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Creo que en toda mi vida nunca había
estado tan cansado como lo estaba ahora. Al menos, finalmente, estaba
conciliando el sueño, tras llevar diecinueve horas sin dormir. Ok, diecinueve
horas no era tanto rato, era apenas
por sobre lo “normal”, pero llevaba cuatro meses en los que apenas sí había
dormido cuatro horas por día (creo que mi record eran las ocho horas y cuarto),
así que comprenderán que moría de sueño. Esta situación era peor que cuando me
quedaba hasta tarde haciendo cualquier estupidez con Mike y al día siguiente
teníamos que ir a la escuela. Al menos la escuela tenía fines de semana, y ser
padre era una tarea permanente. Amaba a mi hijo más que a mi vida, pero, Dios
mío, ¿por qué era incapaz de dormir toda la noche? Addie estaba a cargo de él
durante el día, ya que yo trabajaba en el disco a esa hora (sí, habíamos
empezado al fin), y estaba exhausto. Pero eso no importaba. Iba a dormir. Al
fin iba a dormir…
Y desde el intercomunicador que
tenía en mi velador, se oyó un llanto. Solté un quejido, más que audible por mi
esposa, quien ya estaba prácticamente durmiendo.
-Si quieres voy yo –susurró
Addie, con un tono de voz para nada convincente.
-No te preocupes, ya voy
–murmuré, abriendo los ojos y volviendo casi al instante a la total conciencia.
Sin otra opción, me salí de la cama,
tapé bien a Adrienne, me puse un par de zapatillas y salí de la pieza,
intentando reprimir un gran bostezo que quería escapárseme.
-Shh… -Murmuré, apenas entré a la
pieza contigua, la de Joey.- Papá está aquí…
Se calmó apenas lo tomé en
brazos, y pasó de llorar fuertemente a simplemente quedarse mirándome ahí, con
sus ojos, idénticos a los de mi esposa. Según todos, Joey se parecía más a mí
que a Addie, pero yo lo encontraba idéntico a ella. Sólo el tiempo diría a
quién se parecía más, ¿no?
Hice el amago de dejarlo de
vuelta en su cuna, e, inmediatamente, empezó a sollozar, así que volví a
tomarlo y me dirigí al sillón que teníamos puesto para quien le tocara cuidar a
Joey. Ahí me senté y empecé a acunarlo, hasta que se durmió, momento en que
intenté dejarlo de nuevo en su cuna…
Obviamente, se despertó apenas lo
deposité ahí. Suspiré. No me quedó otra opción que volver a tomarlo.
-Creo que mejor te cambiaré el
pañal –le dije.
Por ridículo que suene, estoy
seguro que me sonrió, como diciéndome “buena idea”. En fin, lo llevé a la
“camilla” donde le cambiábamos de pañales. Se lo cambié, y volví a tomarlo en
brazos. En vez de volver a dormirse, empezó a llorar. Maldije en mi mente y
decidí darle de comer, así que me fui a la cocina y le serví una mamadera de leche
materna que Addie se había sacado para situaciones similares. Se la bebió y,
finalmente, tras botarle los gases, se durmió. Y, nuevamente, lo dejé en su
cuna, pero esta vez no se molestó en despertar. Suspiré, aliviado, tras lo que
vi la hora: Tres de la mañana… Y ya no tenía sueño.
-Bueno, mejor continúo lo que
estaba haciendo antes de acostarme –musité.
Y lo que estaba haciendo, era
componer. Tenía letras, pero muy malas a mi gusto, pero, como mi cerebro estaba
tan fundido por la falta de sueño, había optado por, simplemente, corregirlas.
Así que tomé mi cuaderno, y empecé a revisar qué canciones me faltaba arreglar.
-Me falta una canción –murmuré.
Hacía poco había cambiado de
cuaderno (ya que el otro, finalmente, se había acabado con mi acostumbrado balance
anual de comienzos de año), y aún no me acostumbraba a no tener todo en el
mismo lugar. Estaba considerando seriamente hacer lo que había hecho Ana Frank
y empezar a corchetear hojas en blanco al cuaderno anterior… Estaba más que
seguro que haría eso para mis futuros balances anuales, eso estaba claro. Pero
de momento, debía encontrar el otro cuaderno y buscar ahí la canción perdida.
Fue hojeándolo que me encontré
con varias canciones abandonadas. Tenía una acerca de una chica japonesa muy
freak (llamada Haushinka… Sí, es un nombre) que había conocido en el Gilman
hacía varios años (de hecho, la había conocido en esa época en la que me metía
con cualquiera para olvidar a Sarah y Addie) y que nunca le había mostrado a
Mike, pero su tono era demasiado “alegre” para este disco… Tenía otra acerca de
los días finales de mi relación con Fran (provisoriamente llamada “Stuck with
me”)… Y tenía la canción de adiós a Sarah.
Mi estómago se retorció. Nunca me
había dado el trabajo de buscarle acordes. Me mordí el labio inferior. Sí,
había decidido olvidarla, pero la idea me tentaba, y mucho…
Pero no, mejor no. Sacar esta
canción a la luz sólo me traería problemas, lo sabía. Así que mejor pasé a la
hoja siguiente, donde encontré la canción que me había llevado a sacar el
cuaderno en primer lugar. Solo, perdido
en mi interior, mi propio peor amigo y mi más cercano enemigo… Sí, esas
letras estaban bien. Creo que la llevaría a la siguiente sesión de grabación,
para mostrársela a los chicos… La sesión era a las nueve de la mañana… Sí…
Tras una rápida corrección, volví
a la hoja anterior, sólo para releer lo que había escrito. Lástima que hubiera
decidido dejar esa canción como una canción oculta por el resto de mis días, ya
que la letra estaba bastante bien. Dejé el cuaderno abierto y me dispuse a
volverme a acostar…
… Cuando Joey volvió a llorar.
Tuve que repetir la rutina (aunque ahora no tenía que darle de comer) para
acostarlo. Ya eran las cinco y media de la mañana. Dormir sería una pérdida de tiempo, así que
mejor me fui a la cocina, me hice un café y me dirigí a la habitación en la que
tenía todos mis instrumentos… Sí, ahora tenía más de una guitarra. De hecho,
hasta tenía un par de bajos y una batería. Lo único que me faltaba, era la
guitarra acústica… Y un piano o similar… Pero con lo que tenía estaba bien. En
fin, tomé una guitarra eléctrica, la conecté a un amplificador, y conecté los
audífonos a ese amplificador, para no despertar a Adrienne. Me dirigí al sofá
que tenía, me recosté en él y me puse a ver qué acordes ponerle a cada canción.
Estaba trabajando en eso, cuando el sueño volvió. No hacía frío, y estaba
cómodo ahí, por lo que me daba igual quedarme dormido. El motivo por el cual
luchaba contra quedarme dormido, era que me convenía más pasar de largo despierto
y dormir toda la noche siguiente (esta vez le diría a Addie que ella se hacía
cargo de Joseph), pero mi motivación no era tan grande como para de verdad
mantenerme des…
Nos encontrábamos en ese mismo
sofá. La guitarra había quedado de lado, ya que Sarah se encontraba sobre mí,
besándome intensamente, y, obviamente, yo le devolvía el beso. Desde algún
lado, sonaba una canción que se me hacía conocida, pese a saber que nunca antes
la había escuchado. Era un punteo bastante simple de unas tres notas.
-A esto le falta un violín
–susurró ella, apenas separándose de mí.
-Creo que tienes razón –concordé
yo, para luego besarle el cuello, por varios minutos, considerando seriamente
sacarle la blusa, para continuar descendiendo. Como si me leyera el
pensamiento, ella se separó, lentamente, con una sonrisa en sus labios-. ¿Por
qué hiciste eso?
Suspiró.
-Tu subconsciente quiere
continuar… Pero tú parte más racional sabe que no es buena idea.
-¿De qué hablas?
La canción sonaba más fuerte.
-Por un lado, tienes un hijo. Por
el otro, una esposa. Aparentemente, yo no quiero nada contigo, ya que me
decepcionaste de alguna forma que aún no te queda clara… Pero el principal
motivo para no continuar es que esto es un simple sueño y ni siquiera estoy
aquí…
-¿Billie?
Abrí los ojos.
Ya no tenía a Sarah sobre mí, si
no que veía el rostro de Adrienne, quien estaba parada junto a mí. Me costó un
poco ordenar mis pensamientos para decir algo coherente.
-¿Amor?
-¿Qué haces durmiendo aquí?
Negué.
-Se me quitó el sueño y vine acá
a “trabajar”, y ahí me dormí –me expliqué.
Me dio un beso en la frente.
-Mejor te levantas rápido, que ya
son las nueve, y Tré llamó para decirte que llegaras luego, porque había
encontrado a alguien que haga la portada.
Asentí, aún un tanto molesto por
el sueño que había tenido… Y por el hecho de no seguir ahí con Sarah…
¿En qué habíamos quedado?
En olvidarla…
¿Qué haces divagando en ella?
Nada, nada…
Estúpido subconsciente. Por un
lado me mostraba ese sueño, y ahora me recordaba el compromiso que había hecho.
Intentando pensar en lo hermosa que era mi esposa y no mi ex novia, me fui al
baño. Me duché lo más rápido que pude y, sin molestarme en afeitarme, me sequé,
para luego vestirme en mi habitación, tomar mis cuadernos de la pieza de Joey,
darle un suave beso en la frente a mi hijo, besar a mi esposa a modo de
despedida, subirme el auto y acelerar al estudio.
-Tarde –me saludaron Mike y Tré a
coro.
-Perdón, Joey sigue manteniéndome
sin dormir –me excusé, bostezando y estirándome-. ¿Así que encontraste a alguien?
Tré asintió.
-Winston Smith. Viejo amigo de
Larry, a veces se pasaba por The Lookouts! cuando estábamos grabando. Hacía
tiempo me había dicho que, si alguna vez necesitaba una portada, hablara con
él, y recién ayer me acordé –se explicó-. Así que iremos a eso de mediodía a su
oficina. Por mientras podemos grabar.
Mi turno de asentir.
-Trabajé en un par de canciones
anoche –informé.
-Muéstralas –pidió Mike,
pasándome una guitarra.
Le arrojé el cuaderno, para que
él mismo leyera la letra de la canción que había buscado anoche, mientras yo me
limitaba a tocar. No andaba con ánimos de cantar. De hecho, bostezaba tanto,
que me parecía una pérdida de tiempo intentarlo.
-Como que la música no le viene
–comentó Tré.
Lo miré extrañado.
-¿Leíste bien?
-Sí. ¿Tocaste bien?
-Sí…
Tré volvió a leer la letra, junto
a Mike, quien parecía estar más de acuerdo con mi amigo que conmigo.
-¿Time of your life? –preguntó el
bajista.
Sentí que el alma se me iba a los
pies. Había dejado el cuaderno en la hoja equivocada.
-Ah… No, era la hoja siguiente…
-¿Y esta canción qué es?
Suspiré.
-Es de hace años… Necesitaba un
cierre para… para Ella –farfullé.
Mis dos amigos asintieron, sin
saber qué decir, hasta que Tré habló:
-Deberías trabajar en ella. De
verdad.
Recordé la canción de mi sueño.
-Sé las notas, pero no el punteo
–admití. No tenía idea cómo había logrado que en el sueño la canción sonara
así.
Mike, quien había estado leyendo
la hoja siguiente, dijo:
-Deberíamos dejarla para el disco
siguiente, porque a este definitivamente no le viene… Pero deberías darte el
trabajo de grabar una versión más “cruda” como single o algo, para tener algo
sobre lo que trabajar cuando volvamos de las giras y todo.
¡¿QUÉ?!
-¿Para el disco siguiente?
-Obviamente. –Mike vio mi cara.-
¿Qué? ¿Acaso la quieres en este disco?
-¡No! ¡Ni en el siguiente, ni el
siguiente a ese! –exclamé- No quiero que salga a la luz.
Tré abrió los ojos mucho, como
dos grandes platos.
-¿Estás loco o qué? ¡Esa canción debe salir a la luz! ¡Es perfecta!
-No lo es. No me gusta. Sólo la
hice por necesidad… -Mike alzó una ceja.- Me da un mal presentimiento…
-Estás paranoico. La canción es
perfecta como está, y si… ¿Por qué no nos muestras la canción?
¿Por qué no se olvidan de la
maldita canción?
-No quiero…
-Por favor…
-¡No!
Mike me pasó una guitarra
acústica, a la vez que Tré me ponía de pié a la fuerza, para pasar a empujarme
hacia la cabina.
-Mira, tocas ahí, te escuchamos y
de ahí vemos si la canción es buena o no, ¿ok? –me decía Mike, cuando Tré ya me
tenía dentro de la cabina, con la guitarra aún en mi mano- En el peor de los
casos, nos gusta y la convertimos en un hit por un par de meses, pero no más de
eso.
Negué.
-Ni siquiera le viene a nuestro
público –murmuré, en un intento de excusa.
-¡Mejor aún! ¡Menos posibilidades
de que nos guste! –exclamó Tré, poniendo un micrófono a mi alcance y todo- Ya,
toca de una vez.
Y, sin otra opción, me senté y
esperé a que mis amigos se instalaran fuera de la cabina, para, tras probar
unos cuantos acordes, comenzar:
-Otro punto decisivo, una bifurcación en el camino. El tiempo te toma de
la muñeca, dirigiéndote por donde ir –canté, sin dignarme a mirar a ninguno
de mis amigos a la cara-. Así que haz lo
mejor de esta prueba, y no preguntes “por qué”. No es una pregunta, si no una
lección aprendida con el tiempo.
No podía creer lo fácil que era cantar esta canción. Es
decir, sentía una fuerte presión en el pecho y demás, pero básicamente estaba
improvisando la canción y salía bien. De hecho, creo que me habría tomado sólo
un par de minutos más averiguar cuál era el punteo de guitarra que se escuchaba
en mi sueño…
-Espero que hayas tenido el tiempo de tu vida… –finalicé, un par de
minutos después, para, finalmente, levantar la mirada, y encontrarme con que
tanto Tré como Mike tenían los ojos llorosos. Sonreí, irónicamente. - ¿Tan
horrible fue?
Mis dos amigos negaron.
-Dude –dijo Mike, al tiempo que Tré sacaba un pañuelo-. Es… Es…
-¿Horrenda?
-No. Hermosa –me corrigió Mike, mientras que Tré se sonaba la nariz-.
Tiene que ir en algún disco, de verdad.
Volví a negar.
-Me rehúso, así de simple. Esta
canción nunca verá la luz.
-Lamento decirte que sí, sí lo
hará. –Me sorprendí al ver a Rob Cavallo ahí, con una sonrisa en su rostro.-
Escuché una especie de discusión desde mi oficina, así que vine a ver qué
pasaba y… Billie, es hermosa.
No estoy seguro cómo fue el resto
de la conversación, sólo sé que, para cuando terminó, la canción era,
oficialmente, el b-side de un single, y estaba considerada en primer lugar para
el disco siguiente. Bueno, siendo un b-side, las posibilidades de que Ella lo escuchase descendían, y
bastante… Pero eso no quitaba la posibilidad de que lo hiciera en el siguiente
disco. Y Addie la escucharía, sí o sí, y…
Canción de mierda.
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