las pastillas para dormir
en mi organismo. Una verdadera lástima.
Ignorando mi
comentario, John me tomó ambos brazos y tiró de mí, forzándome a ponerme de
pié. Tuvo que sujetarme, ya que el pararme tan rápido me mareó. Ojalá me
hubiera dejado caer, quizás hasta me pegaba en la cabeza y me moría. Y así me
di cuenta que mis instintos suicidas se volvían más fantasiosos con cada
segundo que pasaba.
En fin, ya en
pié, fui capaz de ver el rostro de mis amigos y del tal Vincent. John estaba
furioso, pero yo sabía que en verdad estaba más dolido que enojado (aunque
estaba seguro que me hubiese golpeado si no me notase tan débil), y el tal
Vincent era, tal como dije, un sujeto rubio, y ahora podía ver que sus ojos
azules me miraban analíticamente, pendiente, probablemente, de cómo
reaccionaría ante distintos estímulos. El que me sorprendió era Mike, ya que
nunca lo había visto así, ni cuando había terminado con Sarah: Estaba
destrozado, tanto que hasta lo creí capaz de comprender el torbellino mental
que sentía en ese momento… Y eso era bastante terrible.
-¿Por qué lo
hiciste? –me preguntó.
Su expresión
me daba tanta pena, que hasta consideré responderle. Pero no. Aparentemente,
seguiría vivo por un rato, así que no me quedaba otra opción que guardar
apariencias, aún si eso fuera lo que me empujó a matarme originalmente. Debía
mantener apariencias… Al menos hasta estar fuera del alcance de Mike, John y
todos los demás.
-Eso no
importa –musité al fin, en una voz más áspera de lo esperado-. ¿Tré no está?
¿Qué le dijeron a Addie? ¿Cómo me encontraron?
Supe que John
quería rebatirme, pero Mike lo silenció con una mirada. Poco a poco, mi amigo
volvía a ser él.
-Nos
preocupamos porque no llegabas, así que llamamos a Adrienne. Estaba llorando,
así que con Tré decidimos ir a verla. Ahí nos dijo que había discutido contigo,
y que te habías ido, no sabía dónde. Tré se quedó tranquilizándola, y yo salí a
buscarte, junto a John, que me había llamado hace un rato que iba al estudio de
sorpresa, cuidando de dejar a alguien tanto en mi casa como en la de Tré y
Jason, por si acaso. Di una vuelta por una ruta, y John por otra. No te
encontré cuando volví a la casa, así que me quedé con Tré y Addie por un rato,
y ahí fue que John dio contigo. Me llamó y me contó lo que habías hecho.
Torcí una
mueca.
-Dios, Mike,
por cómo actuaron es como si sospecharan que iba a matarme, no entiendo porqué
pareces tan sorprendido de que lo haya hecho.
-No creíamos
que fueras a matarte, simplemente que harías una idiotez –espetó John,
soltándome, causando que me tambaleara su tanto-. Mierda, ¡tienes esposa e
hijos! ¿Acaso no pensaste en ellos?
Una nueva
mueca de mi parte.
-Soy una
basura de persona. Claro que pensé en ellos, sólo que no me importó lo
suficiente –murmuré. Solté un suspiro.- Debieron haberme dejado morir. De
verdad. No valgo ni un tercio de lo que se lamentan y preocupan por mí.
Se hizo un
silencio, un tanto incómodo.
-Voy a ver a
Britt –anunció Vincent, saliendo.
-Es su hermano
–aclaró Mike, respondiendo lo que no había ni pensado en preguntarle. Mi
desinterés estaba llegando a niveles nunca antes vistos
-Se parecen
–dije, sólo por añadir algo.
El silencio
volvió.
-Vincent dijo
que deberías quedarte en observación, así que te quedarás acá hoy… A menos que
quieras ir al hospital. -¿Hospital? No gracias. Me limité a asentir.- Bien…
Vamos al cuarto de huéspedes, te quedarás ahí mientras busco ropa para que te
cambies, estás lleno de vómito.
Seguí a Mike,
de un modo completamente mecánico. Creo que John me hablaba a mí directamente,
pero la verdad no estoy muy seguro, ya que no lo escuchaba. Mi mente se
encontraba lejos de ahí, aunque no tanto geográficamente, sino que
temporalmente…. O quizás, simplemente a un nivel onírico. No podía dejar de
pensar en ese último recuerdo, el recuerdo en el que había visto cómo conocía a
Sarah. Increíble como una simple decisión pudo influir tanto en mi vida. A
menudo me había preguntado cómo habría sido todo si no la hubiese conocido.
Sabía que no sería quien era, sabía que ni siquiera reconocería mis propios
pensamientos… Y eso me agradaba, más que nunca. Básicamente por eso quería
matarme: No aguantaba mis pensamientos, y la única forma realizable de
apagarlos, era extinguiéndome por completo.
Miré a mi
alrededor, confuso. Estaba solo, en un cuarto que reconocí como el de
invitados. Había ropa doblada a los pies de la cama frente a la cual me
encontraba parado, ropa sobre la cual caían unos cuantos rayos de sol, los
últimos del día. La luz, pese a ser tenue, me molestaba bastante, así que me
acerqué a la ventana, para cerrar la cortina. Fue ahí que me di cuenta que
estaba en un segundo piso…
Sentía una
especie de zumbido en los oídos. Quizás no hacía falta que guardara apariencias
por más tiempo, quizás no hacía falta que estuviera vivo hasta el anochecer. La
altura no era mucho, pero si me tiraba de la forma apropiada…
Abrí la
ventana…
-Billie, ¿qué
haces? –preguntó una voz a mis espaldas.
Me volteé,
sobresaltado, para encontrarme con John, que salía del cuarto de baño de la pieza;
no estaba tan solo, como había supuesto.
-Quería aire
–mentí, de una forma tan débil que me sorprendió a mí mismo.
-Ah... Bueno,
yo la abro después, te vas a resfriar si te cambias con la ventana abierta,
hace frío afuera.
Así supe que
John no me creía. De mala gana, cerré la ventana.
-¿No me
dejarás solo mientras me cambio? –le pregunté, al darme cuenta que, en vez de
salir, John se había adentrado más en la pieza.
-Vincent dijo
que tenemos que monitorearte en todo instante durante los próximos días, puedes
desmayarte o tener un paro.
Mentía. O tal
vez no. O tal vez lo del paro era verdad, pero él no estaba allí por eso, sino
porque veía más probable que me matara yo solo a que lo hiciera una falla
cardíaca. Me pregunté si sería posible matarme con la polera mientras me la
ponía... Luego me di cuenta de que John no me permitiría llegar tan lejos. Así
que me cambié de ropa, en silencio, intentando no pensar...
Pero no podía.
Los recuerdos volvían rápidamente. Mi padre, Mike, Jennifer, Sarah... Mike...
No podía creer
que Mike siguiera a mi lado. De verdad. No me lo merecía. Bueno, para ser
francos, no me merecía a nadie, ni siquiera me merecía estar vivo en este
planeta... Quizás merecía estar en plutón, o en algún lugar así, lejos de todo
ser humano, y obligado a morir congelado... Sí...
-¿Quieres más
lasaña?
... ¿Y yo en
qué momento había llegado al comedor? ¿Había comido algo? Miré mi plato y vi
los restos de salsa. Sí, había comido. Y no había intentando matarme con el
cuchillo... Esperen, no tenía cuchillo, sólo tenedor...
-¿Billie?
Levanté la
mirada, aturdido, y vi cómo los ojos azules de Britt brillaban con
preocupación. Recordé de inmediato la mirada de Sarah cuando yo me pasaba en
las drogas o el alcohol durante mi adolescencia... Bajé la mirada, avergonzado.
-No, gracias.
Quería pedir
permiso para pararme e irme a la pieza, pero era incapaz de encontrar las
palabras en el fondo de mi garganta. Así que me quedé en la mesa, viendo como
todos comían postre, al tiempo que yo intentaba tragar la primera cucharada de
helado.
-Billie, si no
quieres, no te lo comas.
Me encontré a
mí mismo siendo observado nuevamente por Britt, cuya preocupación era cada vez
más notoria. Y decidí que fingir que quería comerme el helado no me iba a
llevar a ninguna parte, no con ella mirándome de esa forma y recordándome a
Sarah cada vez más con cada segundo que pasaba.
-Creo que
mejor lo dejaré, mi estómago tiene ganas de traicionarme...
Aunque esa era
una mentira colosal: Mi estómago jamás me había dado menos problemas al comer
helado.
-Entonces lo
guardaré en el refrigerador, en caso que te dé hambre, ¿sí?
Sonaba tan
maternal, que comencé a preguntarme si no estaría embarazada. No, Mike me lo
habría dicho. Quizás no. En realidad, con el mes que estaba teniendo, dudaba de
todo y todos, en especial de mí mis...
-Bueno, aquí
te dejo.
Esta vez me
costó menos salir de mi ensimismamiento y así darme cuenta que ya estaba en la
pieza de invitados.
-Gracias,
Mike, por todo –farfullé, en un intento de tono honesto de voz
Suspiró.
-De nada.
Ahora, Vincent, Britt, Johnny y yo te vendremos a revisar de vez en cuando, así
que, por favor, no hagas ninguna idiotez.
Torcí una
mueca.
-Tranquilo,
estoy cansado. Sólo quiero dormir.
Era verdad.
Sentía un cansancio mental comparable al físico sufrido tras un concierto de
cuatro horas. Sólo quería dormir bien esa noche... Ahora, si no despertaba
jamás, sería genial... Pero si despertaba... Bueno, podría acabar con todo al
día siguiente, bien lejos de casa de Mike para el beneficio de todos.
-Bueno, Britt
te dejó una polera vieja encima de la cama, para que estés más cómodo... Y...
Eso. Buenas noches.
Asentí,
sacándome los pantalones. Mike volvió a suspirar y, lentamente, salió, cerrando
la puerta tras de sí y dejándome a oscuras. Me cambié de polera y, dejando que
el sueño se apoderara de mí por completo, me metí a la cama, quedando de
costado hacia la ventana, por la cual veía cómo un haz de la luna llena se
colaba hacia el interior. Me sentí, súbitamente, reconfortado. Una buena noche
de sueño despejaría mi mente para poder planear mejor mi muerte... Sí....
-Cierra los
ojos...
Volvía a
encontrarme en medio de la calle en la que se encontraba la casa de Adrienne en
Minnesota, y era ella quien me susurraba esas palabras. Por mera curiosidad,
obedecí. Para mi sorpresa, ella me tomó la mano, causando que yo sintiera
mariposas en el estómago... Las primeras mariposas reales desde la partida de
Sarah... El primer atisbo de felicidad y de ganas de vivir...
El sonido de
la puerta cerrándose me despertó, de golpe, encontrándome de espaldas en la
cama del cuarto de invitados. Supuse que alguno de mis amigos había ido a
revisar cómo estaba. La verdad, mucho no me importaba. El recuerdo del día en
que había conocido a Addie me había hecho sentir feliz dentro del sueño, pero
ya estando consciente...
Nunca quise
decepcionarla, mucho menos de las cientos de dolorosas maneras en que lo había
hecho durante nuestra larga relación. De verdad que no. Pese a estar, ahora, un
cien por ciento seguro de que no la amaba, mi intención nunca fue dañarla. Mi
intención no era dañar a nadie. Pero lo había hecho. Al involucrarme con toda
la gente que me rodeaba sólo había logrado que todos sufrieran de una forma u
otra. De haber sabido cuál sería el curso de mi vida tras la partida de Sarah,
jamás me habría metido con Addie en primera instancia. La verdad, jamás me
habría metido con nadie. Me habría alejado hasta de Mike y Tré… Si me lo
hubieran permitido, claro. Me habría ido a vivir a otra ciudad, solo,
interactuando con la menor cantidad de gente posible, repartiendo pizzas para
vivir…
Me volteé en
la cama, y me cubrí hasta la cabeza con las mantas… Pero no conseguí volverme a
dormir. Poco a poco, mi pulso comenzó a acelerarse, y sabía que el único motivo
para ello era una ansiedad que no tenía cura, ya que estaría conmigo hasta que
me atreviera a erradicarla... Pero como ya se había convertido en una parte
vital de mí mismo, no había forma de destruirla sin destruirme a mí mismo...
Me paré y,
lentamente, me dirigí a la puerta de la habitación, la cual abrí de la forma
más silenciosa posible. La atravesé del mismo modo, y, rogando no caerme por la
oscura escalera (sería doloroso, pero no acabaría conmigo), bajé al primer
piso, para luego dirigirme a tientas a la cocina. Por algún motivo, no quería
prender la luz. Probablemente era porque un lado de mí creía que el sonido del
interruptor activándose despertaría a Mike más que el hecho de que robase un
cuchillo y me devolviese al segundo piso.
-Soy un
imbécil –susurré.
Y de verdad lo
era: Estaba considerando arriesgarme a que me descubrieran volviendo a mi
habitación. Esa idea sería terrible. Tendría que hacerlo ahí, en la misma
cocina. Así que, aún a oscuras, me dirigí al mueble donde sabía que estaban los
cubiertos, y tanteé hasta encontrar el cuchillo más grande, con mango de
madera, utilizado en múltiples parrilladas a lo largo de los años. Para
asegurarme de que era el que buscaba, llevé la filosa punta a mi índice
izquierdo. Me sonreí al sentir la sangre corriendo por mi dedo. Excelente, el
cuchillo atravesaba mi piel rápidamente, esto no tardaría. No tendría que estar
vivo por mucho más. Sólo tendría que desgarrar la piel que cubría mis muñecas...
Con una mano
temblorosa (¿Por qué temblaba? Ya había intentado acabar con todo antes, ¿por
qué venía a asustarme ahora?), llevé el cuchillo a mi muñeca izquierda.
Lentamente, llevé la punta al extremo izquierdo de la muñeca y, tratando de
controlar los fuertes temblores de mi otra mano, enterré un poco la punta.
La luz de la
cocina se prendió. Me encontré a mí mismo parpadeando intentando enfocar a la
persona que tenía frente de mí.
-¡BILLIE!
–exclamó.
Claro, era
Mike, quien me miraba asustado. Pero estaba lejos, estaba al otro lado de la
cocina. Aún podía hacerlo... Aún podía deslizar el cuchillo completamente por
mi muñeca... Sólo tenía que hacerlo. Sólo hacerlo... Sólo...
La mano me
tembló más...
El sonido del
golpe entre el metal del cuchillo y las baldosas del piso ocurrió al mismo
tiempo que Mike me abrazaba, empujándome a la vez.
-¡¿Qué mierda
haces, Billie?! –me preguntó, en un tono que intentaba aparentar furia. Pero yo
sabía que estaba más asustado de lo que jamás había estado. Aún así, fui
incapaz de contestar nada. Sentía un nudo en la garganta.- ¡Tienes todo! ¡Todo!
¡Addie te espera en casa! ¡Tus hijos te aman, y tus amigos también lo hacemos!
¿Por qué estás tan empeñado en acabar con toda la perfección y felicidad que es
tu vida?
Me separé un
poco de él, lo miré, y que sus ojos azules estaban llorosos. Creo que nunca
había visto llorar a Mike de adulto. Apenas sí recordaba haberlo visto llorar
alguna vez. Esto sólo hizo que el nudo de mi garganta creciera, y que mi voz
saliera muy aguda al decir:
-No puedo
decirte. No puedo.
Ya no aguanté
más, y dejé que el llanto me ganara.
-No puedo
–repetí, ahora entre medio de un gran sollozo-, no puedo.
Mike volvió a
abrazarme, con más fuerza esta vez, y yo me dejé abrazar, sin moverme ni nada.
-¿Por qué no
puedes, Billie?
-¡Porque vas a
odiarme! –Vale decir que no tengo idea cómo me entendió entre tanto hipar y
sollozar.- ¡Sé que lo harás!
Para mi
extrañeza, Mike soltó una corta (y nerviosa) risa.
-Billie,
estuviste con la mujer que amé, le rompiste el corazón, me ocultaste que
sentías cosas por un hombre, y quién sabe qué más, y no te odio. ¿Por qué crees
que lo haré ahora?
Aún sin
soltarlo, y aún sin dejar de llorar, farfullé:
-Porque esto
es realmente terrible, y si no me odias tienes serios problemas mentales.
Mi amigo
volvió a reír, de un modo más normal, y me dio unas cuantas palmaditas en la
espalda, que, extrañamente, sí lograron tranquilizarme. El que mi amigo hiciera
algo tan ridículo, quería decir que le importaba… Quería decir que yo, una
basura de persona, le importaba a alguien.
No me lo
merecía, no me merecía a alguien como a él a mi lado, como tampoco me merecía a
Addie, ni, mucho menos, a Sarah…
Sarah... Mi
amada Sarah...
-Shh... –Sabía
que Mike me miraba perplejo mientras yo seguía llorando, pero ya poco me
importaba. Sólo quería dejar que toda la mierda saliera alguna vez.- Puedes
decirme lo que sea.
Lo miré a los
ojos y vi que me decía la verdad, que realmente podía decirle cualquier cosa, y
no me odiaría... Mike no mentía al decir que no podía odiarme...
-A fines de
agosto, mamá me llamó porque quería remodelar el segundo piso, y necesitaba que
fuera a vaciar mi pieza.
Las palabras
salieron de mi boca antes que siquiera pudiera preguntarme si decir toda la
verdad era buena idea o no. Terriblemente, no pude seguir hablando, ya que el
recuerdo del simple hecho que desencadenó todo lo demás causó que el llanto
volviera, ocasionando que Mike quedase mirándome muy consternado.
-Billie, no
entiendo... ¿Quieres matarte porque no querías ordenar y botar basura hace casi
un mes?
Logré soltar
una breve risa entre todo el llanto.
-No, claro que
no... Pero, terriblemente, todos mis males comenzaron por eso, por ordenar.
Porque mamá no sólo me llamó a mí: También llamó a Nadia para que fuera el
mismo día.
Y fue así que
Mike y yo nos quedamos despiertos hasta las cuatro de la madrugada, tomando café
y fumando muchos cigarrillos, mientras que yo contaba todo lo que había
sucedido en el mes, incluyendo el más mínimo detalle, y él escuchaba
atentamente, sin ninguna interrupción, hasta que...
-¿Joey tiene
tu planta? ¿Tu mágica planta que producía la mejor marihuana de todo Rodeo?
Reír fue más
fácil que cualquier otra reacción que pude haber tenido.
En fin, tras
eso, no hubo más interrupciones hasta el final de mi historia.
-O sea que se
volvió a ir. –Asentí, terminando mi quincuagésimo tazón de la noche (hipérbole
máxima, ya que era el tercero).- ¿Y ahí es cuando Addie entra a la pieza?
-Nope. Ahí es
cuando Joey entra. Luego entra Addie.
–Mike suspiró.- Necesito saber, ¿qué dijo Addie y qué le dijeron?
Mi amigo me
miró, alzando una ceja.
-¿Para qué
quieres saber eso? ¿Para poder seguir mintiendo?
Me atreví a
devolverle la mirada, causando que su semblante se transmutara completamente
por la lástima.
-Mírame, Mike.
Esas mentiras son lo único que me quedan. Sin ellas, me convertiré un pobre
diablo, cuyos días terminarán apenas se cruce con otro cuchillo –levanté mi
muñeca izquierda, para que viera el pequeño punto rojo que era la herida que
había logrado hacerme-. Necesito saber qué decir.
-Billie...
Fueron las mentiras las que te llevaron al suicidio en primer lugar.
-Lo sé. Pero
la verdad sólo lo habría hecho peor.
Sostuvimos la
mirada un rato más, y, finalmente, mi amigo suspiró.
-Le dijimos
que querías estar solo, y que por eso te ofrecimos mi casa para quedarte. Addie
quiere verte y hablar las cosas, pero Tré logró convencerla de que era mejor
que tuvieran cierto espacio para ventilarse un poco.
Asentí,
pensativo; no tenía idea qué decirle para que me dejara poner un pie en la casa,
pero la idea de que ella quería verme e intentar arreglar las cosas me daba
esperanzas. Bastantes, a que estamos. Quizás mentirle no me significaría un
esfuerzo tan grande, y no terminaría siendo sobrepasado por mis propios
sentimientos y pensamientos... Aunque no estaría mal pensar en alguna forma
efectiva de acallar todo lo que pasaba en mi mente... Pero eso ya era pedir
imposibles.
-Ya estás
pensando... Creo que será mejor que vuelvas a dormir.
Torcí una
mueca.
-No podré
dormir.
-No te rindas
antes de intentarlo, mierda. Ya, vamos.
Dejé el vacío
tazón en la mesada y dejé que mi amigo me guiara a mi habitación. Ya ahí, me
metí a la cama, y me sentí, súbitamente cansado.
-¿Viste que
podrías dormir?
-La verdad que
no quiero –admití.
-¿Y por qué
no?
Su curiosidad
era auténtica, por lo que pensé un poco la respuesta para que fuese
satisfactoria para mi amigo:
-Porque dormir
significa soñar. Verás, cuando me estaba muriendo, en mi cabeza estaba dando
una última entrevista, en la cual la tipa a cargo se dedicó a mostrarme
fragmentos de mi vida que considerase importantes. Iba en orden cronológico, y
reviví antes de siquiera llegar a Jesus... Y ahora estaba soñando con Addie,
con el día en que la conocí... Lo que me dice que seguiré con eso hasta
terminar, es decir, hasta el presente. No acabaré jamás.
-¿Y por eso te
sentiste mal y bajaste a un nuevo intento en mi cocina? –Asentí.- Diablos... Te
daría una pastilla para dormir, pero probablemente despiertes con más deseos
suicidas que antes, y quién sabe si tendrá una reacción adversa o algo...
-En el mejor
de los casos, si funciona, simplemente me vuelvo adicto, ya que no quiero
volver a soñar.
-¿Nunca?
-No, es muy
riesgoso. Recuerdo cosas que no debería. Y reflexiono. Y recuerdo porqué soy
tan mierda de persona...
Mike me sonrió.
-No eres una
mierda de persona, sólo quieres ser feliz... El problema es que tu felicidad
parece tener muchas consecuencias sobre la gente que te rodea.
-Tanta
responsabilidad sobre los hombros de un perfecto imbécil, ¿no? –Mike rió.-
¿Ves? Ni siquiera puedes disimular que tengo razón.
-¿Qué quieres
que te diga? Tu comportamiento es de imbécil y realmente tienes una gran carga.
Dos niños, una esposa, tu trabajo, tus amigos... Y Sarah apareciéndose de a
ratos en tu mente... Y lo terrible es que sabes que la amas, pero no puedes
hacer nada porque quieres que tus hijos tengan una familia feliz, todos
juntos...
Torcí una
nueva mueca.
-Estoy durmiendo,
¿verdad?
Mike se
convirtió en Sarah.
-Caíste
dormido apenas te acostaste. –Me sonrió y se me acercó, para susurrarme al oído:-
Dulces sueños.
Y todo se
transformó en una bruma de colores.
oh wn. final culiao bueno.
ResponderEliminarpero uta que Billie es weon. tantas oportunidades y el wn aun no se puede matar. PREMIO A LA PERSONA MAS WETA DEL MUNDO xD
pero ya, he de admitir que me dio pena Billie... y eso me dio rabia conmigo misma xD
te diria que subieras el proximo rápido pero me da pena y no quiero :(
bueno, chao. tengo que terminar el otro fic que lei y luego dormir.
(no pienso meterme a mi cuenta para comentar... la verdad es que no la recuerdo)
muero, muero con este fic por la chucha, lo amo tanto, el día que termine será como cerrar un ciclo, al igual cuando vimos GD por primera vez ♥
ResponderEliminarYess
no sé quien fue la que dijo una vez "pobre, ni matarse le resulta bien" jkasdghsevfguidsfgsj WIN xDDDDDDDD
ResponderEliminarAmanda compadecete y.. DEJA AL CULIAO FELIZ POR FAVOR! xddddddddd
Yess
qé risa sus ideas suicidas xd super imbécil como él solo :B y oye, sólo qiero decir qe apoyo a la Yess.
ResponderEliminarDEJALO FELIZ !! y eso :D
XO
La espera valió la pena!
ResponderEliminarEste Billie piensa demasiado y tiene muchos lios mentales u.u Debe ser feliz!
hola te acuerdas de mi?¿?
ResponderEliminarsoy del fotolog /snitselll
no lo creo, ya subiste tu cap... lo leere de inmediato!
me encanta... ya lo, leo!
ayy mierdaa yaa quiero el final* :D
ResponderEliminarDioS!!! esta agonia me esta matando xD!!! Sube Cap pronto o morire!!! jajjaja i love your fic!!!
ResponderEliminarQUUUUUUUE!!!!!!!!!!!!! como que billie se quiso metar!!!! es ta loco noooooooooooo!!! por dios no, ai dios grasias por tener a jhony y mike para salvarlo si no se me moria mi enano hermoso!!!! dios!! aja okno mmm brit ya esta embarazada?? ajaj me acuerdo de su panza se veia tan rara asi!! mientras este solo coon mike esta todo bn!!! me mata su hermanos nomas!!! billie esta loco!!! hasta con el cuchillo intento sucidarce, en sima en la casa de su mejor amigo!!! el unico que lo esta apoyando y que siemrpe lo hizo y ademas el tiene toda la razon, su felicidad esta destrozando a mas gente pero eso no significa ue sea inalcansable!!! y sarah??? uiero ue vuelva, pero tambien me da lastima addie y los niños (bueno ya no son tan niños) pero ella es la felicidad de billie!!! y con respecto a los sueños eso si es feo! pero se le pasara no puede estar sin dormir!!! y como es eto de la ultima parte?? mike se convierte en sarah!!! ue mierda se tomo?? ajaj okno
ResponderEliminarpor cierto gran por los consejos de las imagenes, me sirvieron y por de mas!! ajaj. tu fic es genial!!! espero el prox cap!!!