Rest One of these days Simple Twist of Fate I'm not tere Suffocate Rotting Suffocate? Dearly beloved Hold On Wake me up when September ends Good Riddance (Ridding of you) Cigarettes and Valentines
Prólogo

jueves, mayo 05, 2011

Simple Twist of Fate - Chapter twenty-two: We're not made to be together.


La rabia y el amor, la historia de mi vida.
ARE WE THE WAITING – GREEN DAY

         -¡Quizás si tú no fueras tan dura y mandona conmigo, estaría más en casa! –exclamó.
         -¡Sería menos dura y mandona contigo si estuviera cien por ciento segura de que nuestro matrimonio no corre peligro alguno! –gritó ella, en respuesta.
         Billie la miró, con rabia.
Era una noche cualquiera, a finales de aquel caluroso junio de 2011, una noche cualquiera en la que Billie y Adrienne peleaban, al igual que habían peleado todos los días de esa semana.
-¿Cuántas veces he de decírtelo? ¡No pasa nada! ¡Absolutamente nada! –La miró, siendo ahora la tristeza la que se reflejaba en sus ojos.- ¿Acaso no puedes confiar en mí ni un poco?
-Lo hacía –masculló ella-. Hasta que te metiste con esa perra de Reprise. Ahora, dime, ¿cómo quieres que crea que no pasa nada entre tú y ella?
Billie volvió a mirarla, ahora atónito.
-¡Ya te lo dije! ¡No pasa NADA entre nosotros! ¡Absolutamente nada! –gritó.
-De acuerdo... Entonces, ¿nunca pasó nada entre ustedes cuando vivían solos y juntos? –El tono empleado por Addie denotaba que no creía la mentira que sus esposo había, tácitamente, creado. La verdad era que nunca habían hablado del tema, pero él actuaba como si nada hubiera pasado jamás.
Billie se mordió el labio inferior, mientras que ella esperaba una respuesta.
-Antes de vivir juntos, yo... Fue... –Suspiró.- Yo fui su primer beso. –Adrienne quedó boquiabierta debido al asombro, por lo que Billie, en un desesperado intento de enmendar todo, comenzó a excusarse:- Fue completamente desinteresado, es que ella nunca había dado un beso, y era lo único que no describía en sus historias, por lo que no quedaba bien, así que me acerqué un poco más a ella y...
-No te justifiques, Armstrong –lo cortó ella.
El hombre sintió cómo su corazón se rompía en pequeños trozos: Addie sólo lo llamaba así cuando estaba muy enojada.
-¿Por qué te enojas? Fue hace tiempo y...
-¿Por qué me enojo? ¡¿Por qué me enojo?! ¿Cómo fue que nunca mencionaste que tú y ella habían tenido algo? –inquirió.
-Amor, ¡fue sólo un beso! –se defendió él, entrando a alterarse.
-¡Entonces júrame, por nosotros y los niños, que nunca pasó nada más! –exclamó Addie, fuera de sí.
Silencio.
-Es como mi hija –susurró él, bajando la mirada.
-Dudo que le des su primer beso a Angie –ironizó Addie-. Ahora, dime la verdad: ¿Fueron algo más o no?
Un suspiro de parte del hombre.
-Fuimos algo así como novios por tres días –musitó él, aún cabizbajo.
Los efectos que esa oración tuvo en Addie fueron devastadores. Se contuvo de gritar, de tirarse al suelo, de sucumbir. Lo único que no logró contener fue una única y solitaria lágrima, pero eso era lo de menos. Después de todo, su mayor miedo se hacía realidad: Billie y Jenny sí habían sido algo. Siempre había creído que el día en que se quitara la duda de encima sería feliz, mas, al menos en ese instante, sentía que la duda era algo que se tenía subestimado.
-¿Llegaron a...? –Addie se interrumpió, incapaz de continuar la pregunta. Tomó aire e hizo un nuevo intento:- ¿Ustedes dos tuvie...?
-No –la interrumpió Billie-. Nunca llegamos a eso.
Ella asintió, aún triste.
-¿Llegaste a amarla? –preguntó, temerosa de la respuesta que él podría darle. Su temor aumentó al ver cómo él se mordía, nuevamente, su labio inferior, pensativo.
-Creí hacerlo –confesó-. Se lo dije el día en que supe que estabas embarazada de Ángela y creía que era de George. Me rechazó. Nunca pasó nada más.
Addie volvió a asentir.
-Por favor, sal del cuarto, necesito estar sola –musitó.
-Pero amor…
-Nada de amor, fuera de aquí –dijo ella, mirándolo fijamente con sus ojos castaños, demostrándole que, si no salía de inmediato, las cosas irían peor y el interrogatorio al que ella lo tenía sometido continuaría.
Él suspiró y, tras dedicarle una última mirada de arrepentimiento (o algo similar, ya que nunca se arrepentiría de los tres días pasados con la pelirroja), salió de la habitación, en dirección a la de Jenny. Después de todo, ella dormía con Joey desde hacía un buen tiempo, por lo que, técnicamente, era la habitación de huéspedes nuevamente.
Sin embargo, mientras ponía su mano en el pomo de la puerta, dispuesto a girarlo, se dio cuenta de que algo no estaba bien. Y ese algo era que se escuchaba un ruido procedente de la habitación. Un ruido muy suave, mas escuchado por el guitarrista (después de todo, al ser músico, tenía mejor oído que el promedio general de la gente). Extrañado, abrió la puerta, causando que los sollozos se detuviesen. Sin importarle eso, entró.
El cuarto de huéspedes se encontraba iluminado por una pequeña lámpara, ubicada en uno de los veladores de la cama, en cuyo colchón se encontraba Jennifer, abrazando sus rodillas y apoyando su cabeza en ellas, llorando. Intrigado, él se acercó, intentando no hacer ningún ruido que revelara su presencia. Apenas alcanzó la cama, se sentó a su lado y la rodeó con un brazo.
-¿Qué pasó? –preguntó en un susurro, sobresaltando a la joven; de seguro había esperado que fuera Joey.
La pelirroja levantó la cabeza, y se secó el rostro con una mano, tras lo cual dirigió sus, ahora, enrojecidos ojos azules a los verdes de su amigo.
-Joey terminó conmigo –soltó en un susurro.
Billie la miró, atónito. La abrazó con más fuerza.
-¿Quieres hablar de eso? –preguntó él.
-Sólo si me cuentas qué te trae por éste cuarto, ya que dudo que supieras que estaba yo dentro llorando –musitó ella, cabizbaja.
Él suspiró.
-Tuvimos una pelea con Addie –respondió-. ¿Vamos al sótano y ahí me cuentas con más calma y a un volumen audible? –añadió, harto de susurrar.
Con los ojos cerrados, ella asintió, intentando contener las nuevas lágrimas que querían salir de sus ojos. Él lo notó.
-Llora, servirá para desahogarte.
Ella volvió a asentir y dejó que las lágrimas se escaparan de sus ojos, tras lo cual se soltó de Billie y se incorporó. Él la imitó. Ella apagó la luz del velador y salió de la habitación, seguida por el hombre, quien, además, cerró la puerta.
Bajaron las escaleras rápidamente, llegando al primer piso. Caminaron hasta una puerta en el living, la abrieron y descendieron por la escalera que había en ella, tras, obviamente, prender la luz. Así llegaron al estudio de Billie.
-Ok, ¿qué pasó? –preguntó él, apenas estuvieron sentados en el sofá.
Ella suspiró.
-Joey se puso celoso –confesó.
-¿De qué o quién? –inquirió el mayor, pese a saber perfectamente hacia dónde se dirigía la conversación. Después de todo, acababa de tener la misma discusión con Adrienne.
Jenny lo miró, con una amarga sonrisa.
-De ti –contestó-. Lo que pasa es que en varias historias el “héroe” es un tipo de ojos verdes, y él cree que siento algo por ti. Empezamos a discutir al respecto y…
-¡Pasas más tiempo con él que conmigo! –exclamaba Joey.
-¡Es sólo mi amigo, Joseph! Y está teniendo problemas con tu madre, ¿no crees que necesite un poco de apoyo? –gritó ella.
-¡No! Él es lo suficientemente grandecito como para ayudarse sólo. Además, tiene más amigos –le contestó él.
-Mierda, entiende, con tu padre tenemos otro tipo de relación, no como la que tenemos nosotros dos –dijo ella, intentando conservar la calma-. Joey, te amo, entiéndelo de una puta vez.
Él la miró a los ojos.
-Entonces deja de juntarte con papá –susurró.
Jennifer abrió mucho los ojos, sorprendida.
-¡No puedes pedirme eso! –exclamó.
-¿Por qué no? Y no vengas con la cosa de que es como tu padre, porque ambos sabemos que ustedes dos tienen un pasado –dijo él, molesto.
-¡Pero yo no te digo que dejes de ir a la escuela para que no veas a Cindy, con quien también tienes un pasado! –exclamó ella.
-¿Sabes? Había decidido no ir a la escuela para estar más contigo, pero ahora me doy cuenta que da exactamente lo mismo –susurró.
-¡Joey, por última vez, con tu padre nunca pasó nada desde entonces! –exclamó ella, perdiendo la poca calma que le quedaba- ¡Si no eres capaz de confiar en mí, no tengo idea qué estamos haciendo juntos!
Él la miró, reflejando la más pura tristeza en sus ojos.
-En ese caso, supongo que hasta aquí llegamos, ¿no? –susurró.
-Así parece –dijo ella, sintiendo como todo su mundo se iba abajo.
Sin más, salió de la habitación que había compartido con su novio durante tanto tiempo.
-Y luego me fui al cuarto de visitas y me puse a llorar como idiota por la estupidez que le dije y por lo estúpida que fui y ahora voy a ponerme a llorar de nuevo si no me contengo –masculló ella, cubriéndose el rostro.
Billie seguía mirándola, sorprendido.
-Jo… ¿Joey sabe de lo que tuvimos? –inquirió Billie, sorprendido.
-Sí, pero no sabe que me dijiste que me amabas después de casi violarme –musitó ella-. ¿Addie no lo sabe? ¿Por qué te peleaste con ella?
El hombre suspiró.
-Nos peleamos porque yo paso muy poco tiempo en casa y por… Por ti. –Jenny lo miró, sorprendida.- Sí, yo hice lo mismo. Después me preguntó si alguna vez habíamos tenido algo, le conté que sí, le dije que una vez te dije que te amaba y me dijiste que no (obviamente no le conté que te salté encima primero), no me creyó que no sintiera nada todavía y me echó de la pieza.
Jenny seguía mirándolo.
-¿Por qué está celosa de mí? Tú volviste con ella en lugar de quedarte conmigo –dijo, con tono de obviedad.
-No lo sé –susurró él. Suspiró-. ¿Cuándo se nos puso tan complicada la vida?
-Así es la historia de mi vida, ¿qué quieres que te diga? Nunca nada ha sido fácil –dijo ella, con una triste sonrisa-. Al menos nos tenemos a nosotros.
Él la rodeó con un brazo.
-Eso es algo que no todo el mundo puede decir –musitó.
Se miraron a los ojos. Sin nada en mente, los ojos de Billie se desviaron a los labios de la joven, quien se percató de ello de inmediato. Lentamente, se acercaron y se besaron, intensamente, poniendo toda la rabia y el amor que sentían en aquel beso.
Sin darse cuenta de lo que hacía, Billie comenzó a aumentar la “temperatura” de aquel beso. Se sorprendió al darse cuenta de que a ella no le importó, por lo que descendió sus labios al cuello de Jenny.
-Te amo –soltó ella, al sentir las manos del hombre recorrer su espalda por debajo de la polera que llevaba.
Billie se detuvo al instante, separándose de ella, shockeado.
Nunca, pero nunca se le había pasado por la cabeza que Jennifer lo amara. Nunca. Jamás. ¿Por qué se lo decía en ese instante? ¿Y por qué estaba con su hijo entonces? Sin saber que decir, se puso de pié.
-¿Qué? –inquirió, minutos después, cuando recuperó el habla, mientras Jenny se cubría su sonrojado rostro- ¡¿Qué?! –repitió.
Descubrió su rostro.
-Que te amo, mierda –masculló ella-. Mucho, demasiado, bastante. No me odies.
Él seguía mirándola, ahora anonadado.
-No te odio, pero… ¿Cómo? ¿Por qué estás con Joey entonces? –musitó.
Ella suspiró.
-La semana pasada, cuando fuiste a verme a la librería en la que me tenían firmando libros… Me di cuenta que no podría vivir sin ti y que me encantaría estar contigo de nuevo –confesó-. El problema es que un lado de mí (que es bastante más razonable, ya que estamos) también ama a Joey.
Él negó.
-Lo siento, no te amo –susurró.
-¿Entonces qué fue este beso? –inquirió ella, suspicazmente.
Él sonrió, amargamente.
-Acabo de pelear con mi esposa, necesitaba desquitarme y, para eso, necesitaba un poco de sexo, ¿qué quieres que te diga? Tú estabas en las mismas, así que…
-Así que ibas a usarme –completó ella, parándose, mientras que él asentía, avergonzado-. Bien, vuelvo al cuarto de visitas –susurró, yendo a la escalera.
-Jenny, perdóname –pidió él, tomándola de la muñeca-. No sé en qué pensaba, pero… -Ella se volteó, mirándolo a los ojos.- Tú y yo sabemos que no somos el uno para el otro, que no fuimos hechos para estar juntos. Digo… estuvimos juntos en una vida pasada y… bueno, moriste.
-Tienes razón –susurró ella-. Por favor, no te enojes conmigo ni nada. Se me pasará, como a ti se te pasó conmigo.
Él asintió y, sin nada más que decirse, Jenny salió.

Sin embargo, había algo que ninguno de los dos sabía en ese instante, algo que Billie Joe tardó años en averiguar. Y ese algo era que él nunca dejó de amarla.

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