Rest One of these days Simple Twist of Fate I'm not tere Suffocate Rotting Suffocate? Dearly beloved Hold On Wake me up when September ends Good Riddance (Ridding of you) Cigarettes and Valentines
Prólogo

viernes, mayo 06, 2011

Simple Twist of Fate - Chapter fourty-one: Number nine.


Afraid she’ll die...
REVOLUTION 9 – THE BEATLES

El sonido de las sirenas en la cárcel fue lo primero que Jennifer pudo asimilar desde el suelo. ¿Cómo había llegado ahí? ¿Y de dónde provenía toda la sangre que le había saltado encima?
Sintió un cuerpo sobre ella, cubriéndola con un brazo.
Sobresaltada, se separó y se arrodilló al lado del cuerpo, para quedar mirando a Billie en el suelo, más bañado en sangre que ella. Alarmada, empezó a zarandearlo.
-Billie... ¡Billie! –exclamó, comenzando a desesperarse rápidamente- Billie, contéstame, mierda...
-Calma, estoy bien –musitó él, recuperando el habla.
Ella lo miró, incrédula.
-¿Cómo que estás bien? ¡Estás en el suelo y cubierto en sangre! –inquirió y exclamó Jenny.
-Estoy en el suelo porque te empujé para que la bala no te llegara –masculló-. Cuando me llené de sangre y vi que no te movías, creí que era demasiado tarde.
La pelirroja negó.
-Número nueve –musitó una voz desde el otro lado de la habitación.
Fue recién ahí que cayeron en la cuenta que alguien más tenía que haber recibido la bala. Y ese alguien, por descarte, debía ser el reo que ambos habían ido a ver... Es decir...
-Mierda, perdimos a Chapman –susurró Jenny, poniéndose de pié y acercándose al hombre-. ¿Mark?
-No lo olviden: Número nueve –repitió él, más pálido aún. La sangre ya no saltaba tanto desde su carótida, mas aún así las piernas de Jenny se ensuciaron más-. Número nueve y Hal.
Tosió un poco más y cerró los ojos, para no volver a abrirlos jamás, dejando a Jenny parada a su lado, demasiado pasmada como para darse cuenta de que las sirenas ya no sonaban, demasiado pasmada como para notar cómo un guardia la guiaba a la salida de la habitación, seguida por Billie Joe.
-¿Se encuentran bien? –preguntó el guardia, cerrando la puerta tras ellos y llevándolos a las bancas donde se juntaban los presos con sus visitantes.
Tanto Billie como ella asintieron, ignorando cómo sus manos temblaban.
-Quédense aquí –murmuró el hombre, alejándose.
Apenas salió, Billie se acercó un poco más a ella en el asiento. Jenny lo miró de inmediato, para asegurarse de que estuviera bien, mas se encontró con que estaba muy pálido, mucho más bañado en sangre que ella y temblando bastante. No encontró palabras para calmarlo, por lo que se limitó a, tímidamente, a tomarle la mano y acariciársela levemente, gesto que él le devolvió distraídamente por unos minutos, hasta que se soltó.
-Nos pueden ver –murmuró, con la voz áspera y ronca.
Jenny asintió, a la vez que él se cubría el rostro con ambas manos, buscando relajarse, pese a saber que sería imposible.
Pocos minutos después, entró otro guardia, con dos mantas. Se las tendió.
-Están a punto de entrar en shock, así que cúbranse y les traeremos algo caliente y glucosa –explicó, interpretando correctamente la mirada de desconcierto que le lanzaban los dos.
-Ok –musitó Jenny, cubriéndose con la manta, sin pensar realmente en lo que le decía. Todo lo que cabía en su cabeza era el hecho de haber visto morir a Mark Chapman.
El guardia salió, para volver un rato después con un tazón de café y dos donas para cada uno. Al instante, Jenny devoró una dona, a la vez que Billie tomaba un largo sorbo de café, preocupándose de tocar el tazón lo más posible para que el calor se propagara por su cuerpo.
-Q... ¿quién lo hizo? –preguntó el guitarrista en un susurro, con la voz un poco menos áspera y descompuesta, pero igual de ronca.
El guardia suspiró.
-Un reo condenado a pena de muerte. Pasado mañana lo mataban. Atacó a un guardia, le quitó el arma y entró a donde estaban ustedes. Por lo que sabemos, no conocía Chapman, pero era fanático de los Beatles (lo único que tenía en su pared era un dibujo de un submarino amarillo). –Negó, apesumbrado.- El guardia está inconsciente. Este tipo no parecía importarle a cuantos tuviera que atacar, con tal de morir de un modo más... noble que por una inyección...
-¿Quiere decir que está muerto? –lo interrumpió Jenny, sintiéndose más consciente de lo que ocurría a su alrededor.
El hombre hizo una mueca.
-Después de disparar, se hizo un corte en el cuello con una cuchilla que consiguió –musitó-. No dudó en lo que hacía, según el otro preso que lo vio.
Billie asintió, sintiendo un retorcijón en su estómago. Dos muertes el mismo día... y algo le decía que ambas eran culpa de ellos.
Dos muertos en una cárcel...
Dos famosos en esa misma cárcel al mismo tiempo...
-¿Creen que tengamos posibilidades de que la prensa no sepa de esto? –inquirió Billie, preocupado. Lo último que quería, era que su familia supiera que había estado en una cárcel y que habían matado a Mark Chapman frente a él.
El guardia miró al vacío por unos momentos, pensativo.
-Si se van ahora mismo, nadie debería verlos. El pase que tenían les daba el privilegio de que nadie supiera que estaban aquí, así que respetaremos eso –murmuró-. Dudo que puedan conducir... ¿Quieren llamar a alguien para que les traiga ropa y los venga a buscar?
La primera intención de ambos fue negar, pero luego se percataron de qué tanto temblaban aún y de que sus ropas pronto comenzarían a apestar con ese olor de sangre que a Jenny tantas náuseas le causaba. Debido a todo eso y más, asintieron al mismo tiempo.
-Ok, entonces llamen a alguien –farfulló el guardia-. Volveré en un rato.
Jenny tomó su café, a la vez que Billie sacaba su celular.
-¿Mike o Tré? –preguntó.
La pelirroja suspiró.
-En situaciones normales, llamaría a Tré... Pero como está con Brian... –murmuró.
-Mike será.
Marcó el número y esperó pacientemente a que le contestara.
-¿Billie? ¿Qué pasa? ¿Dónde estás? –preguntó Mike, extrañado de que lo llamara. Normalmente, cuando Billie salía solo del hotel, no volvía hasta más tarde y nunca llamaba.
-Mike, ¿puedes venir a buscarnos a la Prisión de Attica? –fue la “respuesta” de Billie.
-¿QUÉ? –exclamó Mike, sorprendido.
-Eso... Es que... –suspiró- Te cuento cuando vengas.
-Ok... pero... ¿“Buscarnos”? Billie, ¿con quién estás? –masculló.
Suspiró.
-Con Jenny. Y tráenos ropa por favor.
Sin más, colgó. Guardó el celular y acomodó en el asiento al lado de la pelirroja.
-Sólo a nosotros nos podía pasar esto –murmuró.
Ella sonrió, amargamente.
-Pudo haber sido peor... La bala le pudo haber llegado a uno de nosotros –se explicó-. Gracias.
Billie la miró, extrañado.
-¿Gracias por qué?
-Por haberte tirado a salvarme –respondió ella-. No todo el mundo hace eso por sus nueras, ¿sabes?
Él negó.
-Te quiero demasiado como para poder perdonarme si algo llegaba a pasarte –farfulló él, siendo casi cien por ciento honesto. Después de todo, no la quería demasiado. La amaba.
Olvidándose de lo asquerosos que estaban, la abrazó.
-¡Estás hediondo a sangre! –exclamó ella, con una pequeña risa.
-No más que tú –espetó él, fingiendo molestia. Sonrió y, tras asegurarse de que no había nadie observando, le dio un corto beso en los labios-. De verdad, no podía perdonarme si algo te pasaba.
Se separaron, ambos un tanto sonrosados. Ambos terminaron sus donas y sus cafés en silencio, y habrían seguido así de no ser porque el director de la cárcel venía hacia ellos.
-¿De qué hablaron con Chapman antes de que muriera? –inquirió.
Intercambiaron una mirada. ¿Cuánto podían decir sin correr el riesgo de ganarse una bala ellos mismos?
-Nos presentamos... –comenzó a inventar Billie- Dijo que nos había visto en algunos diarios; luego ella comenzó a hacerle preguntas acerca de porqué mató a Lennon. Dijo que él era el guardián en el centeno y... Bueno, escuchamos el disparo. Empujé a Jennifer para cubrirnos, pero igual nos saltó muchísima sangre, como puede ver y... Bueno, aquí estamos.
Jenny se sorprendió al ver la facilidad que tenía su amigo para mentir.
-¿No alcanzaron a hablar nada más? –inquirió el director.
-No, nada más –intervino Jenny.
El director suspiró.
-Lamentamos mucho que se hayan visto envueltos en esto –murmuró.
-No se preocupe, no nos pasó nada –dijo Billie, con un tono sincero de voz. La verdad, es que no era culpa del director que un psicópata hubiera intentado matarlos.
El hombre asintió y se retiró, probablemente a hacer los trámites necesarios para que retiraran el cuerpo de Chapman.
Los minutos pasaron...
Recién a la media hora, Mike llegó a la prisión y, para sorpresa de ellos, venía con Tré.
-Vinieron en auto, ¿no? Alguien tiene que llevárselo –masculló el baterista, al ver la cara que pusieron.
Mike no escuchaba, si no que los miraba sorprendido.
-¿De dónde salió toda esa sangre? –inquirió.
Recién ahí Tré reparó en lo raro que había en sus amigos. Miró hacia otra dirección.
-Ah, esto... Oh, no, no es nada, sólo la sangre de Mark Chapman –ironizó Jenny.
-Sí, nos saltó encima cuando alguien le disparó en la carótida, pero no es nada –prosiguió Billie, con el mismo tono que la pelirroja-. Ya, ¿nos trajeron ropa?
Mike asintió y le pasó una bolsa a Billie, mientras que Tré le pasó una a Jenny. El mismo guardia de siempre los llevó a los baños públicos que había para las visitas en la cárcel, donde se cambiaron. Jenny se sorprendió al encontrarse con que le habían llevado ropa de Billie, tras lo cual recordó que era ella la única que podía pedir la llave de su cuarto del hotel. Sin embargo, aprovechando que estaba sola, aspiró el olor que tenía la polera, tras lo cual salió con la ropa sucia en la bolsa.
-Eh... ¿puedo botar esto? –le preguntó al guardia, algo asqueada ante la idea de tener ropa manchada por el asesino de John Lennon.
-Sí, por allá.
Llevó la bolsa al basurero que el hombre le señalaba y volvió hacia Mike y Tré, quienes aún lucían confundidos.
-No, en serio, ¿qué hacían aquí? –preguntaron, por quincuagésima vez.
-Quería hacer una biografía a Chapman, pero creo que ya no podrá hacerse –mintió.
No era tan mala mintiendo, pero, en comparación de Billie, apestaba. Y Mike y Tré la conocían lo suficiente como para saber que lo hacía. No obstante, no hicieron ningún comentario.
Billie no tardó en salir, con ropa que sí era suya. También botó la ropa sucia y se encaminó a sus amigos.
-Ok, yo me llevo su auto, porque tengo que ir a buscar a Brian –dijo Tré, poniendo su mano palma arriba para que Jenny le pasara las llaves.
-Ya, pero no hagan nada de sus cositas ahí, porque es arrendado –murmuró ella, pasándole las llaves.
-Al contrario de ustedes, no somos ninfómanos –le susurró. Ella se sonrojó y lo miró feo, ante lo que él rió.
-Entonces ustedes se irán con el Tío Mike –dijo el bajista-. Y le contarán la verdad del porqué estaban aquí en el camino –añadió en un susurro al oído de Billie.
Estamos jodidos pensó el guitarrista.

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