Dearly Beloved - Capítulo 14: Respuesta a la incógnita de los niños del hormiguero.

Me quedé mirando a mi “conciencia”, atónito.

-Tómate tu tiempo -me dijo, sonriendo. Tomó un reloj de arena de no sé donde y lo dio vuelta-. Despertarás cuando se acabe la arena. Si no sales de aquí apenas despiertes, será muy tarde.

            Se desvaneció en la nada, dejándome solo con mis dudas en esa extraña dimensión donde veía la casa de Denisse siendo consumida por las llamas. ¿Qué hacía? Me puse a pasear de un lado a otro, intentando despejar mi mente: De un modo u otro, uno de ellos moriría. Lo único que me quedaba era pensar razonablemente.

            Billie tenía dos hijos, una esposa, una vida y era mi mejor amigo. Denisse estaba completamente sola, con sus padres y su única razón de existir era... no tengo idea qué, supongo que su trabajo, pero era el amor de mi vida. ¿A quién salvaba?

            Si muere Billie, me quedo sin trabajo. De acuerdo, eso sonará egoísta y todo eso, pero estoy intentando pensar razonablemente. Además, era como mi hermano, lo conocía desde que tenía diez años y nunca nos hemos separado desde entonces.

            Miré el reloj de arena. Todavía queda bastante tiempo. Sin embargo, no puedo tomar una decisión de ese tipo así como así. Por lo que me puse a pensar de todos los modos posibles que podrían llegar a existir.

            Si yo fuera Billie Joe, no me perdonaría nunca el haberme salvado, dejando a Denisse morir en medio de la gigantesca bola de fuego que consumía el lugar. Billie se molestaría bastante conmigo. Si salvo a Denisse, no gano nada y Adrienne, Joey, Jakob, Estelle, Tré y todos me odiarían por haberlo hecho. Denisse ya no me amaba, no gano nada ayudándola.

            Pero no, no puedo hacerle eso. Ambos eran mis mejores amigos o lo fueron durante un buen tiempo. ¿Qué mierda hacer?

            El tiempo se agotaba. No me quedaba más opción. Salvar a Billie era lo mejor para mí y para todos. Me odiaría, sí, pero él tenía una vida.

            El último grano de arena cayó y me vi nuevamente en el callejón, con la cocaína desparramada sobre mí. No había tiempo que perder. Sin mirar a ningún lado, eché a correr, como si el mismo demonio me persiguiese. Estaba atardeciendo, el sol estaba llegando al mar... realmente, no me importaba, yo sólo corría. Un carro bomba pasó por mi lado, pero no me importó, simplemente lo ignoré.

            Agotado, jadeante y traspirando llegué a casa de Denisse. Nadie se atrevía a pasar, todos miraban desde sus posiciones. La madre de Denisse sollozaba en brazos de su esposo... intenté no imaginar lo que seguía. Si bien recordaba, la entrada secreta que me indicó mi “conciencia” se encontraba en la parte trasera. Di un rodeo y me deslicé por el patio trasero sin que nadie lo notara. Después de todo... ¿a quién le importa un tipo como yo?

            Crucé el patio, que también tenía bastantes llamaradas de fuego. El humo era mucho, por lo que me subí la polera para cubrir mi rostro. Corrí hasta la “entrada secreta” y la atravesé.

            El interior era un calvario. El calor y el humo eran asfixiantes. Recordé algo que había escuchado en algún dibujo animado que vi con Estelle y era que el CO2 tendía a subir, por lo que me tiré al suelo y comencé a arrastrarme, lo más rápidamente posible. Llegué al living casi al instante. Vi a Billie y a Denisse ahí. Dios, no iba a poder con esto...

            Estaban uno al lado del otro. Me acerqué a ellos y... no podía Dios ser así, en serio... Denisse estaba allí, con su rubio cabello lleno de hollín y ondulado debido al calor. Sin contenerme, me acerqué a ella y le di un beso, el último beso que jamás daría. Dudaba volver a enamorarme otra vez o de sentir algo parecido.

            Luego de ese beso, la dejé en el suelo nuevamente y... una cadenita salió de su polera. La vi y casi me desmayé ahí mismo: Era el mismo collar que le había regalado hace tantos años, el mismo collar con el que sellamos nuestro amor. Recuerdo que rato después me dijo que mientras me amase, lo usaría. Quizás no significaba nada, quizás sólo lo usaba de bonito que era, pero para mí era algo, era la muestra de que quizás sintiese algo por mí.

            El cuerpo de Billie que estaba a mi lado comenzó a moverse. Me vio a mí y a Denisse. Apenas respiraba.

-Sálvala a ella -me dijo Billie, con una voz áspera, que me resultó irreconocible. Apenas sí podía respirar-. Yo... ya estoy jodido...

-Billie, pero... -empecé.

-No, escucha -dijo él, entrecortadamente. Tuve que acercarme más a él-. Ella te ama, siempre lo ha hecho... sálvala. Yo ya hice todo lo que tenía que hacer en esta vida...

            Jadeante, se sacó el anillo y me lo pasó.

-Entrégaselo a Adrienne, dile cuanto la amo y a Joey y a Jake -murmuró, casi sin respirar-. Y que sean buenos niños...

-Lo haré -dije, con lágrimas brotando de mis ojos.

            Billie sonrió.

-Un gusto conocerte, Mike Dirnt -dijo.

            Billie Joe me miró con sus ojos verdes. Yo sería lo último que él vería jamás. Cerró los ojos y la entrecortada respiración cesó al instante. Contuve las lágrimas lo más que pude, me guardé el anillo de matrimonio de Billie en el bolsillo y, haciendo un pequeño esfuerzo, tomé a Denisse. Crucé la casa y salí de ella. Pensé en volver a un segundo viaje a retirar el cadáver de Billie Joe, pero apenas me lo planteé en mi mente la entrada colapsó. No me daba cuenta de lo poco que yo respiraba ni que tan lleno de cenizas y humo me encontraba. Simplemente crucé el patio, llegué a la parte delantera y me dejé caer. Lo último que vi antes de desmayarme fue al padre de Denisse correr hacia nosotros y el oscuro crepúsculo bañado en rojo sangre.

Febrero - 2008

            Era el diecisiete de febrero y yo me encontraba en el cementerio. Hacía varios meses que había ocurrido ese incidente de los balones de gas, pero yo aún tenía las imágenes frescas en mi cabeza: Yo entrando apresuradamente a rescatarlos, decidido salvar a Billie Joe, pero acabando por salvar a Denisse Pritchard... Sí... me desmayé en cuanto salí, debido a la gran inhalación de humo, pero desperté en el hospital, en la cama contigua a la de Den, con quien aclaramos las cosas de inmediato. La parte dura fue hablar con Adrienne y entregarle el anillo... ella no paraba de llorar, al igual que Joey, Jakob, Denisse... y yo. El funeral lo hicimos poco después y, en enero, Denisse y yo nos casamos. Sabíamos que así lo deseaba Billie Joe, pues él fue quien juntó nuestros caminos nuevamente.

-Hola, amigo -le dije a la tumba-. Hace tiempo que no venía, disculpa. La banda nos tiene ocupados a mí y a Tré.

            Bueno, no teníamos a Billie y él era Green Day. Sin embargo, con Tré y otros amigos formamos una nueva banda... que aún no tenía nombre. Ni siquiera era conocida, era por el momento, de ahí continuaríamos.

-Addie y los niños te extrañan mucho, ¿sabes? Espero que estés en un lugar mejor

            Dejé el arreglo que siempre llevaba: El típico arreglo de flores en un macetero que decía Green Day. La tumba de Billie Joe constantemente era visitada por fans, por lo que nunca faltaba nada. Me quedé por un rato más y me fui, alejándome de la tumba

BILLIE JOE ARMSTRONG

17-02-1972 a 29-11-2007

Padre, esposo, amigo e ídolo

-¡Ja, te gané! -le dijo Dios a Lucifer-. ¡Profesora, tenemos un resultado!

-Se demoraron bastante, chicos... ¿quién ganó? -dijo ella.

-Usted -dijo Lucifer, un tanto sombrío-. Su creación fue quien salió ganando

-Hey, ¡yo gané! -dijo Dios, molesto-. El “juez” decidió salvar a la humana que yo creé

-Sí, pero sólo porque el que yo creé se lo pidió

            La profesora suspiró. Sabía que nunca llegarían a un acuerdo. Un lado de ella se vivía preguntando si estaba bien ese trabajo, si estaba bien decidir el destino de las personas y hacerlas sufrir. Pero veía el entusiasmo de ambos niños y se olvidaba de ello. Después de todo, iban a un lugar mejor al morir.

FIN