Rest One of these days Simple Twist of Fate I'm not tere Suffocate Rotting Suffocate? Dearly beloved Hold On Wake me up when September ends Good Riddance (Ridding of you) Cigarettes and Valentines
Prólogo

lunes, mayo 21, 2012

Hold on - Capítulo 29: La idea.




-No les mentiré, es la mejor decisión que pudieron haber tomado pero…. Wow, no puedo creerlo.
Nos encontrábamos con Larry. Era el día siguiente a nuestra firma con Warner y, pese a que él ya estaba informado de nuestra decisión de antemano, seguía en shock.
-Hicimos que dejaran 39/Smooth y Kerplunk! acá, así que no quebrarán por nuestra culpa.
Larry, quien era abrazado por Tré en ese instante (ya que Tré había sido acogido por Larry desde hacía más tiempo, era comprensible que a nuestro amigo le hubiera dado un ataque de sentimentalismo como siempre), asintió.
-Bueno, un placer haberlos tenido en Lookout... –Rió.- Siempre creí que llegarían lejos, ¿saben? Y cuando escuché Kerplunk! por primera vez… Wow, ahí estuve seguro.
Mike sonrió y le estrechó la mano a Larry, quien aún no era soltado por Tré.
-Cualquier cosa… -comenzó el bajista.
El mayor rió.
-Lo sé, y lo mismo digo. ¿Cuándo empiezan a grabar?
Los tres intercambiamos una mirada.
-El próximo lunes tenemos una reunión con Reprise –murmuré-. Tenemos que llevar listas las canciones y todo eso.
Larry asintió y, finalmente, se separó de Tré, para darle un estrechón de mano y luego dirigirse a estrechar la mano de Mike y, seguidamente, abrazarlo, para luego dirigirse a mí.
-Buena suerte –me susurró, estrechando mi mano.
-Lo mismo digo –murmuré.
Estuvimos toda esa noche revisando canciones, arreglando letras y demás. Llegó un punto en el que estábamos tan metidos en el tema que ni siquiera notamos cómo amanecía ni como todos en la casa pasaban por el living en el que estábamos, ya levantados y saludándonos.
-Chicos, mejor duermen –nos decía Jason W.-. Mañana me devuelvo a Little Rock, y me gustaría que estuvieran despiertos en la despedida, ¿ok?

Sonreímos y asentimos.
Así fue que terminamos por dormir el resto de ese día y el siguiente, ya que la fiesta había durado toda la noche y estábamos cansados. Así llegó el lunes, día en el que, apenas despertamos, nos levantamos y nos dirigimos al pequeño estudio que nos tenían sólo para nosotros, a una distancia que podía ser recorrida tanto en bicicleta como a pié.
-Me pregunto qué será pequeño para Warner –comentaba Tré, quien iba a mi lado en su bicicleta. Al tener piernas más largas, Mike siempre iba más adelante que nosotros.
-Te aseguro que algo más grande que Lookout!, por lo menos –afirmé.
Mike se detuvo y soltó una exclamación de asombro. En cuanto lo alcanzamos, comprendimos el porqué.
Si bien no era un edificio de cincuenta pisos, el lugar era lo suficientemente grande como para aturdirnos. Estaba más que claro que íbamos a demorarnos más de un par de días en grabar todo, al contrario de los discos anteriores. Aún anonadados, dejamos las bicicletas encadenadas al lugar correspondiente y entramos al edificio, en cuyo recibidor nos esperaba Rob.
-Bienvenidos a su estudio. –Nos saludó, estrechando nuestras manos como de costumbre.- Les haré un tour y luego iremos a buscar la batería en la van que tenemos, ¿ok?
Asentimos, aún un tanto maravillados… Bueno, bastante.
Lookout! Records tenía una sala a prueba de sonido. En esa sala, había una batería y un micrófono, y eso sería todo. Además, el panel de mezclas dejaba bastante que desear. Pero eso no era lo que ocurría en Reprise. Había, por lo menos en esta sucursal, diez salas a prueba de sonido, todas con distintos instrumentos en su interior. Rob nos mostró la que usaríamos para la batería de Tré, y cómo Mike y yo grabaríamos la guitarra y el bajo, para luego llevarnos a la sala aislada donde se grabarían las voces. La única palabra que podía describir todo era “fantástico” y, aún así, sentía que no era suficiente.
Ese mismo día empezaron las reparaciones a la batería, mientras que nosotros tres conversábamos con Rob respecto al disco. Qué sonido buscábamos, qué podíamos esperar de los ingenieros de sonido que habían en Reprise, cuál sería la temática, etc.
Un par de días después, comenzaron las grabaciones. Primero le tocaba a Tré. Grabó todas las canciones, sin ningún problema en menos de dos semanas, algo que Rob no dejó de considerar raro. Luego fue el turno de Mike y su bajo. Rob volvió a quedar impresionado con el poco tiempo que le tomó.
-Antes de empezar con la guitarra –nos anunció Rob, una mañana-, les tengo un regalito.
Así fue que sacó tres sobres del bolsillo interior de su chaqueta, para pasarnos uno a cada uno. Fue nuestro turno de quedar en shock al abrirlos y encontrarnos con nuestro primer cheque, el cual tenía una suma bastante considerable de dinero.
-Gracias –fue lo único que logramos articular.
-No hay de qué. Ahora, Billie, si no es mucha la molestia…
Así pasé a empezar las grabaciones de las guitarras. No demoré mucho más que Mike, lo que causó que Rob quedara más asombrado aún, si es que eso era posible.
-Cuando se dé cuenta que te demoras aún menos con las voces, el pobre se va a morir –comentaba Mike, de vuelta a casa, el día que había terminado con todas las guitarras-. ¿Qué opinas, Tré?
-Ajá.
Con Mike dejamos de pedalear e intercambiamos una mirada.
-Tré, ¿estás bien? –le pregunté.
-Sí, excelentemente –murmuró.
Alcé una ceja.
-¿De verdad? –Asintió.- ¿No hay nada en tu cabeza últimamente?
Suspiró.
-Bueno… Hay una chica.
Mike abrió muchos los ojos, al igual que yo.
-¿Sí? ¿Quién? –preguntó el bajista.
Tré negó.
-Se llama Lissea, no la conocen.
-¡Sí la conozco! –Exclamé.- ¡Conocida de Anastasia!
Mike me miró, extrañado.
-¿Por qué conoces amigas de Anastasia?
-Porque mientras tú duermes, a mi me toca entretener a tus novias, Michael querido.
Tré rió, nerviosamente.
-En fin, la quiero invitar a una cena o algo, pero no me da.
-Hey, no tienes mucho que perder. Al menos una cita con ella no requiere que viajes al otro lado del país –comenté.
-Billie tiene razón. Apenas la veas, la invitarás, ¿ok?
Tré suspiró.
-Sí, papá –masculló.
Sonreí, amargamente. Mike lo notó.
-¿Sabes? Podrías usar el dinero extra e ir a ver a Addie, no la ves hace un buen tiempo –sugirió, al tiempo que volvíamos a pedalear.
Negué.
-Ahora soy una persona responsable y no impulsiva, así que usé el dinero para pagar el alquiler de un año –murmuré.
-Mira tú, creí que había sido el único responsable al comprarme seguro médico –comentó Tré.
Mike alzó una ceja.
-¿No tenias seguro? –Tré negó.- A tus padres debiste costarles una fortuna, ¿sabes?
Rió.
-Algún día se los pagaré de vuelta, pero hasta entonces…
Los tres reímos.
-¿No has hablado con Addie esta semana?
Con una pequeña sonrisa, negué.
-Quedé en llamarla cuando terminara de grabar mi parte.
-Oh, así que te demorarás aún menos de lo esperado. –Asentí, rápidamente.- Pobre, pobre Rob Cavallo.
Volvimos a reír. Para entonces, ya habíamos llegado a nuestra casa. Entramos, saludamos a quienes nos encontramos en el camino y nos metimos a nuestra habitación. Grabar nos tenía agotados, así que siempre, apenas llegábamos, nos tirábamos en la cama, en el mejor de los casos, a descansar y conversar, sin movernos de ahí por un buen rato, tras el cual alguien iba a buscar comida para todos.
Así llegó el día en que yo empezaba a grabar la voz. Era un martes. Llevaba mi cuaderno con todas las letras conmigo, sólo por si acaso; de tanto revisar y corregir las letras, ya me las sabía mejor que nunca, y eso que ni siquiera las habíamos tocado en vivo.
-Ok, Billie, ¿estás listo? –me preguntó Rob, una vez que yo ya estuve dentro de la cabina, con los grandes audífonos y frente al micrófono.
-Yep… Pon la música.
Vi como Rob sonreía.
-Ahora vamos con Burnout.
La música empezó.
-I declare I don’t care no more
Estuve grabando todo el día…. Y el siguiente… Y, finalmente, en la tarde del jueves, terminé.
-Perdón por demorar tanto –musité, al terminar F.O.D., la última canción. Rob sólo atinó a mirarme boquiabierto-. ¿Qué?
-Te demoraste dos días y medio. Dos días y medio en un disco entero.
Alcé una ceja, sintiendo como una repentina sonrisa se formaba en mi rostro.
-¿Eso es poco? –Abrió mucho los ojos.- Lo siento, en nuestro primer disco tardamos dos días en hacer todo.
Rob aplaudió, demasiado sorprendido para hacer algo más.
-Mike y Tré fueron por comida para celebrar que terminamos. No debería tardar mucho en mezclar todo, los llamaré cuando eso esté listo…. A menos que quieran venir a ver cómo se hace.
Sonreí.
-Me gustaría aprender eso –admití.
Justo en ese instante, llegaron Mike y Tré, con una gran caja de Pizza y una six-pack de cerveza. Comimos, bebimos, conversamos y tras acordar que nos daríamos unos cuantos paseos por Reprise cada par de días, no volvimos a tocar el tema del disco. Pero mi mente estaba un tanto distante de la conversación… Y para Mike y Tré, era más que obvio el porqué.
-Rob, ¿hay algún teléfono que Billie pueda usar? –preguntó Tré, acabando su cerveza.
Extrañado, el interpelado asintió.
-En la sala de al fondo a la izquierda. ¿A quién…?
-Oh, tranquilo, tendremos tiempo para contarte mientras Billie habla –respondió Mike, con una sonrisa.
Sonreí.
-Gracias.
 Y corrí al teléfono mencionado. Marqué el ya más que memorizado número y espere. Un tono… Dos tonos…
-¿Aló?
Era una mujer, pero no era Addie. La felicidad que sentía se desinfló su tanto.
-Buenas noches, ¿se encuentra Adrienne?
Breve silencio.
-¿Tienes idea de la hora que es?
Reí, levemente.
-Lo siento, olvidé el cambio horario.
Recién ahí mi interlocutora me recordó.
-Tú eres el tipo que estaba aquí hace un par de años, ¿no? ¿Billie John?
Al menos ya no era un niño.
-Billie Joe, sí, él. ¿Está Addie o llamo otro día?
Otra breve pausa.
-Deja ver si está des…
Escuché cómo alguien descolgaba un teléfono.
-¡Sí estoy! Usaré el teléfono de acá, gracias madre.
Sonreí.
-Hola –saludé, dejándome caer en el sillón que había.
-Mamá, ¡cuelga de una vez! –Escuché cómo el otro teléfono era colgado.- Hola.
Mi sonrisa se volvió bastante amplia y estúpida.
-¿Cómo estás? ¿Te desperté? –pregunté.
-Bien y no, si no es tan tarde –me tranquilizó Addie-. ¿Cómo estás tú? ¿Terminaron de grabar?
Hablamos por un buen rato. Bastante. Y llegamos al punto de la conversación en la que ya ni siquiera hablábamos, si no que nos quedábamos en silencio en la línea, escuchando nuestras respiraciones.
-Quiero verte –admití, sin molestarme en ocultar la desesperación que sentía.
Y se me ocurrió una idea, que podía ser la más brillante o idiota de mi vida.
-¿Por qué no te vienes a vivir conmigo?

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