-Michael Ryan Pritchard –llamó el
director.
Mi amigo se paró, se acomodó el
ridículo sombrero de licenciatura que tenía puesto y avanzó hasta el escenario,
donde estaba el director y nuestra profesora jefe entregando los diplomas. Lo
aceptó y se paró junto al resto de nuestros compañeros. Pensar que, de no haber
sido expulsado, yo habría sido el primero en ser llamado por el director... Esto
me deprimió, y el hecho de que Fran me tomara la mano en ese instante, pocos
segundos antes de ser nombrada, no me ayudó.
-Francisca Olivia.
Al instante, me soltó, se paró y
se dirigió hacia el escenario.
-¿Qué se siente? –me preguntó
Tré, desde el asiento de adelante, volteándose.
-¿Ver a todos mis amigos y
compañeros graduándose y yo no? –Tré asintió.- Terrible, estoy considerando
seriamente irme.
Tré rió.
-Mira lo bueno del asunto:
¡Mañana Mike, John, ese Sean, El-Que-No-Sé-Cómo-Se-Llama y tú se van de gira!
–exclamó. Alguien chitó, causando que mi amigo se volviera su asiento y se
quedara callado, mientras yo me sonreía y le susurraba.
-Sí, eso es bueno…
Intenté pensar en lo bueno de la
gira y dejar de lado lo malo… Siendo lo malo que no tenía idea qué iba a pasar
con Fran. No podía prometerle que no iba a pasar nada por esos lados, y no
podía pedirle que me esperara. Además, cuando volviera, el verano estaría terminando
y faltaría muy poco para que ella (junto a todos los demás) se fueran a la
universidad, y era más que obvio que esta relación no sobreviviría esto. Pero
no quería ser yo el que le dijera que debíamos terminar. Realmente, era una
gallina.
Tardé un rato en percatarme que
Sharon, la encargada de dar el discurso de despedida, había hablado por varios
minutos. Traté de seguir el hilo del discurso, pero lo único que logré retener
fue que esta tipa era una falsa de mierda. En su vida había tenido una conversación
con los freaks que éramos yo y mis amigos, pero llevaba horas hablando de lo
mucho que nos iba a extrañar y de lo importantes que todos habíamos sido para
ella. Falsa de mierda.
Entonces, el director exclamó….
-¡Felicidades clase de 1990!
… y me devolvió a la realidad, en
la que todos tiraban los ridículos sombreros al aire, mientras que la típica
música de graduación sonaba desde algún parlante.
Rápidamente, todos los padres que
habían ido se acercaban a abrazar a sus hijos y felicitarlos, y demás… A dónde
mirara, había gente llorando… Con Tré decidimos que lo mejor era irnos de ahí a
esperar que toda la emoción terminara de una vez.
-Esto se siente peor que “mi”
graduación –comentó Tré, tirando una piedra-. Apenas sí hablaba con la gente de
allá, acá es terrible.
Me sonreí, levemente.
-Mi madre estará deprimida en el
trabajo; lleva semanas oyendo a todos los padres comentando los planes de
graduación de sus hijos en la cafetería… Y lo único que ella tiene es un tarado
que prefiere recorrer el país en una camioneta para tocar mierda, sin dinero,
comida, ni hospedaje…
Tré me miró.
-Mierda que me das envidia
–comentó, con una sonrisa en su rostro-. Larry está considerando seriamente
acabar con The Lookouts! La disquera requiere de mucho tiempo y con Kain en la
universidad… Ninguna posibilidad de gira.
Hice una mueca.
-Mira, en cuanto John muera
arrollado por la camioneta cuando yo conduzca, te llamamos para que lo
reemplaces –le aseguré, causando que Tré riera.
-Me parece.
Nos quedamos mirando a todos con
sus padres por un buen rato, hasta que vimos a Mike emerger de dónde fuera que
estaba. En una de sus mejillas, había un par de labios marcado con lápiz labial
rojo. A lo lejos, distinguimos a su madre, quien llevaba el mismo color en sus
labios y se iba del lugar; por lo que sabíamos, había escapado del miserable
trabajo que tenía por un par de horas para poder presenciar la licenciatura de
su hijo.
-¿Y? ¿Qué se siente? –le pregunté
a Mike, con una sonrisa un tanto forzada.
Se encogió de hombros.
-Aburrido. ¿Nadie tiene alcohol?
Tré y yo negamos.
-Ya no hay nadie que le coquetee
a la tipa de la licorería –musitó mi amigo.
Por enésima vez, sentí una fuerte
punzada de tristeza por la partida de los gemelos. La historia oficial era que
Jimmy y Jesus, aburridos de la mierda de pueblo, se habían ido a New York, a
probar suerte con la nada misma de dinero que Jimmy había ganado trabajando en
el correo y lo que Jesus había ganado traficando lo de su hermano y repartiendo
pizzas, trabajo que Mike había tomado tiempo atrás para juntar algo de dinero
para la gira… Así que yo era el único que sabía que Jesus se había ido para
escapar de sus sentimientos y Jimmy sólo lo había seguido, con la intención de
evitar que su hermano hiciera alguna idiotez.
-Maldición… -musitó Mike,
devolviéndome a la realidad- Entonces tendremos que esperar a la despedida de
la noche, ¿no?
Tré asintió. Yo quería hacerlo,
pero me vi interrumpido por un abrazo de Fran, quien, finalmente, había
escapado de los brazos de su madre.
-Felicidades –le dije, en el tono
más honesto que pude encontrar.
-Gracias –musitó ella.
Tras asegurarme que su padre no
estuviera muy cerca, le di un corto beso.
-¿Qué harás hoy? –le pregunté.
Torció una mueca.
-Pasarlo con mis padres y los
millones de familiares que vinieron a celebrar –se explicó-. ¿Tú?
Me encogí de hombros.
-Terminar de empacar… Y pasar un
rato con mi tío antes de la despedida que organiza Tré, no hemos tenido ninguna
conversación decente desde que llegó el otro día –respondí, pensativo; odiaba
que me preguntaran qué haría en el día, ya que me obligaban a planear algo en
el momento. ¿Contradictorio, yo? Obviamente.
En fin, unos quince minutos
después, me encontré a mí mismo revisando lo que planeaba llevar en la gira:
Dos pantalones en la mochila, más los que tuviese puestos, mucha ropa interior
y cuatro poleras más la que tuviera puesta. Metí una toalla como pude y estaba
preguntándome cómo podía meter mi cuaderno de un modo en el que no me costara
sacarlo, pero que no fuese fácil de leer para alguien más, cuando la puerta de
mi habitación se abrió, dándole paso a Stonewall.
-¿Te vas mañana? –preguntó, al
tiempo que yo forcejeaba para meter el cuaderno en el interior de la mochila.
-Yep –musité, dándole el golpe
final-. Vuelvo en agosto.
-¿Pasarás por Oklahoma?
Me encogí de hombros.
-No tengo idea. Es probable. De
ser así, te aviso.
-Me parece… Cambiando el tema,
supe que tienes novia.
Hice una mueca.
-Algo así –murmuré-. Tengo que
terminarlo, pero no me da.
Mi tío alzó una ceja.
-¿Así que no has vuelto a estar
con ningún tipo desde Jesus?
Negué.
-Después de Jesus, estuve con
Sarah, y después Sarah se fue… Y ahora estoy con Fran… Aunque… -Volví a negar.-
Jesus me besó el otro día, y sentí más cosas con él que lo que siento con Fran.
¿Qué quiere decir?
Stonewall se sonrió.
-Quiere decir que por Jesus
sentiste más cosas que las que sientes por ella...
Justo en ese instante, el
teléfono comenzó a sonar. Tras soltar una suave maldición, dejé la mochila
sobre la cama y corrí hacia la habitación de mi madre, que era el lugar más
cercano con un teléfono, y contesté.
-¿Aló?
-¿Billie?
-Sí, ¿quién habla?
-Soy yo, Fran… Escucha, tengo que
decirte algo.
Alcé una ceja, extrañado.
-¿Qué ocurre?
Suspiró.
-No podré ir a la despedida esta
noche, así que no podremos hablar ahí –se explicó-. Así que te lo diré por
teléfono, por muy mal que quede…
Se quedó en silencio, como si no
quisiese hablar. Mi turno de suspirar.
-¿Qué pasó? –le pregunté,
empezando a preocuparme. ¿Le habría pasado algo?
-Creo que… Que lo mejor que
podemos hacer es… -Suspiró.- Creo que debemos terminar, al menos por mientras
que tú estés de gira, no sé.
Me sonreí, e, intentando no sonar
muy entusiasmado ni relajado, dije:
-Ah, eso. Bueno, estoy de acuerdo
contigo. Un gusto haber estado contigo.
-Igualmente.
Y me cortó.
-¡Ahora soy soltero! –le grité a
mi tío, mientras salía de la habitación, para encontrármelo en el pasillo- Y
terminé de empacar, así que iré donde Tré a la despedida.
-¿A qué hora se van mañana?
Hice memoria.
-A mediodía. Estaré de vuelta
para entonces, para despedirme de todos –me expliqué-. En fin, adiós.
-Adiós, yo le aviso a tu madre.
Sin más, bajé al primer piso y me
dirigí al garaje, donde me encontré con todo extremadamente ordenado y en
cajas. Miré a Mike, quien se hallaba de espaldas, extrañado.
-¿Te vas a algún lado? –le
pregunté, sobresaltándolo- O sea, aparte de la gira.
Se volteó, cabizbajo.
-De hecho, sí. Planeaba hacerlo
hace tiempo, pero con la ida de Sarah… -Negó.- ¿No te molesta?
Descarté esto con mi mano.
-Está bien que te vayas por tu
cuenta. De hecho, yo estaba pensando hacerlo igual –mentí. Ok, en parte era
verdad, pero nunca lo había considerado seriamente-. ¿Has visto lugares ya?
Negó.
-Haré eso cuando vuelva. Sólo
dejé todo listo –respondió-. En fin, ¿vamos?
Era más que obvio que se sentía
incómodo, así que no seguí hablando del tema y me limité a contestar:
-Vamos.
Varias cuadras más allá, nos
encontramos con Lau e Iris, quienes, obviamente, iban a nuestra despedida. Nos
fuimos con ellas, consiguiendo, finalmente, relajar el ambiente.
Para cuando llegamos, Tré ya
tenía el patio lleno de gente. Todos conocidos, obviamente, aunque no todos
cercanos. De inmediato, nos dirigimos a saludar a Larry, Tim y John, quienes
conversaban junto a la mesa en la que estaban todos los tragos.
La pasé bastante bien. De verdad.
Pero he de admitir que, cuando la gente comenzaba a irse, una triste realidad
cayó sobre mí: Era, probablemente, la última vez que vería a muchas de esas
personas. O, al menos, la última vez que las vería así. Varios se irían de la
ciudad a estudiar antes que yo volviera, para prepararse bien, muchos
comenzarían nuevas vidas, lejos de casa… Muchos harían nuevos amigos, muchos
perderían el contacto para siempre. Y no importaba cuantas veces nos hubiéramos
jurado el volver a vernos, sabía que, a veces, el destino no jugaba a nuestro
favor. Sarah era la prueba más concreta que había de ello.
Y con eso me percaté que la gira
no era una aventura más: Era un cierre. El cierre oficial de la secundaria, el
cierre de muchas amistades… El cierre de mi adolescencia y el inicio de mi
adultez.
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