Rest One of these days Simple Twist of Fate I'm not tere Suffocate Rotting Suffocate? Dearly beloved Hold On Wake me up when September ends Good Riddance (Ridding of you) Cigarettes and Valentines
Prólogo

lunes, febrero 06, 2012

Wake me up when September ends - Capítulo 23: Foot in the mouth.


Foot in the mouth: Expresión usualmente utilizada para referirse a "metidas de pata" del índole verbal

-¿Cómo se te ocurre preguntar eso? ¡Por supuesto que está bien!
Fue esa última exclamación de parte de Mike la que me despertó, así que, silenciosamente, me salí de la cama y caminé a la puerta, tras la cual me encontré con mi amigo, quien hablaba por su celular. Vi que a su lado, sobre una mesita, se encontraba una bandeja con lo que, supuse, era mi desayuno.
-No queremos que hablen porque aún no están listos para tener una conversación decente... –Así supe que era Adrienne quien se encontraba al otro lado de la línea. Tras hacerle un gesto de saludo a Mike, saqué el café y le di un sorbo.- ¿Nosotros? Pues yo y Britt.
La respuesta de mi esposa fue tan fuerte que hasta yo la escuché.
-¡¿QUIERES QUE CREA QUE NO HAY MÁS INVOLUCRADOS?! ¡¿ACASO NO INVITARON A TRÉ O A ROECKER A LA FIESTA?!
-¿Fiesta? ¡Addie, estamos hablando de su matrimonio en problemas, no el de dos extraños! ¡Estamos hablando del matrimonio que nos permite creer en que el amor real existe y puede sobrevivir cualquier problema que se le cruce!
No pude evitar reírme en silencio, mientras sacaba una tostada. La situación llegaba a ser chistosa: Todo el mundo nos veía como la pareja perfecta, y era todo una mentira gigantesca.
-¡NO ME MIENTAS, MICHAEL! ¡SÉ QUE BILLIE HA ESTADO EN CONTACTO CON SARAH! ¿CÓMO EXPLICAS QUE NO LO HAYA SABIDO ANTES, SI ES QUE USTEDES NO AYUDARON?
Dejé la tostada de vuelta en su plato.
-Déjame hablar con ella –pedí, en un susurro.
Sin emitir sonido, Mike articuló:
-¿Seguro?
Asentí, ante lo que mi amigo suspiró y me pasó el teléfono. Tomé aire y, finalmente, hablé:
-Addie, deja de gritar.
Mi esposa se calló al instante.
-¿Billie?
-Sí. Dijiste que querías hablar conmigo, así que aquí estoy.
Prácticamente podía verla dejarse caer en el asiento más cercano, al tiempo que la ira se esfumaba rápidamente.
-La verdad, no sé qué decirte.
Torcí una mueca, que sólo Mike pudo ver.
-Mira, creo que mejor no me aparezco en la casa hasta el lunes... Ya sabes, cuando los niños estén en clases.
-El lunes tenemos que ir a la reunión con la profesora de Joey, ¿recuerdas?
No lo recordaba. Y eso que había sido el día anterior. No sólo era una mierda de persona, también era una mierda de padre. Pero en fin.
-Entonces iré hoy a la noche, para que no vean, en caso de que tenga que irme de nuevo.
Supe al instante que había dicho algo mal.
-¿Por qué tendrías que irte de nuevo?
Pensé lo más rápido posible.
-Porque quizás nos pondremos a gritar de nuevo, y no arreglemos nada, en cuyo caso, será mejor que me vaya por un rato para que no terminemos matándonos.
Y ahí supe que ella me había encontrado la razón.
-De acuerdo. ¿Hoy a medianoche? –Solté alguna afirmación.- Ok, nos vemos... Cuídate.
Colgué antes de tener que responderle, y suspiré.
-Te advierto que “furiosa” es poco para cómo está –murmuró Mike.
-Lo sé... Lo sé... –Pasé una mano por mi pelo, nervioso. Bueno, quizás, con algo de suerte, Addie estaba tan enojada conmigo que era capaz de asesinarme... Aunque eso sería aún peor para mis pobres hijos, en comparación a un simple suicidio, que ahora podría intentar hacer parecer un accidente...
Armstrong, concéntrate en estar vivo...
-¿Quieres que te vaya a dejar a la noche?
Me costó concentrarme en lo que Mike me decía.
-¿Por qué? ¿No puedo usar mi auto?
Mi amigo torció una mueca.
-La verdad es que probablemente se lo llevó la grúa... Si tienes tu celular como número de contacto, no lo sabremos hasta que vayas a casa... Si tienes tu teléfono fijo, tampoco. Así que no, no puedes usar tu auto.
Mike sonaba convincente. De verdad. Pero un lado de mí no le creía del todo. Quizás decía la verdad, pero un lado de mí sabía que él no quería que estuviera solo, en ningún instante. Y en realidad, tenía razón en tener miedo de mis acciones.
Fue así como quince minutos antes de la medianoche, tras un monótono día en el que logré distraerme de la idea de desaparecer del mapa, me encontré a mí mismo en el asiento trasero del auto de Mike, camino a mi casa.
-Tu celular está en tu casa, así que no hay forma que nos llames –me decía Mike-, por lo que con Britt te esperaremos en el sushibar que está a dos cuadras, ¿ok? Eso sí, si todo sale bien y decides quedarte, nos llamas.
Asentí, intentando disimular mi ansiedad. Aún no tenía idea qué decirle a Addie. Estaba claro que podía decirle la verdad, pero eso significaría perderla, y perder a los niños de paso. O podría mentirle descaradamente. Pero ¿qué mentira decente explica el hecho de que Sarah tuviera mi número?
-Billie, tranquilo, son tú y Addie, ya solucionarán las cosas.
Sé que Brittany tenía la mejor de las intenciones, de verdad que lo sabía, pero no pude evitar sentirme molesto por su comentario. Odiaba el hecho de que la mayor farsa de mi vida fuese vista como perfección ante los ojos de los demás. Y odiaba más el hecho de que eso tendría que seguir así el resto de los pocos días que quería que me quedasen, o los muchos que Mike y todos querían que viviera.
-Gracias, Britt, ojalá tengas razón –murmuré.
Por el espejo retrovisor, Mike me miró con cierto reproche, y era obvio que se debía a que sabía que en realidad no me interesaba seguir con Adrienne... Pero que probablemente lo seguiría haciendo, sólo por los niños... Y por mi cordura. Estar solo no me atraía. La verdad, me daba miedo. Sabía que terminaría muerto, lo sabía muy bien... Pero temía que, además, hiciera alguna idiotez que sí dejaría alguna consecuencia en el mundo que con tantas ansias quería abandonar.
Y, mucho antes de que mis pesimistas pensamientos se extinguieran, llegamos a mi casa. O ex casa. Todo dependía de cómo fuera la conversación que ahora sostendría con mi esposa.
-Ok, entonces... Los llamo, o nos vemos en el sushibar –murmuré.
-Suerte –me dijeron los dos al unísono, al tiempo que me bajaba del auto.
De algún modo u otro, sabía que ahora estaban besándose, cosa que no habían hecho durante todo el día, al menos en mi presencia, pero no quise voltearme a comprobarlo; ver a dos personas besándose con el más puro de los amores sólo me ayudaría a recordar a Sarah, y creo que esa era la idea contraria de este ejercicio. Así que, con el pulso acelerado, saqué el llavero de mi bolsillo, para así poder abrir las puertas y entrar a mi casa; la luz de la cocina estaba encendida, y así fue como supe que con Adrienne tendríamos nuestra charla ahí.
-Hola –susurré, apoyado en el umbral de la puerta.
Ella levantó la mirada de la revista que se supone que leía, cosa que dudaba, puesto que estaba al revés.
-Hola –respondió.
Por algún motivo, Adrienne sólo había prendido la lámpara que colgaba sobre la pequeña mesa que teníamos ahí. Supuse que lo hizo para que no se viera tan iluminada la cocina, y los niños no vieran la luz desde el segundo piso al ir al baño, o alguna idiotez así, pero no pude evitar sentirme como si estuviese siendo interrogado por la policía. Pero bueno, eso era bastante similar a lo que acontecería a continuación.
-¿Puedo sentarme?
Me miró con cierto enojo.
-Por supuesto que puedes sentarte; estaré enojada contigo, y tú estarás mintiéndome descaradamente, pero no por eso vamos a tratarnos como animales.
Asentí y, cuidando de no arrastrar la silla, me senté frente a ella, del otro lado de la mesa.
-Bueno... ¿De qué quieres hablar primero?
Fue la única forma educada que se me ocurrió de decirle “di lo que quieras, sólo responderé”. Ella sólo me miró, tras lo cual dijo:
-¿Por qué Sarah tiene tu número?
Ok, directo al grano. ¿Qué le decía? ¿Qué mierda le decía?
-Porque las fotos que revelé eran para ella, originalmente.
Nunca sabré qué me impulsó a decir la verdad. Sólo que, antes de darme cuenta, le estaba contando sobre cómo Nadia me había dado el número de Sarah “por error”, y de cómo habíamos hablado para que yo le entregase los negativos, ya que estaba viviendo en San Francisco.
-Así que nos juntamos y le pasé las fotos.
-¿Y sólo te juntaste con ella esa vez?
Ya estando diciendo la verdad, no me costaba nada decirle que no. De hecho, quería decirle que no. Quería seguir diciendo la verdad, quería poder sincerarme con ella, tal como había hecho con Mike... Pero no podía. Era mucho más fácil mentir, descarada y descorazonadamente, como si mi matrimonio realmente valiese el precio de tantas mentiras.
-Le entregué las fotos, y no volví a verla, pero hablamos un par de veces más por teléfono –murmuré-. Al final me llamó porque, al menos en su mente, lo que hacíamos se comenzaba a sentir demasiado real. Decidió irse.
Asumí que, para Addie, yo ya no tenía motivos para mentir, por lo cual eso debía ser verdad. Esa era la única explicación para que tan sólo suspirara y dijera:
-Y ayer, ¿dónde fuiste? ¿Acaso fuiste a buscarla?
Ya era muy tarde para eso, así que sólo fui a matarme de una buena vez... No, no podía decirle eso. Lo mínimo que me haría sería mandarme a un psicólogo.
-Fui a emborracharme. John me encontró en muy mala forma, así que los chicos decidieron no decirte nada, por miedo a que cayera en un coma etílico o alguna idiotez similar. Me quedé donde Mike. Cuando llamaste, estaba despertando.
Me miró fijamente. Teniendo en cuenta que lo que le contaba era una verdad disminuida por su propio bien, me fue mucho más fácil parecer convincente.
-No más mentiras, ¿me oíste? Ninguna sola más.
Torcí una sonrisa.
-Sí, amor.
Primera mentira.

* * *

-¿Y te dejó volver? ¿Así y sin más?
-En vez de sorprenderte tanto, deberías felicitarlo, Mike. –Britt me sonrió.- Me alegro por ustedes, Billie.
Estábamos Mike, Britt y yo en el Sushi Bar. Cuando llegué, recién estaban pidiendo su orden, así que pude unírmeles; con Addie no habíamos hablado mucho más después de esa breve explicación.
-Dijo que lo mejor es que llegue mañana a la hora de almuerzo, para que los niños me vean. Tengo prohibido mentir, claro está.
Esta explicación iba íntegramente dirigida a Mike, por lo cual no me importó realmente que Britt no entendiera el porqué debía prometer no mentir.
-Así que no tiene idea de tu cuasi suicidio.
-En lo absoluto. No quería preocuparla más.
El camarero llegó con nuestras órdenes. Comí en silencio, aún algo incrédulo de mi suerte. Mike y Britt conversaron entre ellos, decidiendo que lo mejor era pretender que estaban solos. Me gustó eso. Era casi como no existir.
En fin, esa noche, llegamos a su casa no mucho después. Ellos se fueron a acostar de inmediato, pero yo preferí quedarme con John, quien veía una película con una cerveza en su mano.
-Supongo que Vincent dijo que no puedo beber –murmuré, sentándome a su lado en el sofá frente al televisor.
-Nope, lo siento.
Abrí la lata de bebida que había sacado de antemano del refrigerador.
-¿Cuándo será el día que haciendo zapping me encuentre con una película tuya? –inquirí, tras darle un sorbo a la lata.
-Probablemente será el día en que tu Warner decida que mi obra no dañará su imagen, querido Billie Joe –contestó él, ante lo cual torcí una mueca-. Sí sé que no es tu culpa, tranquilo. Creo que partí mal con Rob, y la situación simplemente fue agrandándose, pero tengo fe en que algún día cederán.
-Más les vale –murmuré-. Ah, cierto: Puedo volver a casa. –Fue el turno de John de torcer una mueca.- ¿Y eso por qué fue? Sé que no te agrada Adrienne, pero no es para tanto.
Su expresión cambió a sorpresa.
-¿Y yo cuando he dicho que ella no me cae bien? ¡Addie es genial! –Alcé una ceja.- En serio. Lo que no me gusta es cómo te pones con ella.
-Ok, o sea que no te gusto cuando estoy en una relación.
Mi amigo negó, pensativo.
-Mira, a ti te conocí después de lo de esa Sarah, justo después de haber conocido a Addie, ¿no? Bueno, te conocí siendo tú. Pero cuando estás con Addie, eres un sujeto diferente, y Tré está de acuerdo conmigo. Es difícil de explicar el porqué, pero ninguno de los dos siente que está bien. Sí, quizás te sientas feliz... Pero ¿no fue por estar con ella que casi moriste ayer?
Sonreí, tomando nota mental de hablar con Tré en cuanto pudiera.
-Me ama, incondicionalmente.
-Pero ¿la amas tú a ella?
Terminé la bebida, para luego apretar la lata, con fuerza.
-La quiero lo suficiente –musité.
Y me fui a acostar. Y al contrario de la noche anterior, caí dormido al instante, sin siquiera llegar a pensar nada.
Desperté temprano. Bueno, eso creía al menos, no tenía reloj en la habitación, pero no se escuchaba ningún ruido en el resto de la casa, por lo cual muy tarde no debía ser. Tenía hambre, así que, tras ir al baño, bajé de inmediato a la cocina. Me sonreí al darme cuenta que John Roecker seguía en el living, durmiendo, pero con la televisión aún encendida. Pensé en despertarlo, pero preferí comer primero, así que me limité a pasar detrás de él.
-Ah, el paciente despertó.
Me había olvidado por completo de Vincent, quien, obviamente, seguía en la casa, y ahora se encontraba en la cocina.
-Sí, el hambre me ganó –murmuré, dirigiéndome a la cafetera-. ¿Qué hora es, en todo caso?
Se sonrió, al tiempo que sacaba dos waffles del horno eléctrico (asumí que eran waffles pre-hechos, pero no podía ponerme exigente ahora), y revisaba el reloj del microondas.
-Las ocho y media. ¿Dormiste bien? ¿Sigues sintiendo efectos de las pastillas?
-Dormí mejor que en mucho tiempo, y no, ya no siento nada. Ni siquiera lo sentía ayer.
-Perfecto.
Desayunamos en silencio, ya que... Bueno, no tenía idea de qué hablar con el doctor hermano de la esposa de mi mejor amigo, que, ya que estamos, me había salvado la vida hacía menos de tres días.
-¿Crees que John me mate si lo despierto? –pregunté, más que nada por decir algo, cuando ya estaba por terminar mi café.
-Quizás, si eres brusco... No lo seas.
Sonriendo, tomé lo que quedaba, y corrí al living, a zarandear a John.

En fin, a eso de mediodía, cuando ya estaba duchado y vestido, volví al living, ahora a despedirme de Mike, Britt, John y Vincent.
-Gracias por todo, Britt, de verdad –musité.
-Cuando quieras, Billie, pero creo que Mike te matará si vuelves a esta casa en estas condiciones –comentó ella, con una sonrisa.
Luego pasé a despedirme de John, quien me abrazó con fuerza.
-Me quedaré en la ciudad el resto de la semana, así que si no te reportas un día, iré a verte vestido de mujer, y no creo que a Addie vaya a gustarle eso –susurró.
Recordé la mentira que le había dicho a Addie la noche que había estado con Sarah, mentira que involucraba a mi amigo. No, no iba a gustarle.
Bueno, le estreché la mano a Vincent, en una despedida un tanto más fría, y luego dejé que Mike me fuera a dejar en su auto.
-Supongo que estás seguro de que esto es lo que quieres –comentó, cuando ya estábamos fuera de mi hogar.
-Supongo lo mismo –murmuré.
Nos miramos y, al igual que John, me abrazó, fuertemente.
-Mañana vamos a juntarnos a ensayar, ¿no? –preguntó, aún sin soltarme.
-Sip, así que puedes soltarme, no tengo intenciones de faltar –respondí, con una sonrisa-. Ya, adiós, gracias de nuevo.
Y me bajé, para tocar el timbre del portón. Me abrieron y caminé a la puerta principal, la cual no fue abierta por Addie, si no que por Jakob, quien me vio, sonrió y me abrazó, estrechamente.
-¡Papá!
-Hola, pequeño saltamontes –le respondí, alzándolo por los aires-. ¿Me extrañaste?
-¡Sí! ¡Ya no me duele la cabeza, así que quería jugar fútbol, pero Joey no quiso, y no quería jugar con mamá...!
Reí y le di un beso en la cabeza.
-Después de almuerzo, ¿sí?
Sin más, me adentré hacia la cocina, donde me encontré con Adrienne y Joey, la primera sirviendo los platos, y el segundo poniendo la mesa, con mala cara.
-¿Viste? Tu padre sí llegó, así que ¡anda a poner el otro plato! –exclamó mi esposa, al verme entrando con Jake en mis brazos.
Decidiendo, por la cara de Joey, que lo mejor era actuar con naturalidad, saludé a Adrienne:
-Hola, amor.
Ella me sonrió, más sin acercarse a darme un beso ni nada, demostrando que aún nos quedaba un largo camino que recorrer.
-Hola, cariño.
Bueno, al menos me saludó bien.
El almuerzo lo hicimos conversando temas ligeros, pero con naturalidad. Jake se veía feliz de que hubiese vuelto, al igual que Adrienne. Joey... Bueno, él seguía mostrándose arisco conmigo, pero sabía que, en el fondo, estaba aliviado de mi retorno.
-Ok, ¿quién quiere jugar fútbol? –pregunté, cuando terminamos el postre. Jake levantó su brazo- Bien, después de que lave la loza, vamos al patio trasero.
Así que me paré, recogí la mesa y empecé a lavar. Joey y Jake se pararon de inmediato, no sé que fueron a hacer, pero Addie me acompañó a la cocina, donde se tomó un café, conversando conmigo. Todo estaba saliendo naturalmente, como debía... Sólo tenía que retener todos mis sentimientos de sofoco, de no pertenencia y de infelicidad, y mostrarme como si estar ahí era lo que más deseaba. Sí...
Jugué con los niños. A eso de las cinco de la tarde, recibí un llamado diciéndome que fuera a buscar mi auto al día siguiente durante la mañana. Agradecí el aviso, y decidí pasar después de la reunión con la profesora de Joey y antes de irme al estudio.
Ya a la noche, Addie no me dejó dormir con ella, pero eso no me molestó tanto como la mirada suspicaz de Joey. Addie me dijo que les había dicho a los niños que me había ido a ver cosas de la banda... Pero era obvio que Joey, quien había estado presente en mi huida, sabía que no me había ido por eso. Así que, esa noche, apenas escuché cómo Adrienne se iba a acostar tras darle las buenas noches a Jake (yo ya se las había dado), salí de mi pieza, en dirección a la de Joey.
-Volviste –murmuró él, sin despegar la vista de su historieta, apenas sintió cómo abría la puerta.
-Prometí que nos quedaríamos todos juntos –contesté, adentrándome en la pieza, para sentarme a los pies de su cama-. No fui a juntarme con Ella, ¿sabes?
Joey bajó la historieta, y me miró fijamente a los ojos, por varios instantes.
-Te creo. De haberla ido a ver, no lucirías tan miserable... Y tampoco habrías vuelto, ya que estamos.
Sonreí.
-Según esa lógica, jamás habría vuelto tras verla la primera vez.
-Factor humano –musitó, volviendo a su historieta. Aproveché para mirar a la planta de marihuana de reojo-. Sigo sin probarla, tranquilízate.
Suspiré.
-Creo que nunca más estaré tranquilo –admití-. ¿En qué instante creciste tanto?
-Si hubieses estado en casa, lo habrías notado –murmuró.
Torcí una mueca.
-He estado en la casa los últimos dos años.
-Pero a medias. Apenas puedes irte, lo haces –replicó.
Volví a suspirar.
-Bueno, hora de dormir, mañana tenemos esa entrevista con tu profesora, te quiero bien descansado para que no te echen. Con algo de suerte, hasta te quitan la suspensión y no tendrás que estar conmigo o tu madre todo el día.
Me miró, alzando una ceja, pero me mantuve impasible. Mi hijo se permitió una pequeña sonrisa.
-Sí, papá.
Cerró la historieta y la dejó sobre su velador, para luego recostarse, al tiempo que yo me paraba y apagaba la luz.
-Dulces sueños, Joseph.
A la mañana siguiente, bajé a desayunar con Jake y Joey; Addie tardó un poco más en unírsenos, pero esto se debía a que se había arreglado considerablemente, con la intención de causar una buena impresión en la profesora de Joey, con quien tendríamos la entrevista por el comportamiento de mi primogénito.
-¿Cómo me veo?
Me costó un poco sonreír.
-Hermosa.
Esto era verdad, pero, de todas formas, me costó decírselo.
En fin, desayunamos, y, tras ir al baño una vez más, cepillarse los dientes y buscar la mochila de Jake (después de todo, al estar suspendido, Joey no tenía para que llevar sus cosas, ya que después debía volver a la casa), los cuatro nos subimos al auto de Addie, quien, por fortuna, no preguntó la causa exacta de porqué no tenía mi auto, si no que me dejó conducir como si fuera lo normal. Llegamos al colegio, y Jake se fue de inmediato a su sala, probablemente a hablar con sus amigos, aprovechando que el timbre aún no tocaba, mientras que Addie y Joey entraban al colegio y yo estacionaba el auto.
Y recién ahí me permití aflojar la sonrisa. No sabía porque me sentía mal, pero desde que había despertado que sentía ganas de llorar, gritar y más. Y no tenía para qué sentirme así. Es decir, sí, había intentado matarme y no me había funcionado, el posible amor de mi vida había vuelto a desaparecer, mi hijo mayor me odiaba, mi hijo menor no entendía nada, y mis amigos temían por mi vida... Pero mi esposa me había perdonado, así que no tenía ningún motivo para estar triste... ¿O sí lo tenía? ¿Y si en realidad lo normal era sentirme miserable?
Lo terrible es que no tenía a nadie a quien preguntarle porque, enfrentémoslo, era imposible que alguien haya estado en mi misma y exacta posición alguna vez. Bueno, estadísticamente hablando, tal vez había alguien en China, Rusia, Finlandia o Argentina. Pero eso era algo que nunca sabría.
-¿Lo puedo ayudar en algo?
¿En qué momento había llegado a la sala de profesores?
-Vengo con ellos –murmuré, señalando a Addie y Joey, agradecido de que estuviesen ahí; la verdad que no tenía idea el nombre de la profesora de mi primogénito. Realmente era increíble que me permitieran ser padre.
La mujer (supuse que era una auxiliar, debido a su delantal azul) me permitió entrar, con mala cara. Tuve un súbito flashback a la oficina de mi viejo profesor de música, donde nos habían castigado a Jesus y a mí por escaparnos de clases.
Jesus... ¿Acaso morir te costó tanto como a mí, o partir te fue más fácil? ¿Acaso tuviste la suerte de que no hubiera nadie para detenerte? No sabes cuánto envidio tu soledad...
-¿Billie?
Addie me miraba, con esa expresión que conocía tan bien: Preocupación por mí. Me costó un poco recordar que no estaba teniendo una conversación con Jesus, que no iba a obtener una respuesta y que debía estar normal.
-Me perdí –musité, con una sonrisa, intentando demostrar que todo estaba bien. Parece que fui convincente, ya que me devolvió el gesto y me tomó la mano. No recordaba haberme sentado a su lado, pero así era.
Tuvimos que esperar un par de minutos, hasta que el timbre tocó. Recién ahí una secretaria se nos acercó para informarnos que la profesora de Joey nos vendría a buscar en cualquier minuto. Así que, unos cuantos minutos después, la mujer llegó a donde nos encontrábamos, y nos hizo pasar a mí y a Adrienne a una salita, dejando a Joey fuera.
-Hola, soy la profesora de su hijo, Molly Kant –se presentó, indicándonos dónde sentarnos en la estrecha oficina. No había ningún decorado personal, sólo un cuadro que indicaba que el colegio era el mejor en no sé qué, lo cual me hizo concluir que era la sala utilizada por todos los profesores para sus entrevistas con apoderados. Realmente esto era deprimente.
-Yo soy Adrienne y él es Billie Joe, somos los padres –nos presentó Addie, decidiendo hablar antes de que a mí se me ocurriera. Hice un gesto con la cabeza, que ella me devolvió con una sonrisa.
-Bueno, quería discutir sobre el comportamiento de su hijo. Hasta este año, se comportaba normalmente, tenía notas aceptables... Pero de pronto se convirtió en...
-Un imbécil –completé yo, con una sonrisa.
-Señor Armstrong, yo no iba a...
-Está bien, está bien: Está convirtiéndose en un adolescente, lo normal es que se convierta en un imbécil –me expliqué, aún sonriendo, ignorando el suave pisotón que me dio Adrienne en mi pie-. No voy a decir que está mal que lo castigue, porque sus otros compañeros están en la misma etapa y no andan intentando explotar laboratorios, pero creo que perder una semana de clases no va a ayudarlo en nada.
¿De dónde mierda había venido todo eso? Addie ni siquiera pudo disimular su asombro ante el hecho de que haya dicho algo coherente.
-Bueno, teniendo en cuenta el desempeño académico de Joseph, perder una semana de clases no es algo que vaya a afectarle mayormente...
-Quizás no ahora, pero, tal como usted dijo, está viviendo ciertos cambios. Quizás una semana sin colegio lo descompense más de lo necesario.
La profesora me miró, como si analizara la situación.
-Puedo disminuir la suspensión a tan sólo tres días, Joey volvería a clases el jueves. Pero tendrá que visitar al orientador una vez a la semana por el resto del mes.
Miré a Adrienne, quien tenía una expresión que reflejaba perfectamente lo que yo pensaba: Alguien tenía que hablar con Joey, y por las peleas que habíamos tenido, yo no era el indicado, ya que no sabía qué decirle. Así que lo del orientador no sonaba para nada mal.
-Por mí está bien –musitó mi esposa al fin. Yo asentí.
-Perfecto... Ahora, iré a buscar a Joey, para que hablemos los cuatro un poco más, ¿sí?
Apenas la profesora Kant salió de la salita, Addie me abrazó, con fuerza, y me plantó un beso.
-¿Y eso por qué fue? –pregunté, un tanto sorprendido, ignorando la punzada de culpa y de... Bueno, desagrado.
-¡Estuviste genial! Es mucho más de lo que esperaba conseguir, y quizás el orientador hasta le haga bien y...
Sin otra opción, la callé de un corto beso.
-Tranquila que ahí vienen –musité, distanciándome, para acomodarme bien en el asiento.
En ese preciso instante, entró la profesora con mi hijo, quien llevaba una tercera silla. Se sentó entre Adrienne y yo, con una curiosidad que no lograba ocultar. La profesora pasó a explicarle el trato que se nos había ocurrido, planeado con la única intención de que él no perdiera clases, y dejara de ser un imbécil. Bueno, no lo dijo así, sino que con palabras bastante similares a “volviera a dar lo mejor de sí, en vez de conformarse con el mínimo y dedicarse al desorden como vía de rebelión”. Pero todos sabíamos que era un eufemismo para lo que yo había dicho anteriormente. Bueno, hablamos un poco más, quedamos en volver dentro de un mes, cuando Joey terminara de ir con el orientador, y, tras una despedida más larga de lo que me hubiera gustado, nos fuimos.
-Bueno, tendrán que acompañarme a buscar el auto... Lo siento, Addie, pero no los puedo ir a dejar –murmuré, en camino al lugar donde la grúa se había llevado a mi pobre auto hacía ya más de dos días.
-No te preocupes, tengo que pasar al supermercado de todas formas, necesito harina –respondió, con una sonrisa. Realmente la había hecho feliz. Con la suerte que tenía, esto significaba que tendría que dormir con ella esa noche. Genial. Y léase con todo el sarcasmo posible.
-Papá, ¿puedo acompañarte al estudio?
Si no fuera porque mi hijo habló en un rojo, por lo cual el auto ya estaba detenido, habría frenado bruscamente por la sorpresa.
-Pues, ¡claro que puedes venir! –contesté, aún un tanto extrañado por su súbito interés. ¿Acaso mi realidad realmente podía ser mejor que antes? Es decir, sabía que mi hijo lo hacía más por repulsión a ir al supermercado que por otra cosa, pero el hecho de que considerara olvidar su odio hacia mí por ser la horrible persona que soy no podía ser malo, ¿verdad?- Pero no puedes explotar el estudio.
Se sonrió, sonrosado.
-Hecho.
Así que llegamos al depósito, donde le pasé su auto a Adrienne. Firmé el papeleo, pagué la multa y con Joey nos subimos, para dirigirnos al estudio.
-Hazme un favor y llama a Mike diciéndole que vamos –le pedí a mi hijo, pasándole mi celular, cuando ya llevábamos un par de cuadras recorridas.
-Bueno... –Marcó el número y, tras una corta pausa, dijo:- ¿Tío Mike? Soy yo, Joey... No, no le pasa nada a papá... –Mi hijo me miró, alzando una ceja, demostrando su curiosidad. Nota mental: Matar a Mike.- Sólo que ya vamos para allá. Sí, también voy.
Supuse que Mike le había dado una explicación satisfactoria al hecho de haber preguntado por mi bienestar, ya que Joey no me hizo ninguna pregunta al respecto en lo que duró el trayecto, lo cual no fue mucho que digamos.
-¿Ya están grabando canciones nuevas? –me preguntó, apenas apagué el motor.
-Nop, sólo estamos probando sonidos nuevos, y tocando cosas varias. Tan sólo llevamos una canción completa.
Asintió, bajando del auto. Lo imité y nos dirigimos al interior del estudio, donde ya estaba Mike esperándonos.
-Así que el pequeño Armstrong decidió acompañarnos.
-No. El segundo más pequeño decidió acompañarlos –contestó mi hijo, con una sonrisa. Mike soltó una carcajada.
-Hijo de su padre. Bueno, Tré aún no llega, me pregunto en que estará. Por lo que sé, ni Ramona ni Frankito están en la ciudad.
Algo en mi cabeza hizo conexión.
-El otro día dijiste que había gente en tu casa y en la de Tré esperándome. Si Tré estaba con Addie, ¿quién estaba allá?
Joey me miró.
-¿Esperándote a qué?
Mike y yo intercambiamos una mirada. Por suerte, ese fue el momento en que John Roecker decidió irrumpir en la salita en que nos encontrábamos.
-¡Joseph! ¡Tanto tiempo!
-¡Tío John!
Pese a no ser cercano con mi esposa, John se llevaba bastante bien con mis hijos, así que no tardó nada en entretener a Joey y distraerlo de las preguntas que, probablemente, quería hacerme.
-Intenté llamar a Tré para avisarle que venías con Joey, pero no me contestó. Hay algo raro ahí.
-Bastante raro, que quieres que te diga.
Fue entonces que se escuchó el sonido de la puerta al cerrarse y el de pasos corriendo hacia nosotros.
-¡ESTÁS VIVO!
John se había llevado a Joey a la cocina del estudio. Desafortunadamente, el grito de Tré había sido muy fuerte y mi hijo debió haberlo oído, ya que, apenas logré soltarme del fuerte abrazo de Tré, me lo encontré frente a mí, pálido, mirándome a mí, a Tré y a Mike, sin entender nada.
¿Acaso no terminaría nunca de pagar mis metidas de pata?
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Bueno, este capítulo originalmente iba a ser más largo... Llevo dos páginas más, y me di cuenta que eso era recién la mitad, así que el capítulo 23 terminó por ser dividido en un 23 y un 24. Espero no tardar mucho en subir el siguiente, en especial porque tengo que terminar antes de entrar a la Universidad (el 12 de marzo)! Ojalá haya sido de su agrado, buenas noches, o buenos días, son las 3:30AM.

9 comentarios:

  1. wow enserio hay cap (pensé que ya estaba  alucinando xd) me encantó :). ¿Porque Billie tiene que tener tan buenaa suerte? *sarcastic mode: ON* 
    ojala que subas pronto y que te vaya bien en la uni xd
    cuidate, un beso :3

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  2. Aii tu quieres matarme no?? jaja okno pero tu cap si que son largos!! cuantas hojas son!! bueno igual es super genial!! y como es eso que te quedaba mas por escribir?? wow tienes demaciado! 
    bueno por donde empezara! bueno me imagino a addie gritandole a mike que ensima no tiene la culpa de nada solo quiero ayudar a que los dos esten bn!! y eso lo hace el mejor amigo!! yo creo que addie le cree sus mentiras por que no se puede alejar de billie!! ella no podria sola con sus dos hijos!! por cierto... que onda joey?? jake es un amor de niño es genial!! pobre me da una lastima de que el viva en una gran mentira eso me mata!! el nunca superaria la separacion de sus padres! y como segui a joey no le creo mucho esto de que tenga la planta y no la alla probado, suena raro pero si el dice eso bueno... billie encaro muy bn a la profesora es genial como lo hizo y eso hio que addie se orgullesera de su esposo!! aii dios esto me mata en serio es genial!! osea por momentos me encanta esto de la familia perfecta y los mejores amigos y la gran banda!! pero su corazon pertenece a sarah!! es ella su verdadera felicidad!! y eso lo esta matando! 
    joey esta tambin aceptando la "integracion" de su padre, es como si quieren recuperar tiempo perdido y eso me parecio genial!!! y esto de que quiera ir al estudio es genial!!! 
    pero que pasa con el estudio?? Joey seva con su tio john  a la cocina y llega tre y grita de que billie esta muerto pero quien aparece detras?? mmm bueno creo que me enterare el prox cap!! que espero que aparesca pronto!! por que tu fic es genial!! la he seguido desde el principio de la segunda tem!! ajja ok no es mucho pero bueno!!!


    xoxo

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  3. asdlj creí que quedaba claro que el que entraba era Joey xD y este cap creo que al final salieron 7 hojas, cuando iba en la página 9 me di cuenta que ya era mucho, y mejor lo corté x) Me fui en la volada xD y gracias :)

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  4. YA PUEDO COMENTAR!!!!!!!!!!! :woot:
    Bueni, después me meto en lo otro y  te comento :3

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  5. JAJAJA, nu :c (?) dónde estássssss?, I miss you :_

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  6. Bueno, ya sabes que estaba en Icalma xD ahora subiré el relato detallado al blog personal xD

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  7. -El otro día dijiste que había gente en tu casa y en la de Tré esperándome. Si Tré estaba con Addie, ¿quién estaba allá?

    OMG!!!!! ¿¿¿¿¿¿quien estaba en la casa de Tre?????!!!!!
    No me digas que es lo que yo pienso!!! Dime que ella no se fue!!!
    Espero que subas pronto!!!!

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  8. Creo que sé por dónde van tus pensamientos... en fin, en el próximo capítulo se resuelve el misterio, y creo que estaré subiendo pronto :)

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