La despedida en el aeropuerto fue, para tristeza de todos, bastante corta, ya que tanto Jenny como los chicos estaban atrasados con sus respectivos vuelos. Green Day tenía una gira por todo Estados Unidos, partiendo por los estados del oeste, mientras que Jenny estaría en los estados centrales hasta mediados de mayo, tras lo que se iría a firmar libros y leer capítulos de su historia por toda Europa.
-Siento no estar para tu cumpleaños –se disculpaba Jenny con Mike por teléfono, el cuatro de mayo-. Te daré tu regalo cuando nos veamos todos.
-No te preocupes, sabes que no hace falta –se apresuró a decir el bajista-. En todo caso, ¿dónde estás ahora?
-Estoy en Atlanta; mañana me voy a Washington D.C. –musitó ella, en un tono cansino de voz-. Extraño a Joey, Jack y Jess...
-Te entiendo –murmuró él, recordando a Brixton, su hijo menor, poco mayor que Angie-. Piensa que falta poco para que al menos nos veamos todos... Creo...
-La próxima ciudad en la que coincidimos, si es que no nos cambian el itinerario, es Las Vegas... Y no vamos a estar ahí hasta fines de mayo –farfulló ella.
Mike maldijo por lo bajo.
-Está bien, pero no falta tanto. Después de Las Vegas tenemos una hermosa semana libre... Quizás tú tienes más tiempo...
-Nope, tengo una semana igual. Luego me voy a Asia –descartó y añadió ella.
Mike rió levemente.
-Rob y Paul se ponen de acuerdo... En fin, Billie quiere hablar contigo, está mirándome feo hace un buen rato –musitó él, aún riendo levemente-. Adiós.
-Adiós –se despidió ella.
Durante unos segundos, Jenny sólo escuchó el suave sonido que hacía el teléfono al pasar de mano en mano, sonido seguido de un:
-Hola.
La pelirroja sintió cómo su corazón se aceleraba. La única forma que encontró para controlarse fue dejarse caer de espaldas en la cama del hotel, en la cual se encontraba sentada.
-¡Hola, Billie! –saludó ella, con una amplia sonrisa- ¿Cómo estás? ¿Todo bien por allá?
Intentó que su tono de voz no sonara demasiado ansioso, pero estaba segura de que no lo había logrado. Pero, al menos en ese instante, no le importaba. Todo lo que le importaba, era que estaba hablando con su mejor amigo por primera vez en mucho tiempo. Ni siquiera se acordó de cómo él había terminado el... digámosle amorío que tenían.
-Bien, todo va de maravillas. Mañana nos vamos a Seattle y después nos iremos al este del país... Estuve revisando y coincidimos a fines de mayo en La Ciudad del Pecado –farfulló él.
Jenny se enojó consigo misma la darse cuenta de que su imaginación le seguía jugando malas pasadas. Por unos instantes, había estado un cien por ciento segura de que Billie estaba igual de triste que ella por no poder verse.
-Sí, así es... ¿Has hablado con Addie y Angie? –le preguntó ella, para no dejar que el silencio los invadiera.
-Sí, hablé con ellas hace un rato. También hablé con Joey y Jake. Tu esposo está un tanto enojado porque no lo llamas tan seguido... –Ella rió.- ¿Qué?
-Lo llamo todos los días, una vez en la mañana y otra en la noche. Ayer no lo llamé en la noche y por eso está enojado –explicó-. No sé de quién salió tan celoso...
-De Addie –se apresuró a decir Billie, en tono defensivo. Ella volvió a reír-. Te recuerdo que tú igual eres celosa, así que ríete ahora no más, que tus hijos saldrán peores.
-No, ellos saldrán perfectos –musitó ella, a la vez que revisaba las fotos de Jack y Jessica que tenía sobre la cama-. ¡Los extraño!
De algún modo, Jenny estaba segura de que Billie sonreía.
-Había olvidado que es la primera gira que tienes separada de ellos. Después te acostumbras... No digo que dejes de extrañarlos, pero te sientes tan bien al volver a verlos que te olvidas de todo lo que “sufres” sin verlos –susurró él.
-Gracias –susurró ella.
Silencio.
-Nos vamos a Las Vegas, nos vamos a Las Vegas –se escuchaba a lo lejos, cantado por quienes ella reconoció como Tré y Brian. Ella comenzó a reír.
-¡Tré, es en un mes más! –se escuchó de parte de Mike.
-¡Nos importa una mierda! –exclamó Brian.
Tanto Billie como Jenny rompieron en carcajadas.
-También los extraño a ustedes –susurró ella.
Pero más a ti pensó para sí. Apartó esos pensamientos de su cabeza; se había prometido no pensar más de lo necesario en él.
-Yo a ti –musitó él, sin pensar-. Nos veremos pronto y...
-¡TRÉ, NO JUEGUES CON ENCENDORES AQUÍ! –exclamó Mike, desde la otra habitación.
Billie suspiró.
-Creo que tengo que ir a resolver el asunto de los pirómanos y el fuego-fóbico, ¿no? –comentó él, con algo de risa.
-Creo que sí –dijo ella, con una triste sonrisa en su rostro-. Estaremos hablando.
-Sí...
Ninguno de los dos se animaba a decirse adiós y, probablemente, se habrían quedado en silencio un buen rato más de no ser por los histéricos gritos que profería Mike.
-Adiós –susurró él.
Y cortó la comunicación.
Después de esa llamada, Jenny andaba más ansiosa de lo que ya estaba. Faltaba tan poco para el treinta y uno de mayo... Pero cada vez que miraba un calendario, encontraba el día demasiado lejano.
Pero, para su suerte, las semanas que faltaban transcurrieron con rapidez y, antes de lo esperado, se encontraba en el aeropuerto de Las Vegas. Sólo tenía que esperar unos cuantos minutos más, a que el avión de los chicos aterrizara...
-El vuelo desde Chicago llegará por la puerta tres. El vuelo desde Chicago llegará por la puerta tres –dijo una voz femenina por los parlantes.
Pese a saber que sus amigos siempre se bajaban al último, se dirigió de inmediato a la puerta tres, casi chocando a un montón de personas. ¿Qué le importaban aquellos desconocidos? En su cabeza sólo tenía espacio para cuatro personas, siendo una de ellas la que ocupaba más espacio.
Calma, recién se están bajando los hombres de negocios que van atrasados se decía mentalmente. Luego vienen los que vienen de visita y son impacientes, luego los más pacientes, luego los que venían durmiendo y al final vienen ellos...
Sin embargo, entre los hombres de negocios, había un sujeto bajo y de cabello negro que destacaba bastante, más que nada por sus ropas. Jenny lo quedó mirando, fijamente, demasiado anonadada como para acercársele.
-¡Jenny! –saludó él, al verla, acercándose.
-¡Billie! –exclamó ella, reaccionando.
Su amigo no se teñía el cabello negro desde hacía unos dos años... Y esos dos años habían bastado para olvidar lo sexy que se veía así.
-Te extrañé –susurró él.
Recién ahí, ella cayó en la cuenta de que él la estaba abrazando. Con una sonrisa, le devolvió el “amistoso” abrazo.
-Yo a ti –susurró ella-. También extrañaba tu pelo...
-Sí, yo igual, y perdí una apuesta con Mike, así que me lo tuve que teñir –dijo él, con simpleza-. Aunque la apuesta fue como una excusa para que Addie no me mirara feo al verme.
Jenny rió, aún sin separarse de él. No obstante, al cabo de unos minutos, decidieron que llevaban mucho rato abrazados, lo que podía resultar sospechoso, por lo que prefirieron separarse y esperar a los chicos mientras conversaban tranquilamente de trivialidades varias.
-¡Feliz cumpleaños! –gritó ella, corriendo hacia Mike, haciéndolo reír.
-¡Gracias! –exclamó él- Aunque estés como veintisiete días atrasada...
-Yo te saludé en tu día, sólo que no te di el puto abrazo –se excusó.
Soltó a Mike y se encontró con Tré y Brian, a quienes también abrazó, al primero más efusivamente que al segundo; después de todo, él era su confidente y demás.
Luego de saludarse, abrazarse grupalmente e ir a buscar sus maletas, se dirigieron a un taxi, en el cual se dirigieron al hotel en el que todos se hospedarían. Habían conseguido una suite con tres habitaciones conectadas por un pasillo, bastante amplia y demás.
-¿Quién cree que lo mejor es dejar todas las maletas en cualquier lado, para ordenarlas mañana con la resaca que nos ganaremos jugando cartas y bebiendo toda la noche en algún casino? –preguntó Tré, rápidamente, sin respirar.
-¡YO! –exclamaron todos.
-¡Viva, Las vegas! –exclamó Tré, feliz.
Así que, tras dejar las maletas tiradas de cualquier modo en el pasillo que conectaba todas las habitaciones y que cada uno tomara su abrigo y algún bolso o cartera con mucho dinero, salieron del hotel, a disfrutar de La ciudad del Pecado.
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