Rest One of these days Simple Twist of Fate I'm not tere Suffocate Rotting Suffocate? Dearly beloved Hold On Wake me up when September ends Good Riddance (Ridding of you) Cigarettes and Valentines
Prólogo

jueves, mayo 05, 2011

Simple Twist of Fate - Chapter thirty-four: We need to talk.


-Jack, despierta –susurraba la mujer.
-Un ratito más –farfulló el niño.
-Bueno, te pasaré tu regalo más tarde. En todo caso, es domingo, así que puedes dormir lo que quieras.
Apenas reconoció la voz de su madre, Jack Armstrong abrió los ojos y se incorporó de inmediato.
-¡Mamá! –exclamó, abrazándola.
-¿Cómo estás, Jack? –preguntó Jenny, devolviéndole el abrazo- ¿Me extrañaste?
-Bien y sí, mucho –contestó el niño, con un tono algo somnoliento de voz-. ¿No te vas a ir de nuevo, verdad?
-No por unas semanas –confesó ella-. Ya, vuelve a dormir si quieres.
El niño sonrió y se acomodó en la cama. Jenny también sonrió, lo arropó y le dio un beso en la frente, tras lo cual salió de la habitación, para encontrarse con su esposo, quien la abrazó y besó de inmediato.
-Te extrañé –susurró él.
-Yo más –mintió ella.
Volvieron a besarse, con un poco más de pasión de parte del hombre, ante lo que ella sonrió levemente, conteniéndose de apartarse.
-¿Vamos a la habitación? –preguntó él, pícaramente.
-Sí, ya saludé a Jess –musitó ella, con el mismo tono.

Tomó su maleta y una de las tantas guitarras y, tras despedirse de los dos hombres que iban en la parte trasera de la van con él y del conductor, bajó. Ya iría a buscar los demás instrumentos, cuando fuera a la casa de Tré, que era la casa donde los dejarían.
Cruzó la calle y se dirigió al portón de la residencia. Dejó su maleta en el suelo y comenzó a buscar por sus llaves. Las encontró, abrió la puerta, volvió a tomar la maleta y cruzó la entrada y, tras cerrar el portón, atravesó el sendero que daba a la puerta principal, puerta que abrió con otra llave.
Una vez dentro de la casa, dejó su maleta en el living y bajó al estudio, donde dejó la guitarra. Luego volvió al living, tomó su maleta y subió al segundo piso. Cruzó el pasillo y entró a la pieza de su hija menor, Angie, quien dormía profundamente. Sonrió. La arropó bien y le dio un beso en la frente, lo que consiguió que abriera los ojos.
-Hola, papá –saludó ella, con una adormilada sonrisa.
-Hola, hija –correspondió él-. Sigue durmiendo.
-Está bien.
La niña cerró sus ojos castaños al instante, sacándole otra sonrisa al hombre. Tras contemplarla por unos segundos, salió de la habitación. Tomó la maleta que había dejado en pasillo y entró a la habitación matrimonial. Dejó la maleta a la entrada, se sacó la chaqueta, la dejó en la silla que había cerca del armario y, silenciosamente, se acercó a la cama, donde su esposa dormía dándole la espalda.
Se sentó suavemente en la cama, tras lo cual se sacó las zapatillas y se recostó en la cama. Se ladeó y abrazó a su esposa estrechamente por la espalda.
-Te extrañé –soltó, honestamente, en un susurro.
Era verdad. La había extrañado. La amaba. Quizás no del mismo modo al que amaba a Jenny, pero necesitaba a Addie a su lado (probablemente porque sabía que con ella podría estar siempre).
La mujer se volteó, quedando frente a él.
-¿Billie? –preguntó, esperanzada.
-Shhh, duerme –le susurró, acariciándole la mejilla.
-Eso puede esperar, ¿llegaste bien? –musitó ella, abrazándolo de vuelta.
Él la besó, suavemente sus labios, dándose, por primera vez, cuenta de cuánto los había extrañado.
-Por supuesto –contestó él.
Volvieron a besarse.
-¿Quieres dormir? –preguntó ella.
Un lado de él quería decirle que sí. Pero el otro, el que aún estaba un tanto molesto de no haber podido hacer nada con Jenny tenía ganas de tirársele encima a su esposa.
-No lo sé –musitó él, con un tono de voz de falsa inocencia-. ¿Qué quieres hacer tú?
Adrienne sonrió y lo besó, intensamente, dejando muy claras sus intenciones.


Lo que pasó del día, fue normal tanto para Jenny como para Billie. Lo pasaron con sus familias, tranquilamente, llegando a olvidarse completamente tanto del uno del otro, como del psicópata que los perseguía y que tenía cámaras por toda la casa.
Cosas que recordaron al día siguiente, apenas recibieron una llamada en la que Tré les recordaba que iban a juntarse ellos y Mike en su casa a las cuatro. Ambos accedieron y acordaron con encontrarse allá.

Jenny no se sorprendió cuando, tras saludarla, Tré la llevó de inmediato al sótano. Su llamada le había recordado de inmediato que eran “acosados”. Lo que sí la sorprendió, fue encontrarse con que Billie ya estaba ahí. Al instante, sintió un cosquilleo recorriéndole todo el cuerpo.
Mientras había estado con Joey, ni se había acordado de lo mucho que amaba a Billie. Sin embargo, bastó con verlo para que todos los sentimientos que tenía hacia él se revelaran en su interior, por enésima vez en su vida.
-Los dejo un rato a solas, tengo que ir a pedir las pizzas –dijo Tré, dedicándoles una mirada a sus amigos, como diciéndoles que podían hablar tranquilamente ahí.
Apenas salió, Jenny se sentó al lado de Billie Joe.
-Hola –saludó ella, un tanto avergonzada, pero no lo suficiente como para que su tono de voz la delatase.
-Hola –saludó él de vuelta, sin mirarla a los ojos... Cosa que la joven agradeció, ya que no se sentía capaz de mirarlo a los ojos y resistirse a besarlo-. ¿Cómo va todo?
-Bien... Todo bien con Addie y Angie –farfulló.

¿Por qué soy tan débil? se preguntó él, levantando la mirada para encontrarse con sus ojos azules.
Había bastado con verla para olvidarse completamente de su amor por Addie... Cosa bastante extraña, ya que, con Addie, se olvidaba casi por completo de su amor por Jenny.
-¿Cómo va todo con Joey, Jack y Jess? –inquirió él, nervioso.
-Bien, bastante bien –musitó ella, perdiéndose en sus ojos.
Sin contenerse, ella acortó la distancia y lo besó, intensamente. Sorprendido de que fuese ella quien tomara la iniciativa, cerró los ojos y le devolvió el beso, el cual continuó hasta que ella se separó, avergonzada y roja.
-Lo siento –mintió. La verdad, era que no lo sentía en lo absoluto.
-No te preocupes –musitó él, sintiéndose completamente aturdido.
Acortó la distancia y volvió a besarla.
Estúpido, estúpido, estúpido se repetía una y otra vez en su mente, besándola más intensamente y metiendo sus manos bajo la polera de la mujer.
Y, para su sorpresa, ella se separó de él de inmediato.
-Billie, ¡esto no está bien! –exclamó Jenny, acomodándose su ropa- ¡No quiero terminar siendo la amante de nadie!
-Pero tú me amas –soltó él, sin pensar.
-¡Pero tú no me amas a mí! –exclamó ella, con unas cuantas lágrimas en sus ojos- ¿Qué punto tiene estar con alguien que no te corresponde?
-Yo te... –Comenzó Billie. Se detuvo al instante. No podía hacerlo. No, no debía. Si se declaraba a Jenny, iniciaría un juego que no terminaría bien para ninguno de los dos.- Yo te comprendo. Y lo siento mucho, pero... No puedo evitarlo.
Se cubrió la cabeza con sus dos manos, mientras que ella se limpiaba las lágrimas, y se sentó en otro sofá, en el que quedaba lo suficientemente alejada de Billie como para evitar que algo pasara.
-Tenemos que hablar –susurró ella.
-Concuerdo en ello –musitó una voz masculina desde la puerta.
Billie y Jenny se miraron de inmediato, sorprendidos, tras lo cual dirigieron su mirada a la entrada del sótano.
Cruzado de brazos y con una mirada que les decía que no saldrían de esa, Tré los miraba fijamente.

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