Rest One of these days Simple Twist of Fate I'm not tere Suffocate Rotting Suffocate? Dearly beloved Hold On Wake me up when September ends Good Riddance (Ridding of you) Cigarettes and Valentines
Prólogo

domingo, junio 19, 2011

Dearly Beloved - Capítulo 12: Por qué me fui.

Mayo - 1989
            Hacía más de un año que estábamos juntos. Billie y Mike ya tenían los diecisiete, mientras que yo los cumpliría en agosto. A la banda le estaba yendo de maravillas, pese a que John creía que no era así. Más de una vez lo habíamos escuchado hablar con un amigo suyo respecto a si debía o no dejar la banda. Por mí que se fuera a la mierda, Billie y Mike estarían mejor sin ellos. De hecho, ambos se habían planteado seriamente la posibilidad de expulsar a John de la banda, pero les resultaba imposible, ya que era buen baterista.
            Las cosas entre Mike y yo no podían estar mejor. Realmente nos amábamos y ninguno de los dos creía que fuera sólo una cosa de adolescentes. Sin embargo, aún no nos atrevíamos a decirle una sola palabra del asunto a nadie. El problema era que otras de nuestro grado querían salir con Mike, pero él se negaba, por lo que habían empezado a cuestionarse otras cosas.
-Denisse... tú lo conoces más... crees que él... no sé... esté encaminado por otro lado... -me preguntó una compañera con la que nunca en mi vida había hablado.
-¡No! ¿Cómo se te ocurre? -exclamé de inmediato. Mi indignación la tomó por sorpresa, por lo que se limitó a encogerse de hombros y darse la vuelta.
            Mike también tenía sus problemas. Me contó que Billie Joe le había preguntado más de una vez respecto al porque no tenía novia. Se había visto obligado a mentir de que “no encontraba a nadie aún”.
            Mayo seguía avanzando y, a finales de éste, antes de que empezase junio, una noticia llegó para cambiarlo todo.
            Nos encontrábamos en la clase de lengua, único ramo en el que conseguía que Mike y Billie pusiesen atención, sin contar música. El profesor estaba explicando algo de un verbo y no sé que más, no estaba muy atenta que digamos. Lengua me gustaba, sí, pero esa materia no. Me gustaba todo lo que tuviese que ver con argumentación, ya que era realmente lo único para lo que me interesaba.
            Mike me sacó de mi ensimismamiento al tocarme suavemente el hombro. Lo miré extrañada y, con su cabeza, me señaló la puerta, donde se encontraba el subdirector. Me puse de pie, al igual que todos, para saludar.
-Tomen asiento. Los siguientes alumnos, acompáñenme -dijo.
            Tomó una hoja de papel y empezó a nombrar gente. De inmediato me di cuenta de que estaba llamando a los mejores alumnos. Mike y Billie me miraron esperanzados: yo era una alumna destacada, pero no creía que para tanto.
            Fue por eso que quedé sorprendida cuando el subdirector mencionó el último nombre de la lista, “Denisse Petrelli”.

Noviembre - 2007
-¿Así que realmente estuvieron juntos todo ese tiempo? -me preguntó Billie, sorprendido.
-Sí, Billie, estuvimos juntos todo el tiempo -dije.
            Le había contado todo hasta el punto en que me llamó el subdirector.
-¿Por qué no me lo dijeron? -me preguntó Billie, aún frustrado.
            Suspiré.
-No lo sé, Billie. Si lo pienso ahora, es ridículo, pero en el momento no lo era -dije, cabizbaja-. Sé que podíamos confiar en ti y todo eso, pero por alguna razón, no lo hicimos. Nunca se lo contamos a nadie, al menos yo no lo hice.
            Mi amigo asintió, tristemente.
-¿Sabes? Nunca nos contaste para que te llamó el subdirector... ¿Tiene algo que ver con tu partida?
            Asentí lentamente.
-¿Me lo vas a contar? -preguntó. Suspiré nuevamente y volví a asentir.

Mayo - 1989
            Me puse de pie y crucé la sala. A qué nos llamaban y por qué eran las preguntas que cruzaban en mi mente. El subdirector nos llevó fuera de la sala, en fila. Al final nos dejó en una sala que estaba en desuso y que sólo se utilizaba para circunstancias especiales, como cuando otra sala se quedaba sin calefacción o cuando alumnos tenían que dar pruebas o cosas así. El subdirector nos indicó que nos sentáramos. Me di cuenta que los pupitres estaban dispuestos de modo de examen. Ok, estaba nerviosa.
            Más profesores llegaron con más alumnos, igual de despistados que nosotros. Se sentaron en los puestos disponibles y esperamos a que el subdirector hablase. Sin embargo, no fue él quien habló, sino un sujeto que no era de la escuela.
-Buenos días, no se paren, no hace falta -nos dijo el señor, al ver que varios se ponían de pie-. Supongo que se preguntarán que hacen aquí y quien soy yo. Me presento, soy el profesor Rupert Groening, de la Universidad de Washington y vine aquí con una propuesta para ustedes.
            Todos lo mirábamos atentos. El sujeto se estaba ganando mi atención. Mi sueño era ir a una universidad buena y esa lo parecía.
-Tengo cinco cupos para mi universidad y pienso utilizarlos aquí, en la Pinole Valley High School. Este examen es para ver quienes quedan y quienes no. ¿Alguien se niega?
            Por supuesto que no fue lo que se cruzó por mi mente. Nadie se negó. En todo caso, dudaba quedar en esa universidad tan prestigiosa. Rupert Groening pasó por nuestros puestos y nos dio una prueba a cada uno. Era gigantesca, pero no hice ningún comentario, al igual que todos los que allí había. Comencé a responder, deseando que la suerte estuviese de mi lado. Y así era, ya que andaba con el collar de corazón alado que Mike me había regalado, mi amuleto de la suerte.
            Terminé la prueba, un tanto traumada. No era difícil, tan sólo eran demasiadas preguntas. Rupert me dijo que volviera a mi sala. Simplemente asentí y volví. Salí al mismo tiempo que otro sujeto de mi clase, con quien casi ni hablaba. Estaba por llegar cuando sonó el timbre de recreo. Genial, acababa de perderme la clase de lengua. No me importó, ya que al ser la última hora podía pasar el resto de la tarde con Billie y Mike. Los esperé y en cuanto salieron me asediaron con preguntas acerca de que me había pasado. Billie había llegado a sospechar que me llamaban por su pequeño “negocio” ilegal y se había sentido culpable. Les dije que era para dar una prueba, no les dije para que. Fue ahí que me percaté de que si llegase a quedar, no los vería más.
            Lo dejé de lado y todo siguió como antes. Los muchachos seguían en el grupo y yo y Mike estábamos más unidos que nunca. Sin embargo, seguíamos saliendo de manera clandestina, más que nada por costumbre.
-Te amo mucho -me dijo Mike, luego de una “activa” tarde en su habitación-. No quiero dejarte nunca.
-Yo tampoco quiero dejarte nunca -le dije yo, con una sonrisa.
            Estábamos llegando a junio y volvieron a sacarme del salón. No llamaron a nadie más, por lo que iba un tanto asustada: Más de un profesor estaba intentando averiguar acerca de quien era el que vendía drogas en la escuela y yo, al ser amiga de Billie Joe, podía ser llamada a interrogatorio en cualquier momento. Sin embargo, me llevaron a la misma sala de la otra vez, sólo que esta vez se encontraba únicamente Rupert Groening.
-¿Denisse Petrelli? -me preguntó. Yo asentí-. Hola, no sé si me recuerdas, soy Rupert Groening, de la Universidad de Washington.
-Sí, lo recuerdo -le dije, un tanto nerviosa. ¿Sería que...?
-Bueno, como sabes, los cinco mejores resultados tienen una beca completa en mi universidad. Sin embargo, hay algo que no les dije... Tengo un único cupo para una escuela privada, cupo que le daré al mejor resultado. Y ese resultado Denisse, fuiste tú.
            Me quedé muda. ¿Yo, el mejor resultado? ¿Qué pasaba aquí?
-Disculpe, debe haber un error... -comencé.
-No hay ningún error. Obtuviste un 95% de respuestas correctas. Los siguientes dos obtuvieron 90%, otro obtuvo 88% y el último obtuvo 75% -dijo Rupert, seguro de sí mismo-. Esto quiere decir que, si tú quieres, podrías estudiar tu último año en un colegio en Washington.
-Oh Dios mío -murmuré.
            Podía estudiar en Washington, tendría más oportunidades en la universidad y de conseguir trabajo. Mis sueños estaban a un paso de realizarse... pero no vería nunca más ni a Mike ni a Billie. Groening pareció notar lo que pasaba por mi cabeza o simplemente se reflejó en mi rostro, cosa que solía pasar.
-Mira, sé que es una decisión difícil y que te tomará tiempo... tienes tiempo hasta el treinta de julio para confirmar -me dijo, pasándome una tarjeta-. Ahí está mi número.
            Asentí, agradecí, dije que lo pensaría y no tengo idea que más. Mi noción tiempo-espacio no funcionaba más.
            Volví al salón. Me preguntaron que había ocurrido les dije que nada importante, que mi mamá me quería decir algo. No les diría nada respecto al asunto hasta que tomase una decisión.

Noviembre - 2007
-¿Cómo que tenías una beca para una secundaria en Washington? ¿Por qué no nos lo dijiste? -exclamó Billie Joe, apenas terminé mi relato.
-Porque no quería perderlos, ni a ti ni a Mike -dije cabizbaja-. Y si les decía que había quedado, no me dejarían quedar, me obligarían a ir.
            Billie se paró y comenzó a pasear de un lado a otro por mi sala de estar. Habíamos llegado ahí en medio de la caminata en la que le conté todo.
-Deja ver si entendí. Te llamaron para una prueba, la diste, quedaste con el mejor puntaje, decides no ir y no contarnos nada y al final ¿vas igual? -dijo Billie, sin comprender nada.
-Sí, pero...
            No alcancé a terminar, dado que sonó una gran explosión: Los balones de gas. El fuego cubrió el lugar y no tengo idea qué nos cayó encima, dejándonos inconscientes. No podía darme cuenta de esto, pero estábamos atrapados y sin salida, en una gran casa en llamas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario