Rest One of these days Simple Twist of Fate I'm not tere Suffocate Rotting Suffocate? Dearly beloved Hold On Wake me up when September ends Good Riddance (Ridding of you) Cigarettes and Valentines
Prólogo

jueves, mayo 05, 2011

Simple Twist of Fate - Chapter twenty-seven: Smile.


Buscar una mejor forma de encontrar mi camino a casa, a tu sonrisa.
SMILE – DAVID GILMOUR

Jenny despertó al escuchar por los parlantes a la azafata diciendo que se abrocharan los cinturones. Adormilada, acató la orden y comenzó a zarandear a su acompañante.
-Billie, estamos llegando –le dijo.
Al estar profundamente dormido y escuchando música, no la escuchó. Tras suspirar, Jenny le quitó el aparato y le subió el volumen al máximo, sobresaltándolo y despertándolo.
-Si no vinieras con Mike y Tré, te quedas dormido, ¿no? –ironizó ella.
-No realmente, siempre despierto cuando llegamos a tierra –se excusó él, abrochándose el cinturón.
-Si vas a decir que Billie es raro, concuerdo contigo –comentó Mike, desde el asiento delantero.
Era el lunes dieciséis de marzo del 2020 y Billie, Jenny, Mike y Tré se encontraban sobrevolando la ciudad de Londres. Habían decidido irse todos juntos en el mismo vuelo y hospedarse en el mismo hotel; así la pelirroja no estaría sola y los chicos tendrían algo de… Digamos que control. Además, en secreto, Mike y Tré estaban decididos a interrogar a sus amigos respecto a lo ocurrido en el bar… Y lo ocurrido después también, pero eso no cuenta.
-Más nos vale haber quedado en el mismo piso –mascullaba Tré, mientras el avión comenzaba a descender-. No quiero tener que acompañar a Mike mientras busca a Billie, quien seguramente estará con Jenny o dando vueltas por ahí.
-¡Hey! No voy a desaparecer cada dos segundos –se defendió el guitarrista.
-Dijiste lo mismo cuando fuimos a España el año pasado –dijo Mike, con algo de risa-. Te perdiste y estabas preguntándoles a unos españoles dónde quedaba el hotel, mientras que te insultaban.
-Tú eres el que nunca me enseña a hablar esa puta lengua –masculló él.
-El español es un lindo lenguaje, no le digas así –lo regañó Jennifer.
-Como digas. –Billie revoleó los ojos, ante lo que la pelirroja le pegó en el brazo, suavemente.
No tardaron mucho en aterrizar. Sin embargo, debido a que había una gran posibilidad de ser reconocidos, fueron los últimos en bajar.
-¡Londres! –exclamó la pelirroja, una vez en el aeropuerto.
-Tienes un fanatismo con esta ciudad –masculló Tré, quien bajó como si nada-. Y has venido como veinte veces.
-¡No es verdad! –exclamó ella.
-¿Ah, no? Entonces ¿cuántas veces has venido? –preguntó burlonamente Mike.
Jenny se calló al ver que, si sacaba la cuenta, el número iba a ser muy cercano a veinte, por no decir mayor. Así que, sin responder la pregunta, se dirigió a la cinta por la cual pasaban todas las maletas. Mike rió levemente.
Los cuatro amigos tomaron sus maletas y se dirigieron al exterior, donde un taxi ya los esperaba. Tras dejar todo en el portaequipaje del vehículo, Billie, Mike y Tré se acomodaron en el asiento trasero, mientras que Jenny se sentó en el delantero y le indicó al conductor donde tenían que dirigirse.
-Hotel, dulce hotel –bromeó Tré, ya en el recibidor del vestíbulo.
Tras comprobar que sus habitaciones sí estaban en el mismo piso, subieron a dejar sus cosas. Como recién eran las ocho de la mañana y no había mucho que hacer, decidieron juntarse en la suite de los chicos a conversar.
-Me pregunto cómo estará el Milton Keynes esta vez –comentó Mike, rato después.
-Lleno de pasto, como siempre –contestó Billie, con risa-. ¿Irás?
Esto último iba, obviamente, para Jenny.
-Depende de qué día toquen –musitó ella, a la vez que Mike le ofrecía una cerveza-. Y no, gracias, Mike, la última vez que bebí…
Se calló, recordando lo ocurrido por milésima vez en su mente. Tré decidió que esa era la única oportunidad que tendrían de abordar el tema.
-Jenny, Billie… Sé que ustedes no quieren hablar de esto, pero… -comenzó Tré.
-¿Qué mierda fue lo que pasó en el bar la otra vez? –inquirió Mike, impacientemente.
Billie y Jenny intercambiaron una rápida mirada.
-Nosotros… -Jenny se detuvo. No sabía que decir. Billie, percatándose de esto, decidió que debía intervenir.
-Estábamos borrachos, me emocioné con las canciones y la besé, eso fue todo –respondió.
Tré alzó una ceja.
-¿Nada más? –preguntó.
-No, nada más –respondió él, seguro de sus palabras.
-¿Y a dónde fueron después? –preguntó Mike.
-Fuimos al departamento –contestó Jenny-. Yo había dejado ahí el auto, así que me subí al auto y me fui a mi casa.
El bajista y el baterista intercambiaron una incrédula mirada.
-¿En serio no pasó nada? –inquirió Tré, aún incrédulo.
-¿Qué iba a pasar? –preguntó Jenny, con fingida curiosidad.
-Bueno… Lo que nunca pasa entre ustedes –farfulló Tré-. Wow, realmente creí que esta vez sí había pasado.
Billie y Jenny lo miraron sorprendidos: El tono empleado era de total decepción.
-¿Querías que algo pasara? –Billie estaba, realmente, atónito.
-No exactamente, es que… No importa –musitó él.
Silencio.
-¿Alguien tiene la hora de Londres? –preguntó Jenny, en un intento de romper la tensión.
-Son las nueve y media –respondió Mike, quien, como siempre, era el único que tenía el reloj a la hora de donde estaban-. ¿A qué hora teníamos que ir a ese show?
-A las once teníamos que estar allá –masculló Tré, poniéndose de pié-. Bueno, si vamos caminando, debemos ir ahora.
Así que, tras tomar sus respectivos bolsos, salieron del lugar.
-Estuvo cerca –le susurró Billie a Jenny, varias cuadras después, aprovechando que Mike y Tré habían entrado a una tienda a comprar bebidas y unas cuantas cosas para comer.
-Creí que habíamos quedado en decirles la verdad –susurró ella.
-Bueno, tú no pudiste, yo tampoco –masculló él-. Ahora el asunto caerá en el olvido.
-Más nos vale –musitó ella.
Se dejaron caer en una banca que había en la calle, esperando a que sus amigos salieran de la tienda.
-¿Qué tienes que hacer hoy? –le preguntó el guitarrista.
-Conocer al tipo que hará la película. ¿Quieres un autógrafo? Fue el que hizo I’m not there –respondió, preguntó y explicó ella.
-Claro, mientras que no sea Oliver Stone –dijo él, con asco en su voz. Para el que no esté informado, Oliver Stone fue quien hizo una película de The Doors, película más que odiada por Billie y Jennifer.
Ella sonrió, y su sonrisa fue mejor que el paraíso mismo para Billie. Intentó mantener su expresión pareja, mas no pudo evitar sonreír también. Para él, esa sonrisa era lo más cercano a la perfección y le ayudaba a imaginar que ella era feliz estando con él, que ella era feliz a su lado.
Sin embargo, la sonrisa de la mujer no tardó en desaparecer y en ser reemplazada por una expresión de desconcierto, seguida por una de miedo.
-Mierda –musitó.
Sin decir más, le tomó la mano a su amigo y lo tiró, obligándolo a pararse y a dirigirse a la tienda.
-¿Qué pasa? –inquirió él.
Pero ella no le respondió, no hasta estar dentro de la tienda y estar segura de que Mike y Tré estuvieran muy ocupados pagando.
-Había un sujeto mirándonos y… -comenzó ella. Tomó aire- Estoy casi un cien por ciento segura de que era Jim Morrison.

No hay comentarios:

Publicar un comentario