Rest One of these days Simple Twist of Fate I'm not tere Suffocate Rotting Suffocate? Dearly beloved Hold On Wake me up when September ends Good Riddance (Ridding of you) Cigarettes and Valentines
Prólogo

viernes, mayo 06, 2011

Simple Twist of Fate - Chapter fourty-two: No one knows.


Mejor piensa de nuevo porque nadie sabe…
NO ONE KNOWS – GREEN DAY

-¿Por qué no podemos ver nada? –preguntó Hal, histérico- ¿POR QUÉ NO VEMOS NADA?
-N... No lo sé –susurró la mujer llamada Wright-. No tiene sentido... Probamos todos los micrófonos y todas las cámaras, y no los encontramos en ninguna.
Hal maldijo.
-¡¿CÓMO SE DESHICIERON DE LOS MICRÓFONOS?! –inquirió- LES PUSIMOS EN TODAS SUS ROPAS, EN TODOS SUS ZAPATOS, ¡EN TODO LO QUE PUDIERAN LLEVAR!
Respiró, profundamente, en un intento de tranquilizarse, sin llegar a sospechar que la mujer temblaba levemente, asustada. No sabía de qué era capaz su jefe cuando entraba en pánico.
-No... ¿No hay absolutamente nada? –Su voz era un susurro, apenas entendible por lo entrecortada que estaba su voz.
-Revisé TODO. Todas las ropas de Kiffmeyer enfocan o una maleta o un armario, a excepción de esa que botó en la prisión, donde se escucha un poco de los guardias. Lo mismo con la ropa de Armstrong –explicó.
-¿Y los autos? ¿Los hoteles? ¿Los bolsos? ¿Sus casas? ¿Sus teléfonos?
Wright suspiró y se puso los audífonos, tras lo cual comenzó a presionar botones, escuchando atentamente.
-Nada en los autos de Kiffmeyer en su casa, ni siquiera en el arrendado –musitó. Presionó varios botones más-. En su casa, nada que no sean su esposo y sus hijos; el departamento vacío. –Otro botón y giró una palanca.- El cuarto de su hotel está vacío. Y los micrófonos de los bolsos... –Apretó otro botón.- No captan nada. No debía andar con nada.
-¿Y el celular? –preguntó.
-Nada, no está realizando ninguna llamada.
Volvió a maldecir.
-Revisa a Armstrong –masculló.
La mujer asintió. Se sacó esos audífonos y se puso otro par, con los cuales se puso a escuchar atentamente todo lo que provenía de los micrófonos de Armstrong.
-Me saltaré su casa y los autos de su casa, porque dudo que esté ahí –musitó ella, con una amarga sonrisa, tras lo que presionó varios botones-. Nada en el hotel –más botones-, nada en sus bolsos o maletas; el celular no está llamando a nadie... –Presionó un último botón y miró sorprendida.- Escucho a mi hermano en el auto arrendado...
Hal abrió mucho los ojos, atónito.
-¿Tu hermano? ¿Qué hace ahí? ¿Qué está diciendo?
Llevó un dedo índice a sus labios, indicándole al hombre que debía permanecer callado.
-Está cantando algo... Deja ver si la cámara funciona... –Presionó el botón. Fue su turno de maldecir.- Está solo.
Hal maldijo, por tercera vez.
Ahora sí que lo había arruinado todo. ¿Cómo habían encontrado los micrófonos que había en sus ropas? ¿Cuándo se los habían sacado sin que los vieran?
Y sin micrófonos ni cámaras, no podían hacer nada...
Esto superaba con creces su primer y único error hasta la fecha...
-¿Cuándo los vimos por última vez? –inquirió.
-Harán unos diez minutos, cuando salieron de la cárcel...
Hal se quedó en silencio por un rato, pensativo.
-Llama a Stark y a Jones, te ayudarán a revisar TODAS las cintas de las últimas tres horas. Tenemos que ver quién y cómo.
Suspirando, Wright asintió y se acercó al teléfono que tenían en la pared.

Jenny y Billie se acomodaron en el asiento trasero del auto apenas Mike les abrió la puerta, cuidando de no mirar el espejo retrovisor, conscientes de que los azules ojos de Mike los miraban fijamente. No querían hablar con él, ya que no sabían cuánto podían decir sin poner a su amigo en peligro, además de que no querían que los regañara por no ir con la policía o por no haberlo puesto al tanto de lo ocurrido.
Y, tal como suponían, no fue mucho el rato que transcurrió antes de que Mike decidiera que el contacto visual no era necesario, por lo que decidió romper el silencio.
-Con que Attica, ¿eh?
El tono de su comentario estaba impregnado de un fingido relajo, con el cual trataba disimular su seriedad, preocupación y algo más que los otros dos decidieron identificar como molestia, causada por no confiar en él en lo absoluto.
-Sip, Attica –contestó Billie, con el mismo tono-. Nada fuera de lo común.
Recién ahí se atrevió a alzar la mirada, para encontrarse con que Mike alzaba una ceja.
-¿Realmente quieren que crea que estaban ahí por una biografía? –inquirió, incrédulo- Creí que me conocían mejor.
-Y así es, pero no queríamos que el guardia descubriera que mentimos –susurró ella-. Además, no era un lugar seguro para hablar...
Mike rió, con sarcasmo.
-¿Y cuál lo es? –preguntó.
Fue el turno de Billie de reír irónicamente.
-Por lo que he visto hasta ahora, ninguno –dijo-. Tienen gente en cárceles, nos persiguen, tenemos cámaras y micrófonos por todos lados... ¿Qué nos asegura que no nos observan ahora?
Mike sonrió, levemente.
-Nada, sólo el hecho de que con Tré revisamos la ropa que les pasamos. No hay ningún micrófono –respondió.
Billie y Jenny abrieron mucho los ojos.
-Estás... ¿Estás seguro? –preguntó la pelirroja, sorprendida.
-A menos que los miles de rastreadores que usó Tré estuvieran fallados, sí, estoy totalmente seguro. –La sonrisa aún no desaparecía de su rostro.- Tampoco hay nada en el auto... Y con Tré estamos seguros de que los micrófonos de sus celulares sólo funcionan si realizan alguna llamada.
-C... ¿Cómo? –fue todo lo que Billie logró articular.
Era increíble que hubiesen sacado los micrófonos (aunque no tanto como el hecho de que Tré andaba con detectores de éstos, pero eso es un punto aparte). Se sentía tan... libre. De no ser por la presencia del bajista, habría besado a Jenny ahí mismo.
Mike volvió a sonreír.
-Aprovechando que habías salido, comenzamos a revisar tu ropa con unos aparatos raros que Tré tiene (detectores de metal, de señales y no sé de qué más) y detectamos mil mierdas. Pensamos que sería muy sospechoso que sacáramos las que había en el cuarto del hotel, por lo que decidimos sacársela sólo a un juego de ropa. Ahí nos llamaste pidiendo ropa, así que le sacamos a dos tenidas más y los fuimos a buscar y aquí estamos –explicó Mike, rápidamente-. Ahora... ¿Podrían explicarme qué hacían en Attica?
-El psicópata nos quería allá y nosotros queríamos explicaciones –fue la respuesta que dio Billie Joe.
-Pero no funcionó, porque un preso mató a Chapman antes de que pudiera decirnos algo importante –añadió Jenny.
Fue ahí cuando recordó las últimas palabras de Mark: “Número nueve” y “Hal”. ¿Qué quería decir eso? O, mejor dicho, ¿quién era Hal?
-Entonces, fueron allá porque un asesino se los pidió y porque olvidan a cada rato lo de “la curiosidad mató al gato” –masculló el bajista, negando con la cabeza-. Si hay algo que deben aprender, es a mantenerse fuera de problemas.
-No buscamos problemas, ellos nos encuentran –bromeó Billie-. Aún no creo que no tengamos ni micrófonos ni cámaras ni nada...
Suspirando, Mike dobló repentinamente, poco antes de llegar al hotel.
-Ok, se merecen algo de privacidad –susurró-. Los dejaré en un hotel y los registraré a un nombre falso. Yo me iré al hotel en el que estamos todos.
Jenny lo miró, sorprendida.
-¿Estás hablando en serio? –preguntó, intentando ocultar la alegría que le causaba el poder estar con Billie Joe todo lo que quedaba de la tarde sin que los estuvieran viendo.
-Sí, muy en serio –murmuró-. Pero me perdonarán que los traiga a éste hotel con luces de neón, porque es lo que hay.
Billie le sonrió a Jenny, cómplicemente: Era la misma imitación a hotel en la que habían estado el día anterior.
-No hay cuidado –musitó ella, intentando no sonrojarse al ver la cara con la que Billie la miraba de reojo.
Y de esto nadie sabe pensó él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario