Billie Joe se encontraba sentado en el balcón de su cuarto de hotel, fumando un cigarrillo, contemplando la inminente puesta de sol. Jenny estaba ocupada hablando con Joey y sus hijos por teléfono, mientras que Tré y Brian seguían celebrando su matrimonio en el cuarto que ambos compartían. Debido a ello, tenía tiempo para pensar…
-No deberías estar tan triste por no haberte casado con ella, ¿sabes? –comentó una voz a sus espaldas.
Billie sonrió, amargamente.
-Lo sé, Mike… Créeme que lo sé –susurró, tras expulsar el humo de su organismo-. Es sólo que… -Suspiró y negó, incapaz de proseguir.
-¿Sólo que qué? –musitó el bajista, sentándose a su lado.
El guitarrista tomó otra bocanada del cigarrillo.
-Sólo que me gustaba la idea de que tendría mi “final feliz” –confesó, sonrojado, a la vez que Mike alzaba una ceja-. Piénsalo: Podría decirle que la amaba de verdad, que no quería divorciarme de ella, sino que de Addie, que podríamos estar juntos… -Suspiró.- Llevo años conteniéndome de decírselo… Y lo peor es que me juré a mí mismo nunca decírselo.
Su amigo lo miró extrañado.
-¿Por qué juraste eso? –preguntó.
Billie torció una sonrisa.
-Porque sabía que no podía hacerla feliz –susurró.
Mike suspiró, entristecido.
-¿Cuándo juraste eso? –preguntó. Realmente comprendía los sentimientos de su amigo: El también se había jurado que nunca nada pasaría con Jenny Lovett, además de que ella nunca podría saber de sus sentimientos por ella… Claro que él sí había respetado su promesa…
-La primera vez que casi se lo digo –susurró él.
Sus verdes ojos se opacaron bastante, como si el recordar aquel día no le agradara en lo más mínimo. Y Mike así lo entendió, por lo que no siguió hablándole del tema.
-¿Crees que algún día se te salga? –preguntó él.
Billie botó el cigarrillo al suelo, cerca de su pie, con el que lo pisó.
-Por el bien de ambos, espero que no –susurró, poniéndose de pié-. Ahora, mi querido Mike, planeo tirarme bocabajo en la cama el resto del día y la noche por una supuesta resaca, así que déjame solo.
-Ok, me voy a tirarme boca arriba en mi cama y esperar a que Jenny entre a preguntarme porqué estás tan callado –masculló Mike, también parándose, mas dirigiéndose a su propio cuarto.
Billie volvió a suspirar. Pensó en sacar un porro de su maleta, mas recordó que se los había acabado el día anterior a irse a Las Vegas, debido al nerviosismo de ver a Jenny…
Con una mueca, cerró los ojos. La verdad es que si tenía algo de resaca.
¿Por qué tenía que amarla tanto?
Aquella noche del frío diciembre del 2011 encontraba apoyado en el árbol de su patio, mirando las estrellas con una melancólica sonrisa. Para lo único que le ayudaban era para recordar el día en que le había contado todos sus problemas al a pelirroja, cuando hablaron en el parque por primera vez. Suspiró. Esta vez, sus estrellas de la suerte no lo habían abandonado. Simplemente le estaban jugando una mala pasada.
-Hola –dijo alguien a su lado sacándolo de sus pensamientos.
Él levantó la mirada, con una repentina sonrisa.
-Hola, Jenny. ¿Insomnio?
Ella asintió, con una mueca en su rostro.
-Creo que me quedaré dormida luego, pero quería pensar un poco primero –susurró ella.
-¿En qué, si podría saberse? –preguntó él.
Jenny suspiró.
-Tengo un atraso –susurró, sonrosándose-. Estoy segura que es nada, pero…
Billie sintió cómo si alguien le tirara un balde de agua helada. Sin contar el día en que supo que Jenny y Joey eran pareja, nunca se había preocupado por la vida sexual de la pareja que dormía a dos piezas de la suya propia…
-C… ¿Cuántos días? –preguntó, intentando controlar su temblorosa voz. Se sorprendió al descubrir que ese temblor no se debía a la preocupación por la reacción de su hijo, si no que se debía a los celos que él le causaba.
-Cinco días. Igual no es tanto, pero… -Negó.- A la semana me hago un test o algo, pero…
Recién ahí él se percató que de los azules ojos de la adolescente se escapaban algunas lágrimas. En un impulso, la abrazó.
-Calma, calma –susurró él-. Sé que él lo entenderá…
-¿Y si no lo hace? –preguntó ella, sollozante.
-Me tienes a mí –murmuró él, secándole las lágrimas con su pulgar.
-Billie, ¿estás ahí? –le preguntaba la Jennifer del presente- Me tienes preocupada.
Desorientado, abrió los ojos. Se encontró con que ya estaba completamente a oscuras, siendo que, cuando había cerrado los ojos, el cielo aún se encontraba rojizo. También se percató de que las estrellas ya cubrían el firmamento. Volvió a cerrar los ojos.
-Estoy bien, Jenny. Sólo me dolía la cabeza –susurró él, aún en la cama-. Si quieres, pasa.
Sonrió discretamente al escuchar el sonido de la puerta al abrirse y al cerrarse, además de los suaves pasos de la mujer a través de la habitación. Supuso que ella dudó si sentarse a su lado o no antes de hacerlo, ya que pasaron unos cuantos segundos antes de sentir como un lado de la colcha se hundía.
-No te ves para nada bien –musitó ella, preocupada.
-La verdad es que es sólo la resaca, que me sobrepasó. Estaré bien para mañana –susurró, rápidamente-. No te preocupes de más.
Abrió sus ojos y sonrió, para demostrarle que estaba mejor de lo que lucía. Sin embargo, ella suspiró.
-¿Puedo dormir aquí? –preguntó, sonrosada- No me siento cómoda en la pieza contigua a la de Tré la noche de hoy.
Él rió.
-Por supuesto que sí.
Ella sonrió y se acomodó al lado del guitarrista, quien se apoyó en el pecho de la mujer, abrazándola. Se notaba que se sentía peor de lo que se mostraba. Con una pequeñísima sonrisa, ella comenzó a acariciarle los cabellos al hombre, quien se acomodó más y se durmió rápidamente.
-¿Por qué eres tan bueno conmigo? –preguntó ella, dejando que él le acariciase la mejilla.
Ahí se dio cuenta que no podía decirle que era porque la amaba. Se dio cuenta que, de hacerlo, destruiría la felicidad de ambos. Ella había logrado superarlo… Y él debería hacer lo mismo. Además, si ella realmente estaba embarazada, lo último que necesitaba era andar preocupada porque su “suegro” estaba enamorado de ella.
-Porque te quiero mucho –susurró él, sintiendo un doloroso retorcijón en su corazón.
Nunca podrás decírselo pensó. Por el bien de los dos… No, por su bien.
Y así fue cómo juró nunca mencionar lo mucho que lo amaba.
A los pocos días, se enteraron de que ella no estaba embarazada, lo que fue un alivio para ambos, ya que eran los únicos que sabían. Pero eso destrozó la última esperanza del hombre: Ser el único que la apoyara en caso de que Joey la rechazase.
-Te amo –murmuraba entre sueños-. Te amo, Jenny, te amo…
Si la pelirroja hubiera estado despierta, se habría llevado una gran sorpresa. Sin embargo, cómo dormía, lo único que Billie consiguió fue hacer que ella creyese que era un sueño.
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