Rest One of these days Simple Twist of Fate I'm not tere Suffocate Rotting Suffocate? Dearly beloved Hold On Wake me up when September ends Good Riddance (Ridding of you) Cigarettes and Valentines
Prólogo

domingo, mayo 20, 2012

Hold on - Capítulo 25: Al final, es lo correcto.




Tiritaba como nunca al bajar del autobús. Había tenido que esperar cuarenta minutos a que el bus a Iowa pasara por el centro de Minneapolis, y había sido incapaz de cubrirme de la lluvia, así que estaba más que empapado y, por lo pasado a humo que estaba, casi no me dejaron subir. En fin, lo había logrado y ahora cruzaba la calle en dirección al hotel. Había tenido suerte: Ese había sido el último viaje del bus, hasta el mediodía siguiente.
En fin, aún tiritando y estilando, entré al hotel y, seguidamente, al ascensor, llegando al cuarto que compartía con Mike y Tré.
-Creo que pedirte cigarrillos no fue una buena idea.
Tardé un poco en procesar la información. Al comprender que quien hablaba era Tré y que se dirigía a mí, saqué la prácticamente vacía cajetilla de mi bolsillo (creo que quedaban dos cigarrillos) y se la tiré.
-Lo siento, mal día.
Creo que fue recién al oírme (mi voz estaba tomada y ronca) que él se percató de lo mal que estaba, ya que, de inmediato, se paró de la cama, y se me acercó.
-¿Qué te pasó? ¿Dónde estuviste toda la tarde?
Suspiré.
-Fui… -Tiritaba. Estornudé.- Fui a Minneapolis.

No me di cuenta cómo era abrazado por Tré, ni cómo me echaba a llorar. Recordaba algunas frases de consuelo de Tré, con las que intentaba confortarme (cosas como “ya pasó”, y “cálmate, ya estás aquí”), palabras que se me hacían más que vacías, ya que él no tenía idea de lo que me había pasado. Pero no le dije nada. No me veía capaz. Simplemente lo dejé continuar.
-Santa mierda, ¡estás estilando! Voy a sacarte eso, ¿ok?
Asentí, y dejé que me sacara el polerón (empapado) y la polera (ligeramente más seca). Fue al sentir sus manos en mi piel que me decidí y acorté la distancia, para acabar besándolo, lentamente. Me separé para quedar mirándolo fijamente a sus ojos azules, más grisáceos que los de Mike.
-Wow, ¿por qué fue eso? –preguntó él.
-Por favor, no hagas preguntas ahora –susurré.
-¿Por qué no ahora?
Vi como sus ojos recorrían mi pecho, con una expresión que sólo puedo describir como ansiedad. Lentamente, le saqué la polera que él llevaba, para luego acariciarle el pecho. Vi como se sonrojaba, rápidamente.
-Porque realmente quiero hacer esto.
Y lo besé.
Ok, quizás meterme con él por despecho no era la mejor de mis ideas, pero realmente necesitaba algo así. Además, fue bastante bueno, mucho mejor que la vez anterior en Europa (el hecho de estar sobrio y consciente tenía algo que ver, supongo), y, para cuando terminamos, ya no tenía frío y me encontraba en el pecho de Tré, quien me acariciaba tanto la espalda como la cabeza.
-¿Estás mejor ahora? –susurró él.
Me encogí de hombros.
-Ya no tengo frío al menos.
Me dio una suave caricia en la mejilla.
-¿Me quieres contar?
No había ni terminado su pregunta y yo ya le estaba contando todo, desde mi subida al autobús a mi despedida con Adrienne. Y antes de darme cuenta, tenía los ojos llenos de lágrimas y Tré me consolaba de nuevo, ahora con suaves caricias y besos en la frente. Al final, logré calmarme y simplemente me quedé apoyado en el pecho de Tré.
-Así que va a casarse –preguntó, cuando me notó más calmado. Asentí.- ¿Pero aún siente cosas por ti?
-Así parece… Cambiemos el tema.
-Ok, ¿de qué quieres hablar?
Me encogí de hombros.
-No sé… De que realmente no se nota que sólo tienes una bola, ¿puede ser? Y que mi trasero duele.
Se rió.
-Elije, ¿Jesus o yo?
Mi turno de reír.
-A Jesus no le gustaba ser el… ¿Cómo se dice? “Activo”. Así que tú.
-Me parece.
De inmediato, ambos nos empezamos a reír, más que nada por lo rara que era la conversación.
-¿Quieres dormir? Te ves cansado.
Asentí. Me acomodé.
-Espera, ¿y Mike?
Tré se sonrió.
-Salió. Dudo que llegue esta noche.
Me sonreí, igualmente.
-Bien, no quería buscar ropa…. Aunque no me siento bien con esto de que nos acostemos de vez en cuando.
Tré rió.
-Para mí sigue sin significar nada, cálmate. Ya, duerme.
Sonreí y le di un corto beso en los labios.
-Buenas noches, Tré.
-Buenas noches, Bill.

Al día siguiente, desperté bastante aturdido. Me costaron varios minutos recordar qué había hecho el día anterior, y me arrepentí de pensar en ello al instante. Addie iba a casarse. Aún sentía cosas por mí, pero había preferido que yo la olvidara. Genial.
-¿Al fin despertaste?
Levanté la mirada, para encontrarme con Tré.
-Creo. ¿Qué hora es?
Estiró su brazo al velador y alcanzó el reloj de todas las habitaciones.
-Mediodía. Creo que Mike se perdió.
-¡No, estoy acá afuera, ábranme de una vez!
Con Tré intercambiamos una mirada e, inmediatamente, nos echamos a reír, para luego darnos un corto beso, más que nada a modo de cierre de lo acontecido la noche anterior. Luego, nos separamos (sí, seguíamos abrazados) y comenzamos a vestirnos. Tré fue el primero en terminar y, por ello, fue quien corrió a abrirle a Mike.
-¡TRÉ, AÚN N…!
Mike entró justo cuando al fin me ponía los bóxers (que tardé bastante en encontrar) y soltó una maldición apenas me vio.
-¿Se acostaron de nuevo? Así que en eso andabas ayer, ¿comprando juguetes sexuales?
Me reí, sarcásticamente.
-En realidad, ayer fui a Minneapolis, quedé mal y una cosa llevó a la otra –me expliqué, en un farfullo, ahora poniéndome los pantalones-. ¿Cómo te fue a ti?
Decidiendo que no era momento para hablar de Addie, Mike se sonrió.
-Todo bien hasta las seis de la mañana, cuando el padre de… ¿Lizzie? Sí, Lizzie, llegó y tuve que irme, para quedarme fuera de esta pieza hasta ahora.
-Ups –se “disculpó” Tré-. ¿Quieres café? Si me consiguen una perra embarazada, tenemos leche…
-Que te hayamos dejado ordeñar un perro en Europa no quiere decir que te dejemos ahora –murmuré.
Tré suspiró.
-Nunca olvidaré la cara que pusieron cuando les dije que el café tan bueno que tomaban era producto de la leche del perro.
Con Mike intercambiamos una mirada de extrañeza.
-Tré, eso nunca pasó –musitó el bajista.
-Al contrario, vimos cómo la ordeñabas y fotografiamos el momento –añadí.
Tré chitó.
-No me lo arruinen.
Mike rió. Un lado de mí quería imitarlo, pero no pude. Volvía a pensar en Addie con Billy, y en la boda, y en Sarah, y en Jesus…
Me hundí en mis pensamientos al instante.

Para cuando llegamos a Arkansas, seguía bastante apagado, y tanto Mike como Tré se daban cuenta… De hecho, creo que era bastante notorio, ya que hasta el padre de Tré se había dado cuenta. En fin, llegamos y salí a caminar de inmediato, sin molestarme en dar ninguna explicación. Quería despejar mi cabeza.
No podía creer que hubiese llegado a un punto en mi vida en que el hecho que un conocido fuera casarse, fuese algo normal. Es decir, lo inusual de la situación era que llevaban muy poco tiempo juntos… Pero Adrienne y Billy ya tenían edad de casarse. Después de todo, ella ya tenía veintidós años y Billy debía ser mayor…
Fue ahí que caí en la cuenta: El potencial “amor de mi vida” (si creyera que hay un único amor para todos) tenía más de veinte años… Y yo cumpliría los veinte en cuestión de un par de días. Era todo un maldito adulto. El próximo año podría beber legalmente y todo.
-No puedo cumplir veinte –susurré, apoyándome en un muro, sin importarme si era una casa, un local o algo más.
-¿Tan viejo eres?
Me sobresalté al oír esa pregunta a mi derecha, mas mi sorpresa cambió a alegría al reconocer a Juliet, quien, ya que estamos, tenía mucho mejor aspecto que la última vez que la había visto.
-¡Juliet!
La abracé.
-Hola, tú. ¿Qué te trae por aquí? ¿Otra gira?
-Yep… Te ves genial –añadí, sin contenerme.
La última vez que la vi, estaba más que pálida y ojerosa, y parecía que hubiera estado usando muchas drogas… Y ahora… Sus ojos miel destacaban sobre su piel, lisa, sin ningún dejo de ojeras, y se veía sana y feliz… Y su cabello pelirrojo se veía más vivo… De hecho, era del mismo tono que Sarah utilizó aquel último verano que estuvo en Rodeo (el cabello de ella que más me gustaba). No obstante, la mirada de Juliet era de la más pura de las preocupaciones.
-Tú no… ¿Estás bien?
Me encogí de hombros.
-No realmente, pero no hay nada que hacerle. –Me miró, curiosa.- ¿Recuerdas a Adrienne?
-¿Las cosas no fueron bien?
Me sonreí, recordando.
-De hecho, fueron bien… Muy bien. Y luego todo se fue a la mierda porque ella sufría mucho en mi ausencia, así que lo terminé… Y ahora yo sufro y va a casarse.
Juliet torció una mueca.
-Pobre, Billie Joe.
-Sí, pobrecito –ironicé.
Ella rió.
-¿Quieres desayunar?
Asentí.
-Tengo libre hasta las siete.
-Excelente.
Así que fuimos a un local, donde Juliet pidió dos cafés para llevar y una caja de donas, cosas con las que nos fuimos a una plaza. Algo me decía que Juliet venía a drogarse a este lugar en el pasado, ya que estaba bastante oculto y nadie pasaba por ahí. De hecho, me indicó un lugar exacto donde sentarnos, causando que varios arbustos nos cubrieran. Alguien podría pasar junto a nosotros y no nos verían, a menos que se inclinara en el ángulo correcto… Mas la luz del sol igual nos alcanzaba… Era un lugar bastante raro, que quieren que les diga.
-Ok, mientras desayunamos, me cuentas qué más pasa por tu mente, porque tengo clases después. –La miré, extrañado.- Estoy estudiando.
-¿En serio? ¿Qué cosa?
Se sonrió.
-Publicidad, con mención en fotografía. Primer año. –Me sonreí.- ¿Qué?
-Me recuerdas mucho a alguien.
-Uh… ¿Quién?
Suspiré.
-Una ex novia… No, no es Addie, es… Es alguien más… De antes de Adrienne… -Siguió mirándome.- Sí, hubo un antes. Eso es lo que ronda mi mente ahora.
Puso una expresión pensativa.
-Cuando nos conocimos, dijiste que reprimías tus sentimientos, ¿tiene algo que ver?
Sonreí.
-Bingo. Ella… -Volví a suspirar.- Creí que era el amor de mi vida. Creí que era la única. Y ahora pienso mucho en ella, y no sé el porqué.
Saqué una dona, y me la comí lentamente, mientras ella bebía de su café.
-¿Tuvieron un cierre? –La miré, sin entender.- Tú y tu ex, al terminar, ¿tuvieron algún tipo de cierre? No sé, alguna conversación para dar todo por acabado.
No respondí de inmediato. Técnicamente, yo había tenido un cierre al quemar todo. Pero había sido un cierre conmigo mismo, un cierre “privado”, por decirle de algún modo… Pero no había hablado con ella… Ella, en cambio, sí había cerrado conmigo, por medio de esa carta del mal, pero yo era incapaz de responderle, así que no había cerrado con ella.
-Cerré conmigo, y ella cerró conmigo, pero yo no cerré con ella –musité al fin.
-Bueno, ¡hazlo! Dejarás de pensar en ella al instante.
Asentí, pensativo.
-Es un tanto difícil, siendo que es imposible de localizar. De hecho, por eso terminamos.
También asintió, optando por no hacerme más preguntas al respecto.
-Bueno, eres músico. Escríbele una canción. Quizás llegue a escucharla algún día, pero de todos modos, te lo sacas de tu sistema.
-Sí, creo que eso haré.
Nos quedamos ahí hasta las doce, hora en la que Juliet se decidió por irse a clases de una vez. La acompañé hasta la esquina, donde nos despedimos de un beso en la mejilla, para luego cada uno irse por un camino diferente.
-Oh, cierto, gracias por la canción –me susurró al despedirse-. Suerte con Addie.
Sonreí una vez más, asentí y me fui a la van.

Un par de días después, nos encontrábamos en Oklahoma, con todos los Jacksons… Es decir, todos mis parientes del lado de mi madre… Incluyéndola. Todos estaban ahí con un único fin: Celebrar mi cumpleaños número veinte. Si no fuera por Mike y Tré, habría enloquecido, de verdad. Es decir, igual tuve que escaparme a mitad de la fiesta al gran patio de Stonewall (se había comprado una casa nueva, supongo que para él y su novio, a quien presentó ante todos como amigo, pero yo sabía que no era así) a estar solo, así que imagínense cómo habría estado de haberme encontrado solo ahí.
-¿Crisis de edad? –me preguntó alguien, a mis espaldas. Me volteé, para encontrarme con Mike.
-Yep, como todos los años. ¿Te aburriste del clan?
Negó.
-Tré está muy entretenido haciendo malabares con botellas de vidrio, y sabes lo nervioso que me pone. –Reí.- ¿Te dije “feliz cumpleaños”, cierto?
Negué.
-Tuviste que salir a ayudar al Tío Frank a encontrar a Tré en la carretera.
-Ah verdad… Bueno, feliz cumpleaños.
Acepté el abrazo y el saludo, guardándome el comentario que no le veía nada de feliz a esta fecha, y metiendo más profundamente, dentro de mi bolsillo, el trozo de papel en el que sólo había logrado componer dos versos: Es algo impredecible, pero, al final, es lo correcto. Espero que hayas tenido el tiempo de tu vida.
Hora de encontrar un nuevo amor.

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