Rest One of these days Simple Twist of Fate I'm not tere Suffocate Rotting Suffocate? Dearly beloved Hold On Wake me up when September ends Good Riddance (Ridding of you) Cigarettes and Valentines
Prólogo

viernes, mayo 06, 2011

Simple Twist of Fate - Chapter thirty-eight: Suffocate.


Así que cuando creas que estás totalmente solo, que no queda nadie para acercarse, tirarse como moscas y empatizar contigo, porque sé que algún día, sé que algún día me sofocaré…
SUFFOCATE – GREEN DAY

El efecto de las drogas en Billie Joe estaba pasando. Al menos, las alucinaciones habían acabado hacía unos quince minutos...
O eso creía, ya que escuchó cómo alguien le bajaba el volumen al estéreo del living. Extrañado, cerró los ojos fuertemente, aferrándose a la realidad con su mente.
Pero la música no volvía. ¿Se había quedado sordo?
No, porque escuchaba pasos atravesando el pasillo y escuchó cómo alguien abría la puerta de su habitación, cuidadosamente.
-B... ¿Billie? –preguntó una voz femenina, la única voz que siempre se repetía en sus alucinaciones. La voz de su amada... La voz de Jennifer.
Así que la droga no había perdido su efecto.
-¿Jenny? –preguntó él a su vez, abriendo los ojos.
-Sí –respondió ella. Al instante, él notó que la voz de la mujer temblaba levemente-. No pensé que estarías aquí.
Billie se sentó rápidamente, para estudiar el rostro de la joven de inmediato. Se sorprendió al encontrar que los ojos azules de la pelirroja estaban enrojecidos, y que su rostro lucía muy triste.
-¿Qué pasó? –preguntó él, preocupado, parándose de la cama de un salto y acercándose a la mujer, rogando que la droga hubiera perdido todos sus efectos.
Ella negó, acercándose a él igualmente, dejando que la abrazara. Billie sonrió al sentir la cabeza de la mujer apoyada en su pecho, al igual que las veces que habían tenido relaciones...
No pienses en eso ahora pensó él, evitando a toda costa evocar el recuerdo de esas veces, evitando a toda costa evocar el recuerdo de verla despertar por la mañana. Sólo le serviría para que volvieran las alucinaciones.
-Fui a ver a mis padres –susurró ella.
Billie la guió a la cama, en cuya colcha la sentó.
-¿Se portaron mal contigo? –preguntó él, delicadamente. Jenny negó, acomodándose más contra el pecho de Billie Joe- Entonces, ¿qué?
Ella se separó, para quedar mirándolo fijamente a los ojos.
-Mamá tiene cáncer. Así que fui a hablar con ella para quedar en... en paz –susurró-. Y ahí me di cuenta que desperdicié todo este tiempo que pude haber pasado con ellos.
-Jenny, sabes que de haber dispuesto de ese tiempo, no lo habrían aprovechado –musitó él, acariciándole la espalda, en un intento de calmarla.
-Tú no lo entiendes, Billie. Estaban felices. Mis padres estaban felices, y de verdad –susurró ella, entristecida-. Estaban felices por primera vez en no sé cuánto tiempo y me arrepiento de no haberlos hecho felices antes y…
-Shhhhh –la calmó él, abrazándola más estrechamente-. No es tu culpa; entiéndelo.
Jenny no dijo nada y se limitó a mantener su vista baja por varios minutos, mientras que él se concentraba en no acelerar su respiración.
-¿Entonces por qué me siento tan sofocada? –preguntó ella, refiriéndose a la sensación de que algo le oprimía el pecho fuertemente.
Billie negó, acariciándole la mejilla suavemente.
-Intenta pensar en algo más –le recomendó él.
La mujer hizo una mueca.
-Sólo hay tres temas que ocupan mi cabeza actualmente: Mi familia, el psicópata y el libro. –La decepción que sintió el hombre debió haberse reflejado en su respiración o algo, ya que Jenny se separó para mirarlo extrañada.- ¿Qué?
-¿No soy parte de tus preocupaciones? –preguntó él, intentando disimular su tristeza.
Ella sonrió, amargamente.
-Llevo unos nueve años con eso, puedo no pensar en ti si me lo propongo –admitió-. Claro que ahora no me lo haces muy fácil.
Billie sonrió, maliciosamente, mientras apoyaba su mano en la rodilla de la pelirroja.
-¿Por qué, si pudiera saberse? –preguntó él, comenzando a acariciarle la rodilla.
Sin embargo, no obtuvo el efecto que él quería, ya que ella le contestó serenamente:
-Porque ya no tengo idea qué mierda pasa por tu cabeza. –Negó.- Amas a tu esposa y te pones triste porque no te considero entre mis tres mayores preocupaciones, además de que te enojas cada vez que no funcionan tus “trucos” –simuló las comillas-. Desde antes que te conociera en esta vida, soy capaz de saber lo que piensas… Ahora, no.
Él suspiró.
-Quizás no soy tan predecible cómo creías –susurró él, mirándola fijamente. Se extrañó al encontrar sorpresa en los ojos azules de la mujer-. ¿Qué?
Jennifer se separó de él, rápidamente, mirándolo algo enojada.
-Billie Joe, ¿qué has estado consumiendo? –preguntó ella, molesta.
-¿Qué? –repitió él, disimulando el miedo y la vergüenza en su voz lo más posible. ¿Qué lo había delatado?
-Tus pupilas están dilatadas –soltó-. Así que, o me dices que estuviste consumiendo, o te acuso con Adrienne. Es tu elección.
Billie empalideció al instante.
-Yo… Éste… Fue… -Suspiró. No le quedaba otra que decir la verdad.- LSD y cocaína.
Jenny abrió mucho los ojos, atónita.
-¿Por qué? –inquirió.
Billie se encogió de hombros, como si nada. La verdad es que no le daba tanta importancia al asunto. Se limitaba a ocultárselo a todos, ya que no quería que sus seres queridos creyeran que era un drogadicto. No lo era. Simplemente lo encontraba divertido. Sin embargo, sabía que esa respuesta no conformaría a Jenny, por lo que agregó:
-Es una forma de pasar el rato… Ayuda a pensar –se excusó. En parte, era verdad.
-¡Te hace mal! –exclamó ella. Él revoleó los ojos- ¿Qué? ¿Me lo vas a negar?
-No, porque es verdad, me hace mal. Pero no es algo que haga todos los días. La última vez que lo hice fue hace un par de meses –respondió.
Bastó ver el rostro de Jenny para percatarse de que había dicho algo mal.
-¿La última vez? ¿Lo has hecho antes? –Silencio.- ¿Lo volverás a hacer?
Billie suspiró.
-Como te dije, no soy tan predecible… Y mi vida tampoco es muy simple –admitió.
Su corazón se aceleró al percatarse de que estaba a punto de confesarse, nuevamente. Todo dependía de que Jennifer hiciera las preguntas correctas…
-¿A qué te refieres? Estás casado, tienes hijos, tu trabajo va bien… No estás enamorado de alguien que está casada y no te corresponde… ¿Qué no es simple en tu vida? –Jenny sonaba más que aturdida.
Billie abrió la boca para confesar al fin su verdad…
Cuando el teléfono de la casa empezó a sonar. Ambos intercambiaron una extrañada mirada.
-¿Quién llama a la casa? –preguntó ella.
-No sé, a mí siempre me llaman al celular –susurró.
-A mí igual –respondió ella.
Sin más, corrieron fuera de la habitación, en dirección al living, donde Billie contestó el teléfono.
-Ni lo pienses, Armstrong –dijo la voz distorsionada de siempre, en referencia al intento de declaración de Billie-. Ni lo pienses.
-Oh, hola extraño psicópata que nos amenaza –saludó él, molesto, levantando el dedo del medio-. ¿Me observas ahora?
El hombre suspiró.
-Ponme en altavoz… Y por el amor de lo que creas, ¡deja de ser tan grosero! –La voz del hombre se notaba, a pesar de toda la distorsión, cansina y suave.
A regañadientes, Billie obedeció la orden.
-¿Qué quieres ahora, extraño? –preguntó rápidamente.
Jennifer se acercó más al teléfono.
-Avisarles que irán a Nueva York en cuanto comiencen sus giras –explicó él-. Y quiero que vayan a ver a alguien…
-Yo no conseguí pases para Chapman –soltó Jenny, interrumpiéndolo-. ¿Vas a decirnos que si puedes conseguirlos?
El hombre rió. Y no fue una risa agradable. Subconscientemente, Billie le tomó la mano a Jennifer y se la apretó, infundiéndole la tranquilidad que necesitaba.
-¡Claro que puedo conseguirlos, Jennifer! Y tú igual podías. Simplemente no quisiste mentir tanto –explicó él-. Bastaba con que dijeras que ibas a hacer una nueva biografía de Lennon, o que querías hacer una biografía de Mark…
-Y el mundo entero querría que la escribiera una vez hecha esa afirmación –masculló ella.
El hombre suspiró.
-Da igual. El punto es que ustedes dos irán allá…
-¿Y si no vamos? –preguntó Billie.
-Holden, tú quieres ir –le recordó él, haciendo notar que sí había estado al tanto de esa conversación-. Que no tenga acceso al sótano de la casa de Wright, no quiere decir que no tenga acceso al resto de la casa.
Billie apretó el puño que tenía libre, detalle del que Jenny se percató… Y también lo hizo el hombre, ya que dijo:
-Mejor los dejo a solas para que se calmen y hagan las cositas feas que hace tiempo no hacen –farfulló-. Les haré llegar los pases un día de estos…
Cortó la llamada. Billie maldijo.
-¿Por qué no nos dejan tranquilos?
¿Por qué nunca puedo decir lo que siento? se preguntó.
Ella negó.
-Aquí hay algo raro –musitó-. ¿Por qué quieren que vayamos con Chapman?
Billie sonrió, lúgubremente.
-Para que veamos de lo que son capaces –susurró.
E ignorando el cómo la pelirroja lo miraba, Billie entrelazó sus dedos con los de ella, disfrutando el contacto.

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