Rest One of these days Simple Twist of Fate I'm not tere Suffocate Rotting Suffocate? Dearly beloved Hold On Wake me up when September ends Good Riddance (Ridding of you) Cigarettes and Valentines
Prólogo

lunes, julio 09, 2012

Hold on - 1999 & Capítulo 41: ¿Cumpleaños feliz?



-   1999 -

Así que ahora te dio con que no amas a Addie…
No es que me haya dado que no amo a Addie, simplemente no sé qué es lo que siento por ella. De que la quiero, la quiero, y más de lo que suelo querer a la gente… Pero no sé si ese querer es amor o no.
Lo sabías el año antepasado… Lo sabías cuando le pediste matrimonio… ¿Por qué repentinamente dejaste de saberlo?
No sé. Algo cambió. Pero nada ha cambiado. Hay gente que dice que el “calor” de las relaciones se acaban después de un tiempo, a lo mejor esto es algo parecido.
Ese es el “calor”, no el “amor”… Y ninguna relación funciona sin amor.
Lo sé. Créeme que lo sé.
¿Y entonces? ¿Por qué no eres capaz de entrar a la cocina, abrazarla, y decirle que la amas?
Que sepa todo eso no quiere decir que…
¿No quiere decir qué?
Que sepa todo eso no quiere decir que la ame.
Entonces… ¿Realmente no la amas?

No lo sé. Y tampoco sé el porqué de pronto mis sentimientos cambiaron. Ni siquiera se han desplazado a alguien más… Simplemente ya no son iguales. Y no sé por qué… Y no sé qué siento tampoco… Y…
Resumidamente: Estás cagado.
Sí.
Bueno, pensemos… ¿Por qué amabas a Sarah?
Por todo lo que hacía o no hacía. Simplemente por cómo era ella.
¿Y a Addie?
Eso es fácil, es porque…

Y fue ahí que me di cuenta que no sabía esa respuesta.

Capítulo 41: ¿Cumpleaños feliz?
-Cumpleaños feliz, te deseamos a ti…. Feliz cumpleaños, Billie, cumpleaños feliz –cantaban mis amigos, mi hijo mayor y Addie.
Era la tarde del diecisiete de febrero, y nos encontrábamos todos en el comedor de mi casa, celebrando mi cumpleaños ahí por última vez; con Addie habíamos decidido mudarnos a otro suburbio, más seguro, y con una casa más grande para los cuatro. De hecho, ese era nuestro último miércoles ahí; nos mudábamos el viernes. En fin, apenas terminaron de cantar, soplé las velitas.
-¡Pero no pediste tus tres deseos! –se quejó Addie, riendo.
Me sonreí.
-¿Qué podría desear? Tengo todo para ser feliz –me excusé. Aunque claro, ella no sabía que me arrepentía de no haber deseado comprender qué mierda pasaba por mi cabeza.
-Awww –dijo Tré, en cuanto me acerqué a mi esposa a darle un corto beso-, consíganse una pieza.
Adrienne se sonrosó y yo reí, mientras que Joey nos miraba confundido.
-Ellos ya tienen una pieza –dijo, causando que me sonriera por lo inocente que era. De reojo, vi cómo Mike también se sonreía.
-Sí, pero… Aún no elijen la pieza nueva en su nueva casa, es una forma de decir –se excusó Tré, rápidamente.
-Eso mismo –añadí yo, aún sonriente.
En ese momento, escuchamos un llanto desde el intercomunicador, indicándonos que Jake estaba despierto. Addie suspiró.
-Voy a verlo, pero sólo porque es tu cumpleaños –murmuró.
-Gracias.
Addie salió en dirección a la pieza de Jake, seguida muy de cerca por Joey, quien, al parecer, se sentía avergonzado por su pregunta (creo que sí notó cómo sonreíamos con Mike), y no quería seguir en la habitación.
-¿Quieren hacer algo en la noche? –les pregunté a mis amigos, apenas quedamos solos.
Tré asintió, pero Mike torció una mueca.
-No puedo. Tengo una cita hoy.
Sonreí para mis adentros. A mi amigo le estaba costando bastante recuperarse del fin de su matrimonio (¿No les dije? Acabaron por divorciarse ahora, decidiendo que era mejor hacerlo mientras Estelle era pequeña y no los recordara juntos), y el haber encontrado a alguien con quien salir era una buena señal.
-¿Sí? ¿Con quién?
Se encogió de hombros.
-Una chica.
Puse los ojos en blanco.
-Siendo que el gay aquí soy yo, eso me lo suponía. Me refiero… ¿La conozco?
Mike hizo un movimiento bien raro con su cabeza y hombros, y, justo antes de que contestara, su celular (sí, ahora tenía celular… de hecho, yo igual tenía uno, pero como con suerte sabía contestarlo, no lo usaba mucho) sonó. Con la excusa de que debía contestar, se alejó de nosotros.
-Si te sirve de consuelo, a mí tampoco me quiso decir –comentó Tré, molesto-. ¡Quería salir hoy! De hecho, el plan original era secuestrarte, pero luego Mike me contó de su cita y…
-Calma… Podemos salir mañana, ¿no?
Mi amigo abrió los ojos, desmesuradamente, como si aquella fuera la idea más brillante desde la invención de la electricidad. Así que nos pusimos de acuerdo los dos, y luego le informamos todo a Mike. Un rato después, Addie volvió al comedor y sirvió la torta para todos, y, tras conversar un poco, mis dos amigos se fueron.
-¿Quieres dormir? –le preguntó Addie a Joey, quien bostezaba en la mesa, ante la cual nos habíamos quedado.
-Sí –respondió él.
-Ok, vamos…
Mi hijo se paró y se dirigió a su pieza. Addie tomó los platos desocupados (es decir, todos) para llevarlos a la cocina antes de acostar a Joey, mas, antes de irse, se me acercó y me susurró al oído:
-Espérame en la pieza.
Y, sonriente, le obedecí.


-Tenemos que terminar de empacar todo –comentaba Adrienne, apoyada en mi pecho, un buen rato después.
-Mañana puedo hasta las siete, después saldré con los chicos –murmuré yo, en un tono somnoliento de voz; bastaba con que cerrara los ojos para quedarme dormido, lo sabía.
-Bueno, no nos falta tanto, yo puedo terminar –musitó ella.
Por su tono de voz, supe que ella estaba en un estado similar.
-Buenas noches, Eighty –susurré, cerrando los ojos.
-Te amo –susurró ella.
Por suerte ya estaba casi completamente dormido, por lo que no me vi en la obligación de decírselo de vuelta.
Al día siguiente, despertamos temprano por los llantos de Jakob. Esta vez, yo fui a atenderlo, y, tras calmarlo, fui a la cocina a hacer el desayuno para Addie y yo. Con la excusa de que le tocaría cuidar a Jake toda la noche (porque yo probablemente no llegaría en condiciones para hacerlo), Addie decidió quedarse un ratito más en la cama, causando que yo fuera el primero en levantarse. Así que eso hice, y, apenas terminé, me fui a guardar los instrumentos que me faltaban. No eran muchos, por lo que continué con las cosas del living, lugar en el que se me unió Addie.
-¿Te parece si pedimos algo a domicilio para el almuerzo? –preguntó ella, a eso de la una y media, cuando volvió de amamantar a Jake.
-Me parece.
Así que encargué pizza, algo que nos gustaba a todos. Nos tomamos un descanso hasta que llegó, y, apenas lo hizo, entre los tres (Addie, Joey y yo) la devoramos… Para luego continuar ordenando la cocina.
-¿A qué hora tenías que juntarte con los chicos? –preguntó ella, cuando terminamos la cocina; habíamos dejado lo que usaríamos al día siguiente a mano.
-A las siete en el centro… -Vi la hora.- Mejor me ducho y me voy ahora… ¿O falta mucho?
Negó.
-Sólo falta el estudio, creo que puedo terminarlo sola. ¡Anda a arreglarte!
Y eso hice. Me duché, cambié de ropa a algo limpio, y me dirigí en el auto al bar en que habíamos quedado de juntarnos los tres. Mike y Tré ya estaban allá, en una mesa para tres personas.
-¡El cumpleañero! –gritó Tré, al verme entrar.
-Hola, chicos…
Los saludé y me senté en el único asiento disponible, al tiempo que Tré llamaba a un camarero, que no tardó en traernos nuestra orden (cerveza para empezar).
-¿Y cómo estuvo tu cita ayer? –le pregunté a Mike.
Él se sonrió.
-Bastante bien.
Lo miré, atentamente.
-Tuviste sexo –afirmé.
Él no respondió de inmediato.
-Quizás sí, quizás no –fue todo lo que dijo.
Sonreí.
-¿Y no me dirás quién es?
-Nop.
-Bueno… Un brindis por Mike y su novia misteriosa.
Los tres chocamos los vasos y, sin más, comenzamos a beber.
Esa noche conversamos bastante, y fumamos bastante, y, en general, lo pasamos bien. Lo único que me disgustó, fue la extraña sensación de que alguien me observaba, pero estaba seguro que era mi imaginación. Y no quedé tan ebrio, por lo que no tuve ningún problema volviéndome a mi casa solo, no tan tarde, porque no quería preocupar a Addie.
Así fue que llegué a casa, donde la única luz prendida era la del estudio que Addie debía seguir ordenando. Luego me di cuenta que me equivocaba, y que la luz de la cocina también estaba encendida. Me dirigí hacia allá, donde encontré a Addie sentada ante la pequeña mesa de ahí, bebiendo de un tazón.
-¿Café? –le pregunté, a modo de saludo, sobresaltándola; estaba de espaldas a la puerta.
-Té –me corrigió. La abracé por la espalda, y le di un beso en la mejilla-. Tenemos que hablar.
La miré, extrañado.
-¿Sobre qué?
No me miró a mí, si no que miró a algo que estaba más allá sobre la mesa… Y aunque ustedes no lo crean, queridos lectores, ese algo era mi preciado cuaderno, abierto en mi último balance anual.

No hace falta que describa la discusión. Ahora no. No me sentía capaz de revivirlo aún. Lo que tienen que saber es que, una hora después, tras gritos y demás, me encontraba de vuelta en el bar, aunque ahora estaba totalmente solo.
-¿Por qué la cara larga? –me preguntó alguien a mi derecha.
Tuve ganas de gritarle a él también, así que me volteé para hacerlo… Pero la sorpresa que sentí fue superior a mi enojo.
-¿Jesus?
Qué cumpleaños más raro.

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