Rest One of these days Simple Twist of Fate I'm not tere Suffocate Rotting Suffocate? Dearly beloved Hold On Wake me up when September ends Good Riddance (Ridding of you) Cigarettes and Valentines
Prólogo

sábado, abril 21, 2012

Hold on - Capítulo 7: De vuelta al ruedo.


-¡¿DÓNDE TE HABÍAS METIDO?!
Fue ese grito de parte de Mike el que me recibió al entrar a la casa. Me extrañé. ¿Tanto me había demorado?
-¿Qué hora es? –pregunté.
Mike revoleó los ojos.
-Las tres. Corrí desde la escuela; David fue en un recreo y me dijo que dijiste que habías salido a quemar cosas.
-Ah… Sí, en eso andaba –confirmé-. Tardé más de lo que creí.
Mike siguió mirándome, fijamente.
-¿Qué andabas quemando?
Suspiré.
-Las cosas de Sarah –contesté.
El enojo desapareció del rostro de mi amigo, para ser reemplazado por sorpresa y una especia de tristeza.
-¿Cómo estás? –me preguntó, delicadamente.
Sonreí, levemente, sorprendiéndolo más aún.
-Bien… Ya sabes, borrón y cuenta nueva. –Hice una mueca.- Aunque comer algo no me haría mal… Y un porro tampoco, ya que estamos.
Mike seguía con aquella expresión de perplejidad en su rostro. Realmente encontraba increíble que me encontrase de lo más bien. De hecho, me sentía aliviado, como si me hubiese deshecho de un peso tremendo. Con pensamientos similares en mente, fui a la cocina. Mike me siguió.

-¿De verdad estás bien? –me preguntó, al tiempo que yo servía dos platos de puré, para luego meter el primero al microondas.
-Yep, hora de avanzar.
Mike sonrió.
-Ya era hora… ¿Te importa si te acompaño con lo del porro?
Supuse que, además de querer drogarse, mi amigo no confiaba en que fumara solo al día siguiente de haberme recuperado de una sobredosis. La verdad que le encontraba la razón, por lo que respondí:
-En lo absoluto.
Almorzamos conversando de temas livianos, consistentes, más que nada, en los acontecimientos de la Escuela. Me reí bastante con varios de ellos y, tras dejar los platos en el lavaplatos, nos dirigimos a mi habitación, dónde aún quedaban varios porros preparados. Los tomamos y nos fuimos al sótano, donde Mike puso música. Luego, comenzamos a fumar, tranquilamente.
-¿No quieres saber? –pregunté, repentinamente, cuando los dos ya nos encontrábamos en una especie de ensueño.
-¿Saber qué?
-¿Por qué casi me morí anteayer?
Mike suspiró.
-Sí, me gustaría saber –admitió-, pero no quiero forzarte.
También suspiré.
-Me llegó una carta de Sarah –me expliqué-. Está en Ecuador.
-¿Ecuador? Eso queda…
-En Sudamérica. No va a volver.
Mike me miró sorprendido. Luego, sin previo aviso, me abrazó. Aquella demostración de apoyo y afecto era algo que realmente no me esperaba, por lo que tardé su tanto en devolverle el abrazo. Al separarme, decidí que lo mejor era cambiar de tema.
-¿Te interesa ensayar? Prefiero mantener mi mente ocupada.
Mi amigo se sonrió, levemente.
-Voy por Stella.
Stella era el nombre que le había dado a su bajo hacía un tiempo.
-Y yo voy a buscar a Blue.
Subimos al primer piso y cada uno tomó su camino: Él al garaje y yo a mi habitación. Entré, tomé la guitarra, los cables, el amplificador y salí….
Pero no bajé de inmediato. Mi mirada se había desviado a la ahora desierta habitación de Sarah… Bueno desierta sin contar la cámara, el Ernie de peluche de Nick y el libro. Me sonreí y bajé.
Para cuando entré al sótano, Mike ya se encontraba conectando su bajo. Yo enchufé mi amplificador, conecté la guitarra y me la colgué lo más rápido que pude. Luego, me saqué la cadena que llevaba permanentemente colgada en mi cuello, para sacar la uñeta que pendía de ella. Con una sonrisa, toqué las cuerdas, una por una, sólo para ver qué tan desafinadas estaban. Tanto Mike como yo nos reímos por el horrible sonido que salió. Sin más, las afiné, para, sin más preámbulos, comenzar a tocar I wanna be sedated. Mike me siguió en seguida.
Pasamos el resto de la tarde tocando. Me sentí más vivo de lo que me había sentido en todas esas semanas. No tardé mucho en comenzar a cantar, lo que le sacó una amplia sonrisa a Mike. Estaba más que claro: Había vuelto al ruedo.

Al día siguiente, fui a buscar a Mike a la Escuela. Me encontré con varios de mis ex compañeros mientras esperaba que se despidiera de Claire, pero no me molestó. La verdad, me hizo bien ver qué tan estresados estaban por todos los trabajos que tenían los últimos años, mientras que yo sólo tenía que preocuparme de una cosa: Mi música. Finalmente, me había enfocado y estaba decidido a escribir más canciones y a tener tantos ensayos como pudiera.
-¿Hablaste con John? –le pregunté a Mike, a modo de saludo.
-Sí, estará en tu casa como a las cuatro.
-Excelente.
Fran, Ale, Lau e Iris se nos acercaron para saludarme. Les devolví los saludos, con una felicidad a la que no estaba acostumbrado, en especial por haber estado tan serio y apagado por tanto tiempo.
-Supe que iban a ensayar… –Comentó Ale, con una sonrisa.- ¿Le digo a Tré, para que se lo haga saber a Larry?
Tanto Mike como yo asentimos, fervientemente, sacándoles risas a nuestras amigas. Luego, antes de que Jesus y Jimmy (en especial Jesus) notaran que yo estaba ahí, nos fuimos a casa.

Al llegar, lo primero que hicimos fue ir a la cocina, donde devoramos rápidamente nuestro almuerzo, para luego ir al sótano a “calentar” antes que llegara John, quien, al llegar, lucía más que feliz de volver a tocar con nosotros. Ensayamos hasta eso de las siete, hora en la que John se fue a repasar para la GRAN prueba del día siguiente, que, por lo que escuché, incluía análisis morfosintácticos de algunas oraciones y léxico en contexto con el vocabulario que debían haber aprendido con el libro que Sarah había dejado en su habitación. Podía recordar los títulos de estos temas escritos en la pizarra, pero no podía recordar nada más.  Me sentí mal por Mike, quien, al parecer, estaba a punto de colapsar por toda la materia que tenía que aprender, recordar o repasar para el día siguiente.
-Ya, ¿sabes lo qué haremos? –Negó, cansinamente, cerrando la puerta principal por la que había salido John.- Nos haremos un montón de sándwiches, los llevaremos al garaje y estudiaremos ahí, sin distracciones.
-¿“Estudiaremos”?
-Sí, estudiaremos. Te ayudaré. Y, si quieres, te ayudo de nuevo por la mañana…
De la nada, Mike me abrazó.
-¡GRACIAS!
E hicimos lo propuesto. Nos quedamos repasando hasta las doce, hora en la que decidimos que lo mejor era dormir. Me dio mucha flojera volver a mi habitación, por lo que dormí como pude en la misma cama de Mike.
-Te voy a patear –me advirtió-. Claire siempre me reta por eso.
-No importa, tengo sueño pesado.
No obstante, la patada que recibí a las seis de la mañana fue tan fuerte que, aparte de despertarme, me botó de la cama. Maldije en voz baja y decidiendo que no sacaba nada con intentar dormirme otra vez, fui al baño del primer piso y luego a la cocina, donde me encontré con mi madre.
-¿Dónde estabas tú, que tu pieza estaba vacía? –me preguntó, preocupada.
-En el garaje, me quedé con Mike ayudándolo a estudiar anoche –me expliqué, somnoliento-. Me acaba de patear de la cama, así que…
-¡¿DURMIERON EN LA MISMA CAMA?!
Revoleé los ojos.
-Sabes tan bien como yo que Mike no es más derecho porque no puede –murmuré-. Simplemente compartimos la cama, por dios.
-Perdón…
¿Mencioné en algún momento que mi madre sigue preocupada de que alguna vez tuve algo con Jesus? Incluso cuando estaba con Sarah, se preocupaba de que no me molestara cuando veía a un tipo semi-desnudo en alguna película en familia. O cuando no me molestaba en disimular lo lindo que me parecía alguien.
Sin más, me serví un pote de cereal y un tazón de leche. Me sentía como un niño de siete años cuando desayunaba esto, pero me gustaba. Luego, fui al baño del segundo piso, donde me duché, para volver a mi habitación y levantarme. Sin más, salí de la pieza.
Como siempre, mi mirada se desvió a la vieja pieza de Sarah. Sin saber bien lo que hacía, entré y tomé el libro. Aún con él en la mano, bajé al garaje; Mike no estaba. Supuse que se levantaba. Habíamos acordado estudiar más ahí, así que me senté en el sofá, analizando el libro.
Era blanco. No tenía ningún dibujo interesante, únicamente decía “El guardián en el Centeno” y el nombre del autor. Recordé lo mucho que Sarah parecía amar al libro. Motivado por lo más simple del mundo (mi curiosidad), comencé a leer.
No me di cuenta como, repentinamente, Mike entraba a la habitación, al tiempo que yo llegaba al capítulo cuatro. Me miró, sorprendido.
-Estás leyendo –afirmó, incrédulo.
-Yep. Está bueno el libro –confirmé. De mala gana, doblé la punta superior de la página en la que iba-. Ok, continuemos.
Repasamos hasta eso de las siete y media, cuando partimos a la escuela; todos iban a llegar temprano a repasar en conjunto.
Me sorprendí al encontrarme a mí mismo rodeado de compañeros que sabían menos que yo. Al parecer, repasar con Mike había servido de algo… Cosa bastante inútil, ya que yo no iba a dar esa prueba.
-Hola, gente –saludaron los gemelos, acercándose.
Apenas llegaron, Ale sacó algo de su mochila. Lo reconocí como el LP que habíamos lanzado. Se lo pasó a Jesus.
-Tré me lo pasó ayer, recién sacaron más copias.
-Gracias –murmuró el mencionado, metiéndolo a su mochila, repentinamente sonrosado. Al parecer, le avergonzaba el hecho de haber pedido una copia de un disco en que la mayoría de las canciones las había compuesto yo… O simplemente se sonrosaba por verme ahí… O simplemente yo era un paranoico de mierda.
En fin, me quedé ahí hasta el toque de timbre, hora en la que choqué puños con todo, a modo de “suerte”, para luego devolverme a mi hogar, donde me encontré con que mi madre aún no salía a trabajar y que se encontraba de lo más cómoda leyendo una revista en la cocina.
-Vas a llegar tarde –le comenté, dirigiéndome al refrigerador a buscar huevos o algo así; me había dado hambre. Recién ahí me di cuenta que la revista estaba al revés-. ¿Estás bien?
Cerró la revista y me miró, fijamente.
-Llamaron del hospital, preguntando si confirmabas el control del lunes –musitó-. ¿Cuándo fuiste al hospital y por qué tienes que hacerte un control?
Dejé los huevos donde los había encontrado; mi apetito se había ido. Bajé la mirada al comenzar a hablar:
-No me quedé en la okupa la otra noche –admití-, si no que en el hospital.
Me atreví a levantar la mirada, sólo para ver cómo mi madre abría mucho los ojos, algo asustada.
-¿Qué te pasó?
Negué.
-La carta de Sarah. Me dejó mal y… Y tomé unas cuantas pastillas demás…
Sentí una fuerte cachetada en mi rostro. Ni me inmuté. Simplemente miré a mi madre, cuyos ojos se llenaban de lágrimas.
-¡¿Cómo mierda se te ocurre suicidarte?!
-No se me ocurrió, fue accidental. Sí, me tomé las pastillas por voluntad propia, pero no pensé que me daría una sobredosis. Simplemente quería desaparecer un rato, porque no podía soportar la idea de que Sarah no iba a volver nunca más –me expliqué, pausadamente, para que mi madre entendiera todo mi razonamiento-. Cuando desperté me sentí más que idiota y arrepentido de ser tan impulsivo. No volverá a pasar, lo prometo. Y no digas que me suicidé, porque ni siquiera lo veo así. Lo siento más como un “reinicio”. Como lo que necesitaba para darme cuenta que no está bien que siga pensando en Sarah, que lo que debo hacer es seguir adelante con mi música y mis amigos.
Las lágrimas de los ojos de mi madre se desbordaron y me abrazó, estrechamente.
-¿Quién te llevo? ¿Qué dijeron los doctores? –preguntó.
-Los doctores dijeron que necesito distracciones y fue Jesus quien llamó la ambulancia –respondí-. Así que creo que estarás de acuerdo conmigo en que no hace falta que lo mires como si tuviera lepra cada vez que esté cerca, ¿no?
Ella asintió, sin soltarme.
-Billie, ni se te ocurra volver a hacer eso…
-¿No acabo de decirte que nunca más lo haré?
-Prométeme que te distraerás de Sarah…
-Lo prometo, ya estoy en eso: Con John y Mike tendremos más ensayos y todo.
-Completa los estudios…
-Yo… ¿Qué?
Mi madre me miraba, entristecida.
-Ir a una escuela nocturna o algo parecido podría mantener tu mente ocupada cuando no estás con los chicos…
Suspiré. Tenía razón.
-Lo haré. Ahora, si me disculpas…
Sin más, salí de la cocina y me fui al garaje, donde tomé el libro de Sarah. Estaba decidido: Era hora de volver a ser yo y de demostrarle a todos que estaba bien.

No hay comentarios:

Publicar un comentario